Estando en el desmadre en ocasiones uno pierde el control y se deja llevar por las hormonas en la juventud.
Rocío, una de mis compañeras de salón de las más relajientas, tal vez hasta la más desmadroza. Días después de haber cogido por segunda vez con Camy, estaba sentado en la butaca de Eli compañera de primera fila y al centro del salón, con ella en frente de mi sentada en la plataforma platicando, aunque de forma discreta le estaba acariciando sus piernas e iba bajando por sus muslos, ya teniendo mi mano derecha metida debajo de su falda y provocando que separara sus muslo y me dejara ver su pantaleta, ya que ella es una chica muy linda y sensual.
No teníamos clase en ese momento, ya que el maestro no había ido y muchos estaban fuera del salón. Un compañero que estaba sentado en la silla del profesor, llevaba una casetera y puso una música disco, la cual hizo que se armara algo de relajo, entra en el salón Rocío y como repito, ella era ligera para el relajo, hace en la puerta unos pasitos de baile, algo sensuales, lo cual sirvió para que el compañero de la música imitara a los presentadores de bares como el piratas o león rojo…“Y con ustedes la sensacional y bella Rocío. Chica sexy y nueva de paquete”. Y Rocío que nada más quería tantito, se sube a la plataforma y comienza a bailar algo sensual, moviendo las caderas despacio con sus piernas juntas y sus manos recorriendo su tentador cuerpo para la alegría de los que estábamos ahí, que eran más mujeres que hombres.
Rocío es de cintura estrecha, de caderas anchas, piernuda, de pechos grandes, abdomen plano, boca pequeña, nariz chata, ojos cafés, de piel apiñonada y cabello lacio y debajo de los hombros de color castaño oscuro, no muy alta. Acostumbraba a usar la falda escolar arriba de medio muslo, ajustada a sus caderas, por lo que era fácil darse cuenta que acostumbraba a usar pequeñas pantaletitas. Su blusa escolar ceñida igual, por lo que era bastante excitante verla, ya que también acostumbraba a traer los labios sensualmente pintados.
En sus antecedentes había, que en segundo año, entre desmadre y desmadre, se había besado en pleno salón con Sara, delante de todos. Se besaron y hasta se manosearon una a la otra.
Regresando con Rocío, al estar bailando de manera sensual, se para de frente a mí y a espaldas de Eli, me mira directo a los ojos, separa las piernas y bailando va bajando hasta quedar en cuclillas, dejándome ver su pantaleta rosa y como le ajustaba a su concha. Algunas de las compañeras aplaudieron su acción y echaron porras, otras se sorprendieron y los pocos compañeros varones que estaban, pedían les hiciera lo mismo. Eli que se percata de Rocío a su espalda, justo cuando baja ella gira la cara, ve de cerca también lo más íntimo de Rocío. Se chivea y esconde la cabeza entre sus manos y piernas, mientras Rocío me lanza un beso, le planta un beso en la cabeza a Eli y luego se para y se baja de la plataforma para correr a su banca donde se sienta, pero ante la algarabía de los demás y de que Roberto, el compañero de la música y “presentador” entre porras le dicen a Rocío que vuelva y que ahora me haga un “table dance”, Rocío alega que el “table dance” cuesta, entonces yo saco un billete y se lo enseño a Rocío, ella ve y sigue con su desmadre, se regresa ahora al pie de mío y vuelve a bailarme ahora con más sensualidad, apoya sus manos sobre mis hombros y pone sus pechos muy cerca de mi cara. Los compañeros tanto hombres como mujeres, celebran su acción con gran escándalo, pero faltaba más…se sube un tanto la falda y separa sus piernas y se sienta sobre mí el bulto que hace mi erecta y dura verga debajo de mi pantalón, el cual nota Rocío, mostrándome el color morado de su pantaleta, en la parte más íntima y que muestra cierta manchita de humedad y comienza a tallar sobre él sin dejar de bailar. En ese momento, varias compañeras, por curiosidad, morbo o sorpresa, se acercan de frente a nosotros para ver el atrevimiento de nuestra compañera. Mientras Rocío empuja sus caderas de adelante y hacia atrás, una, dos, tres, cuatro veces, luego de para y se da la vuelta, para sentarse y poner la raya de sus preciosas nalgas sobre mi bulto, tallarlas varias veces y luego subir y bajar sus caderas como si estuviera montando. No pierdo la oportunidad en ese momento y aprovechando de que la falda se le ha subido más allá de sus nalgas, le bajo su pantaleta casi debajo de sus duras nalgas, provocando que la raja de su cola se talle directamente en mi bulto. Rocío quiso levantarse ante la sorpresa, pero la sujeto de sus caderas y empujo las mías, gozando de su cola casi desnuda. Varias compañeras celebraron mi acción, otras se sorprendieron y Rocío solo rio, pero ha como pudo se levantó y se acomodó su pantaleta al pie mío y que aproveche para agarrarle su nalga izquierda, mientras Eli no paraba de reír y sin darse cuenta había separado las piernas de más y me mostraba su pantaleta color rojo.
