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~Como cada sábado nos disponíamos a salir de fiesta. Cómo siempre no teníamos ningún sitio a donde ir hasta que una llamada de última hora nos convenció para ir a un rave (fiesta clandestina). Estábamos en mi casa, ya que mis padres estaban de viaje y habíamos montado una cena con otra pareja con la que ibámos a salir, Eric y Núria. Mi novio, Andreu propuso meternos una raya de cocaïna, y por supuesto nadie le hizo ascos. La noche pintaba bien. Hacia poco que habíamos empezado en este mundillo de la música techno inducidos por Núria, que ya había estado en algunas discotecas y nos había propuesto tomarnos pastillas de éxtasis. La verdad es que cuando lo probamos nos pareció la sensación más alucinante que habíamos experimentado nunca. La verdad es que cuando estás en pleno subidón te sientes libre de hacer cualquier cosa, no tienes reparos ni vergüenza y no te importa la opinión de los demás. Por contar una anécdota de entre las muchas que hemos vivido, la primera vez que fuimos a una megadiscoteca acabamos echando un polvazo los cuatro en una de las salas de la discoteca, bajo la mirada atenta de unos cuantos mirones.
Bueno, a lo que ibámos, teníamos sitio, coca y ganas de fiesta, no necesitábamos nada más. Cogimos el coche y nos dirijimos hacia la rave. Nada más llegar, el ambiente nos pareció genial. Había música por todas partes y la gente ya iba muy puesta. Decidimos, animados por el ambiente, meternos otra raya, pero esta vez mucho mayor que la anterior. Ya notábamos que nos iba bajando lentamente el gusto amargo de la coca, y eso era buena señal. Empezábamos a animarnos. Buscamos una sala que nos gustase, y allí nos quedamos. Nuestros respectivos novios salieron en busca de pastillas, y evidentemente, al cabo de un rato volvieron con la mercancía: 10 pastillas que esperaban entrar en nuestros cuerpos. La fiesta siguió hasta las dos del mediodía. Aunque no es habitual sólo nos metimos una pastilla cada uno, pero teníamos ganas de fiesta, y antes de irnos compramos 9 más, para la noche y el día siguiente, ya que decidimos seguir la fiesta en una casa que Eric tiene al lado de la playa. Nuestra sorpresa, al llegar allí, fue de impresión: la casa estaba ocupada por su hermana!!! Y nosotros con un subidón del copón y locos por echar un polvo.
Decidimos ir a unos acantilados a esperar que se fueran. Como no llevabámos bañadores, nos pusimos en calzoncillos y braguitas. Como yo tenía mucho calor decidí quitarme también la parte de arriba. Pero las calenturas apretaban, y Núria empezó a jugar con mis pechos, cosa que hacíamos habitualmente de broma. Pero esta vez fue diferente. Empezamos a notar los bultos debajo de los calzoncillos de nuestros novios, cosa que nos instaba a continuar con el juego. La verdad es que a mi me gustaba mucho lo que me estaba haciendo Núria, así que empecé a notarme mi rajita recién afeitada muy mojadita. Mi novio estaba tumbado junto a Eric, y esta situación me pareció excitante. Decidimos meternos otra pastilla para no salir de esta situación tan agradable y alucinante a la vez. La gente nos miraba extrañadíssima, pero como he dicho antes, no nos importaba nada la opinión de la gente, es más nos excitaba todavía más a continuar.
Decidimos volver a la casa, por si se habían ido. Por el trayecto Núria y yo ibámos en la parte trasera del coche, dándonos unos muerdos de impresión. Cuando nos parábamos en algún semáforo, la gente alucinaba y no paraban de darse codazos señalándonos. La verdad es que no nos reprimíamos ni un pelo.
Cuando llegamos la casa estaba por fin libre. Descargamos el equipo de música y nos disponíamos a continuar la fiesta. Nos metimos otra pastilla y empezamos a bailar. Hacía mucho calor ya que las ventanas estaban cerradas para que los vecinos no oyeran la música. Eric propuso hacer una fiesta nudista, y no tardó en quedarse completamente desnudo, a lo que los demás le imitamos y empezamos a quitarnos la ropa. La sensación era fascinante. Al cabo de un rato, la pastilla empezaba a bajar, y Núria y yo pedimos otra. Nuestros novios nos dijeron que nos la daban a cambio de un besito de esos que les gustaban tanto. Así que empezamos a enrollarnos. Esta vez noté que rápidamente me ponía muy caliente, y noté que a mi amiga también le pasaba lo mismo. Así que lo hicimos tan bien que tuvimos nuestro premio. Entonces Eric nos retó y dijo: sí sí, pero de aquí no pasáis! Eufóricas y calientes por el efecto de la pastilla, Núria llevo mi mano hacia su chochito y me dijo: notas cómo voy de mojadita? Esto me puso muy caliente. Ella me puso su dedo en mi chochito y empezó a moverlo. Yo la imité y en ese momento empezó a chuparme los pezones y a tocarme los pechos apasionadamente. De repente oímos la voz de Eric preguntando si se podía hacer una paja mientras nos miraba. Respondimos, como pudimos porque estábamos enzarzadas en un apasionado morreo, y le dijimos que sí. Eric y Andreu empezaron a pajearse delante nuestro y esto nos excitaba todavía más.
