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Silvia de nuevo en mis brazos

Con Silvia habíamos pasado momentos dulces, amorosos, excitantes, morbosos... de eso hace ya más de 10 años. Nos conocimos en el trabajo y allí empezó nuestra relación, nuestro deseo, nuestro amor platónico.



Por motivos que no son relevantes ahora, no pudimos seguir el camino de nuestras vidas juntos y nos fuimos distanciando sin más. Llegó un momento en que debíamos decidir qué hacer y ella conoció al que dijo era el amor de su vida y yo me enamoré de otra mujer… Descoordinación temporal por definirlo de una forma… Cuándo tu puedes el otro no puede y viceversa.



Nuestras miradas, cuando se cruzaban, seguían hablando y seguían expresando ese deseo y ese recuerdo de momentos vividos... seguíamos sonriéndonos y sintiéndonos de manera especial, como siempre había sido.



Con Silvia vivimos aventuras miles y en el sexo, no es en este relato donde os contaré todo lo que hicimos, que fue mucho e inverosímil a veces.



Llegó un momento que dejó de hablarme, aunque su mirada seguía reflejando ese algo que nunca podremos eliminar de nuestra cabeza ni corazón... sin más… silencio y solo esas miradas furtivas.



Por mucho que intenté charlar, acercarme a ella, dar un par de besos especiales y demasiado cerca de sus labios, me dijo que no siguiera acechándola porque lo nuestro terminó y no quería complicaciones en su vida “Lo nuestro termino Santi, tengo una vida nueva y no quiero que nada la estropee. No quiero saber más de ti”.



Durante esos años y de más a menos, no hubo sexo pero si besos en ascensores, palabras lindas y morbosas a la vez, toqueteos y un largo encuentro en su coche que termino con algo más que besos… y eso parecía que tenía que terminar.



Con tristeza y resignación acepté esa decisión ya que quizás era la mejor opción para los dos.



Este año a la vuelta de vacaciones, a finales de agosto, sucedió algo imprevisto y aquí comienza la historia que os relato.



Me dejé el pelo largo y barba (está de moda jajaja). Tras cinco semanas de vacaciones, la barba adquirió un buen volumen y mi pelo dejaba hacerse ya una coleta.



Volví de esas vacaciones al trabajo y ella volvió una semana después, esta pasada semana para ser más concretos.



Durante el almuerzo del lunes, nos vimos de nuevo y su mirada se clavó en mí de manera impactante. Se quedó embobada y creo que más de uno se dio cuenta de ello. No sabía por qué sucedió eso hasta que me crucé con ella ese mismo lunes:



Silvia “Porqué me haces esto Santi”



Santi: “¿Que te he hecho yo?”



Silvia “La barba, Santi… me pirran los hombres con barba y si eres tu…”



Santi: “No lo hice por ti, lo hice por…”



Silvia “Cállate y no sigas hablando. Sigo estando loca por ti y ahora, con esa maldita barba vuelvo a desearte como nunca estúpido”



Santi: “Yo, yo... no sé qué…”



Silvia: “Ven hoy a las galerías comerciales de aquí al lado. Te veo en Starbucks”



Y se fue… Me dejo como un tonto sin saber que había pasado.



Al salir del trabajo fui a esas galerías y a ese StarBucks que me dijo y estaba en una mesa esperándome, con un café y una magdalena. Pedí un café para mí, me senté y antes de tomar asiento del todo empezó con su monólogo:



“Hola Santi. Sé que no entenderás nada pero me has vuelto loca al verte con esa barba… Me encantan los hombres con barba y tú, buff… Sé que te dije que no quería saber más de ti y que no quería problemas en mi vida, lo sé. Debo confesarte que no olvidé tus besos ni tampoco como son tus manos y aunque me de vergüenza decirlo, no he podido olvidar tu manera de, de… sin rodeos… de follar Santi. Mi marido es muy bueno, es adorable, pero en la cama no me da lo que necesito, no puedo solo hacerlo una vez por semana, ya me conoces… Quiero pedirte que, que… quiero volver a vivir un día loco de sexo, de morbo contigo, como antes Santi. Esto es muy embarazoso pero no he podido resistirme ante ese nuevo look que llevas estúpido… Te odio”



Eso último me lo dijo mirándome a los ojos, con una sonrisa cómplice y con su mano avanzando y colocándose encima de mi pantalón, abriendo mi cremallera y metiendo su mano dentro hasta alcanzar mi polla que empezó a crecer de manera rápida ante ese contacto.



