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Sorpresiva primera vez de Mariana

- ¡Hola!
- ¿Hay alguien en casa?
- ¡Mariana!
- Estás allí?
- La puerta está abierta….voy a entrar.
Entré a la casa de Mariana, mi vecina de 17 años. Una chica muy hermosa y de la que soy muy amigo.
Como voy con mucha frecuencia es casi como entrar a mi casa y a sus padres no les molesta.
Seguí mi camino hacia el interior de la casa pero no había indicios de vida. No puede ser que se hayan ido y dejado la casa sola, pensé. Eran como las 4 de la tarde de un domingo así que tal vez habían salido, pero ya que era como estar en casa, decidí que quería ver una película y de paso prepararme algo para cenar. Luego de hacer mi cena, me dispuse a ver una película de acción. Pasó el tiempo y ya eran como las 7:30 de la noche y ya la película había terminado y aún nadie llegaba. Aunque hacía un rato antes me parecía haber escuchado algún ruido en el segundo piso de la casa pero no le di importancia.
Ya que me estaba aburriendo y no tenía nada mejor que hacer me dispuse a recorrer el segundo piso para curiosear y ya que en mi casa no había nadie, no me extrañaban. Subí las escaleras y me dirigí a la habitación principal, abrí la puerta y ¡wao¡ estaba bellamente arreglada con su alfombra azul que cubría todo el piso y una cama que parecía de esas que tenían los antiguos reyes, con cortinas y muy delicadamente arreglada. Luego cerré la puerta y me dirigí a la habitación de Mariana, mi querida y hermosa vecina y amiga. Abrí la puerta y ¡vaya sorpresa!
Allí estaba Mariana, dormida sobre su cama, la toalla de baño en el suelo y ella… oh ella…completamente desnuda. Mis ojos no daban crédito a lo que veían. Recorrí su perfecta anatomía con mi mirada, la que por nada del mundo se le quería despegar. Tenía sus largas piernas algo separadas, mostrando su vagina con un delicado vello que era una dulce invitación al disfrute. Sus senos parecían dos majestuosas colinas esperando a ser conquistadas. Yo no sabía si ella era virgen o no pero en ese momento eso no importaba.
Por mi mente pasaban tantas cosas que no sabía ni que hacer. Era mi vecina y amiga pero ¡cielos!, me gustaba mucho.
Decidí hacer a un lado mis temores y entré al cuarto de Mariana. Suavemente me fui acercando a su lado para verla más de cerca. Ella tiene un sueño pesado así que no me preocupaba que se fuera a despertar. Mala suerte si estaba fingiendo, pero si lo hacía y estando así, era entonces porque algo quería.
Extendí mis manos y como dice aquella canción, “ mis manos parecían tener alas, se me escapaban, volaban hacia ti, te deseaban”. Comencé a acariciar su cuerpo, empezando por su nariz, lentamente bajé hasta sus labios; no resistí la tentación y le di un beso, ¡que dulce sabían sus labios! Mientras la besaba, bajé con una mano hasta sus senos, los que empecé a acariciar lentamente para disfrutarlos. Sus pezones se pusieron erectos y en eso empecé a mamárselos como un bebé hambriento pero me asombraba a la vez de que ella no se despertara. Allí en su pecho, pude sentir los latidos de su corazón. Latía despacio, como los de una persona que duerme, así que por lo que parecía, en verdad estaba dormida y no se daba cuenta de nada.
Mis manos seguían extendiéndose hacia abajo acariciando su vientre hasta sentir su vello púbico, el cual se sentía suave; luego deslicé mi dedo medio para acariciar la entrada de su vagina. Lo deslicé hacia arriba y hacia abajo una y otra vez, pero sin introducirlo.
Luego de eso, me incorporé y me desvestí porque ya estaba dispuesto a todo; mi miembro ya estaba erecto listo para entrar en acción. Busqué una almohada pequeña que encontré y la puse debajo de sus caderas, me arrodillé frente a ella, le abrí las piernas y se las levanté por la parte de debajo de sus muslos. Empecé a besarla desde el ombligo y de allí, empecé a bajar…a bajar…hasta llegar su dulce vagina. Yo no se la besaba como lobo hambriento; más bien con ternura y delicadeza, apenas abriéndosela con mi lengua y succionando sus jugos, aunque no dejaba de dar vueltas en mi mente la idea de que podría pasar si despertaba. Luego empecé a besar y lamer sus muslos, eran deliciosos. En ese momento me sentía como un depredador devorando a su presa.
Luego, dejé aquello y me coloqué encima de ella, pero aún sin penetrarla; en ese momento el hecho de sentir ese bello cuerpo debajo de mí hizo que casi me viniera pero supe contenerme. La besaba en la boca, en el cuello, besaba y mamaba sus senos y luego…¡sorpresa! Mariana abrió sus ojos.
Yo me puse helado y un gran frío recorrió mi cuerpo pues pensaba que eso era todo para mí. Qué equivocado estaba.
Mariana me miró sonriendo como aprobando lo que había hecho. Mi miembro, que en ese momento había perdido la gran erección que tenía producto del susto que me había llevado, fue tomado delicadamente entre sus manos y me dijo: “Vamos a revivir a este animal”.
Aún yo no salía de mi asombro cuando ella empezó a frotarlo contra la entrada de su vagina y el “animal” no tardó mucho en reaccionar pues se puso duro casi instantáneamente. Empecé a besarla nuevamente con renovadas fuerzas. Ella me dijo que ya era el momento y entonces fue cuando la penetré…era virgen…Solo exclamó con un leve gemido por el dolor causado pero nada más. Ya en eso, mientras la penetraba, yo apretaba con mis manos sus senos y nos besábamos casi hasta asfixiarnos. Decidí que era momento de volver a recorrer su cuerpo con mis labios y lo hice; ella no paraba de gemir de placer y llegó un momento en que ella lanzó un fuerte grito, me di cuenta de que había alcanzado un orgasmo y volvía a penetrarla. Era sumamente placentero todo aquello y yo estaba que explotaba. Luego de un momento, yo sentí que ya estaba a punto de venirme y saqué mi miembro de su vagina y me descargué en toda su área púbica. Nos seguimos besando y acariciando y luego nos fuimos a bañar juntos, cosa que disfrutamos con gran placer enjabonándonos mutuamente y acariciando nuestros cuerpos. Luego de que terminamos y nos vestimos, le pregunté que tiempo ella tenía de haberse dado cuenta. Primero dijo que se sentía un poco mal así que luego de haber tomado un baño se tomó unas pastillas para el dolor y que eran fuertes, aunado a que su sueño era pesado pero que no se había vestido cuando se quedó dormida. Dijo que se dio cuenta cuando la empecé a besar en su vagina porque ya se había empezado a despertar pero que eso la exaltó y no resistió porque al ver que era yo le produjo una agradable sensación el saber que yo la encontraba atractiva y ella deseaba que yo fuera el primero. Me dijo que quería volver a repetir la experiencia pero que la próxima vez ella quería tener participación más activa y créanme que así fue. Pero eso ya es otra historia que quedará para otra ocasión.
Datos del Relato
  • Autor: Reyes
  • Código: 2975
  • Fecha: 09-06-2003
  • Categoría: Primera Vez
  • Media: 6.12
  • Votos: 60
  • Envios: 8
  • Lecturas: 1996
  • Valoración:
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