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Categoría: Confesiones

Se notaba que le gustaba que se la chupara

Tenía un metro noventa, piel morena e iba vestido con una camisa de color blanco; la cual con la luz neón de la discoteca destacaba su figura aún más. Él bailaba con una cerveza en la mano, mirándome fijamente, no apartaba sus ojos de mí.



Sonaba la canción de “Cuatro Babys” de Maluma, cuando se acercó y me pidió que bailara con él.



Ahora ya podía ver con más detalles su cara, su piel canela, sus labios carnosos; los cuales se aproximaron a mi oreja derecha a decirme lo guapa que estaba con mi vestido corto de color rojo.



Le di las gracias, sin prestar atención a lo que me decía debido a que no podía dejar de mirar sus labios; tal vez la causa fue el alcohol que hacía que quisiera besarlo en ese mismo instante; sin embargo, me controlé no quería apresurarme tanto.



Se presentó y me dijo que se llamaba David, noté en ese momento que tenía un profundo acento del norte de España.



Comenzó a sonar la canción de “El Amante” de Nicky Jam, él me cogió la mano me dio una vuelta y comenzamos a bailar, la verdad es que no bailaba demasiado bien, pero era muy guapo y tenía una mirada penetrante.



Su cuerpo se pegó al mío, su frente en mi frente, sus ojos violadores en los míos, desnudando tan solo con la mirada todo mi cuerpo. Ahora podía notar su respiración, me estaba gustando estar tan cerca de él; sin embargo, su mirada hacía que se asomara mi timidez y sin quererlo, desvié la mirada al suelo; me estaba poniendo rojísima.



Para romper el hielo que yo sin quererlo había creado, volvió a darme una vuelta y después acercarme a su cuerpo otra vez, volvimos a estar igual de cerca que antes. Su mano estaba en mi cintura, podía notar como bajaba lentamente a mis nalgas; la otra mano la subió a mi cara, tocando suavemente mis labios de pronto… Me beso.



No fue un beso de película, ni fue un beso romántico, fue un beso sexual, un beso que me encendió en llamas.



En la discoteca, había muchísima gente como era de esperar en una noche de sábado, pero eso no nos importó, seguimos pegados; el acarició suavemente mis nalgas por encima del vestido, después las cogió con más fuerza, al igual que aumentaba la intensidad del beso.



Un beso con lengua, me mordió el labio inferior y comenzó a jugar con él haciendo movimientos con la lengua, eso me hacía pensar que David tendría que ser un chico muy bueno haciendo sexo oral, movía la lengua de forma impresionante jugando con mis labios, yo me estaba excitando, pero aún más cuando esos besos fueron recorriendo mi cuello y mi oreja; mi respiración comenzó a aumentar su intensidad.



Nuestras piernas estaban entrelazadas, nos movíamos de forma sexual, sin separarnos, al compás de las canciones de reggaetón que ponía el dj, pero muy lento. Hacíamos que con cada movimiento nuestros cuerpos pudieran sentirse.



Notaba que él estaba excitado, yo también lo estaba, me sentía mojada y con ganas de que me arrancará la ropa allí mismo.



Fue en ese momento cuando me paré y me alejé unos centímetros de sus labios, dirigiéndome a una de sus orejas con los míos, para preguntarle con si tal vez deberíamos tomar algo de alcohol. Me volvía a sonrojar, porque noté qué al decirlo, me salió una voz sexual que demostraba que estaba excitada.



Nos dirigimos a la barra y pedí dos chupitos de tequila, cuando la camarera se acercó con el alcohol la sal y el limón, le di un beso en el cuello pasando suavemente mi lengua con la intención de que ese beso fuera un poco mojado, colocando así la sal sobre él. Probé nuevamente su cuello, pero esta vez con sabor a sal, después el tequila y finalmente el limón.



Aún allí en la barra podía notar que su mirada no despegaba de mí, de mi cuerpo, de mis ojos. Me acechaba.



Pronto el tequila cumplió su función, ya me sentía preparada para acercarme otra vez a su oído y darle un par de besos con una pequeña mordidita, provocando que él me agarrara fuertemente del culo acercando me cuerpo hacía el suyo, haciendo que yo notara todo su sexo.



Comenzó a tocar mis piernas, acariciándolas de repente noté que sus manos se acercaban a mi intimidad. Me rozo suavemente por debajo del vestido mi vulva, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera, luego disimuladamente volvió a poner las sus manos solamente en mi culo.



Yo estaba rojísima ante esta situación de que él me tocara delante de tanta gente; sin embargo, miré a mi alrededor y nadie nos miraba, eso me tranquilizo. Me dio la vuelta, poniéndome de espaldas contra su pecho y colocó sus manos en mi vientre, apretándome contra él. En ese momento pude sentir todo su pene, se había empalmado. Pude sentir lo grande que era con mis nalgas, me ruboricé y no pude evitar que mi mirada cambiará, ni mi cara. Solo pensaba en el placer que sería sentir su pene dentro de mí.



Volvió a darme la vuelta, haciendo que estuviera mirando para él nuevamente, al verme la cara, soltó una sonrisita maliciosa. Se había percatado de lo cachonda que estaba.



Me pregunto, si salíamos a fuera para hablar y tomar un poco el aire, sin el agobio de tener a tanta gente cerca.



Acepté su petición, la verdad es que necesitaba un poco de aire, además de que estar en una discoteca con tanta gente se hacía estresante.



Al salir, ya no teníamos la luz neón, casi ya era de día las seis de la mañana tal vez o las siete, no lo sé, el tiempo se había pasado volando con él.



