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Uno de los golpes más duros de toda mi niñez fue el cierre de la sala recreativa "Fire". Aunque aún me quedaban el "Mini Casino", "Joker", "Petit Casino" y "Play Time", lo de la Fire fue todo un shock. Cada sala tenía la virtud de contar con sus particulares videojuegos y era por eso que la Fire tenía algunos a los que me fascinaba jugar durante horas y horas. A pesar de los años que tenía por aquel entonces(unos 12 ó 13 más o menos), yo era como un niño aún. Hay que tener en cuenta que estoy hablando de una época en que uno podía ir a un parque y hacer nuevos amigos con una facilidad pasmosa, amigos que podían durar solo esa tarde, o toda la vida. Todo era más inocente entonces, no tan viciado como ahora, y los que sean de mi generación(finales de los 70, principios de los 80) sabrán de que hablo. Pero bueno, que cuando supe que la Fire cerraba, los últimos días jugué a tope para llevarme un buen recuerdo, y finalmente, tras terminar mis juegos favoritos, me marché de allí pensando que nunca volvería a aquel lugar. No imaginaba que el destino conspiraría contra mí para hacerme regresar.
El tiempo fue pasando, yo fui creciendo, y sin comerlo ni beberlo habían pasado 10 años y yo ya no era aquel niño si no un hombre hecho y derecho de unos 22 años que todas las tardes se veía un rato con los amigos para charlar y echarse unas risas. Durante mucho tiempo estuvimos reuniéndonos de un lado a otro hasta que alguien mencionó un bar llamado "Tizas", del que yo jamás había oído hablar. Pensé que sería un buen sitio donde poder reunirnos de un modo constante sin tener que pensar donde vernos y acepté, de modo que partimos para allí. Al llegar, no me lo podía creer, ¿adivináis por qué?. ¡¡El bar estaba emplazado donde ANTES estaba la Fire!!. Fue una sorpresa mayúscula, sobre todo teniendo en cuenta que llevaba 10 años sin ir por ese barrio y no sabía lo mucho que había cambiado todo. Según entré era capaz de recordar donde estaba cada videojuego, comparando el antes con el ahora. Fue entonces cuando me llevé la segunda sorpresa de la tarde: Rita.
Era una exuberante mujer de arriba abajo, no solo camarera del bar si no también la dueña. En seguida todos nos quedamos prendados de ella, ya que era un bellezón que difícilmente te dejaba indiferente: ojos almendrados que encandilaban, pelo liso de colro caoba caído hasta los hombros, y un cuerpo…bufffffff que cuerpazo: un culo apetecible, carnoso, unas tetas que quitaban del hipo que aún podían lucirse con un buen top, erguidas como ellas solas, unas piernas sin cartucheras pero que tampoco eran palillos y una cintura nada ancha pero tampoco de avispa. Tenía un cuerpo que invitaba al pecado con solo una mirada de sus sensuales ojos, que parecían querer desagarrarte a mordiscos. Llevaba "sexo" escrito en la cara, era fuego en estado puro, y tanto los amigos como yo no solo descubrimos a una auténtica diosa si no el motivo para volver allí todos los días hasta que el bar se cayese a pedazos. Con aquel cuerpo, no hacerlo era impensable.
Rita, que en verdad se llamaba Margarita(nombre que ella odiaba, de ahí que prefiriera más el mote), resultó que era un encanto de mujer, siempre amable y atenta con los clientes. Vale, sí, era camarera y era su trabajo, pero se notaba que tenía buen talante y era buena gente. Es más, a nosotros nos cogió un cariño especial en cuanto vio que íbamos de rutina todos los días. Más de una vez estábamos de charla con ella bromeando de mujeres, famosos y toda clase de cosas, pero en el fondo a todos se nos ponía como el mármol, porqué aún con el cariño que le teníamos, su cuerpo nos excitaba terriblemente. Es más, según supe más tarde, si habíamos ido a parar allí fue porqué uno de los amigos supo de semejante pibón y sugirió ir "como de pasada". Que tramposo jajajaja.
