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Unai llena el coñito de su hermana Nadia y el culo de su madre
Mi hermano no se apartó ni un milímetro, seguía con su trabuco incrustado hasta lo más profundo de mí ser mientras yo sentía las entrañas llenándose con su semen a cada convulsión. Notaba como le palpitaba la verga entre mis paredes vaginales, sentía cada latido de su corazón a medida que soltaba chorro a chorro de lefa cubriéndome la entrada del útero. -No te preocupes Nadia, yo después te doy una pastilla “del día después” Intentó tranquilizarme mi madre. -¿Y eso es efectivo? Pregunté. -Claro que sí al 100%... déjale que descargue toda la tensión que tiene el pobre chico, respondió mi tío. El tiempo del desafío aún no terminaba y yo no sabía si apartar a Unai de una patada o quedarme quieta y esperar a que terminen los cinco minutos más largos de mi vida. Temía que me hicieran repetir todo desde el principio. Lo cierto era que el semental se aligeraba los huevazos amenamente dentro de su hermana, que gustosamente o no quedé sumisa como queda toda mujer ante su ginecólogo. -Sí, son muy seguras. Quédate tranquila nena ¡Puedes recibir todo el esperma que quieras! -¿Y tú por qué tienes esas pastillas? Pensé que ella se cuidaba con anticonceptivos diarios. -Porque tengo dos hijas que ya son mujeres. Y tengo que estar preparada para todo. Buena respuesta. -¿Cuánto tiempo falta? -Menos de un minuto, me respondió la voz de mi tío Rosendo. ¿Aún no se han cumplido los cinco minutos? Me parecía una eternidad. Esperaba que la verga de mi hermano redujera su tamaño tras la tremenda eyaculación, pero el miembro se mantenía igual de firme y tieso, por más que no me gustara admitirlo, me calentaba. Machos con tanta testosterona no es fácil de encontrar en la calle y resulta que tengo a tres metidos en casa. Comencé a mover mi cadera muy lentamente, para que nadie lo notara, pero hacía que la polla saliera y entrase un poco. Mantenía los dientes apretados y resoplaba como una yegua odiándome a mí misma. Sentía una mezcla de ira con placer muy extraña. Me molestaba que fuera Unai quien me pusiera de esta forma tan cachonda, pero no podía luchar contra mis instintos sexuales, los instintos básicos están por encima de la voluntad de cada uno…, a ellos se les empalman las pollas y a nosotras nos gusta que nos follen buenas vergas potentes, sean de quien sean. Él acompañó mi rítmico y disimulado movimiento, era muy difícil que los demás lo notaran, pero yo podía sentirlo muy bien. Volví a cerrar los ojos y sentí algo tibio chorreando hasta mi culito. No sabía si se trataba de mis propios jugos o si era la leche de mi hermano, la cosa es que lo sentí muy rico. -¿Te gusta? Me preguntó al oído en un susurro casi inaudible. -Sí, contesté automáticamente como si fuera un simple gemido.
El pitido del cronómetro me arrancó de mis ensoñaciones. En cuanto mi hermano me sacó la verga pude ver que mi vagina estaba muy abierta, nunca la había visto así. Había disfrutado la experiencia, pero debía mantener mi orgullo intacto. Me paré y sentí el semen con borbotones espermáticos fluyendo hacia afuera, apenas vi algo blanco asomándose pasé los dedos de mi mano izquierda y quité el lechoso líquido. -¡Mira cómo me ha dejado el cabrón! Rezongué mostrándole la mano a mamá, ella se limitó a sonreír… -¡Joder nene qué cantidad has eyaculado! ¡¿Desde cuándo no te vacías los huevos…?! Dije frotándome los dedos contra mi pierna para limpiarlos. El semen bajando por mis entrañas, chorreando hacia afuera, me produjo un cosquilleo que me resultó muy placentero, nunca se habían corrido directamente dentro de mí, dejándome todo el esperma…, con condón sí, pero a pelo nunca. No quería sentarme, quería deja salir toda la leche. Aparentando disgusto manoteé mi vaso y rodé la mesa pasando por atrás de mis hermanos hasta llegar a la pequeña mesita donde estaban las bebidas, podía ver una considerable cantidad de espesa lefa colgando entre mis labios vaginales pero ni siquiera lo limpié, me hacía ser más hembra tal vez, tener pintado el coño de semen. Me quedé parada junto a la mesita con botellas preparando lentamente algún trago, mantuve las piernas algo separadas y el culo bien respingón. Todos conversaban sobre las reglas de póker, algo que a mí me interesaba muy poco en ese momento. La única que guardaba silencio era Mayra, que estaba sentada justo detrás de mí. La miré de reojo y noté sus ojos clavados en mi coñito, le estaba dando un buen espectáculo mostrándole como una gran cantidad de blanco y espeso esperma filial goteaba de mi agujerito cayendo al piso o bajando entre mis piernas. Yo pujaba suavemente con las paredes de mi vagina para que saliera todo. Era una sensación increíble que sumada a la excitación y la borrachera, me estaba haciendo perder el juicio, de pronto me encontré imaginando a mi hermano tirándome sobre una cama para enterrarme su verga hasta el fondo y sacudirme con todas sus fuerzas, no podía creer que llegara al punto de incluir a Unai en mis fantasías eróticas… Para colmo me imagina preñada de él siendo follada con mi gorda panza, enterrando una y otra vez su daga árabe. Cuando regresé a mi silla me senté sobre mis propios fluidos y los restos de semen que aún salían de mi cueva, me agradó esa sensación tibia y viscosa entre mis piernas, porque en el fondo toda mujer desea que la inseminen y percibir la leche en tu coño, eso demuestran que eres atractiva y válida para el semental y al fin y al cabo, que nos preñen es una de las misiones de toda hembra en esta vida. Escuché a mi tío haciendo un comentario sobre los grandes beneficios de la juventud, aparentemente se refería a que mi hermano ya la tenía bien dura otra vez, la miré y media sonrisa se me dibujó en la cara, esa verga había pasado por mí y si los cálculos no me fallaban, la mía sería la tercera o cuarta vagina que él había probado en sus 22 años.
