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Sonidos diabolicos

~~La fiesta habia sido deliciosa, tan solo que no sabia en ese momento que la felicidad seria extrañamente diabólica.
 Mi hermana Luisa, era casi mi imagen en negativo. Bromeábamos a menudo con eso y hacíamos a mi madre participe de esas bromas, diciéndole que quizás no éramos hijas del mismo padre.
 Yo siempre fui rubia de una belleza nítida y casi transparente con ojos azules y un cuerpo estilizado, como sacado de una revista de modelos, llena de equilibrios yo diría hermosa sin pasión, brillante sin fuego.
 Luisa en cambio era morena de facciones firmes, de formas sugerentes,casi voluptuosas con unos ojos brillantes y picaros y una especie de pasión fogosa que se le salía por todos los poros.
 Así, ya adultas, nuestras aventuras amorosas fueron siempre diversas. Luisa muy precoz y osada en sus relaciones, no tenia pudores ni secretos, todo me lo contaba haciéndome participe hasta los detalles más íntimos. Con el desarrollo, nuestros cuerpos habían llegado a ser similares y nuestras medidas casi iguales tan solo que en blanco y negro. Como siempre De modo que cuando Luisa nos dijo que estaba embarazada y que por lo tanto adelantarían la fecha de su matrimonio con Samuel, a nadie en la familia le sorprendió. Se esperaba algo así desde tiempo.
 No habia rastro en su figura de deformaciones por su estado demasiado reciente, de modo que la novia lucía espléndida y deseable Sobre todo deseable, porque si bien el vestido de novia no permitía adivinar nada voluptuoso de su figura, los ojos de Luisa estallaban de deseo y ella no dejaba de contarme las expectativas que esperaba para su noche de bodas.
 Así, cuando se despidió, la besé apretándome fuertemente a ella y escuchando en mi oído una sarta inmensa de descripciones y palabras soeces con que ella esperaba adornar su esperada noche. La despedí feliz y algo inquieta.
 Inquieta porque siempre pensé que esta mujer tan cercana podría sufrir alguna desilusión importante al esperar demasiado de su relación permanente con un hombre, en este caso su marido.
 Sin embargo esta inquietud se reveló por entero infundada, cuando varias semanas después y ya de vuelta de su viaje de bodas. Luisa me invitó a su casa para hacer los oficiales comentarios de su reciente matrimonio, Para mi no fue una sorpresa que ella me diera todos los detalles de sus noches de pasión. No solo se trataba de lo que ella me contaba y de las palabras encendidas que usaba, sino de la colección impresionante de fotografías intimas que guardaba en el archivo de su cámara digital, de los videos que mostraban a la pareja en las situaciones explicitas más diversas y de las presentaciones de cuerpo presente con que Luisa demostraba sus indudables facetas excitatorias.
 Sin embargo, lo que a mí mas me impresionó fue una grabación de audio en la que ellos hablaban metidos en la cama, con las luces apagadas y haciendo el amor como una pareja común y corriente.
 Eran voces que no eran de palabras reconocibles, sino de murmullos, de sordos quejidos, de suspiros profundos en medio de la oscuridad confidente bajo las sábanas, cortos reproches pasionales por alguna caricia mas excitante que la anterior, por alguna violencia pecadoramente calculada, respiraciones agitadas de frecuencia creciente y luego un silencio largo en que sólo se escuchaba el correr de la cinta de audio, para que luego el murmullo volviese y el ruido de roces reiterados que parecían acelerarse, la respiración anhelante que regresaba y un grito estridente y prolongado,el chasquido de algún beso y luego el silencio final hasta sentir el ruido de la cinta al terminar .
 Habíamos escuchado la grabación en silencio. Luisa sé habia levantado del sillón dos veces para volver a llenar nuestros tragos, pero yo habia permanecido sentada en silencio. Primero con los oídos atentos y los ojos bien abiertos, contemplando a esta mujer especial que era mi hermana y concentrada en los ruidos que salían del altavoz del equipo de audio de ultima generación.
 Sumida por completo en lo que escuchaba, me fui como fugando de la realidad y metiéndome imaginariamente bajo esas sabanas desde donde se originaban los diabólicos sonidos y me fui sintiendo alterada de una forma que nunca habia experimentado. Ninguna de las imágenes explicitas que habia visto habían logrado ese efecto y debí admitir que me habia ido excitando paulatinamente en forma progresiva y creciente de tal manera que cuando la cinta habia terminado y el carrete seguía girando en el aparato y en medio del silencio, mi cuerpo se habia transformado allí en el living del lujoso departamento de mi hermana, en un conjunto de piezas que ardían desarmonicamente, como si lo escuchado hubiese alterado la forma regulada de sentir. que me era habitual .
 Mi hermana, con su brusquedad habitual me sacó del ensueño, pues al alargarme el vaso me miró a los ojos y me dijo riendo a carcajadas
 Tienes una cara de caliente. Vinka que no la puedes negar . de verdad me alegro por eso .
 Era verdad. era una verdad evidente, que me quemaba el cuerpo entero.
 Entonces fue cuando esta mujer, que parecía tener una inteligencia tan grande como su audacia, me hizo esa proposición descabellada que yo debería haber rechazado de plano. Pero estaba tan profundamente excitada, que mi mente carecía de todo filtro o toda lógica, de modo que cuando quise oponerme ya era demasiado tarde y estábamos las dos en plena tarea para llevarla a la practica.
