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Habíamos quedado hace ya una semana para ir juntos a una playa nudista, aunque el tiempo pasó como siempre, en el fondo estaba contento ya que tenía otra persona con quien poder compartir este hobby. Aunque la verdad, incluso ahora que nos encontramos cada vez más cerca de nuestro destino, me sigo preguntando cómo ha cambiado tanto su opinión en estos últimos años, aún recuerdo cuando éramos más jóvenes que yo decía de ir a una playa nudista y como ella era la primera en negarse, no sé si por vergüenza o porque para ella ese tema era tabú. Distraído en mis cavilaciones escucho finalmente como me llama por mi nombre...
- ¡Sam!, espabila que llevas ya un buen rato mirando a las nubes -por el tono por el que me llamo supe que Raquel lo llevaba intentando un rato y no fue hasta ese momento que yo respondí-
- Perdona, estaba pensando en mis cosas, entonces... ¿es la primera vez que vas a una playa nudista y que te quitaras el bañador? - pregunté para darle conversación y que no se aburriera al volante-
- Sí, ya he ido otras veces a la playa que vamos a ir pero nunca me había atrevido a quitarme el bañador, pero no me importa hacerlo si voy con alguien que también lo haga.
- Ah, entonces no tendremos problema, yo me quitaré la ropa nada más colocar la toalla, jajajaja.
El viaje continuó durante media hora hasta que aparcamos el coche y nos dirigimos a la pequeña cala nudista a la que ambos habíamos ido antes pero por separado. Tuvimos suerte, no había demasiada gente y tiempo era inmejorable, así que escogimos un sitio cerca del mar pero también un poco apartado del resto de personas. Para demostrarle que iba en serio me quite la ropa nada más colocar la toalla en la arena, tal y como le había prometido anteriormente, ella hizo lo propio y también empezó a desnudarse, primero se quitó la camisilla para después empezar a quitarse el short vaquero que llevaba puesto, para finalmente quitarse el sujetador del bikini que dejaba ver unos pequeños pero a la vez bonitos pechos y las braguitas del mismo que dejaban a la vista el vello de su pubis, a mí en conjunto su cuerpo me parecía muy sexy sobre todo por sus pequeños senos y el hecho de que no se depilara su sexo, cosa que deje clara al sufrir una pequeña erección que pude esconder a su vista -o eso pensé en ese momento-.
- Bueno -dije para distraerla del asunto- creo que lo mejor será darnos un baño rápido para evitar el sofoco del calor y ya después podemos echarnos crema para no quemarnos.
- De acuerdo, ve tu delante mientras yo termino de guardar el bañador.
Sin que me lo dijeran una segunda vez fui ligero a meterme en el agua para que el frío calmara la erección, cuando ya estaba más tranquilo apareció ella detrás mía, diciéndome lo bien que se sentía el bañarse por una vez sin bikini, yo le conteste que era una de las mejores sensaciones del mundo y que si pudiera me bañaría siempre desnudo. Entre risas, comentarios y un poco de natación en el mar, salimos del agua para echarnos crema antes de que el sol y la sal de agua nos quemara la piel, ambos empezamos a ponernos crema a la vez, antes de ponerme en la zona genital decidí pedirle ayuda para echarme en la espalda y ella se incorporó para empezar a esparcir por todo el lugar, una vez ella termino yo hice lo propio y le puse crema en la suya. Ambos entonces empezamos a ponernos en nuestra zona genital, yo lo hice como si nada, tardando poco en hacerlo, pero ella tardo un poco más, como si se recreara bien en esa zona en concreto, con un vistazo involuntario pude verla masajeándose la zona con la crema en la mano y como ella también me miraba por el rabillo del ojo, así que rápido aparte la vista de ella mientras notaba como se me acumulaba la sangre en la cabeza haciendo que me ardieran las orejas y a su vez me ponía rojo de vergüenza. Como si no hubiese pasado nada, comenzó una conversación conmigo, algo un tanto trivial pero lograba que no pensara en lo que acababa de suceder.
Pasaban las horas que íbamos intercalando entre baños en el mar y acostarnos sobre nuestras toallas para que el sol secara nuestros cuerpos. Yo ya no podía más y en esos momentos cuando ella se tumbaba boca abajo yo le miraba su hermoso trasero, la última vez que lo hice, como si fuera de pura casualidad -aunque yo ya empezaba a sospechar que nada ocurría ya por casualidad- ella abrió sus piernas lo suficiente para que yo que me encontraba a su lado, pudiese ver un parte de su vulva que se encontraba mojaba, no sé si por el agua del mar o porque todo ese jugueteo la excitaba, volvió a cerrar las piernas y se sentó para buscar algo en su mochila, a los pocos minutos de rebuscar por fin sacó un bocadillo que había traído para merendar, hacía todos estos movimientos sentada frente a mi dejando siempre expuesta a mi vista su sexo. Empezó a comer y yo hice lo propio pero esta vez le seguí gustoso el juego, fui yo también a buscar mi almuerzo a la mochila mientras hacía lo mismo que ella, como tenía mis piernas cruzadas solo ella era capaz de ver mi pene que ya había recuperado la erección que tuve al principio de la tarde, esta vez fui yo el que la vio por el rabillo del ojo mirándome mi sexo solo que ella no aparto la vista tan bruscamente, sino que simplemente me miro a los ojos a lo que yo respondí aguantándole la mirada.