Unai podía ser un brabucón y se creía mejor que los demás pero era pésimo tratando con mujeres, además su apariencia física no lo ayudaba. No era feo, pero estaba lejos de ser un adonis…, hermoso Sí, fibroso y rudo sin nada de grasa en sus músculos por su trabajo y genética, además de esas cejas espesas ampliaban aún más la ilusión de chico bruto. Esta vez me esforcé por ganar, quería ser yo quien eligiera el desafío, las cartas también me ayudaron bastante y si bien un póker de cincos no es la gran cosa, era el mejor juego de la mesa. Mi hermanita rezongó porque perdió, hubiera preferido que la derrotada sea mi madre, para poder vengarme de ella, pero como no tenía nada en contra de Mayra y la vi tan asustada, decidí ser suave. -Tócale la vagina a mamá, dije apiadándome de ella, un simple toqueteo parecía poca cosa a estas alturas. Me miró sorprendida pero no dijo nada. Tal vez ella ya había llegado a su límite en estos jueguecitos eróticos. Se puso de pie y caminó hasta posicionarse a la derecha de Vicky quien abrió las piernas para su hija y le sonrió maternalmente. La pequeña bajó la mano lentamente y el cronómetro inició la cuenta regresiva justo cuando comenzó a tocar esa vulva carnosa y mullida… una vagina a la altura del bastión de polla que posee su marido. Yo diría que mis padres se emparejaron por sus genitales, más que por sus otras cualidades o sentimientos. La expresión en el rostro de mi madre no se alteró para nada mientras los pequeños dedos de Mayra se introducían con gran facilidad en ese abierto chumino oscuro de labios frondosos. Comenzó con dos y los movió lentamente como si la estuviera masturbando. En ese momento pensé con qué frecuencia se masturbaría mi hermanita, yo nunca la había sorprendido haciéndolo pero la forma en que movía su mano me dejaba muy en claro que sabía perfectamente lo que hacía. A continuación introdujo un tercer dedo y aceleró los movimientos, la estaba penetrando con enorme facilidad. Su madre la miraba con una sonrisa tierna. Los tres dedos de Mayra entraban y salían cada vez más rápido…, desde mi posición podía ver también su culito y la parte posterior de su vagina, ésta chorreaba flujos sobre la cara interna de sus muslos. Avergonzada o no, la nena estaba caliente. Al centrarme nuevamente en la acción me percaté que Vicky tenía los ojos cerrados y daba toda la sensación de estar disfrutando a pleno de la masturbación a la que la sometía su hija menor. El tiempo se estaba terminando mi hermanita inició una frenética frotada al clítoris materno. Sus dedos se sacudían a gran velocidad y noté que mi madre respiraba agitadamente mientras gotitas de flujo vaginal salpicaban la silla, al parecer la estaba llevando a un orgasmo pero ese maldito cronómetro dio fin a todo juego. La jovencita regresó a su silla mientras se repartían cartas como si nada hubiera ocurrido, a mi madre le llevó unos segundos reponerse, daba la impresión que miraba el cronómetro con cierto odio por no haberle permitido un poco más de los cinco minutos.
