Recuerdo su piel, suave, plena, sus manos inquietas, y mis ansias de tenerla en la cama. Cuando quedamos solos, abrio su camisa y me ofrecio pechos etereos, dulces, los cuales dibuje con mi lengua que intrèpida buscaba girando en sus
aureolas, elevarlos...Mi boca necesitada de esa
increible dulzura fue testigo. Jamàs imginè sus
gemidos, y solo mis oìdos guardan el recuerdo, de
un sonido tibio que abrazò mi cuello lentamente.
Decìdi continuar el camino hacia abajo, previo descanso en su ombligo, al que sentì estrecho, pero sabroso. Mi saliva, comenzò a descender su cuerpo, ganandole mi mi lengua que frenètica, llegò a su pubis. Entonces sus bellos fueron para mi un bosque a descubrir. La mordì, con mis labios, la lami, hasta que mis dientes dejaron una
tenue marca, cuyo dolor, màs que queja le arranco
una sonrisa còmplice...entonces llegue a destino. abriendo con mis dedos que de repente se mojaron,
deje que su concha absorbiera mi lengua, a la que deje perderse dentro suyo. Repentinamente el control de la situaciòn fue suyo. Sus manos apretaron mi cabeza, hundièndola de su vientre. Entonces, pensè que podrìa morir allì mismo, y nada me importarìa. La escuche gritar, sus jugos
como cataratas de un volcàn en erupciòn se metieron en mi cuerpo, para siempre. Y antes de
salir dibuje con mi lengua por ultima vez cìrculos
que pintaron su clìtoris de color placer....
Otro gemido, un suspiro, y segundos despues su lengua llevandose los restos de su escencia que
aùn moribundos permanecìan en mi boca. Ella tambièn atesoro para siempre dentro suyo, parte
de ese nectar de un momento ùnico..
Dr. Seductor