Están dos hermanas de unos 30 años en el sofá, se sienta escuchando las penas cómo los sinsabores incluso desanimada igualmente desilusionada qué se caso enamorada pero en estos cinco años después de que regresamos de la luna de miel, nos entregamos a nuestras respectivas profesiones, cuándo nos encontramos al llegar a casa solo nos remitimos a cenar y a ver algo de televisión de a vaina nos deseamos buenas noches y un besito en la boca de ahí, nos dormimos hasta que despertamos a la mañana siguiente nos metemos al cuarto de baño a refrescarnos como ducharnos hasta despertarnos nuevamente volvemos a la misma rutina de todas las mañanas tomamos café y desayunamos el se pasa leyendo el diario y yo revisando mi agenda electrónica de lo que me depara el día, nos paramos al fregar lo que usamos para el desayuno y nos despedimos con besos al salir de casa y abordamos nuestros respectivos automóviles al encenderlos y salimos en fila con diferentes direcciones.

Estoy tentada de coquetear con algunos de mis colegas en el trabajo pero al momento que quiero lanzarme veo la cara de mi esposo que me reprocha y me tira en cara que soy una puta desesquiciada que solo piensa en morbosidades y lujurias hasta qué no le importa para nada nuestro matrimonio; se hecha a llorar con las manos juntas tapándose su cara que se dobla un poco de la cintura hacia la cabeza, de ahí la consuela abrazándola su hermana que le habla no te deprimas ni siquiera te hundas en el dolor por este cabrón que no se lo merece para nada que derrames una lagrima de sufrimiento por él, te ayudare a sobrellevar está agonía y situación que te tiene de verdad penando por los rincones de la casa como una fantasma el no te da la mayor atención ni importancia en el plano amoroso ni se preocupa ni siquiera se recuerda que existes en todas las ocasiones sobresalientes en su matrimonio que le habla sinceramente su hermana, en que con un dedo debajo del mentón le sube su cara mirándose fijamente al darle un beso en que deja sorprendida y sin habla como muda momentáneamente por reacción de su hermana la casada, en que le separa la boca mirándose inmóvil sin decir ni pronunciar para nada palabra de reproche ni alarmada ni perturbada ni descorcentarte por parte de la hermana casada, en que se acerca al besarla profunda y continuamente en qué le lleva las manos a sus mejillas acariciándola cómo tocándola con las palmas de las manos que pasan manoseando suavemente al continuar besándose sin importarle que diga la gente especialmente el cabrón de su esposo que se entienden de mil maravillas entre hermanas que la seduce con sus palabras y consolándola por la agonía y el sufrimiento como el descontento que está padeciendo actualmente su hermana la casada que no tiene una vida ni una relación matrimonial y conyugal estable y feliz en la actualidad en que se enamoran perdida y profundamente ambas sin querer y al propiciarlo la hermana lesbiana de está que no se entera ni se le cuenta nada al marido de su hermana su cuñado que es mal pensado y un soberano perro a la fecha de hoy a más no poder.