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Categoría: Maduras

Soy la mamá de Gerardo: amigo con derechos

Resumen: Platico con mi hijo sobre sexo, sobre la manera que tenía él y sus amigos, quizás sus co-generacionales de ver la vida y el sexo. Tengo coito con mi pareja y luego me encuentro con otro amigo de mi hijo, que también quería que tuviera sexo con él. Discutimos, intercambiamos ideas y termino adoptándolo por ser un “amigo con derechos”.



Sinopsis: Había acompañado a mi hijo a un juego de futbol. Ahí había re-encontrado a un ex – compañerito de mi hijo, de su edad. Nos pusimos a platicar de la historia pasada, nos identificamos, nos trasmitimos nuestros deseos de sexuar y…, me invitó a que fuéramos a su casa, que estaba sola en esos momentos, que eran las vacaciones. Nos fuimos besando en el taxi; llegamos desesperados a tener sexo en su cama y luego de eso…



+++



Nos quedamos recostados en su cama, reposando nuestros encuentros sexuales. Ambos estábamos boca – abajo; Román me pasaba su mano por encima de mis hombros.



El fresco de la noche comenzaba a a caer y nos despertó; me dieron ganas de hacer pipí y se lo dije a Román:



                + ¿Dónde tienes tu baño…, quiero ir a hacer pipí…!



Me acompañó hasta el baño y ahí descargué la pipí y los litros de semen que me había “retacado” ese chico.



Me pasé una mano por encima de mi puchita y me extraje algo del semen acumulado; me lo llevé hasta mi boca y lo probé, con una sonrisa de niña traviesa.



Me acaricié mi puchita, mi clítoris y me sonreí. ¡De verdad lo había disfrutado!. ¡Era el segundo bebé que me “tiraba” en dos días!.



Salí de regreso hacia la recámara de Román; este, al verme, se levantó, pues estaba sentado en su cama, en la orilla. Me abrazó, me besó y me preguntó:



                = ¿Quieres que nos demos un baño…?.



Le dije que sí, y nos fuimos a la regadera. Nos bañamos bromeando, echándonos agua a la cara, tocándonos los trasero, besándonos: ¡andábamos muy felices!.



Nos salimos. Procedimos a vestirnos. Me puse mis pantaletas y Román se me pegó por detrás, me agarró de mis senos y me los apretó con cariño y pasión, dándome un beso en el cuello,  que tuvo por efecto el “ponerme chinita” y ponerme a temblar, soltando un escalofrío:



                + ¡Romáaaan…!.



                = ¿Vamos a comer unos tacos…?.



Le dije que sí, y nos salimos de su casa; fuimos a una taquería que está a unos 200 m de su casa. Estábamos comiendo cuando llegaron algunos amigos o conocidos de Román y lo saludaron.



Al terminar con los tacos le pedí a Román que me acompañara a tomar un taxi. Me fui, llegué a casa. Gerardo estaba encerrado en su recámara. Le toqué:



                + ¡ya llegué…!.



                = ¡Aah…, bueno…, ya voy…!,



me dijo desde adentro.



Me fui a mi recámara; me estaba desvistiendo: estaba solamente con mi playera y mis pantaletas, cuando entró Gerardo para saludarme; venía solamente con un short, sin playera, con el torso desnudo, descalzo:



                = hola ma…, estoy con Fabiola… ¿Todo bien…?.



Nos dimos un beso en la mejilla y se regresó hacia su recámara.



Al poco rato salieron. Yo ya me había puesto mi pijama. Pasaron a despedirse de mí y:



                + ¿Regresas a cenar…?,



Le pregunté, y me dijo que sí, así que, en cuanto se fueron me puse a preparar la cena. Gerardo no tardó mucho en regresar, ya que Fabiola vivía en nuestra misma unidad habitacional.



Nos sentamos a cenar y le pregunté:



                + oye Gerardo…, ¿de quién es novia Fabiola…?.



Él volteó a verme y sonriéndose me contestó con un:



                = novia, novia…, no se…, es la chava de Jorge…, pero es “amiga” de nosotros tres…



                + y…, por amiga qué se entiende…, ¿”amiga con derechos…”?, ¿se acuesta con los cuatro…?.



                = más o menos…, aunque al que ella quiere es a Jorge…, pero a veces me “desahogo” con ella,



                 lo mismo que el “pájaro” o Bernardo…, o cuando ella se enoja con Jorge…, ¿me entiendes…?.



                + no muy bien…, pero…, es decir…, ¿Jorge sabe que ustedes “andan” con ella…?.



