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Ese día había bajado al centro de la ciudad en busca de marcha, necesitaba ser follado, vamos que ardía en deseos porque me dieran por el culo. Como era algo temprano, decidí ir primero al cine, iría a la última sesión, de esa manera cuando saliera del cine, sería una hora adecuada para mis propósitos, que no eran otros que encontrar una polla que me rompiera el culo.
Había ido al cine que habían abierto hace poco en la calle San Andrés, ‘Tom y Jerry’, echaban la película de Manuel Bandera, Las cosas del querer. Cuando salí del cine, cerca de las 12 de la noche, iba pensando en si antes de entrar en los jardines de Méndez Núñez, en busca de alguien que me follara, en ir primero a comer algo, me apetecía comer una hamburguesa. En eso iba pensando, cuando me encontré con el cazador de jovencitos, así lo llamaba ya que nunca supe realmente su nombre, eso que me folló en multitud de ocasiones. Ya comenté en otro relato (De cancaneo (cruising), en la ciudad), como me solía follar, siempre en lugares públicos y en el centro de la ciudad.
Nada más verme, se lanzó a por mí. Íbamos caminando por la calle San Andrés, y en cada comercio que el escaparate tenía hall y las luces no estaban encendidas, me acorralaba e intentaba bajarme los pantalones para follarme. Yo me resistía ya que no terminaba de gustarme los lugares donde lo intentó.
Llegando a la estrecha de San Andrés; principio de la calle; allí en uno de los comercios que había, consiguió desabrocharme el cinturón y empezar a bajarme los pantalones. Yo estaba caliente a más no poder y deseaba tanto o más que él que me metiera la polla en el culo y me follara, pero cada vez que él lo intentaba, siempre pasaba gente por la acera donde estaba el comercio. En este último el vestíbulo era mucho más grande y largo, y la oscuridad nos ocultaba bastante. Como yo ya estaba tan pero que tan empalmado y caliente de tanto que me había sobado, me fui dejando bajar los pantalones. Pero… o maldita suerte, en ese preciso momento, pasaba un matrimonio o pareja, la cual nos vio perfectamente. Habían visto como me estaba bajando los pantalones y se disponía a meterme la polla en el culo. Nos llamaron de todo, maricones, indecentes, etc. etc. etc. Por lo que salimos de allí escopeteados.
Yo iba por la calle abrochándome el pantalón, sujetado por el brazo por el viejo cazador de jovencitos, íbamos en dirección a la dársena, pero al llegar a la calle donde vivía él, Riego de agua, se paró donde tenía el vehículo aparcado y me hizo montar en él. Era la primera vez que me llevaba en el coche o vehículo; para que los que no son de España entiendan el término coche, escribo lo de vehículo; y me llevaba fuera de la ciudad; parte de este encuentro lo comento de pasada en el relato, De cancaneo (cruising), en la ciudad.
A donde me llevó fue al monte de la Zapateira. Allí nos metimos en una pista forestal que baja hacia Vilaboa, parroquia del ayuntamiento de Culleredo. Yo estaba además de caliente y excitado a tope, la mar de contentísimo. Por fin aquel cazador de jovencitos me iba a follar en condiciones y sin el estrés de ser cazados follando en vía pública.
Paró el vehículo en un costado de aquella pista forestal. Yo pensé que íbamos a salir del vehículo y que me follaría al aire libre, ya que además de campo de sobras, había árboles para ocultarnos y hacer de todo. Pero no, me ordenó pasar para el asiento trasero, y después de pasar ambos, empezó a quitarme la ropa. Mientras me iba desnudando, me iba mordiendo los labios y metiendo la lengua en la boca. Una vez me hubo desnudado por completo, empezó a desvestirse él; era la primera vez que lo veía desnudo y que le veía algo más que la polla y huevos; una vez se quedó en pelotas por completo, me levantó las piernas sujetándome por las corvas y elevándome las mismas, hizo que mi culo quedara totalmente expuesto para ser penetrado.
Apoyó mis piernas en sus hombros, tiró con sus manos por mi cintura para acercarme más al borde del asiento y quedara pegado a él. Agarró su polla con la mano llevándola a la entrada a mi agujerito, presionó un poco, y sin más dilaciones, me enterró toda la polla de una sola estocada.
