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Año 2014, yo hacía parte del área de sistemas de la empresa; mi labor era la de velar por la disponibilidad del sistema de telefonía y del callcenter que atendía a usuarios de la ciudad que solicitan el servicio de taxis; en una de esas sillas del callcenter conocí a Graciela; una hermosa india de 24 años, pelo largo rojizo, 1.65 de estatura, piernas y un culo interesante, sus tetas resaltaban talla media; su mirada era demasiado llamativa detrás de unas gafas estilo vintage de marco rosado.
No fue difícil entablar una amistad, cada vez que tenía la posibilidad de acercarme a su puesto la saludaba y le brindaba un dulce o chocolate, de esa manera me acercaba más a ella hasta cierto momento que le empecé a decir lo sexy que me parecía, su mirada, su piel suave, su cabello largo; no demoro mucho en darme su número para poder escribirle por WhatsApp; por este medio empezamos a entablar conversaciones bastante subidas de nivel, muy ardientes en las cuales ella me decía que le gusta demasiado el sexo, se considera complaciente, es esa clase de mujeres que se masturba, le gusta el sexo anal y fuerte.
Luego cara a cara en la oficina tocábamos esa clase de temas, me gustaba mucho hacerlo y verla a los ojos, de verdad me encanta esa mirada morbosa, seductora y golosa; no faltaba su peculiar mordida de labios y fue en ese momento que empecé a proponerle que estuviéramos.
Precisamente vía WhatsApp decidimos un sábado ambos salíamos a las 2:00 p.m., al llegar ese día y la hora; cada uno salió por un camino diferente y nos encontramos unas calles más abajo de la empresa; abordamos un taxi y fuimos a un motel llamado Geisha.
Al entrar a la habitación empezamos a besarnos, sus besos son atracadores, ardientes, nuestras manos se confundían y la respiración se aceleraba al máximo; aun estábamos en pie y por encima de la ropa nos apretábamos de verdad se siente muy rico, fuimos a la cama y ahí terminamos de desnudarnos tenía una tanga negra sedosa muy delgada; sus senos son exquisitos me encanta morderlos, y apretarlos fuertemente, ella se ayuda también con su mano, tocándose su clítoris, luego empecé a lamer su vagina depilada exquisita, mi lengua descontrolada y llena de saliva que se confunde con su humedad; con mis manos tomaba las de ella, luego las soltó para agarrar mi cabeza y apretarla fuerte contra su deliciosa concha, metí mi lengua dentro vagina y la encorvé en un va y ven repetitivo; ella subió sus piernas sobre mi espalda cómo no queriendo soltarme.
En un movimiento brusco y rápido ella pasó a chuparme la verga, yo estaba sobre mis rodillas sobre la cama, con mi mano derecha tomé su largo cabello y lo enrede en mi brazo, con mi otra mano agarré fuerte su nuca y empecé a embestirla fuertemente; en ese momento toda mi verga estaba dentro de su boca y ella no quitaba su mirada de la mía (ella aún tenía las gafas puestas); ella chupa delicioso, lo saborea al máximo y hace gestos con su mirada de tal manera que cualquier actriz porno debería envidiarle.
- Quiero que me lo metas en mi concha bien fuerte. Dijo ella.
Ya era hora de hacerlo, mi verga está dura en gran manera.
Graciela se acostó y abrió sus piernas de par en par; yo de rodillas con mis brazos la traje hacía mí; pude ver cómo su mirada se perdía mientras mordía parte de la sabana, por un largo rato, me acuerdo de su voz agitada diciendo:
- Ufff que rico papi, que rico, sí, sí que rico
Luego su mirada cambió a una mirada de dolor, pero de satisfacción; abría su boca y en ocasiones apretaba sus dientes; empecé a embestirla fuertemente y a apretar sus tetas.
La voltee y la puse en cuatro, ella se agachó sin dejar de mirarme, metí mi dura verga y agarré su cabello de tal manera que se encorvaba, también le pegaba en sus nalgas y eso hacía que se pusiera más ardiente. En ese momento saqué mi verga y quité el preservativo para derramar mi semen sobre su espalda.
Estamos demasiado sudados, el aire acondicionado ya no hace efecto, luego empezamos a hablar de las cosas locas que habíamos hecho; debo confesar que me excitaban sus experiencias sexuales; de tal manera que mi verga volvió a tomar su poder y lo que hizo ella fue inolvidable; empezó a chupar y chupar, su lengua, sus manos, su mirada perversa, su saliva bañando mi verga; de repente cuando ella sintió que venía la leche, metió mi verga hasta su garganta y se absorbió todo el semen, sin desperdiciar ni un mililitro de mi leche; sacó la verga de su boca sin restos de semen.
Dicen que las mujeres que mucho hablan son las que poco hacen o demuestran a la hora hacer el amor, en este caso pude comprobar que ella habla y complace de una manera descabellada, Graciela sin duda es una de las mejores en todo sentido.
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