Cada día estábamos pendiente de sus modelitos, de cómo vestía y de cómo se movía y contoneaba, sabiendo que muchos ojos seguían sus movimientos. Pantalones ajustados de cuero o tela según el día, tops o camisetas que iban un pelín apretadas y marcaban pitones, y mini faldas enseñando piernas(y vaya piernas). Para sus 30yalgo que debía tener, Rita era una verdadera perita en dulce. Cada día que nos íbamos de allí, según salíamos no hacíamos otra cosa que comentar entre todos el cuerpazo que se gastaba, para luego hacer apuestas de machito sobre donde y como podríamos seducirla y pasárnosla por la piedra uno a uno, aunque muchas veces imaginamos que ella era capaz de montarse una orgía con nosotros y dejarnos como los chorros del oro. Anda que no nos cayeron pajas a todos y cada uno imaginándola en pelotas y chupando rabo. Con aquellos labios carnosos y rosaditos, finamente dibujados(a lo Catherine Zeta-Jones), esa debía tragar sables como los demás tragábamos fruta.
Poco sabíamos de la vida de ella, pues era algo reticente a hablarnos de su vida privada, pero lo cierto que es ella se hizo nuestra confidente, y no teníamos reparos en contarle todas nuestras historias, escuchando luego los consejos que nos daba para ayudarnos. Aún así, no éramos capaces de contarle todas las fantasías que teníamos con ella, a cual más variada y morbosa, y es que solo de ver aquel cuerpo nos poníamos como motos, relamiéndonos por dentro de ver a semejante bombón ante nuestras narices. Hubo algún que otro coqueteo a ver como respondía, pero ella se hacía la tonta, como que no se enteraba, poniéndonos a todos de lo más decepcionados, pues teníamos la esperanza de que al menos uno de nosotros conseguiría ese premio de tenerla en la cama gozando como una loca. Poco imaginaba que el destino conspiraría contra mí una vez más.
Descubrimos que el bar tenía una doble faceta, y que los sábados por la noche Rita y las camareras retiraban las mesas y las sillas para convertir el bar en una especie de discoteca. Lo único que no retiraban eran las mesas de billar del fondo, justo en la parte de atrás del bar, porqué a la peña le gustaba echar alguna que otra partidilla. Al enterarnos de ese detalle, no nos lo pensamos dos veces para ir allí solo por ver el modelito que Rita iba a usar, a sabiendas de que iría en plan femme fatale para ponernos a todos más calientes que el motor de un coche. No nos equivocamos: la zorrona de ella vestía tan apretada y ceñida que no había un rincón de su cuerpo que no estuviese marcado. Buffffff que cuerpazo, que vicio de mujer, que manera de provocar tenía la perra de ella. Dios, estábamos burrotes perdidos solo de verla moverse en la barra sirviendo a unos y a otros. Mientras nosotros estábamos de juerga e intentábamos mojar con alguna de las que estaban por allí, que era un lujo ver cuanta zorrita adolescente había en el local, de vez en cuando volvíamos a fijar la vista para deleitarnos con el cuerpo de Rita, la cual se conformaba con saludarnos y guiñarnos un ojo en plan amistoso. Madre de mi alma, el grupo entero estábamos tan cachondos que hubiéramos sido capaces de cogerla entre todos, llevarla al almacén o sobre una de las mesas de billar, desnudarla y empezar a darle caña hasta dejarla sin fuerzas y a nosotros los huevos vacíos. Los teníamos a reventar.
El calentón que llevábamos encima nos los quitamos entrando a alguna de las que andaban por allí, pero los demás, y sobre todo yo, teníamos una fijación especial por Rita. Teníamos que follarla, que penetrarla, que endiñársela hasta que se cayeran los cuadros de las paredes, y después del show que nos dio ese primer sábado, acordamos volver allí todos los demás, aunque fuese por poco tiempo, para gozar con sus trapitos y con esas tetas y ese culo que tan a cien nos ponía. No éramos los únicos a quienes ponía cachondos, pues había mucho moscón que intentaba darle una cachetada o palparle las tetas. Entonces descubríamos la cara oculta de Rita, pues sacaba un mal genio que era capaz de agarrar por los huevos al "valiente" que lo hacía y apretar hasta que caía al suelo gimiendo como un cerdo. La primera vez que lo vimos nos dolió incluso a nosotros solo de verlo. Madre mía que capada, fue horroroso. Lo más increíble fue que, después del "incidente", Rita volvió a hacer gala de su encanto y alegría habitual, como si nada hubiera pasado. Eso nos hizo saber que debíamos ir con cuidado, pero no nos detuvo en nuestro empeño. Estaba demasiado buena para dejarlo estar.
