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Sodomizando a mi compañera

~~Este
 relato es 100% real, con todos los detalles posibles y tengo la autorización
 de ella para publicarlo. Durante todo ese tiempo busqué la
 forma de cogerme a esta mujer, pero ella era casada y convencida de
 lo que no debía hacer una mujer casada.
 Mi nombre es Alberto de 53 años, ingeniero mecánico,
 católico, casado, de Argentina; ella Silvia Graciela 44 años,
 judía, ingeniera química, casada, tres hijos, pelo rojizo,
 ojos claros, piel blanca, tetas del temaño justo mas bien grandes,
 lindas piernas y mejores muslos y una cola hermosa levantada y dura.
 Ambos nos desempeñamos en una compañía dedicada
 a la investigación y desarrllo en energía nuclear.
 Lo que me gustaba de ella es que a pesar de tener buen cuerpo no le
 gustaba mostrarlo, venía a trabajar casi siempre con blusas
 abotonadas y pantalones.
 A mi me excitaba mucho ella, pero la veía tan seria y tan comprometida
 con su trabajo que nunca imaginé nada especial entre los dos.
 Después de unos 6 meses de trabajar juntos empecé a
 tener más contacto con Silvia siempre por questiones de trabajo,
 asistíamos juntos a convenciones, seminarios, cursos, etc.
 Durante estas tareas teníamos bastante tiempo libre para hablar
 de nuestras cosas, ella siempre hablaba y comentaba sobre su matrimonio,
 sus hijos lo que consideraba lo más importante de su vida y
 no me daba chances de nada.
 Nuestra relación se fue haciendo cada ves más fuerte,
 inclusive en algunas oportunidades nos reunimos los dos matrimonios
 para cenar o asistir al cine.
 Si bien no había una relación muy íntima ni eramos
 grandes amigos había una muy buena relación laboral
 y una muy buena relación con su esposo.
 Jamás en esos primeros meses hubo algún indicio de nada,
 ni de parte de ella ni mía tampoco, digamos que eramos muy
 buenos compañeros de trabajo.
 A partir del sexto més ya teníamos confianza suficiente
 para que ella me contara cosas más privadas de su familia,
 pero todavía eran cosas que solo seguían confirmando
 su felicidad por la vida que tenía.
 Cada ves ella me gustaba más, todos mis compañeros comentaban
 lo buena que estaba y las cosas que le harían, eso me calentaba
 y alentaba a conseguir que fuera mía.
 Como siempre ocurre en la vida hay momentos de quiebre o que pasa
 algo especial cuando uno busca algo; hasta que un día Silvia
 llegó al trabajo muy triste, me dí cuenta que algo le
 pasaba, le pregunté y no me respondió.
 Ante mi insistencia me contó que solo había sido una
 pelea con su marido por cuestiones normales de pareja pero que a ella
 eso la afectaba mucho.
 Me contó en forma resumida su problema y yo consolándola
 le agarré la mano, le hice una caricia y la besé en
 la mejilla.
 Aparentemente le gustó ya que se puso mejor y comenzó
 a ser la de todos los días.
 Al día siguiente mientras tomábamos un café comenzamos
 a hablar más distendidos, ella me dijo que la había
 hecho sentir muy bien, que con mis palabras la había ayudado
 a sentirse mejor, y me dió un beso en la mejilla muy cerca
 de mis labios.
 Le devolví el beso, y sutilmente le dije al oído que
 lo hacía porque ella se lo merecía, al final le dije
 que era divina como persona y como mujer y que me encantaba como ella
 era.
 Le volví a susurrar en su oído cuanto me gustaba, ahí
 entendió pero no dijo nada y se fue a su escritorio.
 Durante el resto de la semana ella parecía estar algo distante,
 sería por lo que le había dicho.
 Recién a las dos semanas volví sobre el tema, ese día
 Silvia estaba más linda que nunca, vestía blusa abotonada
 blanca, pollera a la rodilla ajustada y zapatos de taco alto.
 Comenzamos a hablar de cuando ella era joven, y de su primer novio,
 antes de casarse con su actual marido.
 Le pregunté si se había casado virgen, se puso colorada
 y cerrando los ojos me dijo que sí.