 Dos horas mas tarde estaba yo encerrada en el cuarto de huéspedes del departamento mientras Luisa y su marido terminaban de cenar. Escuchaba la conversación algo lejana sin poder reconocer las palabras pues tan solo captaba las risas contenidas de ellos y algún sonido de las copas.
 En mi soledad pensaba si seria capaz de resistir el tiempo que faltaba, pero ya me habia decidido y mi ansiedad era creciente, así como mi innegable excitación. Por fin escuché actividad en el cuarto de baño y luego los últimos ruidos antes del silencio que me indicaba que se habían ido a la cama.
 Después de una media hora era evidente que la pareja habia entrado en la actividad erótica nocturna, seguramente habitual en ellos y comenzaron a impactar mis oídos las sensuales amenazas de Samuel a las que respondía Luisa con otros desafíos impúdicos, sin recato alguno y sin medir las dimensiones de su deseo desesperadamente satisfecho. Después de un tiempo en que ellos parecieron alcanzar todas las cúspides del placer desenfrenado, las luces se apagaron, la oscuridad hizo presa del departamento y a los pocos minutos escuché ligeros golpes en la puerta de mi cuarto y al abrirla lentamente vi la escultural figura desnuda de mi hermana que mirando mi propia desnudez exclamo sin poder contenerse.
 Mierda. nunca pensé que desnuda fueras así.. Eres una mezcla perfecta de diosa y puta. Ya. ahora tienes que hacerlo. Está completamente dormido
 Luisa se metió entonces en mi cama caliente mientras yo comenzaba mi lento camino hacia su cama matrimonial en la cual el dormido Samuel no sabia de mundo.
 Era el silencio, lo que más me excitaba. Ese silencio que yo esperaba llenar de murmullos calientes De ruidos ocasionados por la satisfacción de mi cuerpo que sé habia privado casi voluntariamente de los placeres recónditos del sexo. Y latía con cada paso y en ese momento me di cuenta que caminaba con tacones, que no me los habia quitado ni para desnudarme y que ya era muy tarde para quitármelos, pues estaba a pasos del cuarto matrimonial. Y cuando entré allí, mis oídos se llenaron con el acompasado respirar de Samuel en medio de la oscuridad.
 Entonces me di cuenta que cada uno de mis pasos, al afirmar los tacones en el suelo, hacia vibrar mis pechos como campañas promiscuas y me parecía que su roce ocasionaba un ruido caliente que solo yo escuchaba, y pensaba que el roce de mis muslos humedecidos, quizás producían un sonido callado que solo Samuel podría escuchar, y creía que el latir de mi sexo quizás se oía en el cuarto oscuro, como una especie de reloj de carne mojada agitándose en mis calientes profundidades
 Había llegado junto a la cama y con un cuidado infinito me deslicé un su interior y entonces el calor del cuerpo del hombre pareció envolverme y cuando estuve estirada a su lado, se dio vuelta hacia mí y me abrazó sin reconocerme. Entonces supe que habia llegado al paraíso sin problema pero el mismo tiempo me di cuenta que no me había sacado los zapatos de tacones. Pero ya nada importaba porque Samuel me habia dado vuelta y ahora sentía por vez primera su presencia entre mis nalgas, su agotada presencia que comenzaba a revivir y él se movía para excitarse mas y yo lo seguía y nuestros cuerpos comenzaron a producir esos roces íntimos y promiscuos que se expresaban en esos ruidos ahogados, ambos emitíamos esos murmullos que horas antes habían surgido desde la cinta. Pero ahora yo era protagonista y Samuel no habia notado la diferencia porque su fierro endiablado habia cobrado toda su gruesa presencia entre mis nalgas que estaban calientes y palpitantes y yo estaba con mis pechos inflamados por el deseo entre sus manos y murmuraba a mi oído palabras ininteligibles porque me estaba amando en medio de una somnolencia encantadora y yo quería darle las respuestas mas ardientes de modo que respondía a sus quejidos y su murmullos, agregando los míos en medio de la noche y cuando entró en mi ya no eran murmullos sino quejidos mezclados a los suyos que eran de placer y dolor y ya no se si era la primera vez o no pero si se que era la mas fascinante y por fin me llevó y quise ir a la cumbre y ya no me importaba si me reconocía o no y no solamente murmuraba sino que por primera vez me quejaba en voz alta con cada entrada profunda y luego simplemente me di a gritar en medio de la noche y del placer infinito y llené la casa con mis alaridos de hembra caliente, satisfecha y desaforada hasta que sentí que la tensión aflojaba y Samuel respiraba a mi lado profundamente dormido y entonces escuché que él murmuraba algo y acerqué mi oído a su boca para entender que decía
 ¨ Los zapatos. no te sacaste los zapatos.
 Así que entre el éxtasis y el agotamiento caminé de regreso hasta el cuarto de huéspedes
 Habia pasado una hora y aun debería vestirme para volver a casa.
 Diez minutos después Luisa me despedía en la puerta de su departamento con un ardiente beso en la boca, que para mí fue una sorpresa, mientras ponía en mi mano una cinta de audio.
 El registro de tu felicidad de esta noche me dijo, con una voz caliente que no se me olvidara fácilmente.

Datos del Relato
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