Y he aquí cuando todo se precipitó. Como todos los sábados por la noche a echarnos un bailecito a ver si alguna mordía el anzuelo y de paso a ver el modelito que se había puesto. Esperábamos algo apretado, pero lo que vimos nos dejó de piedra: mini-falda de cuero, tan pequeña que casi era un cinturón ancho, un top sin tirantes enseñando ombligo y de paso empitonando y apretando las tetas tanto que parecían que iban a reventar aquel pedazo de tela, y unas medias de encaje que le daban el aspecto de una verdadera loba. Nos la puso dura a todos solo de verla, y cuando la veíamos ir de un lado para otro bamboleando ese par de melones, casi se nos caía la baba. Para desahogarse los demás comenzaron a beber y a acercarse a las tías para desfogarse, pero yo me quedé observándola, devorándola con los ojos. Casi podía sentir en mis labios el sabor de sus besos, y en mis manos el tacto de sus pezones tiesos y sus fantásticas tetas. Rita me tenía loco, pero loco de verdad, y en mi cabeza no paraba de fantasear con echarle el polvo del siglo. Poco sabía entonces que mis fantasías no se quedarían en eso.
Estábamos echando un billar cuando me dirigí a la barra para pedir otra copa. Me iba a servir una de las camareras pero Rita fue quien se encargó, y justo cuando iba a darme el cambio, llamó mi atención.
-Oye chico, ¿me puedes echar una mano?.
-Claro, sin problemas-"y a donde tú quieras", pensaba-. ¿Qué ocurre?.
-¿Crees que podrías quedarte al cierre y ayudarme a recoger?. Las chicas tienen otros compromisos y no pueden ayudarme, y el resto de tus colegas andan algo pedo para poder echarme una mano por aquí.
-Vale, acepto encantado, pero si me invitas a dos copas.
-¿¿Dos copas-bromeó-??. Pides mucho chavalito.
-Entonces una copa y un refresco. ¿Te hace?.
Rita frunció el ceño divertida, como pensándose mi oferta.
-Trato hecho-sonrió-.
¿¿Yo a solas con Rita, en el bar??. Ni hecho adrede hubiera tenido mejor oportunidad para hincarle el diente. Estaba tan eufórico que hubiera podido bailar por las paredes. A los demás no les dije nada, ya que estaban tan piripis que ni hubieran entendido cualquier cosa que les dijera ni tampoco prestarían atención, estaban muy ocupados jugando al billar y arrimándose a alguna de las que estaban por allí. El tiempo se me hizo eterno, parecía que el bar nunca cerraría. Pocas veces había deseado tanto que un bar cerrase un sábado noche. Cuando finalmente lo hizo di un largo suspiro de alivio. Los chicos se fueron tan borrachos que ni repararon en mí, y las camareras se fueron las últimas. En el instante en que Rita echó la persiana de la puerta, en mi oído resonaron trompetas celestiales.
La ayudé a limpiar y después a colocar las mesas y las sillas en su lugar. En todo momento no perdía ojo de ella, haciéndolo con algo de disimulo para que no notase que yo la estaba examinando cuidadosamente y que mi calenturienta mente estaba en plena ebullición imaginando como sería ver esa carita de ángel chillando de placer. Para cuando terminamos toda la tarea, Rita cumplió su parte del trato y me invitó a una copa y luego a un refresco. Me lo tomé en la mesa habitual donde los colegas nos sentábamos, con ella enfrente de mí, hablando por los codos y compartiendo toda clase de confidencias. Yo estaba tan excitado como nervioso, porqué Rita clavaba su mirada en mí y lo hacía de un modo que me imponía algo de respeto. Lo cierto es que ambos lo estábamos pasando tan bien que le propuse echar una partida de billar antes de irnos, y ella aceptó encantada.
En cuanto empezamos a jugar noté que ella me miraba de una manera diferente, más intensa, y que sus ojos brillaban más de lo normal. Yo me hice el despistado, pero comencé a lanzar indirectas respecto al taco y las bolas(aparte de otras cosas), y aunque Rita se hacía la sueca, era evidente que sabía por donde iban los tiros. Con todo, seguimos el juego de coqueteos un buen rato, a la vez que yo no apartaba la vista de su escote, pues cada vez que se agachaba, podía ver su canalillo, amén de ver algo que los demás no sabían: Rita tenía un gracioso antojo en forma de fresa en su teta izquierda, cerca del canalillo. Ese descubrimiento me hizo ser algo más directo respecto a mis intenciones, pillándola por sorpresa.
