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Categoría: Incestos

Strip poker en familia. 1º Capítulo 1ª parte

"La gota fría"

¿Cómo es que algo tan simple como la lluvia puede traer cambios irreversibles a la vida de una familia? El aguacero se había convertido en una tormenta perfecta de agua y granizo en plena primavera verano que no tomó a nadie por sorpresa, todos sabíamos que sería cuestión de tiempo pero nadie quería admitirlo, aún conservábamos las esperanzas de tener una noche encapotada pero sin agua. Alrededor de las nueve de la noche todos nuestros planes para el sábado se diluyeron y se fueron por el desagüe. Es frecuente que mi hermano Unai y yo discutamos, pero aquella noche, por la amargura que trajo la lluvia, estábamos hechos unas furias y bastaba la simple mirada del otro para provocar insultos o actitudes desafiantes. Victoria, mi madre, tuvo que intervenir. Ella es el pilar de esta familia, hace tiempo admitimos que nos desmoronaríamos sin ella. Viviríamos en el caos y anarquía total. Ante la amenaza de pasar el fin de semana encerrados en nuestros cuartos decimos hacer una tregua, solucionaríamos nuestras diferencias cuando estuviéramos solos y por la astucia que me caracteriza, sabía que yo iba a ser la vencedora, especialmente si tenía tiempo de prepararme para ello. Unai sólo empleaba a su fuerza bruta, si bien nunca me golpeaba como lo hacía en esas frecuentes peleas callejeras que solía tener con sus amigos, solía apretar mis brazos como si sus dedos fueran una tenaza hasta hacerme gritar. Esto que yo consideraba una fuerza desmedida era el producto de años de trabajo como albañil junto a mi padre, quien era Maestro mayor de obra y viendo que su hijo mayor carecía por completo de aptitudes mentales, decidió darle empleo bajo su mando y que así se pudiera ganar la vida con un oficio digno que podía ser muy remunerativo si se lo hacía bien. -¿Estás bien Nadia? me preguntó mi hermanita en cuanto me vio acurrucada en un sofá con los ojos inyectados de odio. -Si Mayra, gracias. No te preocupes, se sentó a mi lado y la envolví con un brazo.

Mayra era la menor de los integrantes de esta casa, con tan sólo 18 años y una personalidad de cristal. A veces la veíamos tan frágil y delicada que nos costaba dejarla sola por más de una hora, aunque eso no ocurría con frecuencia, por lo general en la casa había dos personas o más, lo que solía generar tantos roces y discusiones, pero para llegar al punto de discutir con este dulce angelito, uno debía ser un desgraciado. Ella nunca peleaba con nadie, vivía en su mundo y pedía permiso para todo. -Perdona, pero vamos a tener que dejar la salida para otro día, no para de llover, le había prometido que saldríamos juntas a bailar, sería su primera vez. -No hay problema, será la semana que viene, su voz era tan suave que uno debía guardar absoluto silencio para poder oírla ¿Por qué peleabas con Unai? -Porque el muy cabrón empezó a hacerme chistes por las tetas y decía que yo me ponía escote para que los hombres se me acerquen en las fiestas y me lleven a un picadero. Mi mayor atributo eran las grandes tetas que he heredado de mi madre, era cierto que cuando iba a bailar me gustaba provocar un poco usando escotes, pero eso no quería decir que vaya a acostarme con un desconocido. Sexualmente era mucho más reservada de lo que mi familia creía. -Eso que no vio el pantalón que me pensaba poner, dijo Mayra sonriendo. -¿Era muy ajustado? -Sí, mucho. A papá le daría un ataque si me ve así. -Seguramente te queda perfecto. Ella no tuvo la suerte de tener pechos muy desarrollados, sus tetitas eran apenas pequeñas lomas en su pecho, pero la naturaleza no fue tan cruel con ella y le entregó un rostro sumamente bello y un culito que obligaba a los hombres a girarse cuando la veían pasar. Todos andaban carilargos por la casa, la lluvia no sólo nos aguó los planes a mi hermanita y a mí, sino que al resto de mi familia también. Mis padres tenían planeado ir a cenar a un buen restaurante y Unai tenía la fiesta de cumpleaños de un amigo. Hasta el sexto integrante de la casa, mi tío Rosendo, tenía planes para esa noche y creo que él era el más perjudicado ya que había conseguido una cita con una amiga de mi madre y se vio obligado a llamarla para posponerla.

