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Hola a todos, me llamo Andrea, llevo casada cuatro años y mi relación con mi marido es lo que podíamos decir normal, sexo de vez en cuando, unas veces mejor otras peor. Lo cierto es que la intensidad sexual ha ido pasando con el tiempo, recuerdo que de novios éramos bastante calientes, lo hacíamos sin parar y además nos montábamos todo tipo de historias morbosas mientras follabamos y además a mí me encantaba, mis orgasmos eran mucho más morbosos.
Yo no soy un top model pero dirían que estoy un poquito por encima de la media, solo un poco. Hago mucho deporte, tengo un culo respingon y un talla 95 de pecho.
Ese día mi empresa, una gran multinacional, había organizado una cena de Navidad como todos los años. A mí me encantaba ir, salir de la monotonía, flirtear un poco y reírme con mis compañeros y compañeras, pero nada más.
La velada se desarrolló como siempre, cena en buen ambiente con la gente de mi departamento, y a medida que transcurría la cena los comentarios y chistes eran más picantes, lo normal. Ya en la sala de fiesta comentaba con mis amigas el paquete del jefe, la ropa de esa o lo bueno que estaba el otro.
Entrada la noche y todos con unas copas de más bailábamos unos con los otros, yo con Luis, un compañero de departamento, simpático y algo feo. María bailaba con uno que no yo conocía.
―¿Quién es ese? Le pregunte.
―Es un chaval del almacén, esta buenísimo verdad.
La verdad es que estaba muy bien, pero no debería tener mas de 17 años, le dije a María. Ella me dijo que si pero que seguro que era virgen y además tenia un cuerpo de locura. María me dijo que en los bailes agarrados se había apretado bien a el y le había notado un paquete descomunal. Yo me reí pero a la vez me puse cachonda. No sabía por que pero aquel jovencito, posiblemente virgen, debería tener una potencia que me mi marido no tenía.
Mientras hablábamos él se acerco y María me lo presento. Pablo, era su nombre, estuvo hablando con nosotras y la verdad se le veía tímido, y más ante nuestros comentarios con doble sentido y picantes.
La noche siguió y las copas también, María de pronto dijo que no podía mas y se fue a vomitar, ya no la volví a ver, luego me enteré que Micaela (otra compañera) al verla vomitar en el baño la llevo a casa.
Allí estaba yo con Pablo, algo violenta por la edad de el y algo caliente también. El me dijo que se tenía que ir a casa pero que no tenia carnet de conducir y por allí no había transporte publico, conseguir un taxi sería difícil. Era tarde y me ofrecí a llevarlo, era lo menos que podía hacer, yo también estaba cansada y de paso me iba.
Por el camino el casi no hablaba, se le veía tímido, yo en el fondo algo avergonzada por excitarme con un adolescente al que doblaba la edad. Al llegar a su casa me dijo que sus padres no estaban en casa que si quería subir a tomar algo, yo me quedé helada, parecía no tan tímido. Me sorprendí mucho a mi misma cuando acepte, mientras subíamos me sentía con 20 años menos, con esos nervios típicos de la noche que has ligado y al final sabes que vas a follar era una mezcla de excitación unido a la sensación de hacer algo prohibido.
En el piso, Pablo me ofreció algo de beber, yo estaba algo incomoda, de que hablaba con un adolescente, le pregunte si tenia novia y esas tonterías típicas. Me fije que su miembro estaba en erección y solo de pensar que era por mi me calentaba muchísimo. Pensé que si había subido era para algo así que sin mediar palabra le puse la mano en el paquete a lo que el quedo paralizado.
―¿Quieres que siga? Le dije.
―Si, me dijo él.
Fuimos a la cama de sus padres y le senté, la quie los pantalones y vi aquella preciosa polla, el solo me miraba, empecé a acariciarla, el gemía y yo tenia todo el cuerpo en tensión, tenia mi tanga empapado.
Nunca he sido infiel a mi marido, pero aquello me hacia perder el control, no había marcha atrás, no podía parar, la lujuria me dominaba.
Me la metí en la boca y la saboree como hacia tiempo que no lo hacia, la chupaba y le acariciaba el pecho con la otra mano, era maravilloso.
¡¡¡ Pablo, que haces¡¡¡. Un grito sonó en la habitación, eran sus padres que habían vuelto un día antes, yo casi me desmayo de la vergüenza, no sabia que hacer, sus padres en la puerta de la habitación, Pablo sentado al borde de la cama con su polla totalmente empalmada, yo con la minifalda levantada y con el tanga empapado, no sabía que hacer.
