Luego que saliéramos de hacer unas compras en una distribuidora de mercancía estamos almorzando en un restaurante de comida rápida Yessenia y yo. Qué viste como siempre su uniforme de administrativa universitaria con blusa de manga larga blanca con diseños en negro y verde oscuro con lazo de moño con falda azul oscura entallada, ceñida y ajustada con sus famosas medias café Brasil, mientras anda almorzando yo aprovecho para llevarle y dejarle hasta ponerle de ahí acariciarla, manosearla, tocarla, sobarla, agarrarla de las entrepiernas dejándose mientras anda echando ojos vigilantes por cualquiera que puede verla hasta reconocerla dentro de su amistades cercanas o familiares de la propia Yessenia como de su queridísimo esposo hoy día que es también por azares del mero destino mi mejor amigo.

Sigue comiendo y tomando del carrizo la soda en que me paso por su muslo como nalga y glúteos dándole tremendamente que me tiene excitado, cautivado, seducido, provocada, enajenado, ardiente, deleitado, deseado, atraído, incitado, disfrutado, goloseado, gozado, asimismo incitado, y por supuesto apasionado en que su carne erótica la tiene dura, gruesa, intensa, inmensa, gigantesca, enorme, buenísima, sabrosísima y riquísima en persona para mí en vivo y a todo color.

Terminamos de almorzar al detenernos en que nos ponemos de pie agarrando los paquetes de compra de la distribuidora donde fuimos a comprar lo que necesita para organizar el platillo central para su cumpleaños que es el otro sábado en que soy el invitado principal de ellos y mucho más.

Salimos del restaurante esa tarde para tomar un taxi que nos lleve al sitio donde aborda siempre las chivas que la llevan a su barriada con las propias compras que hicimos yo y ella en la tarde de este sábado juntos y solos y mucho más hoy día.