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Categoría: Maduras

Silvia, una mujer singular

Recuerdo cuando tenía 22 años, aquella intensa relación con Silvia, una mujer mayor que yo que en aquel entonces tenía 36 años. Yo venía de romper definitivamente con mi ex-novia Gabriela de la cual estaba aún terriblemente enamorado y vivía atormentado y con una terrible angustia pues me era imposible olvidarla.



Silvia era casi una vecina que vivía en la siguiente calle a la mía, en una casa de bajos muy antigua con una puerta de doble hoja. A veces durante algunas noches calurosas de verano la veía sentada en escalón de la puerta de su casa tomando un poco de aire fresco. Debo confesar que no me llamaba la atención como mujer pues además de que era demasiado mayor para mí, no era especialmente bonita, de poco pecho, muy delgada pero de un generoso trasero de nalgas muy prominentes y respingadas en comparación de su delgadez. Normalmente vestía de manera sobria con faldas anchas o pantalones anchos seguramente para disimular las curvas de sus nalgas. Yo diría que es una de esas mujeres que quería pasar un poco desapercibida para los hombres. Silvia era casada aunque su marido era casi un desconocido en el barrio y sólo una vez la vi acompañada por él.



Por aquel tiempo yo leía mucho y siempre estaba con libros o novelas en las manos. Entre otras cosas leía mucho novelas de amor pues la verdad es que son bastante romántico y este género me atrae mucho. Mis amigos a veces me tomaban el pelo por leer libros que ellos no podían ni soportar tener en sus manos, pero reconozco que estas lecturas me dieron bastante facilidades de palabra para interesar a las mujeres mediante conversaciones que mis amigos no eran capaces de mantener por desconocer ciertas sensibilidades del sexo opuesto.



Recuerdo aquel viernes por la tarde en la cola de cajas del supermercado de la esquina, ella estaba detrás de mí. Mientras pagaba tuve que dejar momentáneamente mis libros en la cinta de la caja destacando una novela de amor que se llamaba "Perla". Vi como ella inclinaba un poco su cabeza para leer la tapa del libro. Nuestras miradas se encontraron y me sonrió. No sé porqué pero me sonrojé un poco. A la salida del supermercado oí su voz que me llamaba, me acerqué y me dijo que estaba asombrada que un muchacho como yo leyera una novela de amor tan profunda, que ella la había leído y creía que era francamente muy bueno. Se presento con su nombre y dijo ser profesora de Literatura. Comentamos un poco el contenido del libro y ella se quedó encantada de las diversas interpretaciones que yo daba de los personajes del mismo. Me dijo que ella tenía muchas novelas del género y que sí iba un día por su casa me prestaría las que quisiera. Quedamos para el Lunes siguiente a última hora en su casa.



Ese Lunes me recibió alrededor de las 9 de la noche y me mostró una impresionante biblioteca. Ella me recomendó 2 libros que finalmente tomé y me puso como condición que luego de leerlos comentara con ella lo que me habían parecido. Estaba sola pues su marido era ingeniero agrónomo y estaba en un pueblo a 300 km de la capital en un proyecto de forestación durante 3 meses, él venía los jueves por la noche y los lunes retornaba a su lugar de trabajo. Estuvimos charlando durante 2 horas y en ningún momento pasó por mi cabeza algo más que una amistad nacida entre una pasión por los libros.



Durante 2 semanas fui a su casa los días que su marido no estaba. Progresivamente noté un cambio en su manera de vestir dado que iba con ropa más ajustada y con faldas mas cortas, pero únicamente dentro de casa. Comenzamos hablar de nuestras vidas comentándole lo mal que llevaba mi rotura de noviazgo con Gabriela y lo pésimo que me encontraba. Ella me hablaba que su matrimonio era un desastre y que ya casi habían acordado con Alberto su marido, una posible separación futura. Me decía que su vida sexual no funcionaba dado que el le decía que era frígida y que no tenía interés por el sexo. Estaba convencida además de que Alberto tenía otra mujer en el lugar de su trabajo actual. No sé en que momento exacto pasó pero, me di cuenta que comenzaba a desearla y los momentos que estaba con ella estaba terriblemente excitado. En su casa se ponía unas camisetas de algodón muy escotadas sin sujetador y cada vez que se agachaba o inclinaba hacía mí veía sus pequeños pechos desnudos. Para colmo últimamente se ponía unos shorts cortos también de algodón que marcaban exageradamente sus nalgas y yo no perdía ninguna ocasión para observarla lascivamente. Era indudable que ella se daba cuenta y que le gustaba ya que sus pezones casi siempre estaban erectos y eso me producía una endiablada erección.