Nada más pasar por la puerta de salida, no dejó que respirara un poco de aire fresco, me cogió la mano y me dijo que me iba a llevar a un lugar apartado, un sitio donde estaríamos tranquilos.



Fuimos a un portal que estaba al doblar la esquina de donde estaba la discoteca, allí casi no pasaba nadie, solo se podía escuchar el ruido de las personas gritando unos a los otros, risas, una aglomeración de voces a lo lejos.



Allí me volvió a besar, poniendo su mano detrás de mi nuca, un beso de lengua, mordiéndola suavemente y jugando otra vez con ella. Después bajo las dos manos a mi culo, subiendo poco a poco mi vestido, esquivando mi tanga de encaje negro puso sus dedos dentro de mi sexo. Mis piernas temblaban de placer y del morbo, de tener sexo en un sitio; en el cual, cualquier persona pudiera vernos.



Movía sus dedos rápidamente, yo no podía evitar estremecerme y producir suspiros en su oído, mi respiración aumentaba y lo besaba desenfrenadamente.



Al quitar sus dedos de mi vulva, estaban complemente mojados, yo me avergoncé de estar tan mojada. Sin embargo; él parecía disfrutar con ello, porque los lamió, con cara de placer y me dijo que verme tan cachonda le ponía muy excitado. Al decirme esto, puso mi mano sobre su pene, pude notar lo excitado que estaba.



Le miré fijamente y bajé a abrirle el pantalón, bajándolo hasta la rodilla, toqué primero por encima de su calzoncillo azul su sexo; después se los quité pudiendo ver por fin su pene. Era enorme y estaba súper erecto.



Le besé suavemente la punta de su pene pasando de ahí hasta los huevos, con besos suaves y mojados. Sujeté con una mano su miembro, y seguí comiéndome todos sus huevos, volviendo otra vez a la punta. Cuando estaba ahí, con mis labios carnosos bien mojados, hice con la ayuda de mi mano que toda la punta se resbalara por mis labios, abriendo mi boca e introduciendo completamente su polla en mi garganta.



Volví a meterla en mi boca una y otra vez, hasta el fundo. Mientras jugaba con su pene miré su cara, él también me estaba mirando fijamente, estaba muy excitado.



Puso sus manos en mi cabeza y comenzó a moverla una y otra vez, yo no paraba de mirarlo, su cara de excitación me ponía cachonda.



Me cogió por el pelo y me dijo que me levantara, al hacerlo me beso y con sus manos me subió las piernas a su cadera. Yo, aún llevaba mi vestido puesto al igual que el tanga. Me puso contra la pared de la parte de fuera de aquel portal y esquivando un poco mi tanga me metió su pene en mi vagina hasta el fondo. No pude evitar soltar un pequeño grito, él, puso una de sus manos en mi boca para que no gritara y comenzó a meterme su pene hasta el fundo una y otra vez, hasta el fondo siempre y de forma desenfrenada.



Fue en ese momento en el cual vi que paso una pareja delante del portal, al vernos apresuraron su marcha. Ver que cualquier persona podía vernos allí, me puso aún más cachonda, según me penetraba, me movía arriba y abajo sin importar el daño que me estaba haciendo con la pared.



Podía notar como su pene entraba y se movía de forma tan suave gracias a que estaba mojada y tan brusca a la vez haciéndome incluso daño, pero un daño que me producía placer.



Así seguimos, él me penetraba sin cesar, yo no podía más, suspiraba y las piernas me temblaban de placer, mientras me penetraba me daba besos en el cuello, soltando él también suspiros en mi oído.



No pude aguantar más y me corrí.



Al hacerlo no pude evitar intentar gritar, a pesar de que estuviera su mano en mi boca para evitar que lo hiciera salió un grito de todos modos. Mis piernas temblaron, él me apretó contra la pared para conseguir sujetarme, todo mi cuerpo temblaba. No podía creer lo que estaba sintiendo, era un orgasmo impresionante. Nunca había estado tan cachonda.



Él siguió un poco más; pero amanerando un poco el ritmo, debido a que yo ya me había corrido. Me bajo de la pared, aún excitado; yo bajé e introduje su pene en mi boca, pero esta vez de forma más rápida. Después la volví a sacar de mi boca y le hice una paja solo con la mano, pero abriendo mi boca y con mi lengua jugando con la punta de su pene.



Le miré a los ojos, estaba muy excitado, podía ver por su cara que dentro de poco se iba a correr y así fue. Corriéndose en toda mi cara y en mi boca aún abierta.



Al correrse, seguí moviendo mi mano, lentamente después chupé el poco semen que aún tenía en la punta de su pene, debido a que gran parte estaba en mi cara.



Después de que terminó, cogí mi bolso y saqué de dentro de él mi móvil para poder ver como estaba mi cara, tenía el maquillaje completamente corrido y con semen por toda la cara. Con la ayuda de un pañuelo que tenía en el bolso me limpié la cara. Me coloqué bien el tanga y el vestido, cogí mi bolso y le di un beso, le dije que me tenía que ir.



Me pregunto si podía darle mi teléfono, le dijo que no, o que al menos le diera mi Facebook, tampoco se lo di y me fui dejándolo allí en aquel portal. Antes de girar la esquina, volví a mirar atrás, él se estaba abrochando el pantalón.



Al cruzar la plaza de Alfonso II, noté que alguien me cogía del brazo y me giré. Era él, me miro a los ojos, pude ver gracias a que ya era de día que sus ojos eran verdes. Me dijo que por favor solo le dijese mi nombre, le dije que me llamaba Laura.



Le di un pequeño beso en la mejilla, me di la vuelta y me fui a casa.



Le mentí.


Datos del Relato
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