En la siguiente ronda de cartas la derrota de mi tío Rosendo fue apabullante, recibió una de las peores combinaciones de cartas de la noche y Unai se puso muy contento al alzarse victorioso con un buen full. Me alegró que mi tío hubiera perdido ya que me daba la impresión que lo estábamos dejando un poco fuera del juego. Quiero que bailes muy apretadito con mi mamá, pensé que mi hermano estaba siendo poco creativo, eso del baile ya se había hecho dos veces, aunque no entre mi tío y madre, pensé que se quejarían por su idea (mejor dicho, la falta de una) pero Rosendo se puso de pie con una amplia sonrisa, estaba dispuesto a hacerlo. Mientras la pareja de bailarines se acomodaba en la improvisada pista me di cuenta que esta vez me tocaría ver todo de frente y sabía que ésta no era la mejor posición para mirar este tipo de bailes. De inmediato tomé mi vaso con vino algo caliente y fui hasta la cocina con la excusa de buscar hielo, escuchaba a mi tío pidiendo algo más “movidito” para el baile. Regresé justo cuando la música comenzó a sonar y para no interrumpir me senté en una silla de la otra mesa de la sala, la que usábamos para cenar. Sabía justo cómo debía ubicarme para no perderme lo más interesante, si es que algo así ocurría. Vi el gran culo de mi madre temblar un poco cuando el baile comenzó y supe que tenía mejor locación para el espectáculo. La música era de los años 80’s, la que gustaba de mis padres y mi tío, actualizada en reggaetón. El bailarín no se limitó a frotarse por detrás, ocasionalmente hacía girar a la dama dejándola a veces de espalda y otras veces de frente. Al principio todo parecía un baile normal, sin contar el hecho que estaban desnudos y que había un gran par de tetas que se sacudía para todos lados, porque la erecta polla de Rosendo no se inmutaba… su proporción de longitud y grosor le proporcionaba la gran estabilidad de una viga empotrada. Las habilidosas manos de su hermano lograron inclinar a Vicky hacia delante siguiendo el ritmo de la música. Ella quedó con el culo abierto apuntando al mástil erecto, nuevamente mi tío se valió de toda su sutileza para acomodar la verga con un simple toquecito sutil, ésta se apretó contra la zona que mi hermana había estimulado con suma facilidad por lo sólida de su erección. Todo ocurría muy rápido. Con un leve empujón el glande consiguió introducirse en la vagina, estaba segura, podía verlo perfectamente pero estuvo allí sólo unos segundos. El baile continuó y las pesadas manos de ese hombre maduro encontraron las tiernas tetas de su hermanita, en ese momento noté que el cipote se frotaba contra la húmeda vagina y me pareció ver que era ella quien presionaba un poco hacia atrás, su experimentada vulva se abrió dejando entrar la verga hasta la mitad, franqueando el falo con sus abundantes labios vaginales… aquella postura no debía de ser la primera vez que esa pareja lo practicaba ¡Fue increíblemente perfecta!
Abrí mucho mis ojos por la sorpresa, de verdad estaba recibiendo dentro la verga de su propio hermano, aunque eso no era nada nuevo, tras lo que Unai me había hecho. Me dieron unas ganas locas de masturbarme pero no podía hacerlo ya que me verían fácilmente. La parejita bailó apretada al estilo perreo, el falo entraba y salía despacio, al ritmo de la música pero en poco tiempo se salió. Tras un giro de 360° de mi madre, mi tío logró encajarse otra vez contra la gran raja del hinchado coño de mamá. La penetración fue rápida pero profunda, pensé que la dejaría dentro pero obligó a mi madre dar media vuelta quedando los dos de frente. Se fueron agachando juntos meneando las caderas, ella tenía las piernas bastante separadas y bajaba peligrosamente hacia el viril tronco que volvió a clavársele. Era imposible que los demás no vieran esto. Me quería tocar, no aguantaba más…, sí mi hermanita lo estaba haciendo yo también lo haría. La miré rápidamente pero la muy desgraciada estaba con las piernas cerradas y aferrada a su vaso. Noté un poco de tristeza o consternación en su mirada. Tal vez pensaba en retirarse del juego, no la culparía para nada si lo hiciera, porque a pesar de mi estado de excitación yo no podía dejar de repetirme que éramos familia y que no deberíamos estar haciendo estas cosas…. Quisiéramos reconocer o no estábamos follando en familia y eso tiene un nombre… INCESTO. Con mucho esfuerzo logré resistir la tentación hasta que el baile terminó. La pareja regresó a sus lugares y tuve que hacer lo mismo aplaudiendo mientras caminaba. Al principio eso del baile me pareció una sonsera comparada con el resto de las cosas, pero ahora pensaba muy diferente, mi tío y mi madre habían aprovechado cada oportunidad que tuvieron para lograr una penetración. Mi papá sonreía divertido, no parecía molestarle que su propio cuñado se hubiera pasado con su esposa. Visto lo visto, tampoco me extrañaría que entre mi madre y su hermano haya habido algo más que amor filial tal y como le hizo la paja a Rosendo sin recato alguno y ahora el bailecito mucho más atrevido que el de “Dirty Dancing” cruzando la línea roja que se difumino hacía rato con la tormenta….