Quería besar y morder esos pechos, mi imaginación representaba mil veces una escena haciendo el amor con ella pero no atinaba a tomar ninguna clase de iniciativa, comencé a obsesionarme con ella y durante la noche en casa fantaseaba con alguna forma de poder conseguir mis deseos y finalmente tenía que masturbarme una o dos veces para conciliar el sueño.



Llevaba ya casi un mes yendo cada día a su casa por las noches y aún no ocurría nada. La verdad es que soy bastante tímido y llegué a la conclusión que si ella no tomaba una iniciativa abierta jamás pasaría nada.



Una noche al salir de mi trabajo fuimos a tomar unas copas con los compañeros. Terminé algo bebido y me fui directamente a casa de Silvia. Como es obvio por el efecto del alcohol estaba bastante envalentonado y decidí que esa noche pasara lo que pasara intentaría templarme a Silvia. Cuando me recibió se dio cuenta enseguida que estaba algo bebido.



-"Pensaba leerte un poema de unos de mis alumnos que es realmente bueno pero que es mejor que te prepare un café muy fuerte".



Se dirigió a la cocina y yo la seguí. Mientras ella preparaba el café yo me puse detrás explicando porque había bebido esa noche, aunque no dejaba de mirarle sus hermosas nalgas. Mi excitación estaba al máximo, un hormigueo quemaba mi vientre y mi pene parecía querer explotar dentro de mis pantalones. Quería acercarme y tomarle desde atrás los pechos pero me sentía paralizado por los nervios. Me acerqué lentamente extendiendo mis manos pero en vez de ponerlas sobre sus pechos solo atiné a colocarlas sobre su cuello y comenzar un lento masaje. Me sentía algo estúpido porque no era eso precisamente lo que quería hacer.



-"¡Ah que agradable!" –dijo inclinando la cabeza hacia atrás y entrecerrando los ojos.



Continué mi masaje esperando reunir valor para bajar mis manos pero mi mente establecía una barrera invisible que impedía bajarlas. Me acerque unos centímetros más a ella lo suficiente para que mi aliento ya entrecortado diera sobre sus hombros. Inesperadamente ella apagó el fuego del gas dónde se hacía el café y se dio vuelta, fijó sus ojos en los míos durante un eterno y silencioso segundo y dijo:



-"No creo que sea una buena idea ni creo que sea lo mas debido, pero es que... es que......."



Me besó desesperadamente metiendo toda su lengua en mi boca recorriendo cada punto de la misma y me apretó tomándome con sus dos manos sobre mis nalgas y apretando hacia ella. Comenzó un furioso vaivén con su vientre restregando su vagina contra mi pene. Su calentura era tremenda habiendo perdido el control total de sí misma con una respiración muy ruidosa y entrecortada. Yo me encontraba al borde de la locura y lamentaba terriblemente no haberme masturbado la noche anterior porque era evidente que eyacularia ahí mismo con los pantalones puestos. Intente separarme pero fue demasiado tarde porque mi comencé a descargar toda mi leche mojando calzoncillo y pantalón. Di un prolongado grito de placer y casi inmediatamente esa sensación que liberaba mis entrañas pasó a una vergüenza infinita porque jamás me había pasado algo parecido. Ella se separó de mí y miró mi pantalón mojado por el semen y comenzó a sonreír aumentando aún mas mi sonrojo.



-"No te rías, me da vergüenza, nunca me pasó".



-"Mejor, a mí me agrada que yo haya sido la causa de esta primera vez" – respondió



-"Es que pensarás que soy un calentón que no se puede controlar".



-"Yo solo pienso que con mi marido jamás he podido lograr algo parecido. Ven vamos al baño para limpiarte".



