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Categoría: Maduras

Sexo con la solitaria madre de mi amigo

Salí de la parroquia donde recién se habían casado un par de amigos, y me encontré con un compañero de trabajo que siempre íbamos a jugar al fútbol, los viernes por la noche. Él estaba con su madre que me impactó al verla. Ella, una mujer de 50 años recién cumplidos, separada y vive con mi amigo y sus hermanos. Ella es mas bien delgada, con buena figura y muy cariñosa como buena madre de 5 hijos. Cuando voy para la casa de mi amigo, siempre está dispuesta a la buena charla.



 



Viéndola así tan elegante y sensual con el vestido ceñido pero discreto, le dije que se veía muy linda, a lo cual me respondió con un "gracias" muy afectivo. Entonces me comentó que a su edad, ella había decidido vivir la vida plenamente.



 



Fuimos entonces a la fiesta que se hacía en una recepción del barrio de Belgrano. Mi amigo fue con su madre en su auto, y yo en el mío. Cuando llegamos al lugar, la recepción era muy linda. Había de todo, estábamos con los amigos, tomando unos tragos y todo cuando viniere. En eso, aparece Celia, ese era el nombre de la madre de mi amigo, con dos copas de champagne y me ofrece uno a mí. Y me dice: " Por los novios..." Yo sonrío y toco su copa con la mía. Mientras ocurría todo esto, a mí me fascinaba tenerla cerca, tocarle su brazo como gesto de cariño y confianza. Realmente, me estaba excitando que esté tan atenta conmigo. Es típico que esto se de si Celia no conocía a los invitados, que se refugie en algún conocido y amigo como yo. En eso, se escucha que el DJ pone el Vals para que los novios empiecen a bailar. Todos se reunieron alrededor de la pista para ver y quedamos algo apretados entre nosotros. Celia que estaba muy cerca, quedo justo detrás de mí. Obviamente, no tenía ninguna intención de levantarme a la madre de mi amigo, pero lo que empezó a suceder fue producto de la magia y el placer entre los sexos.



 



Celia que estaba emocionada al ver a los novios, se movía delante de mí, para seguir cada movimiento. Ella sin querer - nunca lo sabré- iba rozándome hasta que llegó un punto en que mi paquete comenzó a endurecerse. Yo no quise evitarlo, pero tampoco tomar ninguna iniciativa. Celia pareció darse cuenta del nuevo estímulo, y comenzó a pegarse más a mí. En un momento, mientras el vals seguía sonando, Celia comenzó a refregar su linda y pequeña cola en mi miembro. Suavemente, lo iba moviendo. Todos alrededor miraban a los novios, mientras que Celia y yo hacíamos nuestro propio baile. En eso, siento que se mueve y de pronto su mano, toma mi bulto y empieza a acariciarlo. Fue entonces, donde ella por primera vez, volteó a verme, sonriendo placidamente. Yo traté de apartarme un poco, puesto que podría generarse un escándalo. Y ella dejó de tocarme. Yo me aparté de ahí, y la fiesta empezó. Yo me quedé como atontado por todo lo ocurrido, conversando con mis amigos, bailando un poco. Es ahí que decido marcharme y mi amigo, el hijo de Celia, me intercepta y me pide que la lleve a su madre, porque él estaba enganchado con una mina y su madre le pedía que la llevara. Los otros hijos de Celia también estaban en la fiesta, así que le dije que sí y él quedó muy agradecido.



 



Celia entró en mi auto con esa alegría natural. No habíamos hablado nada de lo ocurrido. Yo estaba medio avergonzado pero tan caliente como para encararla, si algo insinuaba. Cuando ya estábamos en el auto, ella bajó las ventanas, haciendo que el aire tocara su rostro. Ella estaba callada, pero no incomoda. Desde mi lugar, podía ver el escote de su vestido, reluciendo bien sus piernas y esa piel bronceada que tanto me gustaba. Ella no decía nada. Yo me prendí un pucho y encendí la radio. Celia me vio y me dijo que no debería fumar porque eso a la larga me va a matar. Yo sonreí y le dije que de algo hay que morir.