Fue Pepe quien se alzó victorioso en la siguiente partida y mi hermanita quedó en último lugar, la vi tomar un largo trago de tinto de verano (vino con gaseosa), sus mejillas estaban sonrosadas y parecía un tanto nerviosa, al parecer mi padre también lo notó porque se apiadó de ella al imponerle un desafío. -¿Por qué no nos muestras cómo te masturbas? Al principio del juego esto hubiera parecido demasiado para mi pobre hermanita, pero a estas alturas debía admitir que era lo más suave que podían darle, sin embargo la noté un tanto molesta, seguramente no le gustaría estar mostrando algo tan personal que hacía en su intimidad, si me lo hubieran pedido a mí lo hubiera hecho con mucho gusto, les hubiera exhibido mis ganas antes aquellos machos que llevaban casi una hora con la verga inhiesta en ristre, no me creía que un hombre pudiese tener la polla empalmada y tan rígida durante tanto tiempo, esa muestra de virilidad era razón suficiente para darle una exhibición de cómo una hembra se hace una soberana paja … me hallaba tremendamente excitada. Mayra subió los pies al travesaño de la silla sin mucho entusiasmo. Sus piernas quedaron separadas mostrándonos una vez más esa preciosa rajita, debía admitir que era la vagina más bonita de las tres, un chochito digno de ser devorado incluso por mí. Llevó dos dedos a su clítoris y comenzó a moverlos lentamente mientras mi madre ponía el cronómetro en marcha, yo aproveché la ocasión para mirar y admirar los tres grandiosos cipotes erectos a mi alrededor, me mordí los labios pensando en sí debería meterme alguno de esos otra vez. De a poco el ritmo de masturbación de Mayra se fue incrementando, cerró los ojos y se relajó un poco, se me hizo un nudo en la boca del estómago al pensar en todas las veces que esa dulce niña se había tocado de esa forma y que tal vez lo hubiera hecho estando yo durmiendo en la cama contigua.
Podía sospechar tal cosa porque yo misma me masturbaba a mitad de la noche mientras mi hermanita descansaba a pocos metros... de ahora en adelante ya tenía tres motivos más para mis sesiones de onanismo… las flamantes vergas de la familia. La vi llevarse los dedos a la boca y lamer sus propios jugos, luego regresó a su sexo y lo castigó metiendo dos dedos en ese diminuto agujero, su respiración se agitó más y más, noté que mi hermano Unai se estaba tocando la verga mientras clavaba los ojos en el coñito de Mayra, no lo culpaba, a mí también me daban ganas de hacer lo mismo, es más, tenía unas ganas locas de estirar la mano hacia mi derecha y agarrársela, comérsela e incluso volverla a metérmela en el coño… aun notaba el esperma de mi hermano en mi coño y el momento en el que se corrió el muy cabrón. Miré a mi alrededor y me aseguré que todos estaban concentrados en la pequeña, así que hice eso que tanto deseaba, con un rápido movimiento aferré la dura verga de mi hermano y comencé a masturbarlo lentamente, él me miró completamente sorprendido pero ni siquiera giré la cabeza para pedirle permiso…, se la meneaba frotando su prepucio y de vez en cuando le acariciaba el gordo glande rodeando esa bola con la palma de mi mano mientras seguía con la vista fija en la vagina de mi hermanita disfrutando entre mis dedos de la calidez de ese falo erecto digno de un semental hermoso. El alcohol me estaba quitando la cordura, ya estaba imaginando que un día de estos me agacharía frente a Unai y le chuparía la verga sometida al mejor cetro que mi coño a albergado.
Sí, me la tragaría toda tal y como había hecho con la de mi padre, le haría la mamada de su vida y dejaría que me bañase la cara con su espeso y tibio semen…el único esperma que ha llegado a mi útero. Tal vez también las tetas y todo el cuerpo, porque el chico debe producir leche para reventar una vaca. Impulsada por estas explicitas imágenes en mi cabeza aceleré los movimientos de mi mano derecha y con un dedo de la mano izquierda comencé a frotar mi clítoris mientras Mayra hacía lo mismo con el suyo. El pitido del cronómetro llegó mucho antes de lo que yo imaginaba y me apresuré a soltar el rabo erguido flameado de venas que me enervaban antes que alguien se percatara de lo ocurrido. Mi madre me miró con una sonrisa cómplice, ella sabía muy bien lo que había sucedido pero intenté disimular tomando un trago de vino puro. Mayra estaba más roja que nunca y su respiración tardó varios segundos en normalizarse, la chica nos había dado una buena lección de masturbación femenina, pero eso ya era el pasado, nadie hizo comentario alguno sobre sus habilidades innatas para la autosatisfacción. Repartieron las