Me llevó hasta el baño y me obligo a quitarme el pantalón y calzoncillos. Sentí cierto pudor inexplicable que me viera desnudo de cintura para abajo. Ella no paraba de sonreír. El calzoncillo lo tiró dentro de la bañera comentando que habría que lavarlo por completo y que esta noche me tendría que ir sin ellos puestos. Quitó las manchas del pantalón con un poco de agua y lo colgó de la barra de la cortina de la ducha levantando sus brazos en alto para ello. Su camiseta se alzó y pude ver su cintura desnuda cuestión que provocó inmediatamente una nueva erección en mí, me acerque por detrás y metí las manos bajo su camiseta subiéndolas hasta sus pechos. Que delicia tocar esas pequeñas tetas con unos pezones durísimos. Comencé a besarle el cuello y apretar mi vientre contra sus nalgas. Ella correspondió meneándolo y apretándolo fuertemente contra mi pene. Bajé mi mano derecha hacia su vientre y luego por debajo de su short, ella desabrochó los dos primeros botones del short para facilitar la entrada de mi mano en su vagina apartando previamente el delgado elástico de su blumer. Acaricié el suave vello de su pubis y finalmente mis dedos se posaron en su abertura que estaba totalmente mojada, así como también su blumer. Me centré en su clítoris y empecé a darle un suave masaje circular. Su respiración fue en aumento jadeando y gritando de placer.



-"No parees, no parees, sigue sigueeeee aaaaaaaahhhhhhh siiiiiii"



Su vientre comenzó a temblar con entrecortadas convulsiones ante el orgasmo que tenía entre gritos de placer. Apretó mi mano contra su vulva y la mantuvo así con una fuerza endiablada torciéndome mis dedos. Se reclinó sobre la bañera y quedó exhausta e inmóvil durante unos segundos. Retiré suavemente mi mano ya que me había obligado a inclinar mi cuerpo en una postura incómoda. Estaba totalmente empapada del flujo de su orgasmo, no se porqué lo hice pero comencé a chuparme los dedos saboreando el liquido que no se parecía a ningún sabor conocido aún por mí ya que con Gabriela evitaba tragarme sus jugos. Mi excitación estaba ya al límite, ella estaba aún de espaldas a mí agachada con sus manos apoyadas en la bañera y su pantaloncito y blumer bajados a medias mostrando un gran parte de la raja de sus nalgas. En un gesto casi violento baje su short arrastrando con el su blumer, dejando su increíble y deseadas nalgas a centímetros de mi ansiado pene. La tomé por la cintura y metí mi erección entre sus nalgas con el glande hacia arriba y comencé un frenético movimiento como sí la hubiera penetrado. Ella siguió mis movimientos apretando sus nalgas hacia mí. Cuando creí que me iba a venir me separé de ella creyendo que ya era el momento de penetrarla por su excitada vagina. Tomando mi miembro con la mano intenté bajar en la dirección correcta. En es momento ella se irguió se dio la vuelta y retiró con su mano mi cuerpo.



-"¿Que pasa?" - le pregunto.



-"Aún no es el momento" - me contestó.



-"Pero....me vas a dejar así" - le pregunto desconcertado.



-"No claro que no, yo ya no puedo parar" - me respondió con una voz que se entrecortaba con el deseo de tenerme dentro de si.



Con su mano derecha tomó mi nuca y la trajo hacia ella besándome apasionadamente, mientras tanto con su mano izquierda tomó firmemente mi pene y comenzó a masturbarme lentamente. A continuación se sentó en el borde de la bañera sin soltar mi miembro colocándola a la altura de su boca. Sabía lo que iba a hacer y estaba deseando sentir sus labios sobre mi glande. Empezó suavemente acariciar la punta contra sus mejillas y de vez en cuando la pasaba entre sus labios mojados de saliva de arriba abajo y de izquierda a derecha. Mi glande estaba morado de la acumulación de la sangre por la excitación y las venas estaban terriblemente hinchadas. Para mí era una tortura, necesitaba urgentemente otro orgasmo que me aliviara. En un acto incontrolado la tomé violentamente con una mano detrás de la nuca y con la otra dirigí el pene hacia su boca. La apoyé sobre sus labios restregándola fuertemente sobre sus dientes porque la ella no abría la boca.



-"¡Abre la boca!" - grité violentamente.



Pegó un leve brinco no sé si por el susto de mi grito imprevisto y abrió la boca inmediatamente. Con un doble movimiento muy rápido de mi pene hacia delante y atrayendo su cabeza con mi mano que aún estaba en su nuca, enterré mi 17 centímetros violentamente en su boca hasta que sentí sus labios en mis huevos. Sentí el calor de su húmeda boca rodeando todo mi pene sintiendo un placer indescriptible. Mantuve esta situación durante varios largos segundos sin moverme hasta que escuché sus gemidos pues parecía por el color de su cara que se estaba ahogando. Solté mi mano de su nuca y retiró la cabeza rápidamente. Alzó su vista clavando sus ojos furiosos sobre los míos durante 2 segundos. Cuando creía que me iba a echar una bronca terrible bajo de nuevo su vista y se metió nuevamente el pene entero en la boca comenzando un mete saca apretando fuertemente sus labios con furia. Al cabo de un minuto de estar así mi exploté en un orgasmo increíble dónde sentía que mis líquidos vitales se escapaban de mi cuerpo dando mi garganta un grito incontrolado e inteligible de placer. Dejó que mi semen se esparciera por su cara nariz ojos y labios, aunque yo deseaba que se lo hubiera tragado pero no me animé a pedírselo después de aquella fría mirada anterior.