                = ¡no…, no “andamos” con ella…, solamente somos amigos…, un fajecín de vez en cuando…,



                   un revolcón…, un rapidín…, nomas para desahogarnos…, para “alivianarnos…”.



                + ¿y ahorita…, qué fue…?



                = ¡Aaaahhh…, es que Jorge se quedó “tomando” en la cancha y…, pues nosotros teníamos ganas de



                   “hacerlo…”.



                + ¿Así de fácil…?



                = Así…, para qué complicarse la vida…



                + Ah…



Se hizo un momentáneo silencio y luego yo continué, tratando de entender la “filosofía”:



                + y entonces…, si yo “salgo” con alguien…



                = por ejemplo, ¿Alejandro…?



Alejandro es un muchacho de 25 años, con el que andaba saliendo en esa época; el mismo con el que me vieron el día en que me siguieron en la moto.



                + por ejemplo, Alejandro. ¿Él sería mi “chavo…”?.



                = Sí…, él es tu pareja…, tu chavo…, tu machin…, tu picador…, ¿no es así…?.



¡Me dio muchísima vergüenza el que Gerardo, mi hijo, se expresara en esos términos de ese muchacho y al mismo tiempo de mí…!, y quise corregirlo:



                + ¡Espérate…, que salga con el no quiere decir que sea mi…, todo eso que dijiste…!.



                = ¡Ay mamá…, pa’ que le hacemos al cuento…!, ¿a poco no te acuestas con Alejandro…?.



                + ¡pues…, sí…, pero no es lo mismo…, no de esa forma como tú lo dices…!.



                  Con él es algo más serio…, más formal… 



                = ¿Más formal…?. ¿Qué tan formal…?. ¿Están comprometidos…, se van a casar…?,



                  ¿piensan tener familia…?, ¿van a formar un hogar…?, ¿o es simplemente para darle salida a la



                    hormona…?.



                + No…, pero…, yo no “salgo” con nadie…, más que con él…



                = Entonces es “tu pareja…”, lo mismo que Fabiola con Jorge…



                + Sí pero yo no “salgo” con otros, solamente “salgo” con Alejandro…



                = Bueno…, pero como Alejandro es nomás tu pareja…, nada de impediría tener algunos otros



                  “amigos…”



                + ¿Amigos…?, ¿con derechos…?



                = sí…, es el caso de Fabiola y nosotros…



                + ¡Aaaahhh…!.



Y el silencio volvió a aparecer, hasta que…



                + ¿Y qué pensarías si de repente me vieras con algún…, “amigo con derechos…”?.



                = Pues…, ¡es tu vida…, allá tú…!.



                + ¡Aaaahhh…!.



Y con ese intercambio de ideas, dimos por terminada la cena y nos fuimos a dormir. Yo sí trabajaba al día siguiente, aunque Gerardo se encontrara ya casi de vacaciones, pues todavía debía de hacer algunos trámites en la escuela, recoger su certificado y alguna otra cosa.



Al día siguiente, Lunes, comenzó la rutina de todos los días, todas las semanas, todos los meses: salir corriendo temprano para llegar al trabajo, regresar en la noche, medio limpiar, medio hacer la comida, medio preparar la ropa, etc., y así, hasta que el sábado al medio día, al salir del trabajo, vi que Alejandro me estaba esperando. Yo iba vestida muy sexi, con unos mallones negros, un blusón muy bonito, en diferentes azules y abajo un juego de ropa interior negro, con encajes, muy sexi. Llevaba también unos tacos negros, que me hacían verme más alta…, y sexi, para “estar a la altura” de Alejandro.



Pasamos a comprar unas tortas, un six de cervezas y nos fuimos a tener sexo en un motelito cercano a mi trabajo; llegamos ya noche a la casa, en donde nos encontramos a Gerardo, sus tres amigos de siempre, Fabiola y otras dos muchachitas:



                & ¡La mamá de Gerardo…, eeehhh



                + ¡Alejandro…!,



dije yo, haciendo la presentación, y después de ello, Bernardo siguió presentando a las chicas:



                & …, x, y!.



Me las presentaron, Bernardo, pero que no recuerdo sus nombres.



Todos se saludaron y Gerardo tuvo la idea de ir a comer unos tacos, que los hacen muy ricos cerca de la Unidad.



Estuvimos cenando y luego de ello Gerardo y sus amigo(a)s se despidieron. Lo mismo hizo Alejandro; se despidió de mí con un abrazo y un beso en la boca.



