Tras 2 años de relaciones, el último como matrimonio, Susana fue sorprendida por su esposo Douglas en la cama con su amante. Todo ocurrió una mañana fatal en que Douglas regresó de la oficina totalmente fuera de lo acostumbrado, después de que recibiera el día libre a causa de la fuerte nevada que caía desde el amanecer. El matrimonio vivía en una ciudad media de Michigan al norte de Detroit. Allí Douglas, americano de nacimiento y con 30 años recién cumplidos, trabajaba para una agencia de seguros inmobiliarios, mientras su pequeña y morenita esposa de origen dominicano y 6 años menor, trabajaba desde casa traduciendo textos y artículos para una revista local. Sin embargo, y como se puso de manifiesto dicha mañana, no era eso lo único que hacía Susana en casa.
Hay que decir que desde que conoció a su marido, la verdad es que la desenvuelta y alegre caribeña jamás había puesto los ojos en otro hombre. Douglas era todo cuanto como mujer necesitaba, o al menos eso creía ella: un hombre trabajador, serio, cariñoso, atento. y con más de un metro ochenta de estatura y bien formados músculos. Ella por su parte lucía un porte bastante seductor a pesar de su corta estatura, empezando por su hermoso rostro siempre sonriente, su tez algo bronceada del trópico, los grandes senos redondeados y firmes, y las amplias caderas que le daban un trasero no tanto grande como ancho de nalgas. Todo un poderoso encanto femenino que finalmente no sería Douglas el único que disfrutaría.
Y es que la fidelidad y confianza en sí misma y en su matrimonio de Susana, se pondría a prueba un par de meses antes, al conocer a un chico contratado como modelo por la revista para la que Susana ofrecía sus servicios de traductora. Su nombre era Hakim y era de origen iraní. Solo fue verlo al serle presentado por la redactora jefe para que Susana se sintiera delante del hombre más atractivo que hubiera visto en su vida. Un estremecimiento cálido le recorrió todo el cuerpo esparciéndose desde su entrepierna, no bien lo vió ante sí mientras le daba la mano, a la vez que respondía a su saludo con un "nice to meet you too". A Susana nunca le había sucedido sentirse así en presencia de un hombre. Incluso se sorprendía de que todo el terremoto que la desmoronaba por dentro no se pusiera de manifiesto mientras hablaba. Sus ojos lograron recorrer de arriba a abajo todo aquel portento de perfección masculina que tenía delante, mirando de esa forma en que las mujeres suelen mirar sin que se note que están mirando. Ante sus hormonas descontroladas se hallaba un adonis al que su pobre marido, a quien sus amigas y hermanas consideraban "un machote re bueno", no le llegaba ni a los talones.
Susana aprovechó la presentación para entablar una animada charla casual con él, sin que ella misma creyera lo que estaba haciendo. Su cuerpo, su pensamiento, su boca al hablar, se desenvolvían de forma mecánica, mientras ella en su interior era capaz de sentir tan solo la imperiosa necesidad de ser poseída por aquel hombre. Quería entregarle sin más todo lo que hasta entonces era solo de su esposo. Quería sentirlo contra sí apretando y saboreando esos grandes senos que su marido acariciaba pensando que solo podrían ser suyos. Quería sentirlo deslizándose a través de toda su vagina humedecida, abriéndose palpitante para él. Sentir sus manos tomando su trasero apasionadamente, mientras disfrutaba de aquellos labios carnosos en prolongados e intensos besos lengua contra lengua. Y desde aquel momento no pudo dejar de imaginarse en sus brazos siendo penetrada en todas las posiciones imaginables.
Durante las semanas siguientes llegó a convertirse en una obsesión. Susana se encontró masturbándose varias veces al día pensando en otro hombre, cogiendo con su marido mientras imaginaba estar con el otro y mientras su esposo disfrutaba de sus gemidos más seguidos y más sonoros que de costumbre, creyendo ingenuamente ser la causa de todo aquel volcán desatado. Al hermoso y exótico modelo continuó viéndolo en las oficinas de la editorial, a donde empezó a ir con mayor frecuencia a pesar de que tenía asignado trabajar desde casa. Era pura electricidad lo que recorría su cuerpo al estar cerca de él en tanto conversaban, casi siempre sin que parase de reír como una colegiala. Ya se había hecho algo obvio lo mismo para ambos que para todos. Era Douglas quien único continuaba ajeno a lo que estaba sucediendo. Y como en un final Susana no era un partido para nada desdeñable por su físico, incluso para un hombre de las características de Hakim, llegó el día en que terminó por ocurrir lo inevitable.