Ella respiraba aún de forma rápida, no sé sí por cansancio o porque estaba muy caliente. Nos miramos y sonreímos de nuestro aspecto, yo desnudo de cintura para abajo y ella con una camiseta y por debajo de la cintura desnuda hasta la rodilla donde se encontraban su short y blumer retorcidos entre las piernas. Me acerqué a ella y le ayudé suavemente y con cariño a quitarse toda la ropa. Silvia desnuda era más hermosa que vestida, dado su delgadez aparentaba tener menos de 30 años. Silvia me gustaba más de lo que me imaginaba. Necesitaba complacerla aún más por un instinto casi animal. Observé su pubis con una mota de pelos negros no muy abundante en la parte superior, tener la vulva al descubierto me excitaba aun mas, nunca había estado con una mujer que lo tuviese depilado, solo lo había visto en filmes porno, me senté sobre la taza del baño y le dije que se acercara. Besé con locura su vientre plano y sus caderas dejando un rastro húmedo de mi saliva por toda esa zona. Incliné mi cabeza y la hundí en su pubis buscando sus labios vaginales. Con mis manos forcé a que abriera sus piernas y yo finalmente me puse de rodillas en el suelo para llegar limpiamente a toda su zona erógena.



-"Nunca.... me ha gustado....... esto......" – dijo.



Tomé su clítoris entre mis labios y con la lengua intentaba sorberlo dentro de mi boca acompañando intermitentemente con caricias circulares. Ella tomó mi cabeza con sus dos manos hundiéndola con fuerza inusitada en su vagina.



-"Hooo aaahh..... Dios que... fuerte..... no... no.... no..... puede ser..... aaaaaahh" – gritaba.



Su vientre comenzó a temblar ante el orgasmo incipiente. Hundió más mi cabeza y ahora era yo el que casi no podía respirar. Sus gritos eran terribles y sus convulsiones increíbles mientras su flujo vaginal empapaba mi boca y cara. Cuando cesó se quedó en silencio y se sentó frente a mí, extasiada, abrazándome. Tenía lágrimas en los ojos y le pregunté si le había gustado.



-"Jamás tuve un orgasmo tan fuerte" – me dijo.



-"¿Tu marido jamás te hizo esto?".



-"Sí. Pero yo interiormente pensaba que era un acto poco higiénico y no disfrutaba lo suficiente".



-"Eso me hace pensar que tampoco se la chupabas".



-"Bueno.... no, eso nunca, a veces se lo hacía con la mano y ya"



-"Te das cuenta que no eres frígida, que solo está llena tu cabeza de prejuicios sociales".



-"No sé... no sé".



Comenzó a vestirse rápidamente como queriendo salir de aquel lugar.



-"Hey, ¿es que no vamos a continuar? Yo pensaba quedarme esta noche durmiendo en tu cama."



-"Ni hablar. Si te quedas alguien terminará por darse cuenta y no quiero que un día aparezca tu madre diciéndome que soy una degenerada".



-"Pero que dices!! Si tengo 22 años".



-"Si pero yo 36 y no me parece una relación muy buena que digamos".



-"Pero hoy es miércoles y tu marido viene mañana y no se irá hasta el lunes de madrugada, no podré aguantar sin verte hasta el Lunes ¿porqué...... volveremos a vernos, no?"



-"Lo tengo que pensar, ya te diré algo"



Le pedí una explicación más lógica, pero su silencio fueron las respuestas. Las mujeres son difíciles de comprender y a veces es mejor no acosarlas tanto. Me vestí con mi pantalón aún algo mojado y sin calzoncillos y me fui.