Ese día no paso más, pero si quedo un aguijón caliente dentro de ella, porque después de eso, nada más me miraba y sus ojitos mostraban un brillo diferente y hambriento. Fue al día siguiente, que era viernes, hubo unos juegos de basquetbol entre grupos de segundo, todos estábamos afuera, los salones estaban vacíos. Estaba junto con unos amigos sentado en una pequeña barda, en eso llego Rocío y se acomodó entre medio de mis piernas y se recargo contra mí, ninguno de mis amigos le tomo importancia, es más, creo que pasó desapercibida. Acariciaba despacio mis piernas, se recargaba en ellas y cada caricia me iba excitando, mi verga la tenía dura y erecta debajo del pantalón. Me agaché un poco y le di un beso en su cabeza mientras mis manos las pasaba por debajo de sus brazos y pechos, Rocío no se molestó, al contrario, abrazo mis brazos y se acurruco en ellos. A discreción con la punta de los dedos acaricie despacio la punta de sus pechos, a lo que Rocío me miro y sonrió, discretamente me dijo que podían vernos, le dije que no, que nadie nos ponía atención, por lo que seguí con mi travesura, ella trató de tapar con sus mismos brazos mis manos para que nadie se diera cuenta. Unos minutos después sus pequeños pezones ya los sentía duros y erectos debajo de su blusa, lo cual me gusto y note que a ella también, por lo que me agache un poco hacia ella y le dije al oído, que quería me hiciera el privado que había quedado pendiente, ella me miro y sonrió.
-“Estas loco”- Me dice ella.
Pero insisto y luego de un par de minutos ella acepta. Despacio y sin que mis amigos se dieran cuenta, nos separamos de ellos y nos fuimos al salón, donde no había nadie, cerramos la puerta y la atranqué con una de las bancas, caminamos hacia atrás del salón, Rocío iba delante de mí y no pude contener mirar su hermosa cola, la cual acaricie por encima de su falda, ella solo giro la cara para mirarme y sonreírme. Cuando llegamos hasta el fondo del salón donde había unas bancas sin paleta, prácticamente sillas, ahí me senté, Rocío se paró frente a mí y comenzó a bailarme casi de inmediato en una forma muy sensual. Se inclinaba hacia el frente, agarraba su blusa y se la abría un poco para mostrarme parte de sus lindos pechos, luego se dio la vuelta, separo un poco sus piernas y movía sus caderas cadenciosa y sensualmente, las bajaba y subía despacio, las acerco un poco a mí, las acaricie despacio por encima de su falda, una y otra, luego baje la mano y subí su falda, lo suficiente para ver el color de su pantaleta, la cual era roja, Rocío solo sonrió por lo que hice. Separo sus piernas para pasarlas a los costados de las mías y acerco más sus nalgas, rosando con fuerza el bulto de mi pantalón que provocaba mí ya dura verga. Rocío se dio cuenta y me sonrió, entonces le levante su falda hasta su cintura, vi como la raja de sus nalgas se comía su pantaleta y sentía como a la vez, también se acomodaban en el bulto de mi verga y lo mordían. Estaba súper excitado por todo y más cuando la mano derecha de Rocío se coló entre sus piernas y agarro mí verga dura, acariciándola y apretándola.