Se acercaban las navidades y Hakim debía posar en la serie de fotografías para el catálogo navideño. Eran fotografías en las que fuera de la capa y el gorro de Santa Klaus, el modelo debía lucir solo unos bóxer bien ajustados a su atlética figura en poses sugerentes, y Susana, por coincidencia, pasó por delante del estudio donde se realizaba la sesión de fotos. Al momento quedó extasiada mirando al macho que la traía loca desde hace días en ropa interior. Se sintió palidecer y enrojecer sucesivamente al ver su pene, bien proporcionado, marcándose bajo el bóxer. Solo una delgada tela le ocultaba el adorado miembro que deseaba la poseyera cada vez que se tocaba o cogía con su marido. Al instante su boca se llenó de saliva y tuvo que tragar en seco con el rostro marcado por la angustia. Susana conprendió que no podía aguantar más aquello. Hakim tenía que hacerla suya fuera como fuera ese mismo día.
Rápidamente entregó los trabajos de traducción que traía y salió apresuradamente del edificio hacia donde había aparcado el coche. Estaba determinada a esperar a Hakim a la salida, una vez concluida la sesión de fotos, pero ni siquiera se sentía capaz de controlarse hasta entonces. En un arrebato ya incontrolable tomó el teléfono y timbró a Hakim, con el corazón desbocado y un intenso cosquilleo estremeciéndole la entrepierna.
- Quiero ser tuya, ¿me oístes? -dijo no bien lo oyó contestar- Quiero que me cojas como a una perra y me llenes completamente de ti, y quiero que lo hagas ahora, ¡AHORA!
- Pero -farfulló él- es. estoy en el medio de.
- Inventa cualquier excusa- se apresuró a contestar ella sin dejarlo terminar- Diles lo que sea. Solo sal, maldito. Estoy en el parking, en el auto. Cógeme Hakim. ¡HAKIM CÓGEME!
- Espérame, ya salgo- dijo él cortando la llamada.
Susana se agarró del volante con ambas manos mientras se le escapaba un jadeo de alegría. Era increíble que fuera a ocurrir lo que estuvo deseando tanto. Su sexo se hallaba totalmente humedecido y no sabía que hacer con las piernas de la calentura y el nerviosismo. Hakim demoró apenas unos 10 minutos en los que ella no tuvo mucha noción de lo que sucedía alrededor. De pronto él había entrado al coche diciendo algo relativo al pretexto que había dado para su abrupta salida, pero ella no esperó que acabara de hablar lanzándose sobre él para entregarle con avidez su boca en tanto gemía de satisfacción por estar finalmente disfrutando de sus besos, enroscando lengua con lengua. Pasada la convulsión de esos primeros instantes fue que pudo hablar ya más calmada. No había mucho que decir tampoco. Cualquiera de quienes los habían visto conversando las semanas anteriores estaba al tanto del deseo mutuo que existía entre ambos.
Solo Douglas no sabía nada. Douglas se encontraba a esa hora trabajando en su oficina, explicando a los clientes de la aseguradora los distintos tipos de cobertura por las que podían optar pagando una póliza. Mientras Douglas bebía una taza de café, camino a su escritorio, y ordenaba varios expedientes, consultando datos en el computador, su esposa Susana estaba en la habitación de un hotel con Hakim chupando su miembro como si fuera su última cena, en tanto él restregaba su mano por todo su coño y le introducía los dedos en la vagina. Era el sueño hecho realidad de Susana, estar toda postrada en la cama con su cuerpo desnudo ante su bello amante, recibiendo su gran miembro dentro mientras es agarrada por ambos pechos. Al primer orgasmo sucedió un segundo, un tercero y aún un cuarto. Llegó a tener 5 orgasmos en aquella ocasión y serían más en posteriores encuentros. Con Douglas pudo llegar alguna que otra vez a disfrutar máximo 2. Además el miembro de Douglas no era tan largo como el de Hakim, aunque sí más gordo. El de Hakim llegaba más adentro y además lo sabía mover muy bien. Y con ese miembro que vio por primera vez marcado en un bóxer ajustado sin poder contener la saliva en su boca, pudo gozar aquel día en brazos de su amante, entregándose en las posiciones más atrevidas con todo su sexo afeitado bien expuesto a la vista de su formidable nuevo macho, y en lo que su esposo continuaba trabajando tranquilamente.