Los días siguientes esperaba impaciente una llamada telefónica de ella en el trabajo. Mi angustia era total pensando que jamás podría estar nuevamente con ella. Recordaba ahora los terribles momentos cuando Gabriela me dijo que nuestra relación terminaba después de cuatro meses intensos de amor, que no veía un futuro claro en una relación y que había decidido marcharse del país para buscar una situación, un porvenir mas claro y estable, había conseguido trabajo en EEUU como periodista, que era para lo que había estudiado y que aquí no tuvo la suerte de encontrar una oportunidad de trabajo en aquello que realmente deseaba. Gabriela también era mayor que yo con sus 25 años y buscaba también una relación de pareja que pensara más en el matrimonio e hijos, cuestión que yo no manifestaba con solo 22 añitos un ferviente apoyo. El amor es amor mientras existe una pasión profunda, luego la mente domina la relación y decide limpiamente y sin escrúpulos lo que mejor conviene.



Pasaron los días sin noticias. El domingo la vi con su marido del brazo caminado por el paseo marítimo, ellos no podían verme y me fijé en él, era más alto que yo y debía tener alrededor de los 40 años. Pensé en aquel dicho famoso "no existen mujeres frígidas sino maridos inexpertos" o es que a lo mejor la cuestión era mas simple y era que él no la amaba y estaba liado con otra desde hacía mucho tiempo.... quien sabe...



Pasó Lunes y Martes y finalmente al día siguiente sabiendo que hasta el próximo Lunes no podría verla por su marido, sin saber que iba a hacer exactamente pasé varias veces por la puerta de su casa dudando si llamar o entrar directamente con una llave que me había dejado Silvia semanas atrás porque no quería que esperara en la puerta después de tocar timbre, es que algún vecino podría verme......



Unas gotas de agua cayeron del cielo y segundos después aquello se convirtió en un diluvio. La gente corría en todas direcciones para buscar una protección o llegar lo más rápido posible al destino que pretendían llegar y yo como un estúpido me quedé bajo la lluvia calándome de agua. Pronto la calle quedo vacía de movimientos desordenados de gente para ocupar lugares debajo de balcones y entradas de comercios esperando que amainara la lluvia, me di cuenta que si permanecía solo bajo el agua llamaría la atención y como teniendo una excusa para tomar una decisión rápida crucé la calle en dirección a la puerta de Silvia, metí la llave y entré. Un pasillo oscuro y silencioso me recibió del otro lado de la puerta. Intenté escuchar algún sonido que denunciara la presencia de ella pero solo el ruido de la lluvia exterior llenó mis oídos. No podía entrar así nomás, podría darle un susto de muerte. Con reflejos casi autómatas sin reflexionar mucho abrí la puerta de la calle, toqué timbre y volví a cerrar la puerta permaneciendo dentro. Encendí las luces del pasillo y esperé que se abriera una segunda puerta recordando que conducía a un salón inmenso dónde alrededor estaban distribuidas la mayoría de las habitaciones. Silvia abrió la puerta y se quedó paralizada sin pronunciar palabra mirándome con expresión parecida a alguna otra que yo recordaba.



-"Sí quieres me voy, pero antes tienes que decirme que no quieres verme mas y nunca mas volveré, te lo prometo".



Sus ojos se posaron en los míos de una manera más suave y dulce, los mismos cuando a veces me leía un poema y esperaba mirándome que diera mi opinión sobre el mismo.



-"No puedo dejar que te vayas porque estas totalmente mojado, así que pasa para secarte un poco".



Pasé al salón y me quité toda la ropa a excepción de los calzoncillos que estaban secos.



-"Que curioso, hoy de lo único que estoy seguro es que podré irme a mi casa por lo menos con lo que tengo puesto, en contraposición al último día que estuve, que fue lo único que no me llevé".



Silvia reprimió una sonrisa en sus labios, aunque se notaba que mis palabras le causaban gracia, no por el hecho sino por lo ingeniosa construcción de la frase.



-"Sí no te molesta estaba a punto de darme una ducha, he tenido un día muy duro y con este calor tengo la ropa pegada al cuerpo" - manifestó Silvia.



Imaginé su cuerpo desnudo bajo la ducha y un calor sobrevino en mi vientre con una erección que me era difícil ocultar con mi único atuendo. Ella se dirigió al baño y pronto oí como corría el agua y golpeaba fuertemente el suelo de la bañera, cuando el sonido diminuyó supuse que ella estaba en ese momento bajo la ducha. Me levanté y fui hasta la puerta del baño.



