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Durante años le fui fiel a mi mujer. Nunca pensé que una de sus amigas se fijase en mí. No era casualidad que muchas mujeres me miraban por la calle o cuando trataba con alguna de mis clientas, más de una se ponía feliz al verme. Era un imán para las chicas.
Un día tocó a la puerta una amiga de mi esposa, Carla, que también era nuestra vecina. Me preguntó si ella estaba en casa y le dije que se había ido a lo de su madre. Al parecer hubo algún mal entendido entre ellas con el horario, pero a ella se la veía muy preocupada y me decía que tenía algo muy importante que decirle. Estaba triste por los problemas con su marido.
Verónica, mi mujer, me había hablado de su querida amiga Carla. Me contó que su querida amiga tenía muchos problemas personales con su pareja y que en el medio había una pequeña niña. De inmediato me compadecí de ella y le dije que entre a casa.
Me sonrió y pasó directamente a la cocina. Fue allí que se quebró y ella repetía sin consuelo:
- ¡No doy más! ¡No doy más! Mi marido tiene a otra y me trata muy mal. ¡Me golpea!
Fue allí que lloró con fuerza y fue allí que toqué su mojada mejilla. Ella me miró con un mar de lágrimas en su atribulada alma. Se la veía desbastada, desconsolada y cansada por llevar un calvario con ese tipo. Mirándola bien supe que Carla estaba embarazada de su segundo hijo. La volví a mirar a los ojos, pero esta vez nos miramos más de cerca y pude ver la ternura del maravilloso momento por el que estaba pasando, su embarazo. Sentí compasión por su situación y ella sin dejar de sonreírme, buscó mi mano y la acarició hasta que se la llevó hasta su triste rostro caído. Me miró una vez más a los ojos y me dijo:
- Gonzalo, como me gustan tus tiernos ojos. Vos estas bien con Vero y sé que hago mal en decirlo porque soy la mejor amiga de ella, pero...
Allí la interrumpí y le dije:
- Esta bien yo te entiendo. A pesar de lo que me decís, yo me fijé en vos varias veces. La verdad es que sos muy linda.
Se sonrojo, sonrió y me preguntó gesticulando sus carnosos labios:
- ¿Se enojará Vero si me presta su lindo marido un rato?
Le contesté que tal vez sí, pero que no tenía porque saber nada de lo que quisiéramos hacer. Fue allí que ella acercó mi boca y la puso sobre mis labios secos. Me besó efusivamente y yo perdí mis estribos. Me fui directamente a su cuello. El rostro de Carla acompañaba mis intrépidos movimientos bucales. Mi lengua lamia su hermosa cara angelical, limpiando todas las lágrimas de la amiga de mi esposa, mientras miraba una foto suya y de mis hijos que colgaba de la pared.
Ella me susurró al oído que me amaba, que desde que me conoció cuando estaba de novio con Verónica le gustaba. Debo confesar que a mí también me gustaba carlita. Quería disfrutar de todo su cuerpo, así estuviese embarazada, pero tampoco quería cometer una torpeza y se adelante el parto. Esa tarde quería beberla y que sea toda para mí.
Saboreé lo pezones de sus esplendidos pechos mientras metía cada uno de sus pechos dentro de mi boca y sentía como la devoraba, como me comía esas ricas tetas. Salía leche a borbotones por ellos y yo la saboreaba. De repente la carita de Carla había cambiado por completo. Ella rebozaba de alegría porque por fin ella era atendida y tenía alguien que la consolara. Por dentro pensaba que idiota era su marido que dejaba pasar a esta hermosa hembra.
Luego de chupar sus tetas, le saqué la tanga y chupe su delicioso clítoris. Ella jadeaba con mucho placer y mientras mi lengua jugaba con su vagina yo me pajeaba. Giré hacia su cola y chupe el ano de carlita. Así estuvimos: ella de espaldas y yo metiendo mi lengua por todas sus cavidades.
De repente Carla me dice:
- ¡Mmmmm... Cógeme por favor gonza!
- Si preciosa, tu marido se merece estos cuernos.
Allí se hecho a reír y dándose vuelta abrió sus piernas. Agarré mi pene y se lo introduje lentamente por su vagina mientras ella hacia el vaivén para adelante y para atrás. La carita de loca de Carla me lo decía todo, mientras tanto yo seguí embistiéndola de atrás por su concha, así estuvimos un buen rato.
Mientras mi pija entraba y salía por su vagina, empecé a ver como salía mi semen por su agujero. Quise penetrarla por atrás y se negó, luego me dijo que la próxima vez me daría su culito. ¡Que zorra era la amiga de mi mujer!
Finalmente me quedaba un poco de nafta en el tanque y le hice chupar la pija. Me tiró la goma como una verdadera puta y le eché toda la leche en su boca. Carlita se relamió y saboreó mi semen hasta tragarlo. Fue al baño y se limpió un poco la boca. Quedamos los dos exhaustos, mi señora estaba por llegar y despedí a carlita con un beso en sus sucios labios. Ella estaba muy contenta con su pancita en los 6 meses. Quedamos en vernos y volver a repetir lo nuestro, esta vez Carlita me daría su culo.
FIN.
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