María cerró la puerta y llevó consigo una bolsa. Le dijo a su madre que no vendría dormir que se iría a casa de su abuela.
Cogió un tren. Tres horas de distancia estaría bien, pensó.
Anochecía cuando pusó los pies en la tierra. Entró al cuarto de baño. Se quitó la ropa interior. Guardó el resto en la bolsa. Se quedó con un vestido que le pareció mas pequeño y mas escotado que cuando lo compró. a penas le tapaba unos centimetros por encimade la ingle. el escote dejaba ver sus senos de forma escandalosa.
Se sonrió al espejo. Sólo por una noche...
Le preguantó a la chica que le dió la llave de la taquilla donde podía encontrar un bar con ambiente. La chica miró el reloj desaprobando la imagen de María. Caminó durante unos minutos y lo vió. Él le serviría. Era alto no demasiado delgado. Estaba apoyado en la barra y miraba a todas las chicas sin mirar a ninguna.
Se colocó a cierta distancia. Lo suficiente para que él la viera. A penas podía moverse sin que su vestido la dejara desnuda. A los cinco minutos todos los hombres del bar la miraban con descaro, y sus movimientos empezaban a escandalizar a las chicas, que molestan tiraban de sus novios y maridos hacia el exterior del local.
Se acercó a él. Sin mediar palabra. Sin dejarle respirar. Le cogió del antebrazo y se lo llevó fuera.
Ella buscó con la mirada un lugar oscuro. Él, conociendo el lugar la llevo a varios metros.
Mientras ella le besaba largamente, con ansias las manos de él ya habían recorrido la mitad superior de su cuerpo, teniendo la seguridad que la chica le respondería a cualquier caricia que él deseará. Eso le exitó tanto que temío acabar antes de empezar.
La colocó de espalda contra el coche aparcado. le subio el vestido y pudo ver su culo, que desafiante brillaba en la noche. Bajó la cabeza casi por acto reflejo, lamiendo, chupando, mordisqueando como cuando algo prohibido entra en tu vida y tienes miedo a que te lo quiten.
María gemía sin hablar. Con los ojos cerrados se dejaba hacer. El la pusó de rodillas y le introdujo su pene en la boca. En un principio desapació, pero como parecía que ahí tampoco tenía mucha resistencia aumento el ritmo, cogiendo fuertemente la cabeza de ella. El sentimiento de poder, de hacer sin encontrar barreras le estaba haciendo perder el control.
María se incorporó. Se sentó en el capó del coche y abrío sus piernas. El la vió frágil, y por unos segundos se pregunto quien sería aquella chiquilla. Pero la imagen de María acariciándose, introduciéndo su dedo una y otra vez le volvió a la realidad. Fuerte, como sintiendo que eso era la que ella quería la penetró como nunca se atrevería a penetrar a nadie que amara.Se movió en su interior con rabia, deseando desgarrar, abrir hacer daño.
María gritaba hasta que sintió que el ritmo de él se enfurecía. En ese momento se retiró. El pensando que se acomodaba a otra postura, se quedo perplejo cuando la vió ponerse el vestido y andar. Sin volver a mirar atrás.
Cuando llegó a su casa aún empapada en sudor, se recostó en la cama, sonriendo. Pensando que sólo, sólo sería por una noche...