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Somos una familia de monogamia flexible, la tía estaba necesitada de “carne en barra”, yo todas las ganas, recibió la mejor de las cogidas. Confesó: -Soy tu puta, tu puta!
Soy parte de una numerosa familia, que nos consideramos “open mind”, sin tantos prejuicios, donde el valor que priorizamos son las lealtades y sobre todo la discreción, según dice el abuelo, una especie de patriarca “los trapos sucios se lavan en casa”, reconozco que somos algo machistas donde los hombres tienen una bien ganada fama de mujeriegos, aunque en el habla familiar se los prefiere llamar “cazadores furtivos”.
Es lo que se podría decir de frágil fidelidad, y como no podría ser menos las mujeres adhieren y entienden que los valores familiares no se modifican por alguna infidelidad circunstancial. No somos promiscuos sino que podría decirse que es una familia donde se practica la monogamia flexible. Familia con códigos de conducta done los secretos de familia no prescriben, todo se cocina en casa.
Era necesaria una explicación somera para poder entender una de las muchas historias que se producen puertas adentro.
En esta ocasión voy a referirme a un hecho que me tuvo como protagonista, siendo partícipes necesarios, la tía Nené, esposa del tío Roque y Alan, otro primo que me sirvió de cómplice para hacer de la tía mi putita.
Desde que el tío Roque presentó en familia a Nené, tercera esposa, sentí que toda ella me atraía como pocas mujeres, que llegaba justamente en una reunión de mis flamantes dieciocho. El roce de su cuerpo en la felicitación, fue algo que me turbó la razón, al momento de la despedida quedamos un poco fuera de escena, sentí la oportunidad de mostrarle mi deseo, la besé casi en la comisura de sus labios…
Me miró y dijo: - En mi costumbre, damos dos besos.
Puso la otra mejilla, ahora el beso fue sobre la comisura labial. Se quedó ese instante, la mirada y el gesto de apretarme los brazos eran toda una definición de se sentía halagada, que yo traducía como: ”tendrás algo más para mí?”
Las mujeres de la familia comentaban que los cuarenta años de Roque no podían darle “toda la máquina que Nené necesitaba, que venía para comerle la billetera” y comentarios por el estilo.
Estos antecedentes hacían crecer mis ganas por “darle máquina” que según suponían los setenta y pico del tío no podían surtir de sexo a esta mujer que agiganta el deseo con cada comentario.
En la primera reunión familiar, esas donde abundan los buenos vinos y los licores fuertes, busqué un momento para retomar ese primer acercamiento.
Aprovechando que venía con unas copas de más y que hacía bastante calor dentro la invité a salir a tomar un poco de fresco. Tan pronto estuvimos acodados en el balcón, le propuse un brindis.
- No eres joven para estar bebiendo?
- Tengo 18 y con muchas ganas…
- Ganas de…? Si se puede saber…
- Ganas de… disfrutar… - De la noche? (pregunto) - De la noche y de….
- Vamos… o es que no puedes seguir?....
- Si no me abofeteas?... – Claro que no. Quiero saberlo… - Ganas de… ti…
Por un instante pensé que nunca lo diría, pero sentí que tal vez no hubiera otra oportunidad, y salté al vacío. Sin mirarme, bebió un sorbo de champán y apoyando su mano sobre la mía dijo:
- Te costó decirlo no? Pero has visto que no era tan difícil… tranqui, me gusto que lo dijeras, solo estaba pensando cuanto tardarías en hacerlo… - Y si no fuera así… - Yo te lo diría a ti.
Uff!!, qué alivio, de pronto sentí como si se me abrían las puertas del cielo, me dejé acurrucar “bajo el ala” de esta mujer que colmaba mis deseos de pendejo calentón con tantas ganas de comerme una madurita.
En ese momento recuerdo cuando siendo un púber el tío Roque me llevó con una amiga para que me hiciera debutar como hombre y me enseñara el abc del sexo y la seducción, ahora era el momento de aplicar las enseñanzas justamente con su esposa. Pero como dije al comienzo, en la familia son de practicar la monogamia flexible y salvo violación o abuso, todo lo consentido es permitido, a buen entendedor huelgan otras explicaciones.
- Dime Luis, de cuántas ganas estamos hablando?
- Bueno… de muchas… de todas…
- Puedes ser más preciso?
- Bueno… Ejem!!!. Ganas de… hacerte el amor… -instintivamente bajé la vista
- Vamos, vamos!!! -me levantó la barbilla - No te vas “apichonar” ahora… si pudiste decirlo, ahora tendrás que afrontar lo que has dicho…
Hacía todo fácil, hasta se aseguró que no hubiera “moros es la costa”, arrimó su cara para besarme, respondí del mejor modo, un beso en la boca. Pero era el momento que la experiencia se trasvasa en un beso: - Solo déjate besar, acompaña y copia el movimiento de mi lengua. Así….
