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Categoría: Confesiones

Salida por convenio a un bar

Comienzo a relatar yo:  mi esposo y yo veníamos comentando de llevar a cabo la fantasía de un intercambio de parejas, desde cuando éramos novios, pero sólo después de un año de casados, decidimos llevarlo a cabo.      



Como yo lo planeé, entonces: Me puse una blusa escotada en “U” para la ocasión, por detrás totalmente descubierta, sin sostén; una minifalda ajustada al cuerpo, sin medias, zapatos de tacón puntilla altos. Poco usaba zapatos altos, término medio, pero la ocasión lo ameritaba, son muy sexys para flirtear, coquetear.  Yo escogí el sitio. Le dije que llegáramos cada uno por su parte.



Aceptó. En ese momento yo llevaba la iniciativa.  Le dije que llegara el primero, se ubicara en una mesa y pidiera algo, como si llegara sólo, sin esperar a nadie.            



De 5 a 10 minutos después aparecí yo. Miré dónde estaba el y me dirigí a la barra, pedí un ron doble puro, mirando a los lados con recato y con coquetería empecé a elegir quien sería el “compañero” de faena de la noche.      



No tardé en ser acompañada, una mirada con sonrisa a un hombre moreno y acuerpado fue suficiente para que este se acercara. Empezamos a dialogar. Me dijo que estaba muy guapa, me preguntó si llegaba sola o si esperaba a alguien. Le dije que estaría sola.                                                                                                                                        



Eso lo animó, que, desinhibiéndose, me hacía reír. Con disimulo, miraba a mi esposo, esperaba que sintiera celos, por ello busqué la forma de entrar en más confianza con el desconocido.                                                                      



Empezó a acercárseme al oído a decirme que deseaba estar íntimamente conmigo. Sonreí, pero no le contesté, pues con disimulo miré a mi esposo, como si mirara a todo alrededor, hacia atrás.                                                                   



Esperé a que me volviera a decir, miré al barman cuando me repitió, este entendía lo que sucedía, yo sólo sonreía.     



El hombre que me cortejaba le dijo al barman: -Tenéis reservados aquí? Tío -Pues sí, os tengo uno pequeño, demasiado pequeño, apenas para tenderse y joder, como quiera que a eso habéis venido. –Me lo rentáis ahora mismo?... Esta tía, esta que lo pide y yo de cogérmela                        



El barman se agachó y exclamó: -…Joder tío, que apenas os puedo ofrecer papel higiénico, los condones se me han acabado.        



Nos miramos con mi nuevo amigo, este le dijo al barman: No hay problema… ves los labios de esta tía?... son delgados, suaves, sedosos… como veis ha pedido ron puro, se lo tragará sin inconveniente…                          



El barman se agachó de nuevo, le hizo señas a un cliente y nos dijo saliéndose de la barra: -Seguidme, por acá…       



Miré con disimulo atrás, a la mesa y mi esposo no estaba. Entonces pensé: - “De llegar, será muy tarde para impedir lo que ya va a suceder” -suspiré profundo, tenía sudor entre mis senos, no sólo por el calor que hacía allí, sino por la misma circunstancia. Llegamos al reservado, la puerta estaba cerrada, el barman la abrió encendiendo la luz. Demasiada estrecha la habitación, de luz roja, pero sí se veía claramente, el barman añadió: - El baño, está aquí al lado, ¡que paséis el rato muy agradable!



Yo ya estaba a punto de concretar, pensaba en mi marido, se habría ido o donde estaría, que se perdería el momento de verme entrar a reservado. La verdad, ya estaba muy excitada para echarme atrás, estaba incómoda, estaba pegajosa en mi viscoso coño.



Nos entregamos a los morreos, lengua cruzada por varios minutos, apasionados. Me estrujaba los senos, me lamía, me chupaba los pezones, los mordía estirándolos. Lo detuve, le besé los hombros y empecé a descender.                   



Su polla erecta y apuntándome palpitaba. Brillante y negra como todo su cuerpo, la lamí alrededor y engullí.  Sentí de inmediato su líquido pre seminal viscoso que lubricaba mis labios al ritmo del entra y sale.                                        



Sus palabrotas no se hicieron esperar. Yo, siendo ama de casa y nunca haber sido una golfilla, este empezó a tratarme como tal. -Vamos ramera! ¡Trágatela toda, eso puta, traga, traga, haz bien tu trabajo ooohhh joder que sabes mamar, traga, métetelo todo, puta! Creo que me pasé de los 2 minutos sin detenerme, cuando me le retiré tendiéndome bocarriba y levantando mis muslos a los lados. El erecto pene lo inclinó hacia abajo con la mano, pero este entró con suma facilidad, mi concha ardía viscosamente, entrando este hasta el fondo.



-Uuuyy puta, si estás abierta y arrecha… ¿cuántos te has comido hoy?, puta barata…ven, no quiero venirme aún, ven me tiendo y te me subes encima, puta. 



Él se tendió y yo en posición de cuclillas me senté sobre su polla que entró de una. Ya estaba por terminar el polvo y mi esposo no se había hecho presente para ver, cómo este hombre de color moreno me hacía suya.