Entonces los retamos a ellos y les propusimos que hicieran alguna cosita excitante, a lo cual ellos accedieron y se fundieron en un apasionado beso con lengua. Nosotras estábamos cachondas perdidas y pedimos más. Eric preguntó si hacer una mamada a un amigo era de maricones. Núria dijo que no rotundamente, ya que si le venía en ganas nadie se lo podía reprochar. Si nosotras lo hacíamos, porque no podían hacerlo ellos. Eric me preguntó cómo debía hacerlo. Así que yo cogí la poya de mi novio y empecé a enseñarle a Eric cómo hacer una mamada. Seguidamente, se la cogió y se la metió en la boca. Fue una sensación increíble. Nunca me había imaginado a mi novio en tal situación, y la verdad es que Núria y yo nos miramos y nos quedamos alucinando, excitadísimas. Al cabo de un rato se separó y continué haciéndole la faena. No sabíamos diferenciar el efecto de la pastilla de la excitación que llevábamos. Entonces Núria y yo les imitamos y empezó a comerme el chochito. Realmente me quedé impresionada de lo bien que lo hacía, no parecía que fuese su primera vez. Mientras Eric se la clavó por detrás a Núria y yo le hacía una paja a Andreu. De repente noté que Núria empezó a lamerme los pezones con lujuria y me metió dos dedos por el coño. Eric mientras me sobaba el pecho que quedaba libre. Andreu vió que yo estaba ocupada y empezó a tocarle los pechos a Núria. En estos momentos sentí que Núria jadeaba fuertemente, cosa que me excitó muchísimo y noté como un cosquilleo me recorría todo el cuerpo.
Decidimos cambiar y entonces empecé a comerme su húmedo chochito. Era delicioso. Me dijo que lo hacía muy bien y que no parase de comérselo. Mientras mi novio, tambíen me la clavó por detrás y Núria le hizo una paja a Eric. La cosa se iba calentando cada vez más. Eric propuso que le hiciéramos una mamada a tres bocas a Andreu, cosa que hicimos inmediatamente. Nada más ver la cara de vicio que ponía Andreu, me mojaba cada vez más y a los demás les pasaba lo mismo. Todos teníamos muchas ganas de que nos hicieran lo mismo, así que uno a uno empezamos a disfrutar de esta nueva experiencia. La verdad es que fue lo mejor que me han hecho en mi vida, sentí que me recorría un escalofrío por todo mi cuerpo. Cuando tocó el turno de Núria, empezó a jadear fuertemente, y eso nos excitaba.
Cuando nos separamos, vi que Núria le estaba haciendo una paja a mi novio, así que me dirijí a Eric y le hice lo mismo. El efecto de la pastilla nos dejó muy colgados en ese momento. Así que Andreu y Eric se tumbaron en un sofá juntos, y Núria y yo en el otro a fumarnos un chino de coca. De repente Núria me propuso hacer un 69. Me quedé alucinando puesto que en ese momento la pastilla me había bajado, pero al cabo de un segundo reaccioné y pensé por qué no!! Era un día de nuevas experiencias, y ya que habíamos provado tantas cosas nuevas excitantes, esta podría ser la mejor de todas. En efecto, la sensación que tuve cuando estava encima de ella mientras me comía el chochito fue impresionante. Al cabo de un rato lo dejamos y nos pusimos a hablar de lo que habíamos experimentado. A todo eso sin dejar de tocarnos, pues mientras hablábamos Nuria seguia metiéndome el dedo y tocándome los pechos. Andreu no dejaba de tocar la poya de Eric y eso me excitaba mucho. Nos quedamos un buen rato muy colgados por las pastillas, puesto que ya llevábamos cuatro cada uno, pero estábamos de puta madre ya que te sientes bien hagas lo que hagas.
Al cabo de un rato decidimos echar un polvo cada uno con su pareja para finalizar la fiesta, así que nos dirigimos a las respectivas habitaciones.
Según he podido saber Eric y Andreu seguramente no volveran a tormar más pastillas antes de echar un polvo debido a que uno de sus efectos es la imposibilidad de correrse, mientras Núria y yo nos lo pasamos de vicio corriendonos varias veces.
A pesar de todo ello, no lo pasaron mal, ya que fue una experiencia genial y no ibámos solamente a corrernos, ibámos a pasarnoslo bien, y de verdad que lo hicimos. Una experiencia para repetir, con o sin drogas.
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