Él continuó sin sospechar lo que ocurría, si bien ya Susana no lo buscaba como antes en la cama. Ella igual se imaginaba estando con Hakim las veces que tenía sexo con Douglas. Pero luego era con Hakim con quien realmente disfrutaba. Le gustaba tragarse su semen, sentirlo bien caliente goteando de su vagina osu ano. Susana era muy inclinada al sexo anal, aunque con su marido lo practicaba poco ya que a este parecía no gustarle. A veces Douglas la complacía cuando ella se lo pedía, pero era más bien en contadas ocasiones. Con Hakim, en cambio, quedaba plenamente satisfecha también en ese aspecto. Él la penetraba por detrás en cualquier posición, incluso parada o cargada. La hacía resbalar una y otra vez por su miembro, introduciéndoselo bien dentro, hasta lo último. Precisamente estaba taladrando con su larga verga el culo de Susana cuando Douglas los pilló.
Los amantes se habían vuelto más atrevidos en la medida en que cada vez se repetían más sus desenfrenos sexuales. Las primeras veces había sido en el pequeño hotel en que se alojaba Hakim. Luego empezaron a encontrarse en casa de Susana, donde se hallaban más a gusto, con más espacio, más habitaciones donde hacerlo: la cocina encima de la alacena, la ducha mientras tomaban un baño, la alcoba matrimonial, todos lugares donde Douglas, o bien se preparaba un bocadillo, o se duchaba a diario o hacía el amor con su esposa. Ahí en el dormitorio los sorprendió en pleno acto.
Tras aparcar el coche ante la casa, había entrado preguntándose por qué su esposa tenía puesta música a un volumen tan alto. Susana solía hacerlo así, previendo que alguien de afuera pudiese escuchar algún gemido o grito de placer. Luego fueron ella y su amante quienes no oyeron al marido entrar en la casa. Él intentó llamarla, pero creyendo que ella no lo sentiría con la música, se dirigió directamente al cuarto, desde donde provenía el atronador sonido. Allá los encontró a ambos y fue como un golpe seco en pleno rostro.
Douglas palideció intensamente y sintió una oleada de frío en todo el cuerpo, mientras contemplaba boquiabierto la escena ante sí. Susana se hallaba a 4 patas sobre la cama en la que ambos dormían y se amaban, de espaldas a él, con todo su sexo expuesto, en tanto su amante la penetraba por el culo a horcajadas sobre ella como en una peli porno, también dándole la espalda. Ninguno de los dos podía verlo y además estaban demasiado perdidos en las sensaciones que experimentaban como para notar su presencia. Douglas vio sin atinar a hacer nada, completamente petrificado, el rostro de su mujer transfigurado por el placer con la cabeza apoyada de lado sobre el colchón, la boca entreabierta de puro goce y los ojos en blanco, a la vez que el largo falo de aquel desconocido entraba y salía en toda su longitud de su dilatado ano. Es preciso señalar, además, que el sexo de Susana era bastante grande, de labios bien abiertos. Douglas vio como los flujos vaginales chorreaban por momentos de ese inmenso coño, cuando el otro metía completamente su miembro en el culo de su esposa, y así todo dentro, antes de sacarlo, hacia movimientos rotatorios restregándoselo bien por su interior, para luego seguir bombeando y bombeando. Por último oyó la voz de su mujer quebrada en un largo y sonoro quejido, diciendo en español: "ay papi que rico".
Douglas de algún modo se encontró saliendo de la casa. Se quedó fuera, a la entrada, con la vista perdida, en un estado de confusión total. Pasó así como media hora sin que la música se detuviera dentro. Finalmente pudo reaccionar y subirse al coche. Aún seguía en estado de shock, pero alcanzó ya a darse cuenta de que no había sido visto por su esposa y el amante, quienes a esas alturas debían continuar fornicando como animales en su lecho matrimonial. Nunca más los volvió a ver, como mismo nunca más volvió a ver a sus amigos, familiares y compañeros de trabajo. Arrancó el coche y se largó para siempre de su ciudad natal, a pesar de la fuerte nevada, dejándo su casa, su esposa, su empleo y toda su vida detrás. Lo último que supieron de él fue que se había ido a vivir a México. Él, en cambio, jamás supo nada de su esposa y el amante, ni siquiera que ella fue a la cárcel por matarlo a él de un disparo en un arranque de celos.