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Hola de nuevo, les relataré acerca del segundo encuentro con mi sumisa A. Como sabrán del relato anterior, ella es de un estado lejano al D. F., así que la veo de manera muy esporádica, cada vez que tiene un compromiso en esta ciudad.
**********
Esta vez, pensé en llevarla al hotel que frecuento, ubicado cerca del centro de la ciudad, así que la cité en él a la salida de la estación Salto del Agua del Metro, donde la esperé unos minutos. Cuando por fin llegó, llevaba puesto un vestido de color verde con blanco, que le llegaba un poco más arriba de sus muslos y unos botines cafés, con unos tacones medianos, además que llevaba el cabello sujeto con una cola de caballo.
Ya que llegó, nos saludamos y empezamos a caminar con dirección al hotel, que se encuentra a tres cuadras del Metro, íbamos charlando de cosas comunes para que se relajara un poco y ya cuando estábamos a una cuadra y media, tomé sus cosas, la sujeté de la cintura y puse mi mano en su nalga, así me la lleve hasta que entramos. Ya después de pagar la habitación, dejé que subiera primero, así pude contemplar sus nalgas hasta que subimos al tercer piso y luego de entrar a la habitación, le ordené “espérame ahí” mientras iba a dejar mis cosas, luego me acerqué, colocándome justo frente a ella, levantándole su vestido y metiéndole de inmediato mi mano debajo de su tanga y empecé a meterle mi dedo, sintiendo que estaba muy mojada.
Enseguida, le decía “estás muy mojada, perra” mientras seguía metiéndole mi dedo en su vulva y me dijo “estoy así desde que venía en camino, amo” mientras comenzaba a gemir, entonces le saqué mi mano bajándole un poco su tanga y la tomé fuerte del cabello, volteándola para que quedara frente al espejo. Ahí, levanté de nuevo su cara, diciéndole “mírate bien, perra, estas aquí para ser mi puta” mientras le jalaba más fuerte su cabello y me respondió “así es, amo, soy su puta”, enseguida la empujé, dejándola apoyada en la repisa, ordenándole “espérame ahí, puta”, al tiempo que me acercaba mis cosas, sacando un condón y dejándolo encima de la repisa.
A continuación, la tomé del brazo, aventándola a la cama y le dije “quédate así, perra”, al tiempo que me quitaba el pantalón, luego me puse sobre ella y sujetándola de los brazos, le decía “ahora te voy a meter la verga, puta, a eso viniste”. Ella luchaba un poco por zafarse sin conseguirlo y pataleaba sin éxito alguno, suplicándome “por favor, amo, con condón, así no quiero” mientras la sujetaba más fuerte, diciéndole “puedo hacer contigo lo que yo quiera, de la manera que quiera, para eso eres mi perra” pero luchaba con más fuerza, aunque sin conseguir nada y suplicándome por última vez “por favor, amo, haré todo lo que deseé pero con condón, por favor”.
En ese momento, la sujeté con más fuerza mientras la veía a los ojos muy cerca y le dije “muy bien, puta, espero que recuerdes esas palabras” mientras la soltaba, luego me levanté y me puse el condón, después me le volví a acercar y sujetándola de la cadera, la jalé a la orilla de la cama, le abrí sus piernas y le metía mi verga de un solo golpe, ella sólo gritó mientras empezaba a penetrarla. Como la habitación tiene un espejo grande justo al pie de la cama, le tomé la quijada mientras le volteaba su cara para que mirara al espejo y le decía “mírate, perra, mira lo puta que eres, mira cómo te meto la verga”, ella sólo gemía y me contestaba “sí, amo, eso es lo que deseaba”.
Después de penetrarla por unos minutos, me dijo “amo, estoy a punto de venirme”, eso ocasionó que la penetrarla con más fuerza, al tiempo que le respondía “puedes venirte, perra”, para enseguida venirse mientras no dejaba de penetrarla. Cuando ella se vino, me levanté para irme a sentar a la silla que tenía la habitación y le ordené enseguida “ven aquí e híncate, puta”, así lo hizo de inmediato, quedando de rodillas frente a mí, luego le ordené “desnúdate, perra”; de manera inmediata, se quitó el vestido, el bra y la tanga, quedando de rodillas delante de mí, ya completamente desnuda.