cartas como si estuviéramos en un casino. Conseguí salir victoriosa gracias a las buenas cartas que llegaron hasta mis manos, en este momento prefería perder antes que ganar pero me alegré al ver que la peor combinación sobre la mesa era la de mi madre, aunque con el alcohol que recorría mi cuerpo me costó un poco calcular qué cartas eran peores. Al fin llegó el momento para vengarme de ella por obligarme a meterme la verga de mi hermano. Fui cruel y despiadada y no me arrepentí de mis palabras. ¡La primera vez que me llenaban de semen mi coño y tenía que ser el gañan de mi hermano quien lo hiciese! -Tienes que meterte la verga de Unai… por la culo, le dije con una sonrisa demoníaca. -¡Ay hija! Pobre de mí culo. ¿A ti quién te ha dicho que hago esas cosas? …Con semejante culo… no creo que papá se haya aguantado las ganas tantos años, mi padre comenzó a reírse. -Ni un día me aguanté, por suerte ella se entregó gustosa sin recato alguno, mi mamá le dio un golpecito en la mano con un exagerado gesto de asombro. -Tampoco es tan así, se quejó. Esa primera vez yo quería hacer todo para conquistar a tu padre. No es algo que hayamos hecho muchas veces. -De hecho hace años que lo hicimos por última vez, mi padre se veía triste y parecía añorar los buenos momentos en el culito de mi madre. -Bueno, está bien, lo voy a hacer, me sorprendió que no se negara, pero me había obligado a ser penetrada por mi hermano, más bien follada…, y para colmo inseminada con posibilidades de dejarme preñada…, así que no tenía argumentos para hacerlo. -¿Cómo lo hacemos? Dijo poniéndose de pie…, me pareció que se fijaba en aspectos técnicos para quitarle un poco el morbo a la situación, pero en mí tenía el efecto contrario… -¡Ya sé! Exclamó. Fue hasta el garaje y regresó en pocos segundos con una colchoneta que supuestamente usábamos para hacer ejercicios, pero que últimamente el único que la usaba era papá, cuando debía acostarse debajo del coche para reparar algún desperfecto mecánico. Tendió la colchoneta a mi izquierda, y a la derecha de papá. Era obvio que ella quería que yo viera todo claramente. Mi hermano parecía nervioso pero muy excitado. “Si gañán, le vas a dar por la culo a tu mami” pensaba yo.
Intentaba imaginar qué pasaba por la cabeza de mi madre, ¿era realmente consciente que en unos instantes su propio hijo la penetraría analmente? Era la situación más morbosa de la noche hasta ahora… no se ve en vivo y en directo como le dan por el culo a tu madre de parte de su primogénito ante el consentimiento del cornudo del esposo. Tendió la colchoneta y desapareció otra vez de nuestra vista, supuse que había ido a su habitación. Volvió con un bote de gel lubricante que yo nunca había visto en la casa, debía tenerla bien guardado. Le pidió a Unai que se recostara boca arriba en el pequeño colchón y él obedeció rápidamente. Con una mano, mi madre, comenzó a embardunar el bálano con gel y ya sin más preámbulos se colocó sobre su hijo. También se puso boca arriba, pero no se tocaban, ella se sostenía con las manos y los pies sobre el suelo. Dejó las piernas bastante abiertas y vi que ya se había puesto gel en su ano. Estaba decidida a hacerlo. Con esas grandes tetas y toda abierta parecía que gravásemos una peli porno. Acercó su culo a la entrepierna de Unai, y mi hermano guio el cipote con la mano para que quedara justo debajo del agujero. Todos mirábamos impacientes. La cabeza de la verga presionó contra el ano pero no entró, ella empujó un poco hacia abajo pero se detuvo, al parecer le dolía o temía que el rabo se clavara demasiado rápido. Tras un par de intentos más comenzó a impacientarse. -El tiempo no empieza a contar hasta que esté toda adentro, le recordé sólo para aumentar su sufrimiento. Ella me miró un tanto preocupada, agarró la verga con la mano y apretando los dientes dijo “Fuerza” como pidiéndole a mi hermano que colaborara un poco, él levantó la pelvis y logró enterrar parte de la cabeza, pero al parecer a mamá le dolía porque se estaba poniendo roja. A pesar que la verga no entrara la escena era muy caliente, comencé a tocarme la mojada vaginita disimuladamente con un dedo sobre el capuchón de mi pepita endurecida. Sólo tenía ojos para ese par tirado en el suelo y la larga tranca de Unai intentando abrirse paso en el precioso culazo de mamá. Los huevos de mi hermano seguían hinchados y yo rogaba que aún tuvieran leche suficiente para llenar a su mami querida. De pronto me atacó el impulso de chupar esos gordinflones testículos que colgaban de forma sugerente para avivarlos y produjeran una buena ración de lefa.
