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Sonó el timbre de la puerta. Basilio se guardó la polla. Sonia se puso los jeans y después, descalza, fue y abrió la puerta del piso. En la puerta estaban dos amigas suyas. Li, una chinita de ojos y cabello castaños, de estatura baja, tetas pequeñas y culito redondo, que vestía un vestido blanco que le daba por debajo de las rodillas, y Amina, una marroquí de grandes ojos negros. Llevaba un velo negro en la cabeza y un vestido naranja, holgado, que le llegaba hasta los pies, por lo que no se podía intuir como tenía el cuerpo. Las dos calzaban zapatillas de deporte. Sonia, al verlas, les dijo:
-Me había olvidado de vosotras. Pasad.
La chinita, entrando en el piso, le preguntó:
-¿No hiciste el curry?
-Hice, pero nos lo comimos mi padre y yo.
-¿Y qué vamos a cenar?
-Tranquila, sin cenar no vais a quedar.
Al llegar a la sala de estar, le dijo Sonia a su padre:
-¿Pides un par de pizzas, papi? Me olvidé de decirte que Li y Amina venían a dormir conmigo.
-Pídelas tú. Yo las pago.
Sonia les dijo a las amigas:
-Sentaos.
Amina y Li se sentaron en dos sillones enfrente de Basilio. Sonia levantó un teléfono que había en el aparador y le preguntó a las dos amigas:
-¿Una con pollo y otra con anchoas?
Las dos jovencitas asintieron con la cabeza.
Hizo el pedido y se fue a sentar junto a su padre, que le dijo:
-Así que estas son las amigas con las que dormiste los dos últimos fines de semana.
-Sí. ¿A que son guapas?
Basilio miró para las dos jovencitas y se le hizo la boca agua. Daría un año se su vida por una noche de lujuria con ellas. Ganas le dieron de decirle: ¡"Y qué polvazo tienen!", pero le dijo:
-Sí, son muy guapas.
Amina, la marroquí, sonrió, y le dijo a Basilio:
-Gracias.
Li, la chinita, cambió de tema.
-¿A qué vamos a jugar esta noche, Sonia?
-Ya lo sabes. No querrás que lo sepa también mi padre.
-Aparte de eso... Y respecto a tu padre... Si se enrollara, no me importaría que lo supiese.
Amina, les dijo:
-A mí tampoco me importaría. Algún día tendré que perderlo.
Basilio, que se imaginaba lo que se traían entre manos, les preguntó:
-¿De que estáis hablando?
Le respondió Sonia.
-De jugar, papi.
-¿A qué juego?
-De momento, a uno que tú no vas a jugar.
A Basilio se le desmoronó el castillo de ilusiones que se había hecho. Mal sabía él que Sonia estaba tendiendo su telaraña.
-Juguemos al frío y caliente, chicas. Ahí va la frase: Mi padre me acaba de hacer...
Li, la chinita, se apresuró a decir:
-Una pregunta.
-Frío, me lo hizo antes de venir vosotras.
Amina, quería ganar:
-Pido una pista quíntuple.
Sonia se chupó un dedo, y le dijo:
-La primera palabra es... Un, la segunda comienza por D... tiene cuatro letras... y está en la mano.
-¡No puede ser! ¿Un de...?
-Caliente.
-¿Un ded...?
-Te abrasas.
Amina, le preguntó a Basilio:
-¡¿Le hizo un dedo a su hija?!
Basilio no se dejó amilanar, y le respondió:
-¿Y si se lo hice, qué!
-¡Será cabrón! Eso no se le hace a una hija. Se le hacen otras cosas.
Sonia ya tenía a sus amigas y a su padre donde quería.
-¿Ves, papi? Si me la hubieras comido...
Li, entró al trapo.
-O si la hubiese desvirgado... Meterle un dedo... ¡Qué degenerado!
Basilio no se creía que se encontrara en aquella situación surrealista.
-¿Qué haríais vosotras los dos últimos fines de semana?
-Me da a mí que esta noche lo vas a averiguar. papi.
Sonia tomó a su padre de la mano, y les dijo a las amigas:
-Seguidme, chicas.
Sonia llevó a su padre a la habitación donde dormía con su madre. Li y Amina fueron con ellos. Al lado de la cama, de pie, le preguntó el padre a la hija:
-¿Y ahora qué?
-Ayudadme a desnudarlo, chicas.
Li, le desató los cordones y le quitó los zapatos. Sonia le quitó la camisa y Amina el cinto, el pantalón y los boxers. Basilio tenía un cuerpo atlético. Tenía sus 20 centímetros erectos. Amina se los comenzó a chupar. Li, le dijo:
-Deja algo para las demás.
Sonia les dijo a Li y a Amina:
-Quitaos los cordones de las zapatillas.