-No me lo tomes a mal-me dijo-, pero te veo muy crío para mí. Eres demasiado joven, solo hay que verte.
-¿Ah si-pregunté irónico-?, ¿qué edad te crees que tengo?.
-Pues yo diría que no pasas de los 18 contados. Aún estás muy verde.
Comencé a reírme tanto que ella se quedó extrañada.
-¿He dicho algo gracioso?.
-No, pero has cometido el mismo error que todos los demás. La gente siempre me echa menos edad de la que tengo.
-¿De veras?, ¿y que edad tienes?.
-Pues 22 primaveras contantes y sonantes.
-¡¡Venga ya, que estás quedando conmigo!!.
Me saqué el DNI y se lo enseñé para que viera que no mentía. Cuando vio mi fecha de nacimiento se quedó patidifusa. No se lo creía.
-Joder, si pareces un crío aún. Caramba como te conservas.
-Lo mismo te puedo decir a tus 30ypocos años que debes tener.
Ella me miró y luego se empezó a reír, devolviéndome la jugada.
-Te has quedado muy corto-me espetó-. Ya tengo 43 años.
Entonces fui yo el sorprendido, y ella me enseñó el DNI para que viera que era verdad. Fue cuando la volví a mirar de arriba abajo, incapaz de ver en aquel cuerpo serrano los 43 años que en verdad tenía. Eso solo me excitó más.
-Pues para 43 tacos, que sepas que estás más buena que una de 25. Ya quisieran muchas tener ese tipazo que te gastas.
-Vaya, muchas gracias, y ya quisieran también muchos tíos estar como tú.
El juego de halagos y piropos prosiguió un rato para luego retomar la partida, pero en mi cabeza no dejaba de pensar en esa diosa madurita que tenía delante de mí, y por la forma de mirarme ella pensaba lo propio. Minutos después, cuando estaba absorto en mis pensamientos, Rita iba a tirar y se puso delante de mí, poniendo el culo en pompa y rozándose contra mi paquete. Eso me sacó de mis elucubraciones y me devolvió a la tierra. Ella se dio cuenta de mi erección y se frotó un poco más. Yo me acerqué para que lo notara todo, y en ese instante ella se alzó, se giró y me besó.
Fue un beso de pura pasión que me descolocó por completo. Era intenso, salvaje, un verdadero huracán. Se me aferró bien fuerte para recorrerme con sus manos y yo di rienda suelta a las mías, que en seguida bajaron por su espalda para llegar a ese pedazo de culo que tenía y agarrárselo tan fuerte como pudiera. Al mismo tiempo su lengua y la mía se encontraban y jugaban imparables, liberando unas pasiones retenidas durante mucho tiempo. Rita no dijo una sola palabra, solo se limitaba a meterme la lengua hasta la campanilla para a continuación mordisquearme el lóbulo de la oreja y hacerme chupetones en el cuello. Me tenía tan caliente como para hacer hervir una botella de champán, y mis labios ávidos de su cuerpo iban de un lado para otro hasta volver a sus labios y pegarle un potente beso de rosca que la dejaba en el séptimo cielo.
Cogiéndose el top, Rita se lo quitó en un visto y no visto, dejando al descubierto el mejor y más hermoso par de tetas que había contemplado nunca: grandes pero no caídas, carnosas, con pezones de buen tamaño y de color claro, que me miraban fijamente como si fueran reflectores secretos. Me mordí el labio inferior varias veces al mirarlos, y ella, juguetona, me susurró con picardía "que, ¿no quieres darte un gustazo?", recibiendo por toda respuesta mis labios devorando aquellas sabrosas guindas y lamiéndolas hasta saciarme, jugando con ellas a darles pequeños mordisquitos o succionar usando los labios. Rita jadeaba que era un primor, estaba cachonda y se lo estaba pasando bomba. La puse contra la columna que había a un metro de nosotros y me ensañé en esas lorzas tan apetecibles, amasándolas con las manos a la vez que mi boca pasaba de uno a otro. Rita suspiraba y gemía sin parar, pidiéndome más aún.