Me iba yo sola a la casa pero Bernardo me alcanzó:



                = ¡se me olvidó mi chamarra en tu casa…!.



                + Ahhh…



Llegamos a la casa, entramos y:



                = ¿Este Alejandro es tu… “picador o nomás tu amigo con derechos...”?,



me preguntó, con un tono de celos ¡enorme…!.



                + ¡Es mi pareja…!,



Le aclaré.



                = Bueno…, eso…



   Se ve que te trae de nalgas…, vi cómo te despediste de él…



Me molestó la manera en que me estaba “atacando” y:



                + ¿y…?,



le respondí a su ataque, pero él insistió:



               = Con él es con el que te vimos que te fuiste a ese motel…, ¿no es así…?.



me seguía preguntando y atacando, con su tono de celos, como reclamándome algo, un tanto molesto.



                + Sí…



Le dije, comenzando a molestarme por su interrogatorio agresivo.



                = ¿Y vienen de “estar juntos” de nuevo…?.



                + Sí Bernardo…,



                 ¿Por qué tantas preguntas…?. ¡Ni Gerardo me cuestiona tanto como tú…!.



                 ¡No tengo ningún compromiso contigo…!,



                   ¡No tienes ningún derecho a estarme haciendo tantas preguntas…!. ¿Qué cosa te pasa…?.



                = Es que…, como la semana pasada “estuviste” conmigo…



                + Eso no te da ningún derecho para meterte en mi vida.., yo hago lo que quiero con ella…



                = Es que creí que tú y yo…, seriamos algo…



                + sí…, somos amigos…, ¡amigos!, no más… Alejandro es mi pareja y hago con él lo que quiero…



Y entonces…, ¡sorpresa…!, el Bernardo se soltó a pleno llanto:



                = es que…, me hice muchas ilusiones contigo…



¡Me rompió el corazón…!.



Fuimos a sentarnos al sofá de la vez pasada y:



                = ¡de verdad Araceli…, ¡Te me antojas un chingo…!,



me decía ese muchacho, limpiándose sus lágrimas con el reverso de su mano:



     = te me haces una mujer muy sensual…, atractiva…, sensual…, ¡una diosa…!. Cuando te vi llegar con…, Alejandro…, abrazada de él…, ¡sentí que me hundía…!,



        ¡quería morir de coraje, de celos…!, ¡golpearlo…!, ¡golpearte…!, ¡tirarme del edificio!, pero…, en cambio de eso…, ya no hice nada…, me viste…, ¡me quedé



         tragándome todos mis celos y mis tonterías…, y aquí estoy…, a tu lado, contándote mis tristezas, mis penas…, llorando como un niñito…!.



Se hizo una pausa y luego de eso, levantando su cara y mirando a la mía, tomó mis manos entre las suyas y me dijo de nuevo:



                = ¡Me dieron muchos celos cuando te vi abrazada de él…, sonriéndole…, dejándote



                  querer…!. ¡Estaba muerto de celos…!, y tenía que sonreír…, hacer las presentaciones…



Yo tenía un nudo en la garganta, escuchando a ese chico:



     =  ¡Te veías muy bonita con tus mallones negros…!. ¡Te veías muy cachonda…, cogelona…, putona…!. ¡Se te enmarca todo tu cuerpo con esos mallones…!,



          ¡tus calzones rodeando tus nalgas..., separando el contorno, señalando tus rajaditas…!, ¡la trasera y la delantera…!: ¡se te nota bien rica tu panochota…!,



          ¡recién cogidita…!. ¡Yo creo que por eso mismo se te veía tan grandota…, tan rica…, tan… gorda…, tan… rechonchita…, ¡sabrosa…!, ¡de mujer cogelona…, putona…!.



          ¡No sabes lo caliente que me pusiste tan sólo con reconocer que acabas de cogerte a Alejandro…!.  ¿Cuántos palos se echaron…?.



¡Me había calentado con toda esa fraseología que me había disparado; sentía que se me estaba mojando mi panochita y que comenzaba a mojarme mi pantaleta y mallones.



Balbuceando y nerviosa, apenas pude musitarle un:



                + ¡Dooos…, dooos paaalos…!.



                = ¿Y te gustó lo que te hizo…, y cómo te lo hizo…?. ¿Lo disfrutaste…, bastante…?.



A todo le contesté yo que sí, con simples movimientos de mi cabeza, acompañados con un pujidito:



                + ¡Mmmjjjuuu…!.



                = ¿Te gusta cómo te coge Alejandro…?



