Aquel día era el cumpleaños de Rocío, mi compañera de recepción en la oficina.
Ese día no bajamos a comer a la planta de abajo como era habitual. Nos invitó al bar de abajo a comer unas raciones y beber unas cervecitas.
Nos sentamos todos alrededor de una mesa y yo me senté al lado de Carlos, mi compañero de mesa de trabajo, con el que llevaba unas semanas chateando por el chat interno de la empresa sin hablar de temas de trabajo simplemente dándonos los buenos días, que tal el fin de semana... y cosas así, de muy buen rollo.
Ya con el cachondeo y las cervezas Rocío soltó una frase haciendo alusión a Carlos y a mí:
“Todo el día estáis juntos y bajamos al bar y se os ocurre sentaros uno al lado del otro”
Él dijo sin titubeos que tenemos una aventura y nos gusta estar juntos, y aunque me quedé sorprendida yo le seguí el juego... no sabía lo que me esperaba.
Aquella misma tarde por el chat privado me mandó un mensaje diciendo:
“Hola mi amante...” y así es como empezó todo a liarse, yo siguiéndole el juego y él a mí también y reconozco que me estaba gustando jejeje.
Todo iba subiendo de tono según pasaban los días, frases con…, frases de…, emoticonos haciendo alusión al sexo...
Teníamos una cosa en común, bueno seguro que más, pero solo me importaba que nos encantaba el sexo oral. Él me contaba con todo detalle lo que más le gusta que le hace su mujer y yo, aunque me lo inventaba, lo que me hace mi marido.
Hasta que un día seriamente me soltó que le gustaría tener sexo oral conmigo, solo 1 vez, sin más complicaciones.
Yo le dije “Ya se verá” cuando en realidad lo que quería decirle es “Ahora mismo”, claro que tampoco lo quería cortar de raíz.
Pasaron un par de días y como por arte de magia nos avisaron que nos teníamos que quedar a la hora de comer, él metiendo productos en la web de la empresa mientras yo le tenía que ir diciendo los precios y corría prisa, como no.
Rápidamente me mandó un mensaje diciendo “Hoy es el día”, la verdad que yo también lo deseaba, pero le contesté:
“Te dije que ya se verá”
Me encantaba como me arrastraba a ese momento que tanto había fantaseado una y otra vez mientras me masturbaba.
Todos se bajaron a comer y Carlos puso una cuña de madera que usábamos para dejar abierta la puerta, pero en este caso era para que permaneciera cerrada.
Me dijo: “Él ya se verá ya está aquí”
Ni pude ni quise decirle nada, no sea que metiera la pata.
Estábamos los 2 de pie y se abalanzó sobre mí como un poseso. Sabía que no le iba a rechazar.
Esa sensación de sentirme deseada hacía mucho, pero mucho, que no la tenía y por un momento pensé “por dios no te rajes ahora, sigue, sigue”
Me metió sus 2 manos por debajo del vestido, y empezó a acariciarme con las yemas de sus dedos las piernas por detrás hasta llegar a mis nalgas y de un golpe seco me bajó las braguitas ya húmedas hasta los tobillos, me sentí enormemente deseada y no me digas porque, pero también importante, ¡menudo subidón!
Me levantó el vestido hasta la cintura, me sentó sin decir nada en mi silla de trabajo... parece que lo tenía todo planificado.
Yo acomodé mis nalgas, abrí mis pernas hasta dejar mi coño al aire perfectamente expuesto a sus ganas (y las mías) de encontrarme mi clítoris y de acariciármelo con su boca.
Me pasaba la lengua delicadamente por todas partes de mi coño y notaba que cada vez se volvía más y más húmedo.
Se concentró en pasar una y otra vez la punta de su lengua sobre mi clítoris, iba teniendo la sensación de que se ponía tan duro que podía rayar cristales, a la vez que me introducía sus dedos en mi vagina chorreante para acariciármela por todos lados.
Me chupaba el clítoris, me lo absorbía una y otra vez como este succionador de clítoris que tengo en mi mesita de noche y que me regalé yo a mí misma jijiji.
Ya empezaba a sentir un calor que me recorría la columna vertebral hasta llegar a mi cuello y cabeza y sin perder el ritmo perfecto se le iba empapando su barbilla con mis flujos vaginales que los aprovechaba para acariciarme el ano.
No podía decir ni mu, solo intentaba contener mis gemidos para que no nos oyeran, decirte que hasta me daba la tos por el esfuerzo de contenerme jajaja.
Todo iba perfectamente descontrolado.
Las pocas veces que lograba abrir mis ojos y veía la oficina eso me daba aún más morbo y me ponía más y más cachonda hasta que llegó el momento y el orgasmo salió de mi lentamente.
No le importó, ni mucho menos empaparse sus labios con el líquido de mi eyaculación, él se lo había buscado después de haberlo hecho tan bien jejeje.
Todo perfecto, como si me conociera de toda la vida, mejor que mi marido diría yo.
Se levantó y vi como tenía los pantalones a punto de estallar (al igual que él), parecía que tenía su polla al vacío en esos pantalones, se la sacó y mientras yo me daba aliento se puso a tocarse sus genitales y empezó a masajearla.
No podía esperar más, yo seguía excitada, me lancé sobre su polla y me lo introduje en mi boca aún seca por el orgasmo.
Mis movimientos de cuello eran lentos, desde su glande hasta donde ya no me entraba más.
Sentía el calor de su polla en mi lengua a la vez que jugaba con sus genitales sobre mi mano, todo ese semen en breve iba a salir de ahí, pensé.
Juntaba mis labios hasta la darle la presión justa a su glande mientras le miraba a su cara de deseo, en esos momentos le tenía dominado, ¡como estaba disfrutando!
Estaba excitadísimo, no me costó mucho que se corriera dentro de mi boca mientras le agarraba su culo, quería seguir teniendo su polla en mi boca, a la vez que se la absorbía con delicadeza extrayendo hasta su última gota de semen mientras lo sacaba por donde podía empujándolo con mi lengua sin sacármela de la boca.
Cuando acabó todo Carlos me insistió, con la boca chica, que solo 1 vez como habíamos hablado, pero sin duda yo sabía que ocurriría alguna vez más o al menos en ese momento es lo que pensaba ya que esa sensación de sentirme viva es innegociable.
Había cometido un acto por puro placer sin sentirme para nada, mal.
Ya se verá.