la ventana de mi recámara mientras yo me preparaba para salir al trabajo, siempre atento y puntual cada mañana, ansioso esperaba verme vestir, desde su recámara.
Cerré la cortina, sacrificando el calor del sol que entraba por mi ventana.
Siempre paciente, cauteloso de no ser visto, sin embargo yo sentía que estaba ahí.
Caminando al trabajo me veía pasar, en realidad no sabíamos el nombre de cada uno, pero la monotonía de vernos cada dia por el rumbo, hacia que sonriéramos cada vez que intercambiábamos miradas, por educación, por no dejar.
Una mañana, me sonrió y se ofreció como otras tantas veces a llevarme al trabajo, en realidad tardaba en llegar 10 minutos, razón por la cual veía innecesaria la molestia de llevarme.
Ese día acepté... me subí al coche, fueron los 10 minutos más largos de mi vida, estaban arreglando la calle donde debía dar vuelta, y nos seguimos por otra, el me decía que conocía un atajo, que llegaríamos a tiempo, que no me preocupara...sin embargo, pasaron los rigurosos 10 minutos y se desvió...
Yo le preguntaba insistentemente que a dónde me llevaba, le decía que ese no era el camino, ya gritando y asustada le pedí que me regresara a mi casa... el sólo me miró, me tomó del brazo, sentí un piquete y ya no supe de mi..
Entreabrí los ojos, y me dolía el brazo, tenía mucha sed y frio, no podía hablar, sentía como la mordaza me lastimaba la boca, mis muñecas atadas fuertemente con una soga que me cortaba como alambre de púas...tenía puesto un camisón de seda negro, no era mío, cuando levanté la vista el estaba frente a mi, sonriente, tranquilo, paciente de mi despertar, yo sólo me preguntaba que haría conmigo.
Se levantó y se dirigió a mi, con las manos atrás, al mismo tiempo que yo me erguía y me hacia para atrás, queriendo derribar el respaldo de la silla, abrí más los ojos y nuevamente la oscuridad, no podia hablar, ni ver, ni moverme, el frio siempre presente rozaba mis pezones y los levantaba, pasó sus manos por ellos, tan suave, con cariño, me dejaba llevar el placer de ser acariciada asi, pero de momento recordaba donde estaba y con quien, y quería zafarme, que eso a el le excitaba, sentir el poder sobre mi y yo la sumisión a sus caricias...
se oía a lo lejos un arroyo, el ambiente de un bosque, el aire que movía las hojas y éstas que rodaban por el pasto... desató mi cabello y se acercó a olerlo, acariciándolo y diciéndome al oido lo característico de ese olor en mi, me recordó todas las veces que me veia pasar, que me veia desde su ventana al mismo nivel que la mia, en edificios encontrados, acarició mis orejas y me quitó los aretes con los dientes, tan suave, tan sutil, y dejó caer en mi pecho y espalda agua tibia, casi caliente, sentía el vapor que subia por mi cara...no podia adivinar dónde me encontraba, entre el temor y el deseo escondido de ser poseída sin piedad, sin miramientos, de ser seducida como lo estaba haciendo, acercaba su pelvis a mi cara, como queriendo anticipar lo que acontecería minutos después, escuché claramente cómo bajaba el cierre del pantalón, mis oidos se agudizaron y solo me quedaba estar al pendiente de cualquier movimiento, de cualquier roce, de cualquier olor, puso su pene en una de mis mejillas, castigándome a no poder chuparlo por la mordaza, no poder gritar, ni hablar, estaba desesperada por dejar de estar esclavizada a un deseo y un placer limitado...me angustiaba no saber cual seria el fin de una seducción tan sublime como la que estaba viviendo, presentia una embestida que jamás olvidaría, él me quitó la mordaza y yo empecé a gritar, sin respuesta alguna, no se movió, ni me calló, solo me dijo que donde estaba era un lugar solitario y que aun dejándome salir no podria llegar de nuevo a mi casa...sin embargo, no quise irme, fue solo una reacción de ya no sentirme privada de hablar, volvió a acercar su pene, era grande, hosco, con un olor tan especial, me tomó la nuca y lo metío en mi boca, repetidas veces, con la otra solo me bañaba con el agua tan tibia que ahora la sentia tan caliente, pero dejaba que me enfriara para endurecer aun mas mis pezones...en ese momento desató mis manos e inmediatamente lo tomé entre mis manos y lo chupé hasta cansarme, por fin pude liberar esa excitación y deseo de hacerle sentir que me gustaba, que había atinado a un deseo reprimido, y que a pesar de sentir temor, tambien estaba tranquila...tomé el pene y seguí moviéndolo, dando masajes calientes, desesperados, restregándolo, hasta que salió de él borbotones de semen caliente.
La leche salía en cantidad, como nunca lo había imaginado. Salpicando mi cara y resbalando por mis pechos.
Empecé a restregarme la viscosidad por todo el cuerpo, sacando la lengua y saboreándolo con absoluto deleite. Nunca pensé en verme así, probando la leche caliente de un desconocido y frotándomela por todo el cuerpo.
Tuvo su primer orgasmo sin siquiera tocarse el pene Después quedé con las piernas abiertas y en espera de escuchar nuevamente su voz. Pero a el no pareció suficiente, así que no tardó en acariciarme nuevamente y comenzó de nuevo. Poco le importó que estuviera llena de semen.
Las estrujaba con avidez con una mano mientras con la otra buscaba su pene. abri mis piernas y tomé sus manos, conduciéndolas y apretándolas contra mi piel. sus manos eran ásperas y grandes Pero poco importaba a decir verdad. me puso de rodillas, le había gustado mi boca, así que me la volvió a poner en los labios. Él empezó a envestir con furia.
Me mordió el cuello, y La venda de los ojos se movió y vi por unos segundos al hombre que me estaba seduciendo de semejante manera. Yo solo cerré los ojos, al mismo tiempo que se vaciaba nuevamente en mi, escuché un grito fuerte de placer, como vencido, rendido, hizo realidad un sueño que cada mañana seguía, separó su pene suavemente, con paciencia, cansado, satisfecho, de nuevo me amordazó, me abrazó y no supe más...
el despertador sonó y amanecí en mi recámara, me despertó el rayo del sol que se filtraba por la cortina, me levanté, y tenia mi pijama puesta, la de siempre y nuevamente al ver por mi ventana el estaba dirigiendo su mirada hacia la mia, esperando, puntual, verme pasar y rozar las cortinas, me vestí y sali a la calle, confundida, sin saber si fue cierto lo que habia vivido, el sonriendo se ofreció como tantas veces a llevarme al trabajo...