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Categoría: Confesiones

Ruido y auto-compasión

Durante un año y medio he estado en una extraña relación con una chica, la conocí hace cinco años en un curso, ella me atrajo de inmediato, pero nos separamos pronto, pues ella sólo estuvo en él unas pocas sesiones.



En enero del año pasado nos pusimos en contacto de nuevo y acordamos una cita. En esa cita casi nos acostamos, pero al final no sucedió. Después de esa cita no pensaba volver a verla, pues su personalidad había cambiado mucho desde que la conocí y eso había sido una decepción para mí. Había pasado de una chica algo extraña pero dulce y con una personalidad infantil a una chica a la que parecía sólo importarle el sexo y el alcohol, de hecho, después de haberme besado por un largo rato me contó que tenía novio.



No me molesta tratar con gente de ese tipo. Todo el tiempo me acuesto con gente a los pocos minutos de conocerla. No me gusta fingir que la gente me importa sólo para conseguir simple sexo. Por eso amo tanto a las prostitutas. Pero como dije, fue decepcionante para mí ver a alguien que me gustaba, más allá del físico, comportarse así.



Sigo sin saber por qué, pero volví a entrar en contacto con ella. Sin embargo, ella ya no actuaba de la misma forma ahora era retraída y había vuelto a su personalidad infantil e incluso, ella ya no soportaba que tocara el tema del sexo. Hace unos meses me dijo que la primera cita se comportó así sólo para ponerme a prueba, ella estudia psicología y he estado rodeado de psicólogos toda mi vida, así que no tuve problema, después de todo, otra vez estaba interesado en ella.



Por asuntos de tiempo, sólo podíamos vernos una o dos veces al mes. Fue justo por estas fechas del año pasado que por fin ambos nos entregamos el uno al otro. Ella es de piel morena, pelo rebelde, 1.60 de altura, un poco gordita, un trasero firme, unos pechos bastante grandes y con una vagina muy acida y con mucho vello púbico. Es fue mi primera vez para varias cosas, fue la primera vez que lo hago en la ducha, fue la primera vez que estoy con una mujer sin condón y por consiguiente la primera vez que eyaculo dentro de una vagina y más importante, fue la primera vez que estuve con alguien que me importaba.



Por desgracia, las cosas se pusieron tensas después de ello, ella empezó a tener problemas de varios tipos y terminó por dejar de hablarme. Después de dos meses de silencio, para tratar de olvidarla volví a estar con una prostituta, una gorda de pelo rubio que me había gustado mucho. Después de estar con la prostituta yo ya me sentía listo para olvidarla, pero inesperadamente ella volvió a contactarme.



Desde ese día hasta hoy las cosas se habían vuelto extrañas, era algo incómodo tratar en persona y aunque llegamos a besarnos en un par de ocasiones ella ya no me dejaba siquiera tocarla, pesé a que a veces se me insinuaba y me dijo que no seríamos más que amigos y que podía hacer lo que quisiera con quien quisiera. Resignado, acepté.



A ella le gusta el rap, y de hecho, ella es rapera. A mí no me gusta el rap, intenté escucharlo pero simplemente no puedo con él. Para el día de hoy por alguna razón ella me invitó a un evento de batallas de rap. Ella sabe lo que pienso del rap y le dije que me sería incómodo, pero terminé yendo.



Acordamos vernos a las dos. Como de costumbre, ella me hizo esperar más de media hora, ella llegó sonriente y sólo me indicó la dirección del bar. La seguí y poco antes de llegar se topó con sus amigos, fue a hablar con ellos y la esperé por un par de minutos. El bar era de un piso, la planta baja era un bar común y corriente, y el de la temática urbana estaba en el primer piso. Tardamos en pasar por una discusión que estaba ocurriendo en la entrada. No sé por qué fue y no me importaba, en la entrada, ella se encontró con más gente conocida y terminamos sentándonos con ellos junto frente al escenario. El lugar tenía mucha gente, la música era muy ruidosa y las luces me enceguecían por momentos, varios hacían “movimientos de rap” (ni idea de si eso tiene nombre). Sentía que mis oídos reventaban.