Era su primera lección de besos, intensamente obscenos, profundos, con jugueteo de lengua que tenía las experiencias de haber visitado muchas bocas, ahora era la maestra de besos de succión. Prontamente el alumno superó a la maestra, según sus dichos, mucho.
El beso de lengua tiene la profundidad y dimensión de abrir la intimidad de la persona, mucho más que el contacto sexual, sus besos eran palpitaciones que podía reflejar en su cintura, sentía latir su piel bajo la camisa. El beso nos había encendido de tal modo que corríamos peligro de quemarnos en la hoguera de esa calentura, la continuidad comiéndole la boca y mis manos recorriendo la intimidad de su cuerpo producían gemidos que pugnaba por ahogar dentro de mi boca.
- Sácame de acá, habrá algún lugar donde escondernos?
- Sí, vamos… En la azotea hay un lavadero, vamos…
Saliendo por separado la llevé al cuarto de lavado, trabé la puerta con el mango de una escoba y nos matamos a besos. De los besos pasamos a los hechos, la incomodidad del sitio tenía la simbología del erotismo. Hacerlo sobre la lavadora es un clásico del sexo furtivo, tomada de la cintura la senté sobre la tapa enlozada, levanté la falda, ella elevó las piernas hasta apoyarlas en mis hombros, metí mi cara entre sus piernas para ahogarme en aromático fragor de su sexo.
El tiempo apremia, el deseo urge, todo prisa, todo fuego. Mientras bajo pantalón y tomo el miembro para embocárselo, ella aparta la tela de la tanga, alarga la mano para tantear el tamaño. – Woww, está gorda, que buenooo!
No hubo mucho tiempo para mimos, las ganas por entrarle nublan mi razón, solo entrarle es el sentido de mi vida en ese instante. Me “agarre” con todas mis fuerzas de sus nalgas y se la mandé de un solo evión.
- Ahhhhhhh! Me vas a romper!!
Fue la respuesta de Nené, sentirse tomada con tanta vehemencia, entiende, comprende, le duele pero disfruta, la invasión de verga colma su deseo. Me muevo con vehemencia, empujando la pelvis y jalando de sus nalgas. Ella acompaña enlazando sus pies en mi espalda y sus manos en mi cuello. Acoplados al máximo estamos en la danza ritual del sexo urgente.
- Más, dame más, dame más, quiero todoooo
Los gemidos, jadeos y ruegos de más acción se suman y alternan con diferentes matices, los acordes de la música triunfal del orgasmo comienzan a retumbar en sus oídos, la excitación efervescente late dentro de ella con la fuerza de un ciclón. – No pares, no pares, sigue, sigue más….
Fueron las últimas palabras mientras estoy batiendo con intensidad la pija dentro de la conchita. El estruendo interior de su sexo, late y contrae como si fueran oleadas de tensión, es la forma de manifestarse el sexo durante ese orgasmo tan intenso. Ahoga sus gemidos apretando su boca en mi hombro.
No aflojo el ritmo de la penetración, empujo más fuerte, más profundo, haciendo variar el tono y textura de los gemidos, conozco bien esa fluctuación del orgasmo, sus saltos y caídas hasta dejarla vacía.
Sin parar de meter y empujar, de apretar y forzar dentro de su vagina, siento el latido en los riñones, la tensión de los músculos cuando preparo el momento supremo, ella entiende mis latidos, dentro de la emoción que la embarga puede saber que estoy preparando la eyaculación.
- Adentro, la quiero dentro, por favor, necesito mi leche….
No fue necesario que repita el pedido, entré tan fuerte y profundo como pude, el gemido se le atragantó cuando sintió el embate de la poronga golpear en el fondo, justo cuando el primer chorro de semen se derrama dentro, leve vaivén para poder largar todo el contenido seminal.
Terminé de vaciarme, seguí asido de sus nalgas una eternidad, no quería soltar a mi presa, permanecer por siempre en ella…
- Vamos, vamos bebé, debemos volver al mundo real…
A desgano me retiré de su conchita, arrastrando una parte del semen vertido, tomé una toalla que estaba secándose para que se pudiera limpiar el resto de mi esperma que comenzaba a escurrirse. Quedé con la pija en moderada erección, barnizada con sus jugos y los restos blanquecinos de la esperma joven.
- No la guardes, espera… quiero lamer esta lechita que hiciste para mí.
Se hincó y limpió con esmero los restos del sexo.
Volvimos al grupo familiar por separado, en un momento el tío Roque le acaricia la cara y dice: - Estás acalorada… - Claro, es la bebida, por eso salí al balcón para tomar un poco de aire fresco…
El resto de la velada pasó con normalidad el primer escollo fue sorteado con facilidad.
En la despedida de la pareja, Nené me saludó con un beso y cuando se arrima me dice al oído:
- Me gustó mucho, quiero ser tuya, volver a hacerlo. Esto es mi regalo, tiene tu leche y mi calentura.
Me dejó su tanga como obsequio.
A partir de ese momento nada sería igual, sentía que era el amante de la tía Nené, había probado el placer de la conquista, sentía que había sometido su deseo, dominado su voluntad, satisfecho sus ganas de sexo.