 Me acerqué a ella y la besé en la boca, ella se hizo
 para atrás pero la tomé de la cintura y la besé
 nuevamente en la boca, se separó y me dijo que no lo hiciera
 más ya que no estaba bien.
 Le dije que lo hacía porque ella me excitaba mucho y no podía
 aguantar la necesidad de hacerlo.
 Me di cuenta que si bien me había apartado su boca no le había
 desagradado y le pregunté; Silvia solo decime si te gustó
 o nó, si querías hacerlo o nó, no me respondió
 nada con lo cual entendí que la respuesta era SI.
 Al día siguiente mientras trabajabamos juntos, ella se dio
 cuenta que no prestaba atención a lo que hacíamos, me
 dijo trabajemos , le respondí que no podía
 y le pedí que cerrara los ojos, ella me dijo noooooooo, tanto
 le insistí que lo hizo y yo me acerqué y la besé
 furiosamente en la boca tratando de meterle la lengua, la tenía
 agarrada del cuello pero esta ves no trató de retirarse.
 Fue un beso delicioso y más aún cuando ella habrió
 los labios y nuestras lenguas se encontraron.
 Al día siguiente nuevamente Silvia estaba triste, me contó
 una nueva discusión con su esposo, nada tremendo per a ella
 la ponían muy mal estas peleas.
 Luego de escucharla le dije que me dejara besarla y me respondió
 NO, insistí, insistí hasta que ella cedió.
 Me acerque y la besé, para mi sorpresa ella habrió su
 boca y nuevamente nuestras lenguas entraron en contacto, dejamos de
 besarnos, le pregunté si le había gustado, me respondió
 mucho, mucho.
 La abracé muy tiernamente y volvimos a besarnos.
 Lo que sentí no lo puedo explicar, había deseado este
 momento durante tanto tiempo y ahora se realizaba mi sueño.
 Seguí besándola y le pregunté si le gustaba,
 me dijo que sí que le gustaba y la hacía sentirse bien,
 pero que no estaba bien lo que hacíamos y que podían
 vernos.
 A partir de ese día nuestra relación cambió totalmente,
 yo no la presionaba, esperaba que ella se sintiera cómoda y
 dispuesta entregarse totalmente.
 A los dos días al terminar de trabajar me levanté y
 la abracé y nos besamos como si fuera un reencuentro después
 de varios meses, sentí que ella me besaba bastante apasionada,
 entonces con una mano la apreté contra mi cuerpo y la otra
 mano la metí por debajo de su remera, ella me la sacó,
 insistí y volví a meterla, ella me decía que
 no pero no me la sacó.
 Pasé mi mano por su espalda, por su pancita, le agarré
 las nalgas y la apreté fuertemente contra mí. ¨
 Ella ¨ sintió por primera ves la dureza de mi pija, al
 principio hacía algo de fuerza para que la soltara, pero luego
 como yo insistía se ablandó y es más sentía
 como apoyaba su concha sobre mi parada poronga.
 Seguí con mis manos en sus nalgas, luego las metí por
 debajo de su corpiño, ella decía que no lo hiciera pero
 no se oponía a mis caricias.
 Seguí besándola hasta que le desprendí el corpiño
 y sin dejar de besarla le levanté la remera y el sostén,
 y toqué por primera ves sus deliciosas tetas.
 Le seguí apoyando fuertemente mi pija para que la sintiera
 bien, me pidió que pararamos, lo hice, ella se puso el corpiño
 y la remera, me miró a los ojos y se fue.
 El jueves teníamos que asistir a una conferencia a las 15 horas,
 cuando terminamos le ofrecí llevarla a su casa, ella aceptó
 sin oponer reparo alguno, no tomé el camino para llevarla sinó
 que iba hacia otro lado, me preguntó adonde iba y le dije que
 debía entregar unos documentos a un amigo, me miró a
 los ojos y no preguntó más.
 Llegamos, le pedí que me acompañara y lo hizo, bajé
 con unas carpetas, cuando vió que habría la puerta de
 un departamento me miró extrañada, su cara era como
 que no entendía nada de nada.
 Entramos, cerré la puerta con llave la abracé y no le
 dí tiempo a que dijera nada, ni opinara nada, la besé
 varias beses y ella no se opuso.
 La verdad que si no hacía esto no podría conseguir nada
 ya que sus culpas no la dejaban hacer lo que en definitiva quería
 hacer.