Intentaba reprimirme pero el impulso era muy fuerte ¡Dios mío, quería chuparlos! Meterlos en mi boca, jugar con ellos, tragarme esa verga y no podía dejar de mandarme mi dedo en sustitución del cetro tan precioso que mi hermano poseía, lo más bonito de su ser…, pero esas pelotas sin vello que los mancillase cubiertas de venas hinchadas le daban una masculinidad, que una mujer es incapaz de contener sus ganas de sobarlos. A pesar que hoy no fue la primera vez que chupé una polla, si fue cuando tuve una en condiciones… eso me dejó una sensación placentera en la boca, quería repetirlo y saborear el aroma a macho que desprendían los tres sementales presentes. Miré el monstruoso rabo de mi padre y el de mi tío, estaba como loca, no me importaba cual, yo quería uno, los dos eran dignos de ganar cualquier concurso de pollas grandes. En ese momento mi madre me distrajo diciendo… -Así no vamos a poder. No lo tengo tan abierto como creéis. ¡Tengo un ojete muy cerrado! A pesar que mi padre tenía una verga aún más grande que la de mi hermano, no había dejado tan abierto el ano de mi madre, supuse que era cierto que llevaban mucho tiempo sin practicar sexo anal. Me alegraba de haber elegido ese desafío, la haría sufrir un poco, como ella me lo hizo a mí. Aún tenía los restos del semen de mi hermano en la vagina… mis labios vaginales era un cuadro teñido de lefa. Me preguntaba si quedaría preñada del gañán si rehusaba a tomar el anticonceptivo, que enfermizo era todo esto. Tener un hijo de mi propio hermano sería uno de los peores castigos posibles, pero tal vez lo merecía, por permitir que me penetrara, que me follara y además colaborar activamente en su eyaculación. Victoria le pidió a su hijo que cambiaran de posición, se recostó boca abajo con las rodillas levemente flexionadas, Unai se posicionó tras ella y apuntaló su verga entre las grandes nalgas de mi madre, parecía completamente dispuesto a clavarla en el hermoso culo de su madre. Ella volvió a ponerse gel en el ano y mi hermano untó su ariete renovando la faena. Volvió a apuntar hacia ese agujerito que se resistía. Lo pensé mejor y tal vez la polla no entraba porque mi mamá estaba intranquila y fruncía su culito, pero también porque el glande del chico era una porra muy gorda y tendría que expandir mucho el ojete para insertarse.
Al parecer no le agradaba tanto que la clavara su querido hijito. Toda esa seguridad que había demostrado hasta el momento se estaba desmoronando. Recordaba haber sentido lo mismo cuando estuve a punto de ser traspasada por Unai, una cosa era decidirse a hacerlo y otra muy distinta era saber que ese badajo estaría realmente dentro. ¿Con qué cara miraría a su hijo si éste la follaba analmente? Es más ¡¿Cuál sería su trato personal si se corre dentro de su culo…?! Ser inseminada por un hombre es una marca indeleble que nos acompaña toda la vida, especialmente si son pocos los que lo han hecho, estos machos se convierten en los hombres de tu vida quieras o no… ¡¡Han logrado sembrar tu cuerpo de esperma!! Además debía incomodarle que Unai estuviera tan entusiasmado por hacerlo. En ese momento se me ocurrió que él debía masturbarse frecuentemente pensando en el culo de su madre. Vicky se aferró con ambas manos al borde de la colchoneta y bajó la cabeza, sus grandes tetas quedaros aplastadas bajo su cuerpo. Noté que inhalaba hondamente como si intentara juntar coraje. Con esto sabría lo que sentí cuando hizo que mi hermano me clavó sin pudor alguno… y que además se corrió a gusto en el fondo de mi útero ¡La primera leche en mi intimidad! Unai acercó la punta de la verga… la cara de mi madre se desfiguró. El centro de las cejas estaba arqueado hacia arriba y miraba con sus expresivos ojitos para todos lados, su expresión era de total preocupación. Hasta sentí pena por ella, estuve a punto de detenerlo todo cuando Unai se inclinó hacia adelante, ejerció un poco de fuerza y logró clavar la punta de la verga hundiendo una tercera parte de ella con firmeza. Nadie en la mesa decía una palabra, todos aguardábamos expectantes. -¡Uuhhh! Exclamó Victoria intentando mantener una sonrisa en su rostro pero sus ojos mostraban pura turbación al verse enculada por su hijo.