Dos días más tarde recibo un llamado avisando que estuviera atento, que debían venir a casa a retirar una documentación. Cada vez que tuvo la oportunidad me dijo que me necesitaba, que estaba re-caliente.
En un momento sufrió el tropiezo, totalmente inventado, y que cómo le dolía bastante, pidió si podía conducir el auto hasta su casa, obviamente mi madre me “ofreció” para hacerle de chofer.
El breve viaje alternaba con paradas para una sesión de besos, las caricias íntimas crearon el tórrido ambiente pletórico de erotismo y deseo en su máxima expresión. Llegamos a su casa, abrió el portón con el control remoto, ingresamos y cerró del mismo modo, ahora sin bajarnos nos trenzamos en un abrazo que nos llevó al cielo, las ganas de la tía competían contra la tiranía del tiempo, con la premura del caso se apresuró para poder acceder a un “rapidito”.
Tan pronto bajó nos abrazamos, le metí mano para aprenderme de memoria la geografía de sus curvas, un beso de esos que se llevan el alma, se dejó voltear, apoyó las manos sobre el asiento para ofrecerme el ángulo perfecto para penetrarla bien profundo. Empujé hasta casi dejarla tendida sobre el asiento, el culo al aire, bajé la tanga y lamí su sexo hasta hacerla delirar de placer, sentir los jugos de mi hembra me ponían a mil, solté el cinto y dejé que pantalón y calzón queden en mis tobillos.
Con la pija en la mano, “pinté” los labios de esa conchita que lucían el barniz de la calentura. Apoyé la cabezota en la vulva, la tomé de la cintura y se la mandé con brusquedad, la rudeza produjo un gemido que sonó a gloria cuando entré bien hondo, otro ahogo por la intensidad, la conmueve y deleita.
- Quiero sentir como se queja mi putita!
- Sí, sí, empújame más, soy tu puta, Tu puta! Cógeme, mi macho, Cógeme!!!
Establecimos esa sintonía, el metisaca producía los jadeos propios de una hembra que recorre el camino del placer, siente el fragor y la intensidad de la rudeza con que horado su sexo.
El bombeo intenso la lleva nuevamente a sentir el orgasmo con la intensidad de sentir la verga hasta el ahogo.
- Animal, animal, sé más suave, me duele, me duele…
- Más suave la quieres?
- No, no!!! Me duele pero me gusta, No me hagas caso, dame más, dame más fuerte mi macho, rómpeme no me importa, quiero sentirte. No pares, nooo pareeeessss….
Se cortó el monólogo, la emoción de la inminencia del orgasmo le impide hablar, solo se agita, moviéndose hacia atrás, empujando hacia mí, quiere más dentro, más fuerte, más intenso.
Los labios vaginales se conmueven aprietan la verga, se comprimen y expanden, laten y relajan. El proceso seguirá durante la profusa eyaculación. La tibieza de la descarga seminal restaura las vibraciones del orgasmo, continua durante todo el tiempo que duró la eyaculación.
Con el último chorro de semen, quedé fuertemente adherido a sus nalgas, disfrutamos de los latidos de la verga, sentíamos ese contacto físico que se transforma en emoción espiritual.
Desenchufado de su sexo, nos miramos, la risa sin sentido que deviene luego de un polvo bien disfrutado nos aúna en el éxtasis de sentirnos pleno en el goce de la plenitud sexual.
Tomó una toallita de papel tisue para limpiarse. – Mira!!! Cuánta lechita me has dado. Soy tu putita!!!!
Luego de mostrarme el delicioso espectáculo de ver escurrir mi leche de su sexo, se dedicó a limpiarme la pija, decía que no debe perderse nada de esa deliciosa leche de su macho, que para eso era mi puta.
Casi había terminado de subirme los pantalones cuando se escuchó que llegaba el tío, lo escuchamos subir por la escalera, Nené accionó el botón de apertura y cierre del portón de acceso al garaje, para simular que recién llegábamos. Subí para saludarlo, ella fingía el dolor del tobillo.
Saludé al tio y dije que debía regresarme, Nené me acompañó a la puerta para despedirme. Metió su mano en la vagina, y me ofreció un par de dedos húmedos se su jugo y algo de leche para lamérselo antes del beso de despedida.
- Luis, soy tu puta, soy tu puta… - la despedida.
Este fue tan solo el inicio, pero aún queda por historiar algo que sucedió tiempo después, cuando los celos del macho intentan disciplinar a su putita, doblegarla y someterla a su capricho, la tía por temor o solo por no perderme se dejó someter a lo que se me antoje. Como para enseñarle quien manda le ordené someterse a la doble penetración, mi primo fue el cómplice y entre los dos la forzamos a aceptarlo, pero el placer recibido la colmó de goce. La tía descubrió la vocación de ser mi puta.
La continuación, el próximo relato será: Secretos de familia “La tía es mi putita. Parte 2”
Lobo Feroz
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