-¿Te gusta?- Le dije y ella giró su cara y me sonrió.
Pero deseaba más y la agarre de sus caderas y la baje bien sobre las mías, entonces ella se talló con más fuerza, giro su cara hacia mí y vi su mirada perdida de excitación, me di cuenta que ese día podría hacerla mía. Era desmadroza y noviera, no creía que pudiera rechazarme y por su actitud, más me decidí a seguirla caldeando. Luego volvió a quedarse quieta y agarró de nuevo mi verga, se veía emocionada por el brillo de sus ojos. Me desabroche el pantalón y me lo baje a las rodillas ante su mirada hambrienta. Vio el gran bulto que se formaba con mi trusa y como contenía mi dura verga. Bajó sus caderas y siguió tallándose, solo nuestras prendas interiores impedían que la penetrara.
-Ven.- Le dije al momento que la hacía levantarse de mí.
La hice ponerse de frente a la pared, baje su pantaleta hasta sus rodillas y me baje la trusa de igual manera, saltando mi duro trozo de carne ante sus sorprendidos ojos. Le separe las piernas y me coloque detrás de ella, acomodando mi verga entre sus duras nalgas.
-¡No! Espera.- Me dice.
-¡Tranquila! No te la voy a meter si no quieres, solo quiero sentir tu cola en mi verga.- Le dije.
Ella se tranquilizó y comenzó a mover sus caderas de adelante hacia atrás, una y otra vez, despacio, mordiendo con sus nalgas lo largo de mi verga. Sentía como la cabeza presionaba su concha y se mojaba de sus calientes mieles. Movía bien rico sus caderas, no solo de adelante y hacia atrás, sino también en círculos, lo cual la cabeza de mi verga jugueteaba con sus labios íntimos, abriéndolos poco a poco. Que si hubiera seguido un par de minutos más me hace venir, pero no.
-¡Ven Rocío, chúpamela!- Le dije, ella no dejaba de mover sus caderas, no me respondía, hasta que la tome de su brazo izquierdo y la jale despacio, haciéndola girar y ponerse de rodillas, a lo que no opuso resistencia. Se hinco frente a mí, tomo mi verga con sus manos y comenzó a chupármela despacio, primero la cabeza, se la metía y sacaba de su cálida boca, una y otra vez, luego el cuello y poco a poco el tronco, mientras que con la mano derecha agarraba y acariciaba mis huevos. Se sacaba de su boca casi toda mi verga, solo se detenía en el cuello y desde ahí succionaba toda la cabeza. ¡¡Guau!! Lo hacía delicioso. La succionaba y permanecía así por unos segundos, luego la chupaba toda.
Rocío era conocida por ser noviera y eso me estaba haciendo gozar, ya que se notaba que le habían enseñado bien, pero era hora de saber que tanto había aprendido y que me lo demostrara, pero a la vez, nadie hablaba de ella más allá de un faje.
-¡Ven, quiero seguir tallándola entre tus nalgas!- Le dije y ella se puso de pie, se dio la vuelta, separo sus piernas y apoyo sus manos sobre la pared, me coloque detrás de ella y acomode la verga entre sus nalgas, al sentirla entre ellas, comenzó a moverlas. Sentía como la cabeza se tallaba rico entre sus labios íntimos y los abría. La empujaba de su espalda hacia el frente, buscando que parara más sus nalgas y su concha se acomodara mejor en frente de la punta de mi verga, una, dos veces se dejó y mi verga abrió bien rico sus labios íntimos, ya casi para penetrarla, pero movía sus caderas antes de concretar mi deseo…yo la conocía como una chica noviera y la había visto darse unos buenos fajes y caldeadas con varios chicos, ¿así que…?