 Silvia me decía que estaba loco que no quería hacer
 nada y que la dejara irse, yo no le contestaba y la seguía
 besando y ella insistía en que no quería.
 La bese varios minutos y se relajó un poco y comencé
 nuevamente a besarla y comencé a desabotonarle la blusa, ella
 no decía nada, le saqué la blusa, desprendí y
 saqué el corpiño y solo quedó con la pollera
 hasta las rodillas puesta.
 La apoyé contra la pared y comencé a apretarla para
 que sintiera la dureza de mi pija en su concha.
 Me corrí un poco hacia atrás para pode verle las tetas,
 ella me miraba con vergüenza como si fuera la primera vez que
 un hombre la veía semi desnuda, verle los pezones me excitaba
 más, estos eran rosados y bien grandes y estaban parados.
 Le descorrí el cierre y bajé su pollera, esta quedó
 en el piso alrrededor de sus pies, su bombacha era blanca bastante
 chica de las que se meten en la cola, y empecé a acariciarle
 sus divinas nalgas.
 Ella estaba excitada y muy nerviosa, sin soltarla la llevé
 al dormitorio la acosté en la cama boca arriba solamente con
 su bombacha blanca, la veía bastante nerviosa pero muy excitada.
 Me saqué la ropa dejándome solo los calzoncillos.
 Me acosté sobre ella y empecé a besarle las tetas y
 los pezones, notaba que le gustaba esto que le hacía y de su
 boca salían leves gemidos de placer.
 Luego de chuparla por unos 10 minutos le pasé la lengua hasta
 llegar a su bombacha, se la comencé a sacar, ella me ayudó
 levantando la cola, en cuanto sintió mi aliento en su concha
 dejó escapar gemidos de placer.
 Parecía una adolescente que lo hacía por primera ves,
 estaba muy excitada, cuando la toqué estaba toda mojada y su
 clítoris duro.
 Le abrí las piernas, me puse entre sus muslos y empecé
 a chuparle la concha, la tenía depilada por los bordes solamente,
 además tenía los labios de la concha bien abiertos y
 grandes y eso me excitó aún más. Le metía
 la lengua bien adentro de la concha, ella se movía y mojaba
 aún más.
 Le hice esto por unos 15 minutos, luego me acosté a su lado
 y mientras volvía a chuparle las tetas y pezones le agarré
 la mano y se la llevé a mi pija, cuando la tocó cerró
 los ojos, la apretó y empezó a acariciarla a todo lo
 largo llegando a acariciarme los huevos, parecía que por años
 hubiese estado esperando hacer esto.
 Yo le preguntaba al oído si le gustaba lo que me hacía,
 ella aún con los ojos cerrados me decía, si me gusta
 mucho.
 Le pregunté si se sentía bien, si me dijo, se la notaba
 fuera de sí debido a la excitación que tenía.
 Siguió acariciándome la pija y yo le empecé a
 meter los dedos en la concha, los sacaba y se los ponía en
 la boca para que los chupara y sintiera el sabor de sus flujos.
 Verle la cara de señora seria chupando los dedos con su flujo
 me producía una excitación enorme.
 La dí vuelta y comencé a chuparle la concha por atrás
 y además pasaba la lengua hasta llegar a su cerrado culito.
 Llevarla a ese grado de excitación me calentaba más
 que el hecho de cogérmela.
 Le metí varias veces la lengua adentro de su precioso culo
 y luego en su mojada y ardiente concha, ella se movía como
 loca.
 Me paré, la levanté de la cama y le pedí que
 se arrodillara, yo la tenía muy parada y dura, le pasé
 la pija por las mejillas y los labios dejando sobre ellos el líquido
 pre seminal.
 Le pedí que la agarrara con ámbas manos, habriera la
 boca y me la chupara, lo hizo inmediatamente con unas ganas terribles
 de mamarme, le pasaba la lengua por los lados como desesperada, ya
 la guiaba, y llegué a meterle los huevos en su boca para que
 los chupara, cada tanto le sacaba la pija de la boca y se la pasaba
 por la cara y los pezones.