 



Fue en medio de esas conversaciones triviales que llegamos al departamento de ella. Obviamente, sabía que no había nadie. Celia, con la gentileza de siempre, me invito a tomar un café, el cual acepté con mucho entusiasmo. Mientras que subíamos por el ascensor, uno pequeño de esos edificios del barrio de Recoleta, miraba con deseo todo ese cuerpo delicado de una mujer de 50 años. Ella había cerrado los ojos. Y a mí me provocaba tocarla y besarla. Cuando llegamos a su piso (11ª piso), ella abrió los ojos y me sonrío dandome señal a pasar.



 



Yo me senté en una de las sillas del comedor de diario, mientras ella ponía agua para el café. Cuando sacaba las tazas de café, yo me acerqué a ella, estaba decidido, y le dije si necesitaba ayuda. Ella dijo que no. Pero en ese mismo instante, me acerqué por atrás, y tomé su vientre abrazandola. Celia, sorprendida, puso sus manos sobre la mesada, apoyándola fuertemente. Me preguntó qué hacés? y yo respondí con mi miembro endurecido sobre su cola. Y le besé el cuello por atrás. Ella soltó un gemido muy suave de placer. Comenzó a acomodarse sobre mi bulto y se contornioba al sentirlo cada vez más grande y endurecido. Yo a su vez, la meneaba sobre su vestido. Comencé a acariciar sus pechos, y ella, con los ojos cerrados, seguía cada vez más exitada.



 



En ese momento, fui bajando lentamente y le subí su vestido hasta ver su bombacha. Se lo comencé a bajar y le besé su linda cola que estaba perfumada. Como si hubiera esperado este momento. Mi lengua comenzó a explorar su orificio y ella comenzó a gemir cada vez más alto. Le doy vuelta, y me encuentro con una conchita humedecida y depilada. Eso me excitó mucho y comencé a lamer su clitoris con intensidad. Ella ya gemía como enloquecida y con ritmos cada vez más rápidos. Hasta que sus piernas se endurecieron y era testigo de sus espamos que le daban el orgasmo.



 



Ahi, fue entonces que yo me bajo el pantalón, y ella toca mi pija y arrodillandose, empieza a meterselo en su boca. Ella dijo ser principiante, pero la verdad que lo hacía como una experta. Me lamía las bolas y nuevamente, se lo metía en su boca. Lo hacía con demencia. Ella estaba toda despeinada, y llegó el momento, en que sentí que me venía. Le dije y ella continuó, hasta que terminé en su boca. Limpiaba todo con su lengua.



 



Yo estaba a mil. Así, que veía que tenía para dar algo más. La llevé a la mesa y colocandola encima, empecé a bombear sobre ella. Celia gritaba descontralada, y eso a mí me ponía más a mil. Aceleré el ritmo y vi como ella se quería venir por segunda vez. No bajé el ritmo, seguía y seguía hasta que llegó un momento que yo también me venía y los tomados de la mano fuertemente, acabamos sincronizadamente. Quedamos quietos unos minutos. Yo me senté al lado. Ella se levantó de la mesa y me dio un beso en la boca y me dijo: "Mi amor, me has dado el mejor polvo de muchos años..." Yo entonces, le bajé el vestido y vi sus deliciosos pechos, que comencé a besarlos.



Ella me dijo: "No sigas por favor, que estoy que no doy más". Yo respeté su decisión y la besé tocandole todo, jugamos con nuestras lenguas. La monté encima mío, y ella comenzó a cabalgar. Yo estaba excitadisimo, y comencé a bombear hasta que por tercera vez, acabamos. Era increíble. Era el mejor sexo que había tenido en mi vida. Ella se levantó y se fue a su pieza a cambiar. Yo me fui a su baño y me fui a duchar. Me cambié. Estaba como nuevo. Ella salió con un batita que se dejaba traslucir todo. Solo tenía una bombachita sexy. Yo me despedí de ella, Celia me abrió la puerta y me dijo que la visitara cuando quiera. Yo prometí volver y explorar más. Ella me dio un beso en la boca y yo me fui como coronando un día muy especial...


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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