Era evidente que ella me había aceptado cuestión que me autorizaba a entrar en el baño, bueno como mínimo eso era lo que quería creer yo, así que abrí la puerta y vi su figura dibujada a través de la cortina que aunque no era transparente dejaba ver con claridad su silueta. Mi excitación era monstruosa recorriendo cada centímetro de mi cuerpo. Deseaba a Silvia con fuerza inusitada, ni siquiera recordaba haber tenido sensaciones tan fuertes cuando estaba con Gabriela. Ella estaba de frente a mí con lo cual era evidente que tenía que verme de la misma manera que yo a ella. Estuve esperando alguna queja pero el único sonido del recinto era el agua a chorro cayendo sobre su piel. Luego puede entrever a través de sombras en movimiento que estaba ahora de espaldas de cara a las losetas de la pared. Me acerqué y descorrí las cortinas admirando su cuerpo. Ella permaneció sin moverse y en silencio, me quite la única prenda que tenía puesta y me metí en la ducha a su espalda. Dejé que el agua mojara totalmente mi cuerpo sin tocarla, luego extendí mi mano por debajo de su brazo para cerrar el grifo que estaba frente a ella. No mediábamos palabra, ni rozamos nuestros cuerpos sin embargo la situación era inmensamente curiosa y sensual. A través del silencio percibimos mutuamente como su respiración y la mía se aceleraba de forma ascendente. Ella apoyó sus dos manos en un toallero que estaba a su derecha girando con ese movimiento 90 grados su cuerpo y arqueándolo levemente hacia delante, era como si necesitara un apoyo para soportar su respiración rápida que provocaba ruidos guturales en su garganta como sí le faltara el aire. Incliné mi cabeza levemente hasta su cintura y puse mi lengua donde nace su columna vertebral y subí la misma lentamente a través de las vértebras arrastrando las gotas de agua que encontraba por el camino dejando un surco en medio de su espalda. De su garganta aumentaban progresivamente los sonidos de jadeos a medida que mi lengua ascendía, cuando estuve a punto de llegar a su cuello su cuerpo temblaba con verdaderos espasmos. Un grito desgarrador salió de su garganta y rápidamente soltó su mano derecha del toallero hundiendo ésta entre su entrepierna de forma salvaje y violenta como si quisiera detener una fuga de esencia de vida a través de su vagina.



Era increíble, había tenido un orgasmo con solo acariciar su espalda con mi lengua. No era ya que jamás me había pasado a mí sino que no creía que la mente fuera capaz de algo así.



Mi cerebro ya no razonaba de una manera clara y estaba totalmente obnubilado por un único deseo de penetrarla de manera salvaje. Incliné su cuerpo que continuaba dándome la espalda y busque de manera acelerada y torpe su húmeda vagina y hundí de un solo golpe mi miembro profundadamente hasta sentir como sus nalgas aplastaban mi vientre violentamente. Inicie un vaivén frenético que fui disminuyendo cuando me di cuenta que Silvia tornaba a jadear violentamente. Con mis dedos comencé a estimular su ano, estaba húmedo, yo no resistía la tentación de introducir todo mi pene en el. Suavemente dejé que el glande entrara y comencé a presionar. Silvia estaba un poco tensa, me di cuenta que nunca había tenido sexo anal. Pero poco a poco con mis caricias la contracción de sus nalgas fue cesando y comenzó a acercarlas a mi pene que parecía no avanzar. De un solo movimiento hacia delante mi pene penetró completamente, solo mis huevos quedaron fuera, yo me detuve un instante y entonces sus nalgas comenzaron a moverse lentamente hasta alcanzar un ritmo acelerado. Con mis manos presionaba sus caderas para que la penetración fuese más intensa.



-"Uff...... aaaaaahh...... sssiiiiiiiiiiiiiii...... méteeeeela compleeeeeta...... me encaaaaanta..... aaaaaahh" – gritaba descontroladamente.



¡Iba tener un segundo orgasmo! Renové con fuerza mi vaivén cuando Silvia, comenzó a gritar de forma incontrolada provocando mi orgasmo junto con el suyo. Nuestros gritos de placer se mezclaron de forma escandalosa. Sentí un frío intenso en mi estómago pero de tanta emoción no pude sacar mi pene y terminé echando toda mi leche en su culo. Los músculos de sus manos se contrajeron, su cuerpo se arqueó y de su boca salió un gran gemido de placer, ella había tenido un superorgasmo. Creía que me orinaba dentro de su culo cuando en realidad jamás creí que pudiera expeler tanto semen con inacabables y potentes erupciones.



Quedamos abrazados de esta manera durante un breve minuto y luego tomamos una ducha. Nos fuimos sin aún mediar palabra al dormitorio dónde nos tendimos y enredamos nuestros cuerpos en un abrazo hasta quedar dormidos.


Datos del Relato
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