Li, le preguntó:
-¿Lo vas a atar?
-Sí, lo voy a atar de pies y manos.
-¡Me encanta la idea!
Amina dejó de chuparle la polla a Basilio. Las dos jovencitas se quitaron los cordones de las zapatillas.
Sonia le dijo a su padre:
-Échate en la cama.
Basilio se echó en una cama que tenía barrotes en la cabecera y en los pies. Sonia le ató las manos. Li, le ató los pies. Amina volvió a chupar su polla empalmada. Sonia, al acabar de atarle las manos a su padre, le quitó el velo negro a Amina, (una larga y rizada melena negra quedó al descubierto) y vendó los ojos de Basilio. Después les dijo a sus amigas:
-¿A qué esperáis para desnudaros?
Se desnudaron las tres. Eran tres bellezas espectaculares. Sonia y Amina con grandes tetas, grandes areolas negras, grandes y erectos pezones, anchas caderas, estrechas cinturas y tremendos culos. Li, con tetas pequeñas y puntiagudas, como sus erectos pezones, areolas rosadas, cintura de avispa y culo pequeño, redondo y prieto. De pie, Amina se puso detrás de Sonia. Besaba su cuello, su boca y acariciaba sus grandes tetas, Li, agachada, le lamía el húmedo chochito. Basilio sentía el ruido de los besos y el suave chapoteó de una lengua lamiendo un chocho, pero no sabía quiénes se besaban ni quien se la comía a quien. La polla de Basilio subía y bajaba, era como si tuviera un tic nervioso. Sonia, viendo sufrir a su padre, decidió hacerlo sufrir aún más. Le dijo al oído a Amina:
-Vamos a ponerle los pezones en los labios y veamos que hace.
Se pusieron a ambos lados de Basilio. Amina cogió una teta con la mano y le puso un pezón entre los labios. Basilio chupó y lamió el pezón y después chupó la teta. Amina le puso el otro pezón entre los labios y Basilio volvió a hacer lo mismo. Al retirarle la teta, le dijo:
-Saliste con la tuya, hija, ya te comí las tetas.
Sonia, hizo lo mismo que hiciera Amina, y al terminar de chuparle las tetas, le dijo Basilio.
-Si no fue antes fue ahora, Sonia, saliste con la tuya.
Sonia, que ya echaba por fuera, junto a Amina, se bajó de la cama, después les dijo a las amigas, muy bajito:
-La primera en follarlo voy a ser yo. Vosotras darle las tetas a chupar.
Amina y Li, les dieron las tetas a chupar. Bacilo sintió como una de ellas subía encima de él, como cogía su polla con la mano, la llevaba a la entrada de su chochito y con el peso de su cuerpo la empezaba a meter. Entraba tan, tan apretada que podía sentir el rechinar de dientes de la que lo estaba cabalgando. Aún no entrara la mitad cuando sintió una gran descarga de flujo sobre su polla. La que lo follaba se empezaba a correr. Lo siguiente fue sentir como se sacudía de placer. Lo que no sintió fue gemidos, ya que su hija, para no delatarse, tapó la boca con las dos manos.
Amina estaba tan caliente de ver como se corriera su amiga que si se mete un dedo ya se derrite.
Sonia bajó... Subió Amina.
La gran polla de Basilio entraba y salía del chocho de Amina con holgura. La jovencita quiso follar a Basilio como si no hubiera mañana, pero estaba tan cachonda, que no tardó ni un minuto en correrse. Basilio, esta vez, sintió como la jovencita que lo follaba lo besaba con pasión y como inundaba sus huevos con su flujo.
Al acabar de correrse Amina, subió Lí. Basilio, les dijo:
-Quitarme la venda que quiero veros desnudas mientras follo a la chinita.
Sonia le quito la venda, y le preguntó:
-¿Te gusta lo que ves?
Basilio, no le respondió. Comenzó a follar a la chinita... Le entraba tan apretada como a Sonia. Amina y Sonia se besaron, después besaron a Li y acariciaron y chuparon una teta cada una. Li, cuando la polla de Basilio le entró a tope, comenzó a correrse. Gemía y se convulsionaba como si tuviera un ataque epiléptico. Tuvo una corrida inmensa. Al acabar, y quitarse de encima, Basilio, que no se corriera, les dijo:
-¿No merezco un premio?
Amina se fue a por su polla. Chupándola, les preguntó a las amigas:
-¿No participáis, chicas? Está muy rica.
Se la chuparon a tres bandas. La tres acabaron probando la leche de la corrida de Basilio.
Poco después de correrse Basilio, iba a llegar un chico con las pizzas. Era el comienzo de una noche larga, de vicio, de mucho, mucho vicio.
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