Unai se inclinaba más sobre la culazo de su madre. Ella apretó fuerte sus dedos contra la colchoneta y supe que había entrado otra parte de la verga, seguía con su fingida sonrisa con la vista fija en ninguna parte, su hijo parecía dispuesto a clavarla entera hasta los huevos, como bien dijo Victoria en el embate que mi hermano me la hundió. Otra vez exclamó ese “¡Uhh!” Que indicaba que el nabo seguía ganando terreno en profundidad. Al parecer su borrachera se había disipado de golpe y ahora era consciente de lo que estaba haciendo. Me pregunté qué se sentiría tener una verga en el culo, sabía que debía doler pero en este momento estaba tan excitada que hasta me parecía atractiva la idea que alguien quisiera metérmela por detrás y me follaran el culo a conciencia. Unai no tenía clemencia, seguía presionando hacia dentro, pero su verga se mantenía estática. La sacó toda y mi madre se alivió, pero eso fue la calma del ojo del huracán, lo peor estaba por venir. Él la clavó llevando todo su peso hacia abajo consiguiendo que la verga entrara completa, su cuerpo aplastó las nalgas de mi madre haciendo que éstas suban un poco hacia la espalda. Vicky apretó los dientes y emitió un quejido de dolor, su cara se puso completamente roja…
…lo había hecho, el muy desgraciado le había metido toda la verga en el culo aplastándole las pelotas. -¡Uuuh, qué dura la tienes… Joder con mi chico…! Dijo ella con un jadeo. No cabían dudas, estaba toda dentro, por eso puse en marcha el cronómetro, ahora sólo debía esperar cinco largos minutos. Al parecer a mamá le dolía bastante porque apretaba los dientes y resoplaba a cada rato. Unai apoyó las manos en el piso a los costados de mi madre, quedando toda su pelvis apoyada en los glúteos de su progenitora con el badajo enterrado hasta las trancas. Ese blanco y suave culazo parecía inflado bajo el peso del cuerpo de mi hermano. ¿Qué estarían pensando ambos en ese momento? Seguramente él estaría muy feliz por tener una excusa para clavársela por el culo sin que nadie le reprochara nada, mi madre en cambio, debía estar contando los segundos mentalmente rogando que todo eso se terminara. Ni siquiera habían transcurrido dos minutos cuando el muchacho se hartó de ser tan pasivo. Le dio una fuerte embestida que la sacudió hacia adelante, ella sintió el impacto y volvió a mostrar esa forzada sonrisa, como si quisiera decirnos “Está todo bien, es solamente un juego” pero lo cierto es que le dolía. Otra acometida siguió a la primera y luego otra, el chaval tomó la iniciativa de follarse a su madre, de follársela por el culo e iban a un ritmo pausado. Empujaba, esperaba un segundo y volvía a empujar. Con cada sacudida la cabeza de mi madre se iba hacia adelante y luego regresaba a su lugar, yo creía que se le saldrían los ojos. No dejaba de apretar con fuerza la colchoneta, sus nudillos se ponían blancos y su frente se estaba llenando de gotitas de sudor. Las penetraciones ya mantenían un ritmo lento pero constante, me extrañó que ni ella o mi padre dijeran algo porque era una follada anal en toda regla. Mi hermano sin duda era el más suertudo de todos los presentes, se había follado a su hermana y ahora lo hacía con su propia madre, y tal como iba la cosa le soltaría unos buenos chorros de leche en su esfínter.
Pepe parecía disfrutar de la escena, él tenía la mejor posición para ver esa verga entrando y saliendo de ese agujerito. Lo que más me impactaba era cómo el ano de mi madre parecía envolver ese tronco de carne venosa y a su vez cómo éste se deslizaba con aparente facilidad… la vaselina hizo su milagro. Las embestidas comenzaron a ser cada vez más potentes y mi madre sufría con cada una, manteniendo siempre esa sonrisa tan forzada, aunque eso no quería decir que no doliera, o tal vez le dolía el orgullo al estar tendida en el suelo con su pequeño “Hijo de Puta” enterrándosela por atrás. Podría haberles recordado que sólo debían quedarse quietos y esperar a que el tiempo se termine, pero si mi madre no decía nada, yo tampoco lo haría, si quieren follar que follen, total aquello se no había salido de madre YA. El estado físico de mi hermano era bastante bueno, lo que le permitía moverse con facilidad y sin mucho esfuerzo, musculoso y forzudo las flexiones era su fuerte y ese tipo de flexiones eran pan comido para él… podría hacer 1000 si se lo proponía. Mi madre gemía, se quejaba y resoplaba cada vez que la pelvis del muchacho chocaba contra sus nalgas y esto ocurría cada vez con más frecuencia el ¡Chof, chof! era lo más destacado del recinto con todos a la expectativa de una porculada en directo ¡Aquella escena no tenía precio! Recién caía en la cuenta. ¡Se la estaba FOLLANDO! ¡Mi hermano se estaba follando a mamá por el culo! En lugar de molestarme, me calentó mucho, sin darme cuenta siquiera subí los pies a los travesaños de las patas de la silla y quedé abierta y tocando frenéticamente mi clítoris, esta vez con mayor energía. Lo que más me calentaba era ver su carita, como si por fin se estuviera arrepintiendo de haber comenzado con este juego.