El padre avanzo hacia el y le dio un tremendo bofetón, Pablo empezó a llorar, yo no sabia que decir o hacer. Así pasó un minuto que me pareció eterno.
―Y usted quien es, no le da vergüenza, me dijo la madre.
Pablo seguía llorando inconsolable. Pedía perdón repetidamente.
Su madre se acerco y empezó a consolarlo, estaba de su parte y en mi contra. empezó a decirle que ya estaba que no pasaba nada y mientras le acariciaba el pelo se saco un pecho y se lo puso en la boca, el dejo de llorar y empezó a chupar.
―Así hijo, tranquilízate.
El seguía chupando y chupando, y el silencio solo se rompía con la fuerte respiración de Pablo y ahora de su madre que por cierto tenía unas tetas envidiables, debería tener 40 años y era el tipo de mujer ejecutiva, bien cuidada y con buena figura.
No sabia que hacer pero no podía dejar de mirar, ella empezó a pajearle a el y poco a poco se saco las dos tetas, se desabrocho la camisa y se saco el sujetados. Se fue tumbando poco a poco colocándose a su hijo encima, y después lo coloco para que el se le metiera, empezaron a follar despacito y suave. La madre gemía cada vez mas fuerte.
―Así carió metemela bien, bien durita, follame bien, aahhhh, sigue.
No excitarse era imposible, y yo ya estaba de antes, el padre se coloco detrás de mi (le había perdido de vista) y me agarro con fuerza, empezó a sobarme las tetas y a meterme mano debajo del tanga. Yo explotaba viendo aquello y me deje hacer.
―Fóllate a esa puta cariño, dijo la madre.
Aquello me puso a 1000 y ya perdí la noción de todo. Me di la vuelta y empecé a besar al padre como una loca, baje hasta su polla y empecé a chupar como una loca, estaba fuera de mi. El padre me llevo a la cama, me tumbo y empezó a comerme el coño, me moría de gusto. Vi como Pablo se follaba a su madre, ahora a cuatro patas, solo ver eso me provocó un orgasmo descomunal. El padre seguía comiéndome el coño y la madre gritaba como una loca, sus gemidos me excitaban mucho y ver a Pablo follarsela me excitaba mas.
El padre se puso al borde la cama y me la metió hasta dentro, que placer, me follaba a lo bestia y yo me moría de gusto, mientras me follaba la madre se puso en mi oreja a susurrarme.
―Te gusta la polla de mi marido zorrita, te gusta como te folla mi marido y te gusta ver follar a mi hijo verdad?
―Siiii, me encanta, soy una zorra , me estáis volviendo loca.
El padre me siguió follando y cuando se iba a correr la saco y me la puso en la cara, yo me la comí y toda su leche fue a mi boca, eso me ponía mas caliente todavía.
La juventud de pablo se notaba, el seguía follando como un loco. Su madre se habria corrido ya 3 veces y yo iba por la cuarta.
La madre se la saco del coño y empezó a chuparla, buscando toda la leche de su hijo.
―Ven aquí zorrita, quieres la polla de Pablo?.
Yo ni me lo pensé, fui rápidamente y mientras la madre me la sujetaba empecé a chupara como loca, la madre se unió y nos íbamos alternando en la mamada a veces las dos a la estábamos tan cerca que en algún momento chocábamos las lenguas, yo estaba a mil, y un par de veces la madre morreo conmigo con la polla de su hijo en medio y otra vez sin la polla de su hijo, me metió la lengua hasta dentro con el gusto del semen de su hijo. No le hice ascos, es mas me encanto, esa zorra me ponía a mil, parece que leía mi mente y sabia como calentarme.
Pablo se corrió en la cara de ambas y cayo rendido, ella me siguió morreando, quitando con su lengua el semen que si hijo me había echado en la cara, y yo me dejaba.
Mientras apretaba sus tetas con las mías y me besaba y chupaba, con la otra mano me hizo una paja tremenda, me metió dos dedos y los movió hasta que me corrí, yo estaba loca de lujuria, hubiera hecho cualquier cosa.
Así acabamos rendidos, agotados y dormidos, a las dos horas de desperté, ellos dormían, y me fui a casa.
No he vuelto a ver a Pablo ni lo he comentado, pero me he masturbado varias veces pensando en ello.
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