Deslicé una de mis manos y probé a meterla por debajo de su mini-falda, encontrando el lugar sin resistencia alguna y solo con un débil tanga que enseguida dejó que guardar el mayor secreto de Rita. La hice abrir un poco las piernas y observé por fin aquella maravilla, ligeramente abierta y palpitante. Metí la cabeza por allí y hundí mi lengua hasta el fondo, tomándola desprevenida. Rita se puso a jadear como una loca, me decía casi a gritos lo bien que se lo estaba haciendo y que se la metiera más al fondo, mucho más. Respondí a sus peticiones con un esfuerzo redoblado de mi lengua dentro de su vulva mojada, que se estremecía y temblaba con cada uno de mis avances. Mis caricias obraban maravillas en ella: hundía la lengua, la pasaba por el clítoris, luego dibujaba letras sobre los labios vaginales, después mordía un poco el clítoris y volvía a la carga, poniéndola a tono en tanto me estaba dando un señor banquete. Aquello era gloria celestial, y sus jugos eran manjar de dioses.
Tras darme un enorme gustazo a base de lametones y sus deliciosos jugos, Rita me hizo levantarme y rápida como un vendaval hizo desaparecer mi ropa, dejándome desnudo de cintura para arriba y con los pantalones a la altura de los tobillos. Sus manos y su boca me recorrieron de lado a lado, y me besó las tetillas, chupándolas como una perra el celo. Viendo como me ponía, sus manos picaronas fueron bajando hasta que agarraron mi tranca y la acariciaron. Después de hacerme un buen chupetón en el cuello, Rita se arrodilló y se tragó todo mi falo de una sola vez, metiéndosela toda en la boca y poniéndome a mí por las nubes. Dios que arte de mamar un rabo, era toda una experta y no paraba. No hay palabras que describan el manejo que tenía para jugar con mi verga y disfrutarla. Hacía cosas que nunca en mi vida había conocido y que me sería imposible comentar, solo diré que la tenía tan dura que hubiera podido partir con ella una jarra de cerveza. Verla con mi polla en su boca era un premio a mis sentidos.
Con sus manos me acariciaba las bolas y las masajeaba sin dejar de chuparme toda la herramienta, consiguiendo que todo mi cuerpo pidiese a gritos cojerla a más no poder hasta que quedase bañada en sudor del polvo que le echase. Aguanté todo lo que pude, pero llegó un momento en el que ya estaba a punto de venirme y la hice parar. La puse de pie de nuevo para echarla sobre la mesa de billar y yo encima de ella cual lobo hambriento de carne fresca. Devoré un poco más esos fantásticos pezones y finalmente le hice abrirse de piernas para recibir mi tranca, no sin antes detenerme un momento para recrearme la vista con esa imagen inolvidable que siempre llevaré en mi memoria: Rita tumbada boca arriba, desnuda y abierta de piernas pidiéndome con los ojos que se la clavara de una maldita vez. Dicho y hecho cumplí su petición, y sin prisa pero sin pausa fui penetrándola hasta que se la metí del todo. Ooooooooh por diosssss que gozadaaaaaaaaaaaaa…
Me quedé unos momentos inmóvil, dejando que mi cuerpo recibiera todas las sacudidas y descargas que me venían por haber conseguido metérsela. Ella parecía estar en Babia, su cara era un poema. Con movimientos lentos y profundos, di comienzo al tan ansiado polvo que tantos y tantos deseaban echarle. Saber que era yo el victorioso me hacía gritar de gozo por dentro, era una sensación de triunfo que le daba a la situación un fantástico aire de grandeza. Rita jadeaba y me atraía hacia ella con unas ganas de comerme que me excitaban de un modo terrible. Aquella loba iba a pasarme por la piedra por la puerta grande y yo gustoso aceptaba que me hiciese todo un hombre. Aferrándola por las tetas se las apreté y amasé a la vez que le iba metiendo mi rabo tieso y volviéndolo a sacar por completo. Dentro y fuera, dentro y fuera. Rita estaba pletórica y yo más contento que unas castañuelas. Fuera de mí busqué de nuevo su boca y le metí la lengua hasta la campanilla.
Después de una buena sesión de besos la cogí por los tobillos y la separé todo lo que pude, gimiendo y jadeando como un lobo aullando a la luz de la luna. Madre de dios que cuerpo, que pedazo de hembra me estaba cepillando. Me la estaba gozando a base de bien y ella se lo estaba pasando aún mejor que yo. Solo había que escuchar sus jadeos de placer y la forma que tenía que retorcerse sobre la mesa de billar, incapaz de aguantar mis embestidas