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Categoría: Maduras

Soy la puta del hijo de mi amiga.

Desperté temprano, mas temprano de lo habitual, sonreí al recordar lo que había pasado un día antes. Pero luego un sentimiento de culpa me invadió totalmente, no era correcto haberme acostado con el hijo de mi amiga. Si mi amiga se llegara a enterar seguro me acabaría a golpes. Sin embargo olvide todo al tocar mi sexo, mis senos y recordar las caricias que un día antes me diera Carlos.



Lo había visto masturbarse desde el primer día que llegue a esta casa, lo descubrí por accidente. No soy una voyeur, al menos no lo era aun, pero ese día lo espié impactada, me gustó ver ese tronco adolescente movido furiosamente, subiendo y bajando su mano con ritmo suave a rápido. Me encanto su cara, mostrando el placer de una buena jalada, la imagen me excitaba.



Recuerdo que no tarde en mojarme toda, sentía como mi panty se pegaba a mi piel mientras le veía terminar, no podía ver que tan generosamente había vaciado su verga. Con su mano izquierda había impedido que el semen volase por los aires manchando sabanas, piso y me atrevería a pensar que hasta el mismo techo de la recamara por la manera tan salvaje con que había terminado jalando su verga.



Después de ese día me dedique a espiarlo, era un chico de complexión normal, no era flaco, pero tampoco musculoso, sus piernas si eran gruesas y musculosas, producto de horas de fútbol. Empecé a masturbarme pensando en ese par de piernas poderosas, en lo que se sentiría tenerlas enredadas en las mías con su pene bien adentro. El solo imaginarlo me hacia venirme abundantemente.



Hasta que llego el día de ayer en que me anime a dar el siguiente paso, con miedo de que me rechazará por mi edad o la amistad que tenia con su madre. Pero me deje llevar por la lujuria de tantas noches sin tener gota de semen en mi rajita.



Debo admitir que la manera en que me trato era torpe, sin embargo compensaba todo esto con un aire de ingenuidad adolescente que me embriagaba de placer. Me volvió loca y olvide desde el primer momento que me entregaba al hijo de mi amiga, me entregue temerosa, me entregue completamente y no me arrepentí.



Aun podía sentir el sabor de su pene en mi boca, era distinto al sabor del pene de mi esposo, era el sabor de la juventud, mi esposo de 40 no podía competir con la energía de Carlos. Me sentí como una puta cuando le pedí que no fuera a clases y me diera nuevamente toda su leche. No quería suplicar, pero tampoco quería perdérmelo, así que le suplique, le suplique como toda una puta… "no te vayas necesito sentir tu verga bien dentro de mi…" "no te vayas, y veras que mamada te doy…." "no te vayas y seré tu puta."



Acepto encantado y no fue a clases, no me arrepentí, la sequía en mi rajita había acabado. Tenia un hombre que podía aplacar mis necesidades, un hombre joven, con el vigor necesario para dejarme agotada en la cama, un hombre que me hiciera perder el aliento y olvidar todo.



No alcanzamos a llegar a la recamara, nos tiramos en el sofá de la sala, me saco la playera que había tomado como trofeo de su closet. Busqué sus labios y nos dimos un beso. El estaba desesperado, quería follarme nuevamente sin preámbulos, precipitaba sus movimientos, me contagio de inmediato y en cuestión de segundo me tenia pegada a su espalda, aferrandome con mis uñas como una gata. Trate de tomar el control tomando sus manos y llevándolas a mis senos, el las tomo encantando las apretó fuertemente. Mis senos son medianos, suaves y blancos. Aunque era excitante sentir sus manos sujetar fuertemente mis senos, lo cierto es que me lastimaba.



- Más suave – le dije al oído con la voz más puta que tenia.



Obedeció y sentí el cambio inmediatamente, masajeaba firmemente mis tetas pero a la vez con delicadeza. Yo lo besaba y recorría su espalda con mis manos por debajo de su playera. Se la quite casi arrancándola, los efectos embriagantes del momento hacían que mis manos no respondieran acertadamente. Su cabellos se alboroto y eso lo hacia ver salvaje, desaliñado. Apoye mis senos y mis manos en su pecho, podía oír su corazón palpitar excitado. Mordí uno de sus pezones delicadamente, lo lamí como gatita casi ronroneando, eso le encanto, repetí esto nuevamente mientras lo veía cerrar los ojos a cada embate de mi lengua.



El me abrazo con firmeza y recorrió mi espalda lentamente, yo le ofrecí mis labios, y me beso, respire hondo y metí mi lengua entre sus labios. El respondió gustoso haciendo lo mismo, nos dimos un beso largo mientas exploraba mi espalda y llegaba a mis nalgas para masajearlas, sentirlas, explorar cada centímetro de mi culo, como si midiera lo que estaba a punto de recibir.



Rodeo mi cuerpo con sus brazos de tal manera, que me sentía atrapada, capturada, pero no dejábamos de besarnos. Si me hubiera desmayado de placer en ese momento hubiera permanecido pegada a el, mi cuerpo estaba atrapado en una telaraña de sudor.