                + ¡Mmmjjjuuu…!. Me sabe estimular todo el cuerpo…, ¡me penetra bonito…!, lo hace con



ritmo, con pasión, con estilo… Sabe cambiarme de posiciones, me estimula mi cuerpo, me dice frases bonitas, cachondas, ¡me besa…!.



                = ¿Te mama…?.



                + Sí…, me mama…



                = ¿las chichis…?,



                + las chichis…, de manera alternada…, me chupa una…, me acaricia el pezón…, me recorre



la otra…, con sus manos, con sus dedos… ¡Me gusta mucho que me chupen los senos…, que me succionen mis pezoncitos…, que los estimulen con la lengua y los labios…



                = Aaaahhh… ¿y…, tuuu…, sexooo…, también te besa tu sexooo…?



                + ¡No…, creo que no le gusta hacerme eso…, nunca me lo ha mamado…!.



                = Aaaahhh… ¿y…, su lechita…?, ¿en donde te avienta su leche…?, ¿en la cara…?.



                + ¡No…, siempre se “viene” adentro de mí…, dentro de mi panochita…!.



                   ¡Quiere que tengamos un niño…, que me embarace de él…, quiere dejarme preñada…!,



                   por eso…, por eso siempre termina en mi sexo… y…



tomando un poco de aire, seguí comentándole:



                + no me deja que yo me lave…, quiere que guarde su semen…, no quiere que se me salga…



                   por eso es que ando “apestando” a semen…, ¡traigo guardados los dos “paquetes” que



                 me depositó…!.



                = Entonces…, luego de “estar juntos” teniendo sexo…, toda su leche…, ¿te la traes a la



                  casa…?.



                + ¡Sí…!,



Le dije, con algo de pena y vergüenza,



                + ¡pero llego a lavarme aquí en mi baño!, para no herir la susceptibilidad de Alejandro.



Y de inmediato le pregunté:



                + ¿Huelo mucho a semen…?.



Le pregunté a ese muchacho, quién olfateando un poco el ambiente me dijo:



                = ¡Sí…, creo que sí…!. ¿Todavía lo traes en…, tu sexo…?.



                + ¡Sí…, lo ando derramando en todas mis pantaletas…, y en mis mallones también…!.



Le dije, señalándole mi “entrepierna”.



El chico ese, como movido por un resorte, de inmediato se colocó entre mis piernas y quiso bajarme los mallones:



                + ¡Bernardo…!, ¿qué haces…?.



                = ¡Déjame mamarte tu sexo…, déjame sacarte esa leche que traes…!,



y se puso a tratar de bajarme los mallones, al igual que las pantaletas.



Tuve que levantarme un poco para que los pudiera pasar por debajo de mi trasero, y ya que los llevaba a la mitad de mis muslos, me volví a sentar nuevamente. Me los dejó atorados por debajo de mis rodillas, clavándome de inmediato su carita en mi sexo, dándome su lengua en mi sexo, que estaba todo sucio y batido de mi coito con Alejandro, de su semen y de mis secreciones:



                = ¡Estás muy sabrosa Araceli…, glurppp…, glurppp…, glurppp…!,



se oían los sonidos de su lengua en mi sexo, penetrándome de manera profunda, recolectando mis secreciones, en profundidad…



No se si lo sentía yo muy rico, delicioso, sabroso o era todo producto del morbo que me provocaba ese chico, recogiendo mis secreciones y las de Alejandro con su lengua, de manera viciosa, pero el chico estaba como “enajenado”, desencajado de este mundo, descubriendo otro mundo nuevo y distinto, el de mi sexo, de mi pubis, de mi monte de Venus, de mis vellos púbicos, de mis labios vaginales, los externos y los internos, de mi clítoris, que estaba completamente erguido, desafiante, como una espadita filosa.



Comencé a venirme sin detenerme; sentía que eran litros los que me salían de mi sexo, que se escurrían sobre de la boca del chico, sobre de mis muslos, sobre del sofá; y no conforme con eso, como el chico no se retirara de mí y me siguiera excitando…, ¡comencé a hacerme pipí…!, sin ¡darme cuenta…!, ¡creí que era otro orgasmo que me llegaba…!, ¡nunca me di cuenta de que me estaba haciendo pipí…!.



Cuando finalmente reaccioné y me di cuenta de que eran orines y no “venidas”, ya no quise detenerme y seguí orinando la carita de ese chiquillo, que nunca se retiró de mi sexo, a pesar de que lo oriné por completo… ¡Fue un orgasmo y un conjunto de sensaciones…, “sui generis”…!, ¡deliciosas…!, con mi nuevo “amigo con derechos”.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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