Ese día Carlos y yo solo íbamos a tomar, sería en mi casa, él y yo acabábamos de salir de unas relaciones largas, apasionadas, de esas en las que uno esperaba cualquier instante para sentirse. Carlos y yo éramos parecidos y cuando estábamos juntos parecíamos dos amigos infantes que jugaban siempre, tratando de pasar momentos geniales, pero aquella noche todo fue distinto.
Los primeros tragos fueron como cualquier otro día, él me contó todo lo que pasó con su ex, recordó tantos momentos y luego me tocó a mi hacerlo, ambos estábamos deprimidos por ellas, nos hacían falta, en especial por el sexo.
Pero luego de tanto hablar de eso comenzamos a jugar a las luchas, como niños, pero los tragos ya habían hecho sus efectos, varias veces nuestros rostros estaban tan cerca que se sentía la respiración caliente, y él se montó sobre mi y me tomó de las manos, de tal manera que no podía soltarme, cuando me soltó hice lo mismo con él, el juego era cada vez mas emocionante. Los supuestos golpes cada vez se parecían más a caricias y los rostros estaban cerca, yo sentía cada parte de su cuerpo, me gustaba, me excitaba y él también lo estaba, así pasó mucho o poco tiempo quien sabe, pero de pronto su mano bajo y me tocó, me masturbó salbajemente, yo me acerqué hasta que nos dimos un beso, todo era distinto, ese ha sido el beso más agradable, más apasionado el mejor de mi vida, el me quitó la franela, y yo le quité la suya hasta que estuvimos desnudos ambos, y su cuerpo era fuerte pero suave, nos tocamos, no quería apartarme de su piel ni por un instante, lo tomé y puse en mi boca,se lo hice, él emitía gemidos de placer, y terminó, luego se puso de espaldas sumiso me exitó más, y lo penetré, al principio fue suave, luego salvaje y ambos gritábamos de placer, duro toda la noche, parecía interminable.
A la mañana siguiente fingimos que no recordábamos nada de lo sucedido, él regreso con su novia y yo con la mía, pero a veces el viene a tomar unos tragos.