Hace un par de meses estaba en un bar cerca de mi trabajo y se sienta a mi mesa una rubia de las que te hacen temblar la pera.
-¿Hola, vos escribís?- Me pregunta sin mediar ni saludo ni presentación alguna.
-Si, hago comentarios sobre finanzas en Internet.
-Quiero saber si podés escribir mi historia en un sitio. No mi vida pública sino la que nadie conoce.
Hay me acordé de donde me resultaba familiar. Hace tiempo que trabaja haciendo inversiones en la Bolsa y algunos negocios inmobiliarios, tiene muy poco trato con el resto de los que trabajan por ahí pero se comenta que en muy poco tiempo ha hecho un capital importante y muchos tratan de seguirla porque se comenta que tiene un ojo especial para los buenos negocios.
-Pero yo no me dedico a ese tipo de artículos, lo mío son los comentarios bursátiles.
-Si pero algo estuve averiguando y me dicen que sos discreto y lo que lei tuyo me gusta. Si nos ponemos de acuerdo te aseguro que te vas a divertir.
Con el cuerpo que tiene y la forma en que me estaba mirando no dejaba demasiadas dudas, hubiera aceptado aunque me pidiera que lo escribiese en chino mandarín.
Acá comienza su historia:
En realidad perdí la virginidad masturbándome con un tubo de desodorante mientras pensaba en el profesor de música. Estaba tan caliente que cuando me di cuenta ya tenía toda la sábana llena de sangre. Y les digo que no me dolió nada, la pasé fenómeno, tendría unos doce o trece. Como nunca fui muy sociable seguí pajeandome y pasándola bomba hasta los quince, nos habíamos mudado y yo iba al colegio en bicicleta aunque me quedaba bastante más lejos. Un día al salir del cole se rompió el asiento de la bici y estaba lejos de casa, al mediodía todos los negocios cerrados salvo un taller mecánico. Entré.
-¿Hola, me podrás ayudar? Se me rompió la bici.
-Está cerrado, estoy almorzando-. Un tipazo, en cueros de la cintura para arriba, creo que fue la primera vez que sentí que desnudaban con la mirada.
-¿Y no me prestarías una herramienta para ajustar asiento que se salió?
Me mira, en una mano un sándwich y en la otra un porrón de cerveza.
-Pasá, hay en el banco hay una llave francesa, agarrala.
Entro, como en todo taller mecánico las paredes están llenas de almanaques con minas en pelotas, paso al lado de él y me pongo como un tomate, creo que se dio cuenta. Apoyo la bici en el banco, me saco el guardapolvo y empiezo a renegar con el asiento, estamos en abril pero hace calor, yo tengo sólo una musculosa y él no me saca los ojos de encima. En la punta del banco hay una computadora con un salva pantalla porno, la veo y no puedo dejar de mirarla.
En eso entra alguien, un tipo de traje, no demasiado viejo.
-Hola, que tal todo, terminaste mi auto?
_Casi, esperá que le pongo la tapa a los faros y listo.
-No hay apuro, mejor ayudale a esta muchachita que parece estar en problemas.
Otra vez como un tomate, se acercan los dos.
-A ver, dejame- Me saca la llave y el asiento y lo empieza a colocar.
Al correrme quedo casi frente a la compu y el cliente detrás mío.
-Te gustan las fotos- me dice. En la pantalla había una rubia con un negro que tenía una pija descomunal. Yo no sabía que decir de los nerviosa que estaba.
-Si, no le saca los ojos de encima, por eso no pudo con el asiento, ya está listo- dijo el mecánico.
-Bueno, no la apures, está mirando y parece que le gusta.
-Creo que si, igual yo no tengo apuro.
En eso siento una mano en mi hombro que se desliza hacia delante para mis tetas. Creo que ni con mi profe de música me había excitado tanto, se me pararon los pezones como nunca, agitada me di vuelta y quedé frente a los dos que estaban uno al lado del otro, sin preguntarme nada el mecánico me pasó la mano por detrás de cuello y empezó a besarme en la boca. ¡Como me calenté por favor! abrí toda mi boca y casi le como toda la lengua, el otro se puso atrás y me empezó a sobar las tetas y pellizcarme los pezones.
-Me parece que esta putita quiere la cojamos. Dijo y me sacó la musculosa de un solo tirón.
El mecánico se agachó, me bajó lo joggins y me comió la concha con tanguita y todo mientras su amigo me sacaba el corpiño y me apoyaba todo el culo con su pija que se sentía muy dura a través del pantalón.
En fondo del taller había un asiento de auto, ahí me llevaron alzada ya sin ropa y se fueron desnudando ellos. Yo lo único que atiné a decir fue que no me vayan a lastimar.
-No sólo no te vamos a lastimar sino que la vas pasar bárbaro. Dijo uno de ellos.
El mecánico me puso su pija en la mano y me dijo que se la chupe como la rubia al negro de la pantalla, nunca lo había hecho pero con la calentura que tenía ni lo dudé, abrí toda mi boca, saqué la lengua y fui saboreándosela toda como la mejor de las putas y el otro me comía la concha que estaba mojada como si estuviera en la ducha.
-A ver si podés con las dos- me dijo levantándose y acercando su pija a mí cara, se la agarré con mi otra mano y las chupé a las dos, una y otra, una y otra, mi respiración a mil, mi concha me ardía de calentura.
-¿Es virgo?- pregunta el mecánico.
- No, si le entraron dos dedos como si nada, aparte con lo caliente y mojada que está o la cojemos o nos viola a los dos- dijo riéndose. –Dale vos primero que sos el dueño de casa.
Tenían las pijas duras como madera, nunca pensé que serían así, eran las primeras que veía y encima de a dos.
-Despacio, es la primera vez- dije. Empezó a fregarme en clítoris con su glande y yo empecé a gemir como gata en celo, que placer, cuando ya iba a gritar el otro debe haberse avivado porque volvió a ponerme su pija en la boca y en ese momento sentí que entraba una pija por primera vez en mi. Estaba con dos desconocidos, cojiendo por primera vez y me di cuenta que estaba hecha para eso.
Perdí un poco el sentido, creo que acabé más de una vez, lo escuché decir que si no tenía experiencia aprendía muy rápido. Se turnaron en cojerme varias veces y ahora se que cada vez que se estremecía todo mi cuerpo era otro orgasmo y que los que había tenido pajeandome no tenían punto de comparación.
Cuando les llegó el momento uno acabó en mis tetas y el otro en mi boca, nada mal para una novata.
Nos vestimos, me preguntaron si estaba bien
-Si- les dije,- un poco confundida, es mi primera vez y lo hice con dos desconocidos.
-Pero ¿te gustó, lo pasaste bien?- preguntó el cliente.
-Si, bien- contesté.
-Entonces volvé cuando quieras- me dijo el mecánico.
Y sí, volví, otro día les cuento…