Tras un rato de juegos sutiles terminamos de comer y nos dimos cuenta de que apenas quedaban dos o tres personas con nosotros compartiendo la playa, por lo que nuestros juegos empezaron a ser más descarados y obvios, en un último viaje al mar yo aproveche el momento en el que nos levantamos para acariciar su trasero y ella hizo lo mismo con mi pene. Ya me daba igual que se me notara por completo mi erección, ambos sabíamos como iba a terminar esto y ninguno estaba ya preocupado por lo que estábamos haciendo. Nos metimos en el agua y nos apartamos un poco de la orilla para que las piedras no nos molestaran y ahí empezamos primero a acariciarnos por donde podíamos:
Pecho, espalda, trasero, piernas, cuello y nuestros sexos. Continuamos con unos pequeños mordiscos en el cuello y orejas, mientras con las manos jugaba con sus pezones que se iban tornando más y más duros a medida que exploraba su cuerpo, se le notaba en la cara que estaba a punto de soltar un gemido así que, con malicia, levante un poco mi rodilla para acariciar suavemente su vulva y conseguir que soltara un gemido. Como no se lo esperaba, sonó más alto de lo que pensaba y en seguida se puso roja de vergüenza pensado que en la orilla la habían escuchado, pero estábamos de suerte, las últimas personas que quedaban se habían ido por fin y antes de que ella me recriminara lo que había hecho, me lance a sus labios para besarla, tras acabar de jugar con su boca le di un último mordisco suave a sus labios y le susurre en el oído...
- ¿Quieres que vayamos a la orilla para hacerlo en condiciones?
- ¡Si, por favor! ¡Quiero hacerlo durante horas, hasta que pierda el sentido!
Dicho y hecho salimos del agua para recoger nuestras cosas y llevarlas al fondo de la playa, donde habían un montón de rocas que nos cubrirían en caso de que alguien llegara ahora, pero tuvimos la mala suerte de que en ese momento el cielo se cubrió completo de nubes y empezó a llover, al principio no eran más que unas gotas, pero en poco tiempo se convirtió en una auténtica llovizna, estábamos mojados del agua del mar así que no era tanta la molestia pero pensé que esa situación podría arruinar el momento, y así se lo hice saber.
- ¡Vaya!, justo ahora tenía que ponerse a llover.
- A mí no me importa -dijo mientras soltaba sus cosas en la arena- me gusta la lluvia y con ella esta situación me parece aún más romántica si cabe.
No pude aguantar más la excitación del momento y la coloque suavemente sobre las rocas para empezar a lamer su sexo, primero empecé con los labios mayores, mientras que con una mano acariciaba lentamente los interiores, tras un rato cambie de dinámica y empecé con pequeños mordiscos en su clítoris a lo que mis manos fueron a acariciar sus muslos, ella cada vez daba más muestras de excitación ya que sus gemidos eran más fuertes y frecuentes. Levante un momento la mirada para ver su cara y allí estaba ella, roja del placer, mirándome mientras la lluvia acariciaba todo su cuerpo. Ella aprovechaba la situación para acariciar sus diminutos pechos y pellizcar sus pezones, esa visión me animó para comentar a penetrarla con mis dedos mientras me levantaba y jugaba con su cuello con mi boca. Tras unos minutos por fin conseguí que alcanzara el primer orgasmos de la tarde/noche, note que sus manos comenzaban a temblar levemente y se sentó un instante para descansar, tras eso me dijo que era mi turno de disfrutar, así que nos intercambiamos de sitio y ella empezó a masturbarme, al principio despacio e iba intercalando con algún lametón que otro, luego paro de masturbarme y se metió mi miembro en la boca para empezar con una felación, note que con su lengua jugueteaba con mi polla mientras que usaba los labios para recorrer todo mi sexo. Al paso de unos minutos le advertí que me iba a correr y ella se apartó para que lo hiciera sobre la arena.
Lo que al principio parecía una molestia se convirtió en un alivio, a pesar de que ambos nos habíamos corrido, la lluvia consiguió darnos fuerzas para un segundo asalto, esta vez iba a penetrarla y no iba a parar hasta que no sintiera mi pene. Así que cogí un preservativo que siempre llevo conmigo y me lo puse, para empezar le frote mi polla por su vulva para que en parte lo disfrutara y por otra que me pidiera que se lo introdujera, conseguí mis objetivos, en pocos segundos ya me estaba casi gritando que se lo metiera profundamente y de golpe, así que nuevamente la complací y de una única embestida se la introduje de golpe. Ella volvió a gritar y yo me detuve para que se acostumbrara y poco a poco fue Raquel quien empezó a moverse, yo hice lo propio y comencé a mover mis caderas mientras acariciaba los pelos de su pubis, dirigiéndome poco a poco hasta sus pechos pasando por su estómago. Con una mano la sujetaba por la cintura y con la otra le tocaba los pechos mientras que con mi boca jugaba de nuevo con su cuello pero esta vez pasando mi lengua por su espalda.
Seguimos así un buen rato, cambiamos de posturas, ella jugueteaba con mi cuerpo e incluso cuando estábamos terminando me dejo introducírsela en su culito y con una mezcla de gemidos, tirones de pelo y manoseos, me corrí en su trasero consiguiendo instantes después que ella también se viniera.
Tras sacarle mi pene de su culo, me quite el condón y lo guarde para tirarlo más adelante. Nos quedamos sentados uno al lado del otro, cogidos por las manos, sintiendo como la lluvia limpiaba nuestro cuerpo y nos ayudaba a relajarnos. Tras varios minutos descansando, nos levantamos y recogimos nuestras cosas para volver al coche y marcharnos, ya que se había hecho bastante tarde.
Recorrimos todo el trayecto de la playa hasta el coche desnudos, sabiendo que ya nadie se encontraba allí y así aprovechábamos para disfrutar del viento en nuestros cuerpos desnudos. Al llegar al coche guardamos las cosas y pusimos las toallas en los asientos para no mojarlos, para ambos había sido una experiencia muy placentera y estábamos convencidos de que volveríamos a repetir otro día, en esa playa o en la que fuera.
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