Mi tío Rosendo era un hombre al que perseguía la mala suerte. De por sí le tocó ser el hermano mayor de mi madre, lo cual no habrá sido una tarea fácil. Luego quedó viudo a la temprana edad de 32 años cuando el cáncer de mama le arrebató a su mujer y como si esto fuera poco, a los 38 años quedó en banca rota y perdió su casa, por eso vive con nosotros desde hace dos años. Intentamos que se sienta lo más cómodo posible, yo cedí mi cuarto para que él tuviera uno propio y me fui a dormir con mi hermanita. A pesar que a veces podemos molestarnos con él por algún motivo típico de la convivencia, jamás le echaríamos en cara que esta no es su casa, es una regla tácita. Él vive con nosotros, es parte de la familia y por lo tanto tiene los mismos derechos que los demás. La casa es de todos por igual…. Ninguno sabía en qué ocupar el resto de la noche del sábado. Deambulábamos por la casa estorbándonos unos a otros e intercambiando miradas duras. Parecíamos tigres enjaulados preparados para dar el primer zarpazo a la menor provocación. Harta de la situación mi madre nos reunió a todos en la sala de estar, que era la habitación más amplia de la casa, y nos dijo debíamos pensar en alguna actividad para no aburrirnos, porque la lluvia no iba a parar. Iniciamos nuestra propia lluvia, pero con ideas. Se habló de mirar películas, pero ya nos habíamos visto todas las que teníamos en la videoteca, se propuso jugar juegos de mesa pero todos nos parecían aburridos, pero ahí fue cuando mi tío hizo un comentario que nos despertó la curiosidad. -Cuando yo era joven bastaba con un mazo de cartas y algunas bebidas para tener una buena velada de Póker. -Yo no sé jugar al póker, dijo mi hermanita. -Es muy fácil, especialmente si es el estilo Texas Hold’em, mi tío iba captando nuestra atención. -Yo jugué un par de veces con mis amigos, acotó mi hermano. -Nos matamos de la risa, ellos se enojaban conmigo porque yo ganaba casi siempre. -Aquí la que tiene suerte con las apuestas es tu madre, le dijo mi padre. -Juega muy bien al póker, eso nos causó gracia, nunca hubiéramos imaginado a mi madre jugando al póker. -Pepe, los chicos van a pensar que soy una timbera. Yo quiero aprender a jugar, dije con una sonrisa que entusiasmó a todos. -Y yo tengo justo lo necesario, diciendo esto mi tío Rosendo se puso de pie y fue hasta su cuarto.

Regresó en poco tiempo con una caja de madera que llevaba escrita la palabra Póker en letras negras. De allí sacó dos mazos de carta, uno de reverso rojo y el otro azul. Además había un pequeño paño verde y varias fichas de diferentes colores…. En pocos minutos nos acomodamos alrededor de una mesa hexagonal con superficie de vidrio, me molestó que mi hermano se sentara a mi derecha pero no quería provocar una nueva disputa y guardé silencio. Mi tío tuvo la amabilidad de anotar las posibles combinaciones de cartas para juegos y el valor de cada una. Con esto en manos el juego no parecía difícil, era cuestión de esperar a que salgan las cartas que te favorezcan y saber mentirle a los demás. La partida comenzó a buen ritmo y nos estábamos divirtiendo mucho. Tengo que admitir que al principio el juego me parecía muy divertido, pero después de casi una hora jugando sin parar comenzó a tornarse muy aburrido. No era la única que pensaba esto, Mayra tenía la misma expresión en el rostro que yo y mi mamá jugaba con buena cara sólo para no arruinar el momento, en cambio los tres hombres parecían muy entusiasmados. Intenté apostarlo todo para perder de una vez y me sorprendí porque gané la mano y recibí aún más fichas. -Esto no termina nunca, ya me estoy aburriendo, no era mi intención arruinar la velada pero no pude aguantarme. -Es cierto, yo también me aburro, me apoyó mi hermanita mientras se inclinaba hacia su derecha para mirar las cartas que Rosendo tenía en mano. -Además el tío gana seguro en esta, tiene dos ases. Noté que la mente de mamá trabajaba deprisa, intentaba encontrar la forma de arreglar todo antes que la situación se ponga fea. -Es porque falta el alcohol, dijo por fin. A ella nunca le molestó que bebiéramos ocasionalmente.