Mi siguiente orden fue “chúpame la verga, puta”, la que cumplió de manera inmediata, metiéndose mi verga en su boca, así me la chupaba y me la lamía de manera apresurada, se notaba que era algo que había estado deseando desde que habíamos planeado esta sesión. Después de varios minutos que se la pasó hincada, chupándome la verga, le señalé “detente, puta, ponte el vestido”, luego me levanté y me acerqué a mis cosas, entonces me preguntó “¿puedo ponerme la ropa interior, amo?”, al tiempo que se levantaba para colocarse el vestido pero le contesté “no, puta, te dije solo el vestido”, levantando la voz.
Así, ella se puso el vestido y así se quedó, en ese momento la sujeté de la cintura y la puse en el espacio entre la cama y el muro donde se encontraba el espejo y le ordené, dándole una nalgada “empínate, puta”, lo que hizo de inmediato, levantando bien su culo, eso ocasionó que el vestido se subiera a la mitad de sus nalgas, lo que aproveché para tomarle una foto. Después de eso, le ordené “levántate, puta” mientras caminaba a mi cartera, de donde saqué dinero y le indiqué “ahora irás a la recepción y me comprarás dos cervezas, así como algunos condones, puta”. Al instante, ella se puso roja de vergüenza y me cuestionó “¿así quiere que vaya, amo?” mientras bajaba la mirada, respondiéndole “así es, puta, así irás por mis cosas”, dándole un billete.
Salió de la habitación mientras me recostaba a descansar, regresó a los pocos minutos y mientras le abría la puerta, le dije “muy bien, puta, apuesto que disfrutaste ir abajo sin nada de ropa interior”. Cuando terminé de cerrar la puerta, me respondió “me sentí rara, amo, además me vieron dos hombres y una chica que iban entrando al hotel”; en ese momento, dejaba las cosas en la repisa cuando agregó “además, no sé qué sospechó la chica porque me preguntó en qué habitación estaba pero solo me regresé aprisa”; mientras decía esto, ella agachaba la cabeza y notaba su vergüenza por pasar por esa situación pero le aclaré “ya te daré órdenes de qué hacer en esas situaciones, perra” mientras la tomaba de la cintura, añadiendo “ahora ven aquí y ponte en cuatro en la cama”.
Lo hizo de inmediato, enseguida le subí la falda hasta la cintura, luego me puse un condón de los que acaba de traer y empecé a penetrarla de nuevo, también le agarraba sus nalgas y le jalaba el cabello, lo que era muy sencillo por la cola de caballo que traía, comentándole “muy bien, puta, así es como se coge a las perras como tú”. Cuando comenzó a gemir, me dijo entre gemidos “sí, amo, soy tu puta”, al tiempo que la penetraba con fuerza y en un momento, sus manos y sus piernas perdieron fuerza, quedando recostada en la cama mientras la seguía penetrando y ponía su cara mientras seguía gimiendo.
Después de unos momentos, me levanté y la jalé para ponerla de nuevo en cuatro, luego le puse mi verga en la entrada de su ano, pero me suplicó “no, amo, no me han cogido por ahí” mientras me acercaba pero cuando sintió que se la puse en la entrada, se dio vuelta en un movimiento rápido, dándome un golpe al costado del ojo izquierdo. Rápidamente, puse mi mano en la parte que golpeó, sin dejar de mirarla y en ese momento, se dio cuenta de lo que había hecho, así que cuando quité mi mano de ahí, puse su mano derecha a la vez que decía “perdón, amo”.
En ese momento, me levanté, la tomé del cabello y jalándola de ahí, la levanté mientras le gritaba “¿sabes lo que has hecho?”, enseguida la empiné sobre la cama y me respondió “sí, amo, lo siento” mientras yo iba a donde estaban mis cosas, tomaba mi cinturón y regresé a donde estaba ella. Jalándola de nuevo del cabello para levantarle la cara, le di tres azotes con fuerza mientras le decía “esto te pasa por ser una perra pendeja, ¿qué crees que mereces por haber hecho eso, puta idiota?”, contestándome entre quejidos “esos azotes, amo”. Sin soltarle el cabello, le puse el cinturón en la cara, diciéndole aún con fuerza “¿crees que estos son suficientes por lo que hiciste, pendeja?” y me respondió de inmediato “sí, amo”.
