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Sexo con mi jeje abogado

Hay miles de relatos de estas historias entre jefes y secretarias, pues aquí añadiré una más, ya que ahora escribiré vivencias más recientes, comenzare con esta, que me sucedió hace unos 14 días atrás.
Recientemente he sido ascendida de asistente social a técnica en minoridad y secretaria de un juez de paz y tengo la fortuna de trabajar con un abogado-juez bien parecido, de unos 48 años bien puestos. Nuestras primeras semanas fueron amenas, conociéndonos, coordinándonos para la mejor convivencia y un mejor resultado para el trabajo, lo cual logramos entendernos rápidamente.
La situación que hoy les contare surgió una noche, donde tuvimos que quedarnos hasta tarde. No viene al caso que explique todo lo que trabajamos y en que, por lo que en resumida cuenta, al fin de toda la causa que debimos estudiar e investigar, decidí preparar unos cafés, ya relajados, pude darme cuenta, como sus ojos buscaban una y otra vez incesantemente mi culo. Tras hacer los cafés, me acerque a él, entregándole su café y yo me apoye sobre el escritorio parada, para tomar el mío.
Tras preguntarme si no tendría problemas de regresar a mi casa tan tarde, le conteste obvio que no, dado que no tengo novio y que en otras ocasiones ya he llegado aun más tarde. Siguiendo el dialogo de la siguiente manera:
¿Salidas con amigas?
Si, también con amigos.
Con tus amigos solo a bailar.
Eso al principio de la noche.
¿y el final de la noche como es?
Le termine contestando "Imagínalo", con una sonrisa picara que dio pie para que con una de sus manos la apoyara en unas de mi piernas por sobre mi falda azul oscura del uniforme con pantimedias, bastante ajustadita, ceñidita y entalladita por cierto, acariciándola. Viendo que no lo rechazaba, fue hasta mi saco, desprendiendo los botones del mismo, llevando ahora su mano debajo de mi hilo dental, jugando con unos de sus dedos en mi ombligo, suavemente deslizándose luego, hasta mis pechos, notando que no llevaba brasier, llevo su otra mano y con ambas, masajeaba mis pechos, ahí sentado él, frente a él parada y entregada yo. Pero esta vez, excitada, tomo la iniciativa, sacándome mi saco y arrodillándome luego entre sus piernas, apoyando mis brazos en sus piernas y primero, desabrochando su cinturón, seguidamente, bajando el cierre de su pantalón y quitándoselo, notando como su bóxer marcaba fuertemente su erección.
Entonces comencé a masajear con mis manos su pene duro, por sobre su ropa interior, viendo su rostro, disfrutando el momento. Hasta que di el siguiente paso, retirando su bóxer, llenando mis ojos con su hermosa verga, la cual tome con mi mano derecha, empezándola a masturbar, suavemente, abajo…arriba… abajo…arriba…, bajando lo que más podía su piel, dejando su glande al descubierto. Así continué un buen rato, masturbándolo hasta que deje todo la punta afuera de su piel y me acerque con mi lengua comencé a saborearla, caliente, húmeda y dura, deliciosa, la lamía en círculos, disfrutándola como una chúpatela. Encerrándola con mis labios fuertemente, en un principio solo la punta, jugueteando con mi lengua con todo esa pedazo de carne, mas luego, empezando el descenso y la introducción de casi todo su verga caliente en mi boca, succionándola fuerte con mis labios y comenzando un sube y baja de mi cabeza con su pene dentro de mi boca, emulando una masturbación realizándola con mi boca, escuchando sus gemidos, lo cual mas me excitada y me incitaba a acelerar mi felación.
Pero entre sus gemidos, mi jefe balbuceo:
para flaca, párate.
Y tomándome por los brazos, me ayudo a pararme frente a el. Primero me sostuvo para poder sacarme mis zapatos y segundo comenzó desprendiéndome los botones de mi jean, el cual deje caer y deje a un costado. Automáticamente me tomo de la mano e hizo darme la vueltita, dejando para su vista todo mi culo, el cual provoco su halago:
Qué culo tremendo y la cola les roja esta terrible.
La cual retiro rápido y sin perder tiempo, comenzó a besarme todo mi trasero, acarianciandolo con sus manos mis piernas por lo bajo. A la vez que su lengua recorría cada rincón de mi culo, sus manos subían buscando mí ya, húmeda vagina. Comiéndose mi culo desesperadamente, finalmente con unas de sus manos, usando dos dedos, se deslizo entre mis labios vaginales, introduciéndolos, a la vez que con la otra mano, y usando también dos dedos, presiono mis clítoris y comenzó a masturbarme frenéticamente. Era intenso el movimiento de sus manos, jugando con mi sexo, llenándome de placer, más su lengua degustando mi culo, la sensación era maravillosa. Sus dedos se rociaban cada vez más con mis fluidos, aumentando mas su masajeo contra mi clítoris, calentándome
Hasta que se paro, detrás de mí moviéndome hasta contra el escritorio, para tomarme firme por la cintura, al mismo tiempo que me recostaba contra la tabla, a la vez que mi jefe separaba mis piernas con las suyas y ubicaba la punta de su sexo entre mis labios vaginales. Con suavidad comenzó abrirse camino dentro de mi vagina, disfrutando la penetración, mojando todo su sexo con mis jugos.