Al ser alguien muy introvertido e inseguro, no me gusta tratar demasiado con la gente. Ella notó mi incomodidad y trató de hacer que hablara con sus amigos sobre temas en común, pero los ignoré por completo. Después de ese intento fallido ella desistió y empezó a ir y venir por diferentes partes. El evento tardó en empezar. Primero pasaron tres raperos para avivar el evento. El primero repetía la palabra “respeto” a cada rato, pero sus letras pese a ser genéricas, no me perecieron malas y aplaudí pese a que para ese momento ya me había hartado del lugar, ella fue la siguiente en pasar; ya conocía sus letras, pues me las había enviado. No estuvo mal y avivó mucho al publicó. Aplaudí con gusto. Las letras del tercero sólo decían que estaba ahí para emborracharse y para buscar pelea. Me volví a hartar.



Después de que el tercero pasara, a ella le escuche decir que saldría a fumar. Eso me molestó, no por fumar, la acción de hacerlo me es indiferente ya que prácticamente todos mis conocidos lo hacen, pero ella tiene problemas respiratorios y el tabaco le hace mucho daño. Bajó afuera y yo me quedé contemplando el lugar por un par de minutos. No aguanté más y me salí. Al llegar a la puerta principal, la vi fumando con uno de sus amigos. Sin detenerme, le dije adiós y me fui.



En mi camino por el centro histórico me sentía mal, además, estaba lloviendo. Yo sólo quería volver a casa. La ruta más rápida a mi casa es por la calle de las prostitutas, de repente la lluvia aumentó fuertemente y me cubrí junto a un edificio. Me puse a ver a mi alrededor, no estaba pensando realmente en sexo, pero me gusta verlas. Cuando la intensidad de la lluvia bajó, vi a una prostituta que me llamó la atención, era la misma con la que me había acostado para tratar de olvidarla hace casi un año.



Fui a verla, su pelo seguía teñido de rubio, no tenía mucho maquillaje, llevaba un collar de la Santa Muerte, usaba una blusa negra, una falda roja y sandalias blancas. Pregunté el precio y fuimos a una vecindad que estaba cruzando la cuadra que funcionaba como prostíbulo.



El lugar seguía tan mal cuidado como hace un año. Pagamos por la habitación y ella rápidamente me preguntó si quería algún servicio extra. Le dije que quería un desnudo completo, así, pude ver que llevaba una faja y un bóxer rosa. Su estómago tenía una cicatriz por embarazo y por más que lo intenté, no pude recordar si la tenía desde aquella vez. Ella me puso el condón y se abrió de piernas, su vagina tenía poco vello púbico.



Rápidamente, metí mi pene en su vagina y empecé a penetrarla. Sus pechos eran pequeños, pero sus pezones no. Mientras penetraba me dediqué a chupar y a morder sus pezones, así como a besar su cuello. Como la mayoría de las prostitutas, ella no me dejaba besar sus labios, pero podía hacerlo con sus mejillas, su perfume era genérico, pero me gustaba. En cierto punto dejé de penetrar y sólo me puse a contemplar su gordo cuerpo; al igual que la última vez, estaba fascinado con él. Le dije que se veía muy linda y seguí penetrándola, pero ahora me puse a jugar con nuestras manos.



Después de unos momentos, me preguntó si quería una pose. Acepté, me recosté y le pedí que se sentara en mi pene. Ella empezó a moverse y mientras lo hacía yo seguía mordiendo sus pechos hasta que me harté y la besé. Ella se dejó llevar también. Su labial sabía a fresa.



Estuvimos haciéndolo por casi media hora. Dediqué todo ese tiempo a lamer sus pezones y a besarla, ambos nos abrazábamos y acariciamos el pelo del otro. Al terminar, ambos nos vestimos y le pregunté sobre su faja. Me contó que la semana pasada se había caído de las escaleras, debido a que estaban mojadas y estaba usando tacones altos. Por ello, estuvo en cama hasta el día de hoy. Por fortuna le escuché hablar con la que cobraba la habitación, diciendo que ya era su sexto cliente del día, por lo que podría volver a la normalidad dentro de poco. Me dio una toalla húmeda para limpiarme su labial, ambos pasamos al baño a lavarnos las manos y salimos del lugar.



Durante casi todo el camino a casa no pensé en nada escuchando música hasta que llegué a escuchar “Hallelujah” y “In my secret Life”, ambas de Leonard Cohen y de repente me dieron ganas de llorar.


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