Tocaste a la puerta, estaba sola... ya había probado tus besos excitantes de una y mil formas, ahora deseaba sentir ese cuerpo sobre el mio.
Besaste mi cuello, para mi cualquier parte del cuerpo es punto de excitación, por eso empecé a sentir el placer de tenerte cerca, intimamente unidos poco a poco.
Toqué tu piel tan suave, me llevaste lentamente hacia la cama y empezaste a tocar mis pechos, mientras seguías besando mis hombros, mi espalda y mis labios una y otra vez.
Quizás estaba ansiosa porque llegara ese momento, pero esperé el momento oportuno para poder compenetrarnos... lentamente quitaste esa blusa roja que dejaba entrever mis pechos, y me los besaste con fuerza. Empezaba a sentir tu excitación cuando ibas sintiendo cada parte de mi cuerpo, pero ibas lento... eso me desesperaba porque añoraba por tenerte.
Bajaste de pronto tus manos hasta mi sexo mientras me masturbabas, quitaste mi ropa y la tiraste al suelo; te empecé a besar con furia mordiendo tus carnosos labios, besandote en el cuello... el sentir la suavidad de tu piel me hacía desearte más.
Desesperado desabrochaste tu camisa y te quitaste cada una de tus prendas, observé cada parte de tu cuerpo y era tan bello como me lo imaginaba.
Estabamos ya desnudos uno encima del otro, acariciandonos sin descanso alguno, entre besos y pasión, mientras la habitación se desbordaba en una tremenda temperatura...
toque tu pene mientras me pedías a gritos que te lo chupara, quería darte gusto aunque en realidad no lo deseaba, pero me encantaba ver ese rostro tan encantado con cada una de mis caricias.
Alzaste mi rostro, era el momento indicado para la penetración. Lentamente subí ante ti mientras me compenetrabas, sólo se escuchaban gritos de gusto por cada una de las habitaciones... no me gusta ser ese cuerpo inerte, disfrutaba el placer máximo del climax junto a ti mientras el momento se prolongaba, me sentía desesperada, ese deseo dentro de mi piel sentía que estallaba, pero no quería que concluyera, aún deseaba más.
Descansamos por un momento, los dos cuerpos mojados, sedientos y cansados pedían a gritos un te quiero... se obtuvo respuesta.
Me acurruqué en tu pecho, mientras tú me abrazabas con ternura. Sentía tu palpitar violento mientras tu respiracíón estaba entrecortada, que magnifico es el sexo con amor, el deleite perfecto.
Prendiste el televisor mientras se veían esas escenas tan morbosas de las películas de video, en donde dos mujeres se besaban, se masturbaban... y después cometían actos de orgía.
Aunque no me gusta ver eso por la clásica timidez, sentía que me encantaba, porque podía darme nuevas ideas que podía poner en práctica contigo.
Ya estaba listo... estabas preparado para una segunda vez, me encantaba ver todo por el espejo, de como me veía yo, y como te veías tu mientras nuestos sexos estaban compenetrados.
Cada uno de mis gemidos iban cobrando fuerza, desafortunadamente los hombres terminan rápido y luego nos preguntan si nos complacieron, no se dan cuenta que cada vez queremos más porque el deleite de nuestros sentidos es cada vez más intenso.
Decidimos tomar ese descanso obligatorio tomando una ducha juntos, el agua sobre mi piel me excita...empezamos a besarnos, a acariciarnos y sin darnos cuenta ya deseabamos volverlo a hacer.
Te dejaste caer de nueva cuenta sobre la cama con tu piel mojada, esperando ser robada por otra piel. Lentamente me dirigí hacia ti besandote fuertemente en la boca, mordiendo tus labios y tus orejas, acariciando tu pecho y cada una de tus partes... volvimos a hacer el amor con esa pasión exhaustiva, oprimiendo mi vagina sobre tu pene, manteniendo los ojos cerrados para dejarme llevar por la pasión.
Cuando me sentía morir por esa sensación del momento, aruñé tus brazos y tu pecho pero al alzar mi vista hacia arriba, pude contemplar por la ventana, que llegaba mi mamá....
Rápidamente nos levantamos, no podía ni tender la cama de lo nerviosa que me sentía, agarré mis cosas y me encerré en el baño para cambiarme antes de que llegara. No se como lo hice, mis manos me temblaban y como pude tendí la cama... él mientras tanto estaba en otra habitación tratando de cambiarse.
Todo tenía que parecer tan normal pero no lo era, estaba asustada y él igual. Como pude me arreglé y lo llevé hasta el patio para que se brincara por la barda, mientras yo recibía como si nada a mi madre, pero no pude...
no podía hablar de los nervios, no entiendo como es que hizo tanto tiempo para entrar porque jamás me dijo nada, si se hubiera enterado de ello seguro que nos hubiera matado pero no ocurrió... quizás nadie supo nada más que él y yo, pero nuestras caras de asustados y ese placer que no concluyó nos hizo desearnos aún más, esperando ese nuevo encuentro del sexo con amor.