Luego, le solté el cabello y le pregunté “¿cuántos azoten van, perra?” mientras ponía el cinturón en sus nalgas, que ya habían empezado a ponerse rojas por los primeros tres azotes y me respondió “tres, amo”; en ese momento, la tomé de nuevo del cabello y la jalé para que empinara bien el culo mientras le advertía “serán 10, puta y a cada uno, pedirás perdón por ser una pendeja” mientras me preparaba para azotarla. Así, le di el primer azote con la mayor fuerza posible mientras ella decía “perdón, amo”, así fue sucesivamente hasta que llegamos al 10 y cuando terminé de azotarla, la dejé ahí empinada y aproveché para tomarle otra foto. De manera inmediata, le dije “ven aquí, puta, desnúdate e híncate delante de mí”, enseguida se levantó y mientras se quitaba el vestido, se agarraba las nalgas rojas.
Ya cuando estuvo hincada delante de mí, le di una bofetada, diciéndole “eso te enseñará que solo sirves para lo que yo quiera, perra” mientras le daba otra y me respondió “sí, amo” mientras agachaba la cabeza. En ese momento, agarré el collar y la correa de perra, se los coloqué y empecé a pasearla en cuatro patas por la habitación; por su falta, en esta ocasión le jalaba la correa con fuerza cada vez que deseaba que diera vuelta y cuando llegaba a la puerta, la jalaba para el otro lado, así fue por cinco vueltas a la habitación. Después de eso, le ordené “híncate, puta” y cuando lo hizo, agarré un par de pinzas y se las coloqué en los pezones, luego jalé de nuevo la correa y empecé a pasearla de nuevo, con las pinzas colocadas hasta que luego de tres vueltas, volví a ordenarle que se hincara y le quité las pinzas, casi arrancándoselas, lo que hizo que diera un grito.
En ese momento me senté y jalé de la correa para acercarla a mí, enseguida le puse la correa en la boca mientras le decía “ahora, perra, ve por mi cerveza, irás hasta allá en cuatro patas y te levantarás para traérmela, cuidado donde sueltes la correa de tu hocico”. Así fue hasta el otro lado de la habitación, tomó la cerveza y regresó caminando para hincarse de inmediato y ofrecérmela, pero le ordené “levanta las manos sobre tu cabeza, puta” y cuando lo hizo, se la puse en ellas, indicándole “así te quedarás para sostenerla mientras me la bebo, ahora empieza a lamerme mi verga desde los huevos, perra” mientras abría la lata y la colocaba en sus manos.
Así estuvo por varios minutos, lamiéndome mi verga y con las manos en alto, para que pusiera la lata ahí mientras me tomaba la cerveza con calma, con tragos cortos, alternando con algunas órdenes de vez en cuando, entre que me la chupara y que me la volviera a lamer. Ya que me terminé la lata, me levanté jalando la correa y diciéndole “ven, perra” mientras me acostaba en la cama, indicándole “ahora móntate en mi verga” mientras ella se subía a la cama; en ese momento, se subió en mí y se metió mi verga, dando un gemido. En esa posición, empecé a moverme mientras le tomada las manos y ella solo gemía, después la solté y le ordené “ahora voltéate, perra”, enseguida se levantó, se volteó y volvió a meterse mi verga, ordenándole “muévete, puta”, a la vez que le daba una nalgada.
Acto seguido, agarré la cámara para tomarle algunas fotos mientras ella se miraba en el espejo y comenzó a decir “sí que soy una puta, estoy aquí, montando la verga de mi amo”, de pronto le daba de nalgadas mientras volvía a ordenarle “ahora siéntate así como estás, puta, sin sacarte mi verga”, entonces pasó sus piernas para adelante y cruzándolas, quedando sentada en mi verga, cosa que hacía que me la apretara más. Luego, ella me comentaba “vaya, amo, no pensé ser tan puta, me gusta verme mientras me coges, amo” y lo repetía una y otra vez mientras movía sus nalgas con más fuerza, entonces le tomé los senos y la jalé contra mí, quedando acostada sobre mí mientras le pellizcaba los pezones y me movía, penetrándola.