 Conseguí metérsela toda en la boca hasta que le dieron
 arcadas, se la saqué, la hice acostar de espaldas sobre la
 cama, me puse sobre ella mirándola a los ojos, le pedí
 que me mirara a la cara, cuando ella cerraba los ojos volvía
 a decirle que me mirara y no sacara la vista de mi cara, que no dejara
 de mirarme y que no se le ocurriera cerrar los ojos, mientras le decía
 esto le pasaba la cabeza de mi pija por toda la concha.
 Cuando comenzó a mirarme a los ojos se la empecé a meter
 suavemente, tenía una cara que demostraba el enorme placer
 que sentía.
 Silvia se acomodó y abrió mas sus piernas, empecé
 a meterla y sacarla despacio, ella se volvía loca de calentura
 y empujaba su pelvis hacia mi cuerpo.
 Se la seguí metiendo y sacando lenta y suavemente preguntándole
 si estaba bien, me dijo que estaba muy bien, más de lo que
 ella hubiese imaginado.
 Le pregunté si se cuidaba, me respondió que si, ahora
 empecé a cogerla un poco más fuerte, ella me apretó
 por la cintura con sus piernas agarrándose de mis nalgas con
 ambas manos.
 Acabamos juntos, yo adentro de su concha y ella mojó todo el
 tronco de mi pija con sus jugos, ella gemía de placer tratando
 e controlarse y gozar, se la saqué y le dejé unas gotas
 de mi semen en su ombligo.
 Nos abrazamos muy fuerte y nos quedamos así un largo rato,
 le pregunté si había disfrutado, me besó de lengua
 y me dijo ¨ como nunca en mi vida ¨ Le pregunté si
 le había gustado mi pija, sonriéndose me dijo mucho,
 mucho, es larga, gorda y muy dura.
 Seguimos conversando un rato, se me paró nuevamente y esta
 ves ella quiso ponerse arriba, me cabalgó por unos 20 minutos
 hasta que la llené nuevamente de leche.
 Nos bañamos, vestimos y la llevé hasta su casa. Luego
 nos seguimos viendo todos los días en la oficina y pude preguntarle
 como se sentía después de nuestro encuentro amoroso,
 me respondió que le había encantado, que se había
 sentido muy bien, que se sentía una mujer, que le gustaba que
 alguien se fijara en ella y que no lo olvidaría nunca, pero
 no quería hacerlo nunca más.
 Me levanté y acercándome a su silla la besé en
 los labios sin dejar que pudiera decirme nada, no corrió su
 cara ni su boca pero me dijo ¨ basta no seas malo ¨.
 A partir de ahí lo único que hacía era pensar
 la manera de convencerla para hacerlo nuevamente, pensando que ella
 nunca me diría que sí aunque se muriera de ganas, su
 forma de ser era más fuerte que sus ganas.
 Lo que conseguí que me dijera fue que le había gustado
 estar conmigo, empecé a imaginar como hacer para que sin darse
 cuenta estuviera nuevamente en la cama a mi lado.
 Por unas cuantas semanas no le hice ningún comentario ni insistí
 con el tema, además ya la había hecho mía y eso
 me dejaba más tranquilo y me aseguraba que en algún
 momento la volveríamos a hacer.
 Y la oportunidad se dio sin buscarla, debimos viajar por trabajo y
 alojarnos en el mismo hotel, donde conseguí que nos dieran
 habitaciones contiguas.
 Viajamos, llegamos al hotel, no toqué para nada el tema que
 me enloquecía.
 Quedamos en juntarnos a las 21.00 para ir a cenar, fuimos a cenar
 a un restaurante hermoso y mientras cenábamos conversamos bastante
 de nuestras respectivas familias, de las cosas que nos gustaban, de
 las cosas que queríamos, de nuestros gustos, realmente fue
 una cena amena y divertida. La hice tomar un buen vino tinto y eso
 logró que se soltara un poco más.
 Terminamos de cenar y la invité a tomar una copa en una confitería
 que me habían recomendado, ella me dijo que no quería
 ya que deseaba acostarse temprano debido a que el otro día
 nos esperaba una ardua tarea.
 Acepté, todo había resultado perfecto y en ningún
 momento yo le insinué nada, ella estaba tranquila y sin sospechar
 nada.
 Llegamos al hotel, en el ascensor me confesó que estaba rendida
 de cansancio, que quería sacarse la ropa, bañarse y
 dormir.
