No recuerdo la fecha exacta, pero de que fue real, lo fue. Recuerdo que estaba parado en un paraje solitario a orilla de la carretera que conduce al varadero nacional en mi ciudad natal: Guaymas. Eran como las 11 de la noche, de pronto, la noche se hizo día, lo digo por la claridad que se presentó de pronto. A unos metros sobre mi cabeza, estaba una nave espacial. La más hermosa que hubiera visto jamás. Debo confesar que no me dio miedo, De una especie como de andén, salió algo parecido a un hombre. Alto como de unos 3.50 metros, cuerpo esbelto y blanco, muy blanco. Se acercó a mí y en un idioma extraño pareció que me preguntaba algo. Naturalmente que no entendí, sin embargo, esa cosa que parecía hombre se me acercó más y bajó su bragueta y se sacó un enorme pene como de unos 50 centímetros y con un grosor de 2. Debo confesar que me gustó el animal que tenía en sus manos el extraterrestre, y a mi vez me le acerqué también. Con mi boca empecé a succionar ese enorme falo y el extraterrestre me tomaba del pelo para que lo chupara todo. Naturalmente que no me cabía, pero como disfrutamos ambos de la mamada que le dí. Así estube casi media hora cuando de pronto se empezó a convulcionar y comenzó a arrojar algo parecido a unos espermatozoides, pero más espesos. Me tragué como medio litro y me saqué el pene de la boca porque me ahogaba y no les miento, pero tiró como 120 litros de mecos. Esa chorreada duró casi 10 minutos. Una vez que terminó, me metió el pene por mi culo y me hizo terminar a mí. Después se fue, pero antes de irse, me prometió volver para repetir la escena anterior. Desde entonces yo vivo esperándolo, pero el desgraciado no ha vuelto y por las noches para recordarlo, me meto una manguera de jardín en mi culo y le abro a la llave para pensar que es el grandote extraterrestre quien me está cogiendo.
Esta historia continuará...