Santi: “Nunca dejé de desearte Silvia y no entendí que no quisieras nada de mí, ni siquiera un saludo y ahora…”



Silvia: “Si lo sé, sabía que me dirías eso y…”



Puse mis dedos en sus labios para provocar silencio en ellos y saqué como pude su mano de mi pantalón. La miré fijamente, con deseo, nervioso, le di un laaargo beso. Al finalizarlo le dije: “Vete a la tienda de ropa interior que hay aquí al lado, escoge un par de conjuntos de lencería y espera a que venga… quiero verte de nuevo desnuda para mí. Dile a la chica que vendré para que no se sorprenda cuando llegue”.



Se levantó y salió de Starbucks moviendo ese culo que tantas veces me había comido. Acabé mi café y fui hacia esa tienda. Entré hasta los probadores disimuladamente y pregunté por ella. La chica de la tienda me indicó en que probador estaba y entré. Estaba solo con braguitas y a punto de probarse el sujetador.



La cogí de la cintura y le di otro beso largo mientras mis manos tocaban su culo y sus piernas. Ella puso su mano en mi pantalón y seguí con mis besos bajando hacia sus pechos besándolos, mordiendo sus pezones y haciendo que empezara a gemir como ella hacía cuando estaba caliente. Puse mi mano en su coño y empecé a jugar con mis dedos… Estaba súper mojada y no hicieron falta más de 20 segundos para notar como su clítoris palpitaba dando la señal del orgasmo que acababa de tener.



Santi: “¿Esto es lo que necesitas?... yo hace tiempo que lo echaba de menos Silvia”



Silvia: “Si Santi… eso y ya sabes que más”



Santi: “Necesitas sexo, vicio, morbo, lo sé y si me dejas te lo daré. Sabes que tengo imaginación y soy muy morboso, que me gustan las aventuras excitantes y voy a dártelas porque las necesitas. ¿Querrás venir a mi casa mañana a las 6 de la tarde y seguimos con esto?”



Silvia: “Vendré seguro Santi… Necesito follar como antes”



El día siguiente estaba esperando la visita de Silvia.



Llegó vestida como sabe que me gusta, Jeans y camisa blanca, sin sujetador. Eso lo vi cuando, solo abrirle la puerta, la besé mientras le desabrochaba sus botones y mis manos entraban dentro de esa camisa tocando sus pechos, sus pezones erectos… buff



Si palabras la llevé a mi habitación, la tumbé en la cama y le quité los zapatos, los jeans, la camisa, las braguitas… todo lo que llevaba hasta dejarla completamente desnuda. Me quité la ropa y empecé a lamer su coño húmedo mientras ella me cogía mi cabeza apretándola contra su agujero. En pocos minutos tuvo su primer orgasmo.



“Santiii, ahhh, como echaba de menos estohhh… No pares cielo que voy a llegar prontoohhh voy a corrermeeehh ahhhggg ahhhg siii siiii siiii ahhhhh”.



Mientras descansaba de su primer clímax, fui a por mis cuerdas y mordazas y empecé a atar sus pies y manos en la cama. Ella ya sabía que me gusta follármela cuando está atada y no se sorprendió… “Hazme tuya. No sabes cómo deseo que lo hagas de nuevo” me dijo.



La até boca abajo y empecé a echar aceite sobre su culo y a hacerle un buen masaje metiendo mis dedos en su coño y en su ano para lubricarlo bien.



Apunté con la puntita de mi polla a su culo y se la fui clavando despacito, suave pero sin pausa hasta que se acomodó dentro. “Que culo tienes Silvia, bufff, que rica estás cielo”



Empecé un mete y saca de unos minutos y paré. Me puse un arnés que tengo con una polla de silicona y apuntando a sus dos agujeros la empecé a follar por sus dos agujeritos.



Al entrar en ellos volvió a correrse como una loca “Ahhh Santiii que me corro de nuevooo, no me hagas esto cabron que no puedo aguantarme maaaasss, no pares cerdooo ahhh aoooohhh ahhhhgggg”.



Ahí ya me saque el arnés y se la clavé de nuevo en su culo hasta correrme en él sin compasión “Aaahhhhh que me corrooohhhh”.



La desaté y acabó la sesión de ese día.



Mañana por la tarde hemos quedado que pasaré a recogerla en coche e iremos a algún lugar donde haya riesgo de que puedan vernos. Es otra de las cosas que sé que le encantan… Os lo cuento en breve.


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