Las primeras penetraciones fueron delicadas, disfrutando con su sexo entrando al mío, lentamente, moviéndose en círculo dentro mío, así tuvimos unos largos minutos hasta que sintió como me venía, mojándome toda, mojándolo a él. Fue en ese preciso instante, que su forma de cogerme cambio, se torno fuerte y aguerrido, Las embestidas ya no fueron suaves, se convirtieron en embestidas brutales contra el escritorio, rápidas y continuas, sin parar, una detrás de la otra, su cintura chocaba estrepitosamente contra mi culo, me excitaba mucho ser cogida de esa manera, mas el morbo que se presentaba al hacerlo en mi lugar de trabajo, en la oficina de mi jefe, con él.
Rápidamente dejo de penetrarme para sentarse en la silla y llevarme arriba del, introduciendo su verga dura y firme en mi vagina, junto a mi descenso sobre él. Quitándome mi última prenda, el hilo dental, descubriendo mis pechos ante sus ojos y comiéndose uno de mis pechos con su boca, tomando con sus manos mi culo a la vez que yo imprimía el ritmo, moviendo mi pelvis de un lado a otro, atrás, adelante, continuamente, satisfaciéndome con su sexo, y satisfaciéndolo con el mío. Subía y bajaba una y otra vez, rápido, lento, rápido, alternadamente, mientras que sus manos disfrutaban de mi culo, masajeándolo fuertemente, a la vez que saciaba su sed de excitación pegando sus labios a mis pechos, jugando con su lengua con mis pezones sin parar. Hasta que un cruce de miradas lascivias, nos hizo unir nuestras bocas en un beso fogoso, que determino mi inmovilidad, sintiendo sus manos ahora firmes en mis piernas y empezando a sentir nuevamente sus embestidas. Esas penetraciones duras, intensas es lo que mas quería y disfrutaba.
Así como estábamos, me tomo por mi trasero con fuerza alzándome y llevándome hasta el escritorio nuevamente. Sin dejar de penetrarme, me sentó y me deje caer, rodeando con mis piernas sus cinturas y el jalándome hacia su cuerpo, enterró mas su sexo dentro del mío. Se abalanzo sobre mi cuello, besándomelo, bajando hasta mis pechos que se los comía desenfrenadamente, balbuceándome:
Qué perra divina sos, la secretaria que siempre quise.
Volvió a enderezarse, parándose pegado a mi sexo, al escritorio y volviéndome a balbucear:
Mí putita.
Me tomo por la cintura y empezó bruscamente a embestirme, a enterrar su sexo dentro del mío rápidamente y introduciéndolo lo máximo posible, haciéndome arquear mi cuerpo, acelerando mi respiración, sacándome gemidos fuertes con cada penetración fuerte, dura contra mi cuerpo. Mi jefe estaba descontrolado cogiéndome sin parar, su verga caliente se hundía en mi vagina húmeda, dilatada por el frenetismo de cada arremetida de su cuerpo contra el mío.
Fernanda, párate, date la vuelta y bonete contra el escritorio.
Me quería de espalda, su calentura ya lo hacía explotar, por lo que rápidamente, me acomode según sus indicaciones y sin demorar mucho, volvió mi jefe a penetrarme, rudamente, lo cual me excitaba mucho su rudeza, cosa que a esa altura, el ya lo sabía.
Pero como dije antes, estaba a punto de explotar, tras tres embestidas donde su sexo se enterró todo en el mío sacándome más de un grito de placer, mas una cuarta durísima e intensa penetración, exploto finalmente, largando yo mi último gemido de placer, alivio y satisfacción, recibiendo continuas eyaculaciones de abundante semen.
Tras un instante de silencio, me hablo:
Perdón Carlota, me descontrole.
Nada que perdonar, me hacía falta un momento así.
Tras ese breve dialogo, nos vestimos y terminamos nuestro largo día de trabajo, muy placenteramente.
Datos del Relato
  • Autor: Relator
  • Código: 24437
  • Fecha: 01-08-2011
  • Categoría: Primera Vez
  • Media: 5.55
  • Votos: 22
  • Envios: 0
  • Lecturas: 6092
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