Mientras, líquidos pre seminales escupía mi verga y con lo empapada que estaba la concha de Rocío, se sentía exquisito, pero que mejor que el calor interno de su concha, lo cual deseaba. Así que, después de una más, incline mi espalda hacia atrás y levante las caderas hacia el frente justo cuando Rocío hacia sus caderas hacia el frente, tomo con firmeza con mis manos de ellas y cuando las tira hacia atrás, mi verga que estaba chorreante de líquidos y bien lubricada, se clava sin misericordia en su caliente concha. Claramente sentí como algo se rompió al entrar la cabeza de mi verga en su concha y como esta apretaba todo lo que entro del tronco, que fue más de la mitad. De los labios de Rocío se escuchó un hay de dolor y con lo que estaba dentro de ella me detuve un segundo y luego empuje con más fuerza, metiéndosela casi toda. Rocío se recargo sobre la pared, casi desmadejada y tratando débilmente de jalarse hacia el frente para sacársela, pero no la deje, mis manos se aferraron a sus caderas y no me detuve a pensar siquiera lo que cruzó por mi mente en ese instante ¿Rocío virgen? Volví a empujar de nuevo y se la metí toda, sentí como golpeo el fondo de su útero la cabeza de mi verga, se la saque un poco y volví a meter, comenzando así a embestirla, despacio, pero poco a poco arreciando. Un leve lloriqueo escapaba de los labios de Rocío, así como un “no” “no”. Dejo de intentar que se la sacara y sus lloriqueos comenzaron a transformarse en gemidos leves.
Solté su cadera derecha y mi mano la subí y metí por debajo de su blusa, hasta llegar a su seno derecho, el cual acaricie con cierta fuerza y aprisione su pezón con mis dedos, luego la pase a su seno izquierdo al cual le hice lo mismo, subiéndole su brassier por encima de ellos.
No cesaba en mis embestidas, era delicioso sentir como entraba y salía mi verga de su apretada concha, empapada y caliente, pero todo tiene que terminar en algún momento y al final explote dentro de ella, varias explosiones de leche caliente golpearon su útero y escurriendo por su vagina hasta mis huevos. Baje el ritmo de mis embestidas, ahora despacio pero firmes hasta el fondo de ella, escupiendo hasta ahí mi leche. Cuando sentí que ya no saldría más me detuve un instante con toda la verga metida hasta el fondo de ella, agarrando con fuerza sus caderas. Rocío solo se recargó sobre la pared para recuperar el aire e ir pausando sus gemidos. Ya después de un par de minutos, despacio se la saque, mire y aparte de leche escurriendo por mi verga, había hilitos de sangre en ella…había sido aún virgen Rocío, la chica noviera y que había visto darse varios buenos fajes y caldeadas con otros chicos, la cual era desmadroza y hasta descarada en sus desplantes ante los demás.
-Mendigo, se lo iba a dar a mi novio. Pinche mendigo.- Me decía, al momento que la miraba.
Quise acariciarle sus nalgas pero se negó, en eso oímos que alguien se acercaba y rápido me acomodé la trusa y el pantalón, ella se subió la pantaleta y medio se arregló la falda. Pero falsa alarma, no iban para el salón, iban para otro. Fui a desatorar la puerta y Rocío salió sin decir nada.
Durante varios días no me dirigió la palabra, pero eso nadie lo percibió, ni Camila.
En ese último año escolar, varias de mis compañeras se destramparon y hasta se descararon en su comportamiento…algunos conocimos la verdadera vida de Eli, quien una mañana en que salimos temprano nos invitó a su casa a varios de los compañeros hombres, descaradamente a coger. Fernanda, quien no quiso sentirse abandonada y relegada, se descaro conmigo y de pilón con mi hermana Sandy, así como otras más historias que quedaran en la conciencia de cada uno.