La excitación de Unai iba en aumento, se notaba por el creciente ritmo de las penetraciones. El culo de mi madre temblaba como gelatina y sus uñas se hundían en la colchoneta. Esos continuos movimientos me tenían hipnotizada, no podía dejar de meterme los dedos y estimular mi botoncito. Me sobresalté al escuchar el pitido del cronómetro pero más me sorprendí al ver que mi hermano hacía caso omiso de a éste. No se detuvo, siguió clavándola contra ese agujerito una y otra vez. Miré a mi padre, tenía su gran miembro aferrado con su mano izquierda y miraba fijamente el culito de su esposa. Mi tío estaba en la misma situación, se masturbaba lentamente sin apartar la mirada. Giré para mirar a mi hermanita y la encontré masturbándose igual que yo. A pesar de su gran vergüenza había momentos en los que parecía olvidar que estábamos todos a su alrededor. Ella maltrataba su coñito completamente colorada. Me di cuenta que se estaba metiendo un dedo en el culo. Lo metía y sacaba con gran facilidad. Casi por instinto se me dio por imitarla, separé más mis piernas y comencé a introducir un dedo, me ardía un poco y no era tan placentero que digamos, aunque noté como mi ano se abría poco a poco y ya no dolía tanto. Mi hermano observó que me lo estaba metiendo, por eso lo saqué rápidamente, aunque no dejé de pajearme abriéndome de piernas y sacando mi clítoris a su vista para frotarlo con insistencia ante su mirada. Vicky se limitó a gemir tras cada arremetida de su hijo consistiendo que se saltasen las reglas del juego con tal de conseguir que su hijo acabara corriéndose dentro de su culo. Siguió aguantando esas fuertes penetraciones que hacían vibrar todo su cuerpo y transformaban su hermosa carita en una máscara de placentero sufrimiento. Podía ver el gran pollón aparecer casi en su totalidad y volver a perderse entre los glúteos en un segundo, me imaginaba cómo se abriría paso por el interior de ese agujerito y qué sentiría mi madre exactamente, tal vez le dolía pero en parte debía gustarle a esas altura lo tendría expandido y completamente adaptado al badajo de su primogénito, de lo contrario hubiera apartado a mi hermano.
Esto era un poco diferente, lo que hacían ya no se atenía a las normas del juego, estaban follándose por puro gusto deleitándose en más palmario incesto consentido, aun sabiendo que todos observábamos muy expectantes… un show en directo impagable. El tiempo fue pasando y el ritmo de mi hermano variaba…, a ratos le daba rápido y luego se movía un poco más lento, como intentando recuperar el aliento. Vicky ya no mostraba tantos signos de dolor, poca a poco fue levantando la cabeza y cerró sus ojos, al parecer su culito ya se estaba acostumbrando al intenso tratamiento “pene-ano”. Unos minutos después ya podía afirmar que ella se estaba regocijando en la follada, sus jadeos sonaban de otra forma, ya no había rastros de dolor en ellos. Se estaba dejando llevar por la situación. -Sí, así… así… ahh, le escuché decir entre sus gemidos. Le estaba pidiendo a su hijo que la siguiera follando, y él obedecía, podía escuchar el chasquido que provocaba el cuerpo de mi hermano al chocar contra esas suaves nalgas, enterrando el gran miembro viril hasta golpear sus huevos en el culo. Le estaba dando una buena culeada a su madre delante de la familia, ¡ESTO ERA INCESTO! No podía ser llamado de otra forma. ¿En qué momento nos habíamos convertido en esto? Ah sí, cierto… en el momento en que comenzamos a jugar Strip Póker. Las embestidas de Unai se hicieron más fuertes. Ese culito debía estar muy rico, si yo fuera hombre y estuviera en esa posición, no me detendría por nada del mundo hasta vaciar mis cojones dentro de mi madre. Ella comenzó a masturbarse con una mano y parecía estar gozando de verdad, decidida a seguir follando hasta quedar satisfecha. Ahora ella misma acompañaba el movimiento incrustándoselo gustosa, el ano tenía toda la dilatación necesaria para albergar semejante pieza y el gel hacía muy bien su trabajo. Ver a mi madre de esa forma fue muy revelador e impactante para mí, pero a la vez me producía mucho morbo. Quería ver qué ocurría atrás con mayor claridad, por eso me puse de pie y rodeé la mesa por detrás de mi hermana con la excusa de llenar mi vaso con vino. Luego avancé unos pasos y allí pude ver cómo esa verga estaba dejando rojo y abierto el culito de mi madre. Nuevamente probé meterme un dedo en el culo, pero me dolió un poco y lo saqué. Ahí caí en la cuenta que estaba parada justo delante de mi tío, me dio cierto pudor que él me viera haciendo eso, pero intenté hacerme la desentendida y seguí atenta al espectáculo. Un instante después sentí algo duro y húmedo hurgando en mi ano… era el dedo índice de mi tío Rosendo, estuve a punto de quitar su mano pero preferí dejarlo, a ver qué pasaba. Lubricación era justo lo que mi culito andaba necesitando, la diferencia fue notoria, su dedo se introdujo hasta la segunda falange con facilidad. Sentí mi argolla estirarse para darle paso y eso me soliviantó un poco, pero era tolerable. Me dio la impresión que mi tío sabía lo que hacía.
CONTINÚA...
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