Bueno, hasta aquí hago mi primer parte de relato de este encuentro sexual interracial y extraconyugal.             



ESPOSO: “Había ido afuera a contestar una llamada y cuando volví, ya no estaba ella, mi amada esposa, pero el tío moreno que estaba con ella, tampoco estaba en la barra, así que me acerqué a la barra y le pregunté al barman:



-Perdón tío, ¿la dama que estaba con el hombre moreno, qué se ha hecho? -No sé tío, no doy razones de mis clientes a nadie y menos a desconocidos, ellos han partido del lugar-¿Sabes a dónde habrán ido? -Que me ves la cara de soplón, ¿tío?  -No has entendido, verás….  –Esa tía y el moreno se han marchado para irse a follar. Esas putas se llevan a los clientes a donde ellas alquilan pieza…  -Verás, no me has dejado hablar, ella no es ninguna puta, ¡es mi esposa! - ¡¿Tu esposa?!  Jajaja, joder tío, ¿dejas que tu esposa trabaje de puta? ¡Eso no te lo cree nadie, joder! -Sí, es mi esposa y es que se trata de una fantasía de ella y mía… ¿ves esta foto?…  –Ya entiendo tío… para este momento se la han follado ya, pero si te gusta ser un gilipollas cornudo, ven y la ves en acción, acabo de verla como se la cogen.



El barman me dirigió a una puerta que se dejaba percibir por debajo, una luz roja. Me hizo seña con la mano que me acercara bien a la puerta. Corrió de lado un pedazo de madera de la puerta y pude apreciar claramente como ella subía y bajaba en cuclillas, de repente vimos como el pene de este moreno empezaba a salir con semen alrededor, cada vez más. Mi esposa no se detenía, mientras este no dejaba de estrujarle las tetas. Escuché:



-No te detengas puta que me estoy corriendo, joder que manera de putiar lo haces, ¡golfaaaaa!!!!  Oohhhh…



Vi como mi esposa se desgonzó hacia adelante al encontrase con el rostro de este moreno, éste la abrazó diciendo:



-Ya puta, me has hecho feliz, eres muy buen polvo puta, dime en que calle te puedo conseguir, joder, tengo que frecuentarte, tú haces muy bien tu trabajo.



Con ternura ella le besó al tío diciéndole: -Si quieres, nos podemos volver a encontrar aquí (besos de parte y parte)



-Eso estaría muy bien, tienes cara bonita, buena teta, haces buena mamada, sabes coger, sí, me gustaría seguir siendo tu cliente.



El barman me estaba mirando, que cara hacía yo ante semejante testimonio. Mi esposa estaba dispuesta a seguir viendo a aquél tío en calidad de prostituta.  Estaba que ardía en celos, pues conmigo nunca se había portado de lujuriosa como con aquél tío.



El barman me dijo: -Vamos amigo, vamos a la barra, ya no demoran en salir y no querrás que este tío te vea la cara de cornudo gilipollas, vamos y allí la esperas. Eso sí, no espero tener broncas en mi bar, ¿eh?... ¡Prudencia! Ya se te cogieron a tu esposa, tómalo con calma y arreglan cuando lleguen a casa.



Nos dirigimos a la sala del bar y el barman me recomendó que yo saliera y él le haría señas a mi esposa para que no nos viesen salir juntos.                                           



¡Vaya recomendación! El moreno le ofreció otro ron a mi mujer, se demoraron unos minutos más, dándose prolongados morreos delante del barman y ella a sabiendas que yo estaba afuera mirándolos. El barman, le dijo al oído de mi esposa, que ya era hora de ella salir de allí.



Se despidió ella de beso con el moreno y salió con el rostro bajo. Al salir, no dejó que me le acercara hasta pasados varios metros de la puerta y ella mirando que el moreno no estuviese observándola.



Caminando, ella se detuvo para arreglarse el zapato, dándome su bolso a que se lo tuviera un instante. Estaba mal cerrado y divisé 3 billetes mal enrollados. El moreno le había pagado por sus servicios



Le dije a ella: - ¿Y esto? ¿Qué quiere decir?



-Ayy, vámonos ya! Toy cansada, vamos, ¿sí?



Al llegar a casa, tuvimos sexo, mi pene entró nadando en su coño, que estaba inundado aún del semen de aquél tío.



Ya descansando, me dijo ella: -¿Te puedo decir algo y no te molestas?



-Dime



-Ese hombre me ha hecho sentir, me ha hecho pasar un momento muy muy rico, inolvidable, se gasta un morbo para tratar a las mujeres que me ha hecho sentir muy sexy



- ¡¿Te trató de PUTA y eso te gusta?!



Mi esposa me miró al rostro diciéndome: -¿Y qué? Eso era lo que queríamos. No te puedo negar que él me hizo sentir muy rico, me trató de puta mil veces y qué me gustó, que él me lo diga, me gusta ¿y por qué no? Quiero volver a estar con él, no sé cuándo, pero ocurrirá.


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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