¡Ohhh! Grité, ¡ooohhh! Volví a gritar al chocarme las pelotas del cazador de jovencitos, en la entrada a mi culo. Pedazo de hijo de puta, no se molestó en dilatarme ni un poquito, me clavó la polla sin compasión alguna.
Menos mal que yo estaba caliente a tope y la polla de aquel maduro, no era muy grande, si no me hubiera hecho daño. Además, el hijo de puta, nada más enchufarme la polla en el culo, empezó a sacar y meter la polla en mi culo a una velocidad frenética.
Me estaba envistiendo con ganas el hijo de puta, me tenía que agarrar a sus brazos para no irme para atrás. Se escuchaban los jadeos del viejo, y el golpeteo de su pelvis con mi culo, plof, plof plof.
Notaba como sus pelotas pegaban en la entrada a mi ano, y como su polla se iba deslizando por mis entrañas, abriéndome cada vez más el culo.
Cuando empezaba a cogerle el gusto a la follada que me estaba dando el viejo cazador de jovencitos, esté empezó a jadear más fuerte anunciándome su eminente corrida.
¡Ohhh! Me vengo, ya, ya me vengo, gritaba el muy hijo de puta empezando a eyacular en mis entrañas.
Descargó varios chorros de leche en lo más profundo de mi culo, dejándome preñado el culo con su semen, y más caliente que una burra en celo.
Si andaba caliente y excitado a tope aquel día, ahora estaba que me salía de excitado y caliente. Necesitaba más polla y que me llenaran más el culo de leche.
Joder, tanto viaje para aquella follada tan pero que tan rápida. La verdad es que hubiera sido mejor que me hubiera follado como hacía siempre, al menos con el stress y la excitación por ser cazado siendo enculado en plena vía pública, me hacía subir la adrenalina y me dejaba más relajado y satisfecho.
No quise correrme, por lo que antes de vestirme, salí del vehículo, eché una meada para relajarme y que no me dolieran las pelotas con la calentura y ganas que llevaba por correrme. Luego fui para vestirme, no se fuera a marchar el hijo de puta del viejo y me dejara allí en pelota picada.
Una vez estuvimos los 2 vestidos, volvimos para el centro de La Coruña.
¿Dónde quieres que te deje? Me preguntó.
Déjame más o menos donde tenías el vehículo, le contesté.
Bueno pues entonces busco donde aparcar y listo. A ver si hay suerte y todavía tengo el sitio de antes.
Aparcó junto la dársena, y allí nos despedimos, él se iba para su casa, y yo en busca de otra polla que me diera por el culo.
Iba caminando para ir a los jardines de Méndez Núñez, a ver si había suerte y encontraba una polla que me diera por el culo, pero antes me paré a beber ya que llevaba sed. Bebí un par de cervezas en el Pub Salón, y como apenas había ambiente y ya iban dar las 2 de la madrugada, marché rumbo a los jardines a ver si tenía suerte.
Cuando entré en los jardines, no había ni un alma, estuve dando vueltas por lo menos 2 horas, y nada, no había nadie. Desesperado y caliente como andaba, ya estaba a punto de marcharme, cuando apareció un hombre de mediana edad. Lo vi entrar en la zona que le llamábamos urgencias; era una zona pegada a los aseos públicos que allí había y que estaban rodeados de árboles y matorrales, era una zona donde se podía ir a follar estando algo resguardado, aunque cualquiera que pasara por allí, veían lo que se estaba haciendo; él entró por la parte trasera y yo lo hice por la parte de delante.
Esperé unos segundos y me puse a hacer que estaba meando, para lo que aflojé el cinturón y desabotoné el pantalón, saqué la polla de fuera y esperé a ver lo que él hacía.
Yo estaba prácticamente en las puertas de entrada a los aseos, los cuales estaban cerrados, él pasó por mi lado mirando lo que hacía, y se puso a mear allí al lado. Yo no esperé más, con la calentura que llevaba y la excitación que sentía por ser follado, me acerqué al maduro, le miré el rabo que se gastaba, viendo que estaba empalmado y que tenía un rabo de muy buen tamaño. Llevé mi mano a aquel cipote que estaba duro y bien tieso, y después de acariciarlo y sobarle los huevos, me agaché para introducirlo en mi boca.