 Llegamos a su cuarto, ella habrió la puerta y cuando se despedía
 de mí con un beso en la mejilla la agarré de la cara
 y le dí un tremendo beso en la boca.
 Se puso furiosa y me dijo ¨ Te dije que basta, esto se terminó
 ¨ se dio vuelta queriendo entrar y cerrar la puerta, y yo que
 ya estaba jugado no me iba a quedar tranquilo, puse la pierna en la
 puerta y no dejé que la cerrara.
 Ella en forma rotunda me decía que no quería saber más
 nada con esto, que ya estaba terminado, que no la molestara más,
 que la dejara tranquila ya bastante mal le había hecho.
 Yo le decía que se tranquilizara, que me dejara entrar a su
 cuarto, que estabamos haciendo papelones y que nos podían ver.
 Cuando conseguí tranquilizarla se corrió y me dejó
 entrar, me miró a los ojos diciéndome ¨ Porque me
 haces esto, no quiero hacer nada ¨.
 Si bien ella decía eso yo la notaba más entregada, le
 tomé las manos y le dije que se tranquilizara. La
 abracé, ella se relajó un poco mientras decía
 NO, NO, NO, NO, NO, ESTO ESTA PESIMO, NO QUIERO HACER NADA.
 La miré a los ojos y le dije que estaba hermosa y que no podía
 controlar las ganas de besarla.
 Ella me miró a los ojos, sus pechos delataban que estaba excitada,
 suspirando me susurró que por favor la dejara y me fuera.
 No le di tiempo para pensar y le dije que bueno me iba, la besé
 en la boca con un beso largo y sensual mientras la abrazaba fuertemente,
 ahí ella se soltó un poco y me abrazó.
 La seguí besando ya que no quería darle la oportunidad
 de que me rechazara.
 Cuando la noté relajada y sentí que ella también
 participaba en el beso, sin sacar mis labios de su boca la llevé
 hasta la cama, la acosté y yo lo hice sobre ella.
 Comencé a decirle cosas lindas mientras besaba su cuello, sus
 ojos y sus orejas y empecé a tocarle las tetas por encima de
 la blusa.
 Le pregunté si tenía ganas de estar así a mi
 lado y me respondió SIIIIIIIIII.
 La levanté de la cama y comencé a sacar la blusa, le
 saqué el corpiño y la pollera, la dejé solo con
 la bombacha negra transparente de encaje, le quedaba muy apretada
 y dejaba ver los pelitos de su concha.
 Se la metí bien entre las nalgas levantándola, lo que
 hacía que ella se pusiera en puntas de pié.
 Mientras seguía besandola note que ya estaba bastante excitada
 y cuando le tocaba las tetas gemía de placer por lo que comencé
 a apretarle los pezones mas fuerte y se excitaba mas.
 Silvia tenía los pezone rosados y bastante grandes y cuando
 se los apretaba se le ponían duros y se le paraban mucho.
 Ví que mientras má se los apretaba ella se excitaba
 y suspiraba.
 Al darme cuenta que controlaba la situación comencé
 a mordeselos despacio y al ratito de hacerlo ya los tenía colorados,
 mientras la mordía ella me susurraba al oído que no
 le dejara marcas, yo le preguntaba si le gustaba, ella me decía
 que si y que la excitaba mucho.
 Me separé y le dije que me desnudara.
 Empezó por la camisa, los pantalones y finalmente me bajó
 el calzoncillo, cuando vió mi pija parada la agarró
 con ámbas manos, se arrodilló y comenzó a chuparmela.
 Parecía desesperada, tenía mi pija agarrada muy fuerte
 y me la chupaba, digamos mas bien me la mamaba desesperadamente, se
 la metía bien adentro de la boca, la besaba al sacarla, la
 lamía y acariciaba los huevos.
 Me senté en la cama y ella arrodillada seguía mamandome
 la pija, le pedí que me mirara a la cara, deseaba ver su expreción
 al haceme esto.
 Le dije: Silvia no puedo creer lo que veo, ella bajaba la cabeza y
 seguía con su deliciosa mamada.
 Antes de acabar la levanté, la agarre de los pelos y la besé
 fuertemente en la boca y le dije que era una puta divina, cuando le
 dije eso ella me abrazo más fuerte y me besó metiendo
 toda su lengua dentro de mi boca.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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  • Valoración:
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