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Categoría: Confesiones

Sofía

Quiero que sepas que te deseo, que te encuentro más fascinante que nunca, que en tu nombre y en tu espíritu encuentro la fuerza de una mujer independiente y libre; será eso o la evolución creadora que gira en su rueda infinita, lo que me hace imaginarme esta noche tu silueta a contra luz; fumas y cruzas las piernas, veo tus portentosas piernas y tus labios pintados, una sonrisa coqueta abre el telón de la noche.

Lanzas el humo en mi cara. Caigo a tus pies como un devoto y beso tus muslos, lamo tus labios vaginales por encima de las bragas mientras meto mis manos debajo de tu vestido para acariciar tus piernas, adoro el toque cálido y terso. Eres la mujer más sensual que he conocido en mi vida.

Me halaga que me dejes adorarte de esta manera, al sonido de una batería monolítica y una guitarra desbordante, te sirves otro whisky, observas por la ventana; yo, todavía hincado, me acerco a ti para besarte y lamerte las nalgas, por encima del vestido.

Me pongo de pie atrás de ti, sientes mi erección contra tus nalgas, agarro tus pechos por encima de la ropa. Tú, indiferente, le das otra calada a tu cigarro.

Quiero que sepas que me gustas mucho, más de lo que me gusta cualquier otra mujer, que he soñado contigo, que muchas noches me he masturbado pensando en ti, que eres para mí una mujer llena de inteligencia y sabiduría, amo tus neuronas. Una pequeña gota de alcohol resbala por la comisura de tus labios, lo quito con un beso.

Pero me dices, Al suelo perro, me acuesto en el suelo y metes tus tacones en mi boca para que los chupe; quitas tus zapatos y tus medias, despacito, justo arriba de mí para que vea el espectáculo, el mini striptease, entonces metes uno a uno los dedos de tus pies en mi boca; notas mi erección y me pones un pie encima, acariciando y después presionando.

Sonríes mientras bebes tu copa. Me muestras cómo deslizas suavemente tus calzones, te inclinas un poco hasta que queda tu coño en mi cara, lo restriegas en mi nariz, lanzo mi lengua para acariciar los trazos de tus labios vaginales, bebo tu humedad, chupo y muerdo con la comisura de mis labios tu clítoris; te mueves en vaivenes hasta que te corres en mi cara, sin escrúpulos.

Después tanteas mi entrepierna, tengo durísima la verga, te posas sobre ella, pero sin sacarla del pantalón y comienzas a moverte con suavidad, pero ritmo perfecto. Intento agarrarte las nalgas y me das una bofetada para que esté quieto. Te mueves, cada vez me calientas más, pero los movimientos hacen a la vez de masturbación, la fricción candente y deliciosa me hace eyacular dentro de los pantalones.

Vas, te paras frente a las ventanas, levantas tu vestido y me enseñas tus nalgas, me preguntas que si me gustan y te digo que me encantan. Te sientas, fumando tu puro, el humo alrededor de ti te da un halo misterioso y excitante. Desabotonas tu blusa, dejas al descubierto tus hermosos pechos, grandes y jugosos, aprietas tus pezones, los diriges hacia mí, me los muestras y me llamas con el dedo.

Me acerco a mamar de ellos como un lactante, chupo y muerdo, con la punta de mi lengua dibujo tenues espirales de saliva hasta llegar a la punta y terminar con una pequeñita mordida. Me dejas hacer, fumas y bebes mientras tanto, acaricias mi cabello.

De repente me jalas el cabello, me besas mordiéndome violentamente los labios, me escupes dentro de la boca, me ordenas que me ponga de pie, lo hago y bajas mis pantalones, encuentras mi verga llena de semen, con tus uñas largas recoges un poco y lo pruebas. Me ordenas acostarme en la cama, obedezco; me montas y te deslizas sobre mi pene hasta ponerlo duro de nuevo, una vez duro lo tomas con tus dedos para introducirlo dentro de ti, me cabalgas con un ritmo perfecto, gimiendo y mordiendo tus labios, te apoyas en mi pecho para mover las caderas con exactitud magistral.

Veo tus pechos en álgidos movimientos, tus pezones durísimos y hermosos. Te volteas, me muestras tu culo; te sientas en mi verga, en sube y baja apocalíptico y enfermo, me cabalgas; me excitan las líneas de tu espalda, el olor de tus manos, mi pene grueso se abre paso en tus entrañas; me aferro a tus nalgas, sudamos, gritas, gimes, te sueltas, te dejas ir…

Me cabalgas riquísimo, como la más puta de las mujeres, me excitas muchísimo…

 

Me abrazo a tus pechos, me desvanezco en medio de tus piernas; mi semen resbalando por tus orillas.

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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