Estaba empezando a quedarme sin aliento, lo aparte de mí, lo tome de la mano y lo lleve a una silla del comedor. Le pedí que se sentara y me quite mi calzoncito dejándole ver mi cosita húmeda. Se deshizo de su pantalón con un par de movimientos, me hinqué frente a el y recorrí sus piernas gruesas con mis manos, su pene se mostraba amenazante frente a mi. Levante mi vista y pude ver en su rostro la satisfacción que le producía tenerme en esa posición.



Sentía como mis jugos salían de mi rajita con solo ver ese pedazo de carne frente a mí, el acariciaba mi cabello esperando paciente a que yo llevara mis labios a su palo lubricado. Su punta brillaba como metal recién pulido. De buena gana hubiera terminado las suplicantes señales de mi cosita hundiendo ese pedazo de carne en mí. Pero por otro lado mis labios y mi lengua jugaban entre ellos humedeciéndose y preparándose para recibir gustosos esa verga dura.



Tome su verga con mi mano derecha y empecé a masturbarlo suavemente, subí mi vista acomodando a un lado mi cabello y lo mire a los ojos con una sonrisa de satisfacción o mas bien de puta. Después lleve su pene a mi boca y lo acomode todo entre mi lengua y mis dientes. Suspiro hondo y me acaricio el pelo aprobando mi movimiento. Empecé a succionarlo, acariciándolo con mis labios, haciendo una circunferencia con ellos, una circunferencia húmeda y tibia, simulando los jugos de mi cosita con mi saliva. Ya no sabía yo cual sacaba mas fluidos, ¿seria mi boca o mi rajita?



Mi trabajo era tan bueno con mi boca que en un par de minutos tenia jadeando a Carlos, listo para correrse en mi boca. Pero yo no quería eso, mi cosita suplicaba emanando jugos cada vez mas calientes que metiera ese pedazo de carne en mi. Así que deje de chuparlo, me pare frente a el y le di un beso compartiendo el sabor de su propio pene.



Abrí mis piernas y me monte en su verga dura sin dejar de besarlo, me la metí toda de un solo golpe. No tuve dificultad para hacerlo, mis jugos se encargaron de llevarla hasta lo más profundo de mí. Esto me provoco un potente terremoto de placer en mi cuerpo y con epicentro en mi caliente y húmeda cosita. Sentía como oleadas de placer movían cada centímetro de mi piel al tiempo que descansaba todo mi peso en su tronco, estaba completamente dentro de mí.



Lo abrace y lleve mis tetas a su boca, al tiempo que apoyaba mis piernas en el piso para empezar a cabalgarlo. Lo vi meter mi seno derecho a su boca y sentí como agarraba mis nalgas separándolas cuando yo caía nuevamente sobre su verga. Quizás su intención era que mi cosita pudiera comerse sus huevos y casi lo logra el cabron. Sentía como sus bolas raspaban mis labios quedándose con gran parte de mis jugos. Empecé a cabalgarlo lentamente, sin ritmo, me encantaba verlo atrapar mi seno cuando subía o bajaba quitándoselo de sus labios.



Después de un rato empecé a tomar ritmo, me movía cada vez mas rápido, el placer era tal que no me di cuenta cuando empecé a gritar de placer. Mis gemidos se cortaban cuando rebotaba en su palo.



- aaah… aaaah.. Carlos, te dije que seria tu puta… aaah… aaah.. dame fuerte cabron.



- Quieres ser mi puta?



- Si Carlos… quiero ser tu puta… quiero que me cojas cuando tu quieras… que me claves tu verga como lo haces… aaah… ahhh…



Seguí cabalgándolo con fuerza, la silla de madera empezaba a crujir, el sudor corría por mi espalda. Carlos me acariciaba la espalda acompañando el sudor hasta mis nalgas, lo esparcía, resbalando por la curva de mis nalgas y regresaba para iniciar el mismo recorrido.



Ya para entonces yo había perdido la razón y mi sexo se preparaba para terminar violentamente sobre su verga. Lo cual no tardo en llegar, sentí como mojaba su verga con mis jugos, esto era simplemente encantador. Me quede quieta disfrutando el momento. Pero de pronto, grite de placer al sentir como un potente chorro de semen chocaba con las paredes de mi sexo.



Se estaba viniendo dentro de mi con fuerza y abundancia, sentí tanto placer que no pude evitar mojarlo nuevamente. Abandone mi cuerpo por un segundo, cerré mis ojos y lo abrace para no caer al piso. Sentía que mis muslos resbalaban con los suyos. Pero el sujeto con fuerza mi cuerpo inerte, tomó mis nalgas con sus manos y acomodó mi cuerpo para que su verga no dejara de penetrarme, llevándola con fuerza hasta el fondo. Abrí los ojos un segundo y los volví a cerrar sintiendo el dolor y placer que produce una buena verga hasta el fondo.



Acordamos que tenia que salir de casa con sus libros para no levantar sospechas y regreso a casa como todos los días. Su madre y yo lo esperábamos con diferentes intereses.



- ¿Qué tal tu día hijo? te ves cansando…



- Estoy muerto madre… - contesto mientras le daba un beso - pero nada que una buena cena pueda reparar. – agregó sonriendo y guiñándome un ojo sin que su madre lo viera.



Y esta mañana desperté temprano recordando todo esto y lo que me dijo antes de irse a dormir: "despiértame con una mamada"



Eso me hizo sentir como una puta, ¿pero que más da si lo disfruto tanto?



Después de todo… me he convertido en la puta del hijo de mi amiga.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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