Nada más tragarme aquel cipote, el hombre se agarró a mi cabeza dando un suspiro cuando notó como mi boca se tragaba toda su polla.
Dios, que ganas tenía de una polla que me diera por el culo, y ahora tenía en mi boca un buen cipote al que estaba chupando para dejarlo bien lubricado y que luego me lo metiera en el culo y me follara bien follado, preñándome de leche el culito que me ardía de tan caliente como estaba.
Las pelotas de aquel hombre de mediana edad me golpeaban la barbilla cada vez que yo tragaba aquel cipote todo lo que podía. Cuando ya cansado de chuparlo y dejarlo bien lubricado con mis babas, me levanté para seguido bajarme el pantalón y slip, y ponerle el culo para que me clavara aquel rico y hermoso cipote que se gastaba, en mi caliente y desesperado culito.
Se aferró a mis caderas, me hizo inclinar un poco para que mi agujerito quedara es puesto y listo para ser perforado, arrimó su polla a la entrada de mi ano, y nada más colocar la cabeza de su verga, yo mismo empujé mi culo hacia atrás, clavándome su cipote en mi desesperado culito.
¡Ohhh! Gemí al notar como mi esfínter se abría dejando paso a aquel cipote, ¡ooohhh ohhh! Volví a gemir más fuerte al notar como iba entrando en mí.
Dios que gusto, ya me tenía ensartado en su cipote, sintiéndome completamente lleno por su verga haciéndome delirar de gusto.
Empezó a moverse poco a poco, haciendo que su polla se fuese deslizando dentro de mí, haciéndome gemir con cada envestida que me daba. Se apoyó en la pared de la entrada a los aseos, dejándome sin donde poder apoyarme y exhibiéndome a cualquiera que pasara por allí en aquellos momentos. Y es que me estaba dando por el culo delante de la misma fachada de entrada a los aseos.
Poco o nada me importaba en aquellos momentos, si venía alguien y me veía cómo me estaban dando por el culo y siendo empalado por aquel cipote. En aquellos momentos estaba tan pero que tan desesperado y excitado, que nada me importaba más que sentir como me abrían el culo con aquella polla y me follaban dejándome bien preñado el culo.
Cada vez que aquella verga entraba hasta lo más profundo de mi culo, el roce que le daba a mi próstata me hacía gemir de placer, y hacía que mi polla goteara semen continuamente.
Dios que gusto, veía cómo se bamboleaba mi polla y pelotas, al ritmo de la enculada que me estaban dando. Mi polla salpicaba gotas de semen en todas direcciones, y mi maduro follador, me movía como si fuera una marioneta. Me tenía empalado en su cipote, haciéndome delirar de placer.
Ahora sí, ahora sus ensartadas eran violentas y profundas. Prácticamente me levantaba haciéndome poner de puntillas, y su polla me llegaba a lo más profundo de mis entrañas. Sus pelotas chocaban violentamente en la entrada a mi ano y el golpeteo de su pelvis al chocar con mi culo, hacía que se escuchara el clásico plaf, plaf plaf, cada vez que su polla se enterraba en lo más profundo de mi culo.
De pronto el maduro empezó a jadear más fuerte notándose su respiración más agitada, hasta que clavó sus dedos en mis caderas, exclamando, ¡ohhh me corro! ¡ohhh me corro!
Dios, estaba notando como eyaculaba dentro de mi culo, dándome tanto placer, que, en ese mismo momento, yo también empezaba a descargar mi semen regando con él, aquellos jardines públicos. ¡Ohhh me corro! Me corro, me corro, gritaba yo mientras seguía estando empalado por el cipote que me estaba dando por el culo y regando con su semen mis entrañas.
Cuando ambos terminamos de eyacular y recuperar el aliento, la polla que tenía ensartada en lo más profundo de mi culo fue saliendo poco a poco, de él. Ambos nos limpiamos con un papel que el maduro sacó de uno de sus bolsillos, y una vez nos limpiamos, él guardó su verga marchándose, mientras yo terminaba de subirme los pantalones y slip.
Ahora sí, ahora sí había quedado satisfecho y me iría andando para mi casa.
Iba con el culo recién preñado de leche, abierto y relajado.
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