-Puede ser, la idea de tomar algo me agradaba pero igual el juego seguiría siendo aburrido. -Pero es que yo no le veo la gracia a estar ganando fichitas de plástico, es como que nadie gana ni pierde nada en realidad. No digo que juguemos por dinero, de hecho eso me desfavorecía mucho porque no tenía ni un céntimo para aposta…pero ¿hay algún otro tipo de apuesta que se pueda hacer? -De hecho se puede apostar lo que uno quiera, dijo mi mamá. -Existe lo que se llama Strip Póker, por ejemplo, mi padre soltó una estrepitosa risotada. -¡Qué recuerdos! Exclamó. -Eso es lo que jugábamos con tu madre cuando nos hicimos novios, nos contó. Pero lo hacíamos los dos solos y ella siempre me ganaba. Me dejaba en bolas, literalmente. -¿Y por qué solos, tiene algo de malo? Preguntó Mayra apelando a toda su ingenuidad, hasta yo me había dado cuenta que el nombre del juego provenía de la palabra Striptease y mi padre dijo que quedaba desnudo cuando jugaba con mi madre. -Es que en ese juego cuando uno pierde tiene que quitarse alguna prenda de vestir, explicó mi mamá con su santa paciencia. -Eso parece divertido, opinó Unai. -Ahí si uno pierde algo importante, podemos jugarlo de esa forma, ¿o te daría vergüenza, Nadia? Me miró desafiante. -Aquí el único sinvergüenza eres tú, pero yo me animo a jugar, ya demostré que gano casi siempre. Mis padres y mi tío se miraron inquietos, ninguno sabía qué decir. De pronto mamá se puso de pie diciendo… -¿Me ayudáis buscar las bebidas y los vasos? Los tres se alejaron y me quedé con mis hermanos en silencio. Sabía que esa actitud era sólo una excusa para poder decidir si seguiríamos adelante con el juego empleando el nuevo sistema de apuestas. Mayra estaba algo sonrojada y apretaba nerviosa su negro cabello atado formando una cola de caballo. Al parecer la idea no le gustaba mucho pero no se animaba a decirlo. Tengo que admitir que a mí también me ponía de los nervios imaginar a mi familia desnudándose delante de mí. Cuando los tres adultos regresaron mi tío traía una pequeña mesa de madera plegable en la que apoyaron varias botellas de vino, blanco tinto y rosado. Yo no acostumbraba a tomar vino pero también trajeron algunas gaseosas para poder mezclarlo y hacerlo más apetecible para mí y para Mayra. Los hombres de la familia solían tomarlo puro y mi madre solía variar. -Bueno, vamos a jugar al Strip Póker, dijo mi mamá con voz serena. -Si no es eso nos vamos a aburrir toda la noche y nos vamos a terminar matando. -¡Qué bien! Mi hermano exclamó al mismo tiempo que yo hacía la pregunta. -¿Estás segura mamá? Si hija, puede ser divertido, y si alguno quiere abandonar en algún momento, puede hacerlo. No vamos a obligar a nadie hacer algo que no quiera, eso me tranquilizó bastante. La idea es divertirnos un rato y reírnos. -Estamos en confianza, aquí todos nos hemos visto en paños menores alguna vez.

Se repartieron las bebidas y se establecieron las reglas. Todos debíamos comenzar con la misma cantidad de prendas, se estableció seis como el número apropiado. Conté la ropa que llevaba puesta, una camiseta roja, un pantalón azul marino bastante holgado, sujetador, bragas, medias y zapatillas, eso me daba un total de seis, ya que las prendas en pares se contaban como una sola. Todas las mujeres teníamos la misma combinación de prendas y los hombres, al no llevar sujetador, debieron ponerse gorros. Mi padre apareció con un sombrero de cordobés, se veía totalmente ridículo con su ropa informal, nos hizo reír mucho. Unai optó por una gorra con visera que usaba con mucha frecuencia y mi tío se puso una boina que tapaba la incipiente calva que estaba apareciendo en la cima de su cabeza. Al comienzo todo parecía muy divertido. Era más importante no perder que ganar. El que recibía la peor mano de la partida debía quitarse una prenda de vestir. Para facilitar el juego empleamos el método en el que recibíamos cinco cartas en la mano y podíamos cambiar las que no nos gustaran, por cartas nuevas, pero esto sólo se podía hacer una vez por mano. Mi hermanita demostró que tenía mala suerte con las cartas, la preocupación se apoderó de su rostro. Perdió las zapatillas y las medias de forma consecutiva, intentó serenarse un poco tomando un largo sorbo de vino mezclado con gaseosa. Mi madre también perdió todo su calzado y fue la primera de las mujeres en perder la blusa, quedando en sujetador, pero éste era grueso y no transparentaba nada. En las siguientes manos mi tío y mi hermano perdieron gran parte de su vestimenta hasta quedar con tan solo el pantalón y el calzoncillo, yo quedé sin medias y zapatillas. El juego se ponía cada vez más interesante y aumentaba el riesgo de perder, ni hablar de las grandes cantidades de alcohol que nos estábamos metiendo entre pecho y espalda. En pocos minutos mis grandes ubres quedaron sostenidos por un sujetador de encaje negro, si uno miraba atentamente tal vez podía notar cierta transparencia, pero los primeros indicios de borrachera me ayudaron a no darle mayor importancia, además pensaba golpear a quien se atreviera a mirarme mucho. Cuando le tocó el turno a Mayra de quitarse la blusa dudó un momento, pero al ver cómo estábamos mi madre y yo se animó a hacerlo. Sus pequeños pechos apenas ganaban volumen gracias a su sostén color rosa. La desgracia de la pequeña no terminó allí, fue la primera en perder su pantalón. Su mala suerte me daba pena. Contra todo pronóstico, la muchachita se despojó de una de sus últimas prendas de vestir mostrándonos un pequeño tanga haciendo juego con su sujetador y resaltando sus blancas y redondas nalgas a tal punto que hasta mi propio padre se sonrojó al verlas. Nadie la miró más de un segundo para no ponerla incómoda, de todas formas no era muy diferente al bikini que solía usar cuando estábamos en la piscina. Pensamos que la trágica suerte de Mayra mejoraría para la siguiente mano pero volvió a perder mostrando una espantosa combinación de cartas. La niña quedó petrificada, no podía perder otra cosa que su ropa interior. Un incómodo silencio se apoderó de la sala. -Pago una prenda para la próxima vez que me toque perder, dijo mi madre en un valiente acto para que mi hermana tomara un poco de confianza.

A pesar de llevar aún su pantalón, se despojó del sujetador. Dos grandes melones coronados con pezones marrones rebotaron ante nuestros ojos. Mi hermanita sonrió agradeciendo el gesto, el ver que su madre mostraba las tetas sin ningún pudor le dio coraje. Llevó las manos a su espalda y desprendió el sostén, enseñándonos un par de pequeñas tetitas con pezones rosados, noté que mi hermano tragaba saliva al verlo, estuve a punto de darle un codazo pero eso sólo humillaría a Mayra. Cuando a Unai le llegó el turno de perder su pantalón no pude evitar notar lo mucho que se marcaba su bulto en la tela del bóxer, para colmo la mesa era transparente y al tenerlo sentado a mi lado era imposible no mirar. Supuse que al chico se le estaba poniendo dura al ver tantas tetas sueltas al aire, aunque éstas fueran las de su madre y hermana. La siguiente en perder fue Victoria, como ya había pagado prenda no tuvo que desvestirse, pero en la siguiente mano las cartas se rieron de ella. A sus 43 mi madre conserva parte de su figura juvenil, aunque está algo más caderona y su culo creció un poco por algunos kilos extras. Al bajarse el pantalón nos mostró unas bonitas bragas blancas de encaje y su vulva se marcaba muy bien con una raja impresionante y toda la ingle rasurada al punto de la depilación… vamos un coño bien cuidado para el que lo disfrutaba, la imagen fue un tanto fuerte para mí, pero no tanto como cuando mi padre tuvo que quedarse sólo en slip. Tenía un bulto aún mayor que el de Unai, la polla de mi padre debía de ser un señor falo… y sus piernas estaban cubiertas de un copioso vello. Para colmo él estaba sentado a mi izquierda, bastaba con mirar la mesa para encontrarme con dos enormes bultos llenos de masculinidad. Me estaba poniendo un poco nerviosa, pero no tanto como Mayra, que no dejaba de estrujarse las manos entre sí o de tirar de su cabello, creí que se quedaría calva en cualquier momento. Tomé algo de vino para calmarme y mi madre llenó el vaso de mi hermanita, que era una de las que más tomaba…. Intentábamos tomarnos todo con mucho humor, hacíamos constantes chistes para romper un poco esa capa de hielo familiar que había en el ambiente. Mi hermano se burló de lo feo que era el slip de papá y mi tío hizo algunos chistes alegando que las tetas de su hermana parecían dos globos llenos de agua a punto de reventar. Él estaba sentado en una posición privilegiada para cualquier hombre heterosexual, a su izquierda tenía a mi hermanita y a la derecha estaban los grandes pechos de mi madre. Perdí una ronda por culpa de una escalera que nunca apareció y me llegó el turno de quitarme el pantalón…

Cuando lo hice me sorprendí a mí misma, pensé que tendría puesto unas bragas de abuela pero de pronto recordé que ya me había puesto un diminuto tanga negro que dejaba en total evidencia que mi pubis estaba completamente depilado. -¡Apa! Exclamó mi mamá. -¿Pensabas ver a alguien en especial con eso puesto? Todos se rieron y yo tuve que esforzarme por no molestarme. -Ya decía yo, salías con la intención de irte a un hotel con alguien, acotó mi hermano. El comentario me enfureció pero sabía que si iniciaba una trifulca luego todos me culparían de arruinar el momento, por eso tuve que morderme la lengua yo tomármelo con humor. -Quería ver si me traían algo de suerte, hay que estar siempre preparada, dije con una sonrisa. -Es una lástima que la lluvia haya arruinado todo. En la segunda mano que perdí tuve que acompañar a mi madre y a mi hermana a exhibición de tetas, si bien no quería hacerlo, ya no tenía motivos para oponerme, al parecer los hombres de mi familia se quedarían con algún bello recuerdo de nuestras tetas. Los míos eran tan grandes como los de mi Madre, aunque se veían un poco más suaves y juveniles. -¿A mí también me vas a decir que parecen globos a punto de reventar? Le pregunté a mi tío en tono burlón. Él sonrió y supuse que iba a salir con otro de sus chistes referentes a las grandes tetas, pero en ese momento notó que Mayra parecía algo apenada por el diminuto tamaño de sus senos. Yo no sé qué necesidad tienen de tener tanto busto, dijo Rosendo. Al fin y al cabo no sirven de mucho. Una mujer bella las debe tener como Mayra, es el tamaño ideal. Mi hermana se sonrojó, y miró al piso pero pude notar una sonrisa en su rostro. -Coincido totalmente, agregó mi padre para que mi hermana se sintiera mejor aún. -Aunque es divertido apretarlas un rato, al fin de cuenta lo que importa está más abajo, estiró la mano izquierda hacia su esposa y le acarició una pierna. -A mí me gustan grandes, acotó el tontaina de Unai y tuve que darle un merecido codazo en las costillas. A pesar del buen humor el juego se estaba tornando peligroso. Mi tío llevaba una leve ventaja al tener su pantalón, pero los demás estaríamos en dificultades si perdíamos una mano más. La tragedia cayó sobre Unai, quien tuvo una de las peores cartas que se habían visto en el transcurso del juego. -Está bien, perdiste, dijo mi mamá. -No hace falta que te quites lo último. Pero ya no vas a recibir cartas, ella se caracterizaba por ser una mujer inmisericorde pero justa. -No perdí todavía, el juego puede seguir. Tengo mi dignidad, si me lo tengo que quitar, me lo quito.

Mi madre estuvo a punto de detenerlo pero Unai no le dio tiempo, se paró a mi lado y bajó su bóxer con un rápido movimiento, di un saltito hacia atrás cuando su larga y oscura verga apareció ante mis ojos bamboleándose como una serpiente que colgaba de un árbol. -¡Che, que no muerde! Dijo mi padre al ver mi reacción. Todos se rieron, hasta Mayra, quien miraba fijamente el miembro de su hermano, yo estaba sorprendida por el tamaño, si yo podía presumir de mis tetas él podría hacerlo tranquilamente con su cipote. La tenía a media erección y no pude evitar preguntarme de qué tamaño sería si estuviera completamente dura. Tragué saliva sin poder apartar la mirada de esos grandes y colgantes testículos trazados de venas. Sentí un poco de orgullo de hermana, si mis amigas supieran lo bien equipado que estaba, seguramente muchas me pedirían su teléfono, incluso aquellas que se burlaban de él por considerarlo un bordelinde. Podía ser necio, pero también tenía una tranca del tamaño de un jumento. -¿Cómo es eso que no perdiste? Preguntó mi tío -¿Qué piensas hacer si pierdes otra ronda, cortarte las bolas? Ese comentario me causó mucha gracia. No gracias, prefiero conservarlas. Pero pueden ponerme algún desafío si pierdo. -No es mala idea, dijo mamá dejando el vaso en la mesa -¿Y quién decide el desafío? -El que tenga la mejor mano de la partida….Tenía que admitir que la idea era muy buena, aunque ésta proviniera de mi hermano. Ahora tendría importancia alzarse victorioso. Todos aceptamos, aunque Mayra sólo asintió con la cabeza tímidamente y no dijo nada. El juego continuó y esta vez mi tío se quedó en calzoncillos. Su cuerpo no era tan firme como el de mi padre, pero aun así era un hombre que podría interesar a cualquier hembra en busca de diversión. En la ronda siguiente mi madre perdió su última prenda, todos quedamos a la expectativa pero al parecer ella no quería transformar la pérdida en una tragedia griega. Sin mucho problema se puso de pie y meneó sus anchas caderas mientras se bajaba las bragas, dejando a la vista una vulva con unos gruesos labios interiores que rebosaban entre los externos y colgaban de ella… el coño lo tenía pelado a su alrededor con tan solo una corona en el pubis de pelitos castaños que la completaban. Todos nos quedamos en silencio admirando semejante aparato reproductor…, un coño hermoso al que cualquier macho apetecería franquear hasta la extenuación. No podía creerlo, estábamos desnudándonos delante de todos los integrantes de la casa como si fuera lo más natural del mundo. Hay que reconocer que el alcohol tenía mucho que ver con esto, hasta yo misma me sentía menos inhibida y hasta estaba dispuesta a desnudarme completamente porque ya había visto a mi hermano y a mi madre haciéndolo.

Psicológicamente es más fácil seguir a los grupos y masas que ir contra ellos, al menos así me lo explicó mi terapeuta, la que afirma que no estoy loca y que soy una muchachita normal de 20 años con problemas típicos de la edad, como andar llorando por los rincones porque mi novio me engañó y luego me dejó. En la siguiente ronda, como si hubiera tenido la clarividencia de adivinar quién perdería, me tocó despojarme de mi diminuta tanga. Tuve que demostrarme a mí misma que estaba convencida a hacerlo, me puse de pie y me desnudé frente a mi familia, Unai quedó mirando mi depilado coñito de labios más pequeños y apretados que los de mi madre y un monte de Venus bien definido. -Cuidado que esta boquita sí muerde, y todos estallaron en risas. A Mayra pareció causarle más gracia de lo normal, no sabía si reaccionaba así por el alcohol o por los nervios. Mi hermanita parecía un poco más tranquila porque llevaba varias rondas sin perder. En cambio mi tío y mi padre tuvieron algo de mala suerte no les quedó más alternativas que mostrarnos lo que le colgaba entre las piernas. El falo de mi tío era el más pequeño de los tres que tenía a la vista, pero lo hubiera considerado de buen tamaño con sus 17 cm y unos 4 cm en la raíz, si no fuera por la trompa de elefante que tenía mi padre que al menos le debía de medir más de 22 cm y 5 cm de diámetro en la cepa sujetando un par de huevos impresionantes…, si los de Unai eran hermosos, los genitales de papá era asombrosos. -Victoria, ¿Tú no te casaste con Pepe hasta que no lo viste meando…? Preguntó mi tío haciéndonos reír a todos. -No, me casé con él porque lo descubrí haciéndose un pajote…, nos quedamos boquiabiertos. -Fue en un campamento que hicimos hace muchos años, cuando todavía éramos amigos. El señor no tuvo mejor idea que meterse en mi carpa a meneársela allí mismo el muy ganso -¡Papá, no te creía capaz de eso! Dije, la situación me divertía y por extraño que parezca no me incomodaba imaginar a mi padre haciéndose una paja. -Fue el mejor error de mi vida hija, mira lo que conseguí gracias a eso, dijo acariciando la pierna izquierda de mi madre muy cerca de su vulva. -Además, en mi defensa tengo que decir que tu madre no es de las que gritan y salen corriendo en esas situaciones sino que es de esas que dicen “¡¿Yo te ayudo chaval?!”. Sentí una gran ola de calor en mi entrepierna imaginando a mi madre montándose sobre esa gran verga y tuve que esforzarme para apartar de mi cabeza esas imágenes de su coño tragándose tan vasto pollón… ¡¿Se lo metería hasta los huevos?! A excepción de mi hermanita, todos ya estábamos completamente desnudos y ahora comenzaba una nueva etapa en el juego, la cual me asustaba un poco. Se repartieron nuevamente las cartas y me tranquilicé al ver que recibí dos ases, era difícil que mi mano sea la peor. El que se llevó las peores cartas fue mi padre, y mamá se coronó con un póker de dieces, por lo que ella debía decidir qué desafío poner a su marido. -Tiene que ser algo bueno mamá, le dijo Unai. -Algo que lo avergüence, a mi madre pareció agradarle la idea porque se puso a pensar con un dedo en su barbilla y una preciosa sonrisa.

-¡Ya sé! Viene muy bien con la historia de la tienda de campaña. Tienes que tocártela… sí hacerte una paja delante de todos, dijo por fin, yo abrí grande los ojos y la quedé mirando la reacción de mi padre. ¿De verdad quería que mi padre se tocara la polla delante de sus hijas? Me pareció que el juego había llegado demasiado lejos y pasó justo lo que yo temía, al parecer los desafíos tendrían connotaciones sexuales. ¿Acaso qué imaginaba, que lo haría correr media hora bajo la lluvia? No era una mala idea pero no encajaba con la definición de Strip Póker. -Qué mala que eres Viki, ese era el diminutivo de Victoria -¿Por cuánto tiempo tengo que hacerlo? Al parecer estaba dispuesto a llevar a cabo el vergonzoso desafío. Ella meditó unos segundos y se fue a buscar algo a un mueble de la sala, mostrándonos su culo respingón y la raja de su vulva dibujándose debajo de ella. Regresó con un cronómetro que usaba a veces cuando salía a runnin. -Dos minutos, con eso quedó establecido el tiempo para la mayoría de los desafíos… Mi madre sonreía de forma extraña ¿le pondría cachonda toda esta situación? Debía ser así puesto que es la única explicación que se me ocurría para que obligara a su marido a hacer semejante cosa delante de nosotros. Mi padre corrió su silla hacia atrás y se agarró el paquete con la mano izquierda, ya que él es zurdo. Victoria puso en marcha el cronómetro y todos nos quedamos mirando cómo se hacía una soberana paja con tan vasto cipote…, se tocaba despacio subiendo y bajando la mano por su polla haciendo que su prepucio cubriera el glande y luego lo dejara a la vista una vez más, me sorprendió ver que su falo no cambiaba de tamaño. -Pepe, dijo mi tío -¡¿Me vas a decir que en todos estos años no  has aprendido a pajearte siquiera?!  ¿Así fue como conquistaste a mi hermana? Noté como Mayra se ruborizaba pero sonreía y mi hermano se ría a carcajadas, debía estar borracho. Hasta mis padres sonrieron. Eso lo obligó a tocarse con más de ímpetu, deslizó su prepucio tapando la cabeza del pene y volvió a bajarlo, lo hizo varias veces. Su miembro fue ganando tamaño poco a poco, yo miraba fijamente su tremendo miembro viril, observando que su mano, pese a ser grande, no cubría ni la mitad del tallo de ese extraordinario cipote…, yo calculé unas tres manos para cubrirlo a razón de 8 cm cada una, las cuentas me salía sobre los 24 cm de rabo, pero en cuanto levanté la mirada me pareció que no perdía de vista mi vagina directamente, yo tenía las piernas algo separadas, instintivamente quise cerrarlas pero me reprimí porque todos notarían mi repentina acción. Además no podía estar completamente segura que estuviera pajeándose inspirado en mi chochito.

Cuando los dos minutos pasaron mi madre dejó el cronómetro sobre la mesa y mi tío se encargó de repartir las cartas, nadie dijo nada sobre lo ocurrido, como si nunca hubiera pasado…. A mi padre como buen semental veterano no tuvo tiempo suficiente para eyacular, eso hubiese sido demasiado. Una fea combinación de números bajos hizo perder a mi padre otra vez. Tiró las cartas sobre la mesa simulando enojo, pero en realidad se lo tomaba con gracia. Esta vez le tocó a mi hermano plantear el desafío, sin pensarlo mucho dijo. -Chuparle un pezón a mamá. -Bueno, contestó él encogiéndose de hombros. -No es algo que no haya hecho antes. -Es cierto Unai, es un tanto aburrida tu prenda, me sorprendió que mi madre dijera eso, pero vi sus ojos un tanto vidriosos por tomar tanto alcohol y supe que ese era un factor importante en su queja. -Entonces que le chupe uno a Nadia, propuso mi hermano, lo miré con el ceño fruncido, estaba a punto de decirle “¿Y por qué no te chupa una tetilla a ti?” pero me reprimí porque estaba segura que ese comentario enfadaría a muchos. De todas formas me quedé preocupada, mordiendo mi labio inferior. -¿Son dos minutos, no es cierto? Preguntó Unai tomando el cronómetro. Mi padre no se inhibió mucho ni se percató de mi preocupación. Se acercó a mi pecho izquierdo y lo tomó suavemente con una mano sin mucho preámbulo. Estuve a punto de pedirle que no lo hiciera pero en ese momento acercó su boca y el cronómetro se puso en marcha. Sus lamidas eran suaves y poco libidinosas, hasta había cierta ternura en ellas, su lengua giraba alrededor de mi pezón que se puso duro como la piedra, el calor en mi entrepierna se hizo más intenso y empeoró todavía más cuando sentí la punta de su bálano rozando mi rodilla. ¿Acaso él era consciente que esa era la teta de una de sus hijas? Intenté apartar la vista pero no podía dejar de mirar hacia abajo. Los dos minutos se me hicieron eternos pero apenas se escuchó un agudo pitido en el reloj, mi padre se alejó. Yo debía estar toda roja, era lo más extraño que me había tocado vivir, que mi propio padre me chupara una teta. Aún no podía comprender cómo habíamos accedido a jugar este peligroso juego. Mientras yo rogaba por recibir buenas cartas en la próxima ronda vi que Unai tenía el rabo duro y que éste se inclinaba un poco hacia la izquierda, como si apuntara hacia mí. Él no era el único en ese estado, los otros dos hombres también exhibían marcadas erecciones…, joder teníamos a todos los machos excitados con sus pollas empalmadas. La pequeña Mayra tampoco era inmune a la libidinosa situación, noté una mancha de humedad de su tierna vaginita en la parte inferior de las bragas rosa. La única que no mostraba signos de excitación era mi madre, porque yo estaba sofocada y me rezumaba el flujo entre mis apretados labios, solo que yo era la única que lo notaba, a menos eso creía. La racha de buena suerte de mi hermana se terminó en la siguiente ronda de juego y no tuvo más remedio que enseñarnos su conejito. Nadie le hizo comentario alguno sobre lo evidentemente mojada que estaban sus bragas, porque no queríamos avergonzarla, al fin y al cabo todos estábamos animados.