Después de un rato de penetrarla, mi verga se le salió y le ordené “vuelve a montarte en mi verga, puta”, lo que hizo gimiendo, volviendo a moverse hasta que luego de unos minutos así, le ordené “levántate, puta”, parándome de la cama. Enseguida, me senté en la silla y la jalé de la correa, pero justo cuando iba a hincarse, le ordené “no, perra, ahora voltéate y métete mi verga así”, a lo que me respondió “sí, amo”, entonces se volteó, agarró mi verga, se la metió y empezó a moverse gimiendo y diciendo “nunca me habían cogido así, amo”. Cuando pasó un tiempo de tenerla así, la jalé del cabello y le ordené “ahora, puta, voltéate y súbete”, entonces se levantó y cerré un poco las piernas, así se sentó en mi verga y la tomé de las nalgas, empezando a penetrarla con fuerza, lo que la hizo gemir también fuerte.
En ese momento, la agarré de las nalgas con más fuerza y me levanté de la silla, ella pasó ambos brazos por mi cuello y así seguí penetrándola, de pie, sosteniéndola firmemente de las nalgas mientras gemía más fuerte hasta que me acerqué a la cama y dejé que ambos cayéramos ahí. Luego, me coloqué sus piernas en mis hombros y ella gemía con más fuerza mientras le preguntaba “¿así te coge tu esposo, perra?” mientras incrementaba la fuerza con que la penetraba y me contestó “no tan duro, amo”; enseguida, le agarré sus tobillos, le abrí las piernas lo más que puede y empezó a gemir, diciéndome una y otra vez “amo, amo” hasta que de pronto, afirmó “amo, estoy a punto de venirme”, entonces incrementé el ritmo con que la penetraba, diciéndole “puedes venirte puta”.
Al momento, le solté las piernas pero ella las apretó contra mí mientras terminaba con un largo gemido hasta que llegó por completo, entonces me levanté y me senté en la silla mientras ella se quedaba recostada en la cama. Casi de inmediato, la jalé de su correa, diciéndole “ahora ven e híncate, puta”, lo que obedeció de inmediato, hincándose y le ordené “ahora mámame la verga hasta que te tragues mi leche, puta”. Rápido, empezó a chupármela, lo hacía con prisa, deseosa de hacerme terminar, agarrándomela por la base y chupándome solo la punta, después me la soltaba, lamiéndomela usando toda su boca. En ocasiones, le tomaba la cabeza y se la presionaba contra mí, ocasionándole que tuviera arcadas y por lo mismo, me ensalivaba más mi verga, luego la soltaba, diciéndole “no te he ordenado que pares, perra”, ocasionando que siguiera chupándomela.
Después de algunos minutos, sentí que estaba a punto de venirme y le dije “ahora, perra, cuando terminé, trágate toda mi leche”, eso ocasionó que tomara la base de mi verga con una mano y siguiera chupándomela más rápido. Ya que estaba por venirme, le agarré la cabeza, marcándole el ritmo y sujetándosela fuerte hasta que le dije “tómala toda, perra”; en ese momento, se quedó quieta tragándoselo todo, luego la separé de mí, ordenándole “límpiamela bien, puta”, lo que hizo de inmediato, lamiéndome toda mi verga.
Cuando me recuperé de venirme, la llevé de la correa al baño, donde la dejé hincada y empecé a bañarme, luego le indiqué “tráeme la toalla, perra y vuelve a hincarte, con la cabeza agachada”, enseguida se levantó mientras respondía “sí, amo”, entonces me la entregó y volvió a hincarse. Ya que terminé, le dije “ya puedes bañarte”, así que me salí del baño y empecé a vestirme; pasado un tiempo, ella salió y hablamos mientras se vestía y yo me tomaba una cerveza, después salimos del hotel y fui a dejarla a la estación del Metro.
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Bien, amigos lectores, esta experiencia sucedió este agosto y como siempre, espero sus comentarios, dudas y sugerencias.
Pronto les compartiré más vivencias con ustedes.
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