Nos tomó a todos por sorpresa al mostrarnos una delicada rajita con finos labios y un pequeño botoncito duro, pero las sorpresas no terminaron allí, también la llevaba completamente depilada, como yo. No sabía de dónde había sacado la idea pero tengo que tener presente que ella es toda una mujer y tiene su propia vida íntima y hasta hace poco tuvo un medio novio, aunque no sé si habrán llegado muy lejos, el chico parecía un poco canelo. Para rematar pude ver unas hebras de flujo entre sus labios y cuando se sentó con las piernas algo separadas, su vagina se abrió un poco mostrando lo mojada que la tenía. Se me hizo raro que no juntara sus rodillas, pero también culpé al alcohol por esto. Ella no había terminado de sentarse que ya estaban repartiendo los naipes otra vez mientras hacían chistes graciosos en un intento por desviar la atención. Logré conseguir una escalera, aunque era de números bajos, seguía siendo el mejor juego de la mesa y el peor estaba en manos de mi madre, que parecía tener cinco palos diferentes en sus cartas, eran pésimas. Debía ser yo quien dictara la sentencia y luego de lo que me hicieron pasar al permitir que mi padre me lamiera una teta, tenía sed de venganza. -Tócasela al tío Rosendo y hazle una paja…, fue lo más zarpado que se me ocurrió y pensé que me había pasado, cuando veo que ella estira su mano izquierda y le agarra el palo de carne a su hermano. Mi padre puso en marcha el cronómetro y mi madre lo masturbó lentamente apretando bien su mano. -Aprende de ella Pepe, le dijo mi tío para bromear. -Ella sí sabe lo que hace. -Es que vengo de una familia de pajeros… he visto miles en casa antes de casarme, el comentario de mi madre fue como un revés en la cara de Rosendo y nos hizo reír a todos, inclusive a él mismo. La prueba transcurrió sin demasiado entusiasmo y durante ese corto período de tiempo mis ojos pasaron de una verga a otra, descubrí a Mayra haciendo lo mismo, me preguntaba si alguna vez había visto un polla en vivo y en directo tan cerca, yo sólo conocía las de mis dos ex novios… y no era nada comparado con estos ejemplares, ni siquiera a la de mi tío. He de decir que los tamaños eran aproximadamente de 17 cm la de mi tío Rosendo pero muy gruesa… daba la sensación de ser una nabo con la punta puntiaguda, algo así en forma de cuña que debía de clavase suavemente hasta conseguir ensancharte la vagina bestialmente. Por otro lado estaban los 20 cm la de Unai… es una pija larga y muy cabezona, con no más de 3 o 4 cm de larga que la Rosendo, yo calculaba sobre los 4 cm de diámetro en la base… y los 25 cm de la de papá con un diámetro que se acercaba al de una botella de agua de 33 cl. Debo reconocer que las tres eran recias con un tamaño más que suficiente para satisfacer a la más zorra. En la siguiente partida mi madre volvió a perder, fue Unai quien propuso el nuevo desafío. Ella debía darle un beso a Mayra, durante unos largos dos minutos, lo cual es mucho tiempo para un simple besito. -No, espera, se quejó mi mamá, al fin había recapacitado un poco. -Eso sería como si la prenda fuera para las dos, al fin y al cabo un beso es algo mutuo. ¿Dónde está la gracia? No había recapacitado un carajo, pero al menos apelaba a la justicia. -Bueno… a ver, al pobre Unai le criticaban todos los desafíos, pero esta vez se las ingenió para salir del aprieto. -Mayra tiene que decir si pasaste la prueba o no, si a ella no le gusta el beso vas a tener que hacer otro desafío. -Así que ella se arriesga a tener dos desafíos seguidos, dijo mi hermanita con tono serio, como si fuera la jueza de un concurso televisivo. -Eso me parece mucho más interesante, dijo mamá poniéndose de pie. Se ubicó a la derecha de su hija menor y la tomó por el mentón con suavidad haciendo que ésta incline la cabeza hacia atrás. Mayra parecía un tanto nerviosa y mantenía la boca bien cerrada, en cuanto los labios de mi madre tocaron los suyos puse el cronómetro en cuenta regresiva, en este momento ya no me parecía tan grave que se besaran, tras lo ocurrido. Victoria movió su boca con suavidad y ternura y eso hizo que mi hermanita aflojara un poco su tensión, sus labios se separaron. Me pareció ver que mamá le introducía un poco la lengua y lo corroboré cuando la retiró y apareció la lengua de Mayra, persiguiéndola. Al fin ambas las entrelazaron en un beso que se volvió bastan erótico y apasionado. En cuanto el tiempo terminó mi tío aplaudió, a lo que nos sumamos mi padre, mi hermano y yo. Mayra estaba sonrojada al máximo pero con una amplia sonrisa en su rostro, sus tetitas subían y bajaban al ritmo de su respiración. Todos esperábamos expectantes su veredicto cuando levantó el pulgar de una mano. Mi madre sonrió y volvió a su asiento orgullosa.

CONTINÚA... 
Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 7.8
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1 comentarios. Página 1 de 1
Ntxus9
Ntxus9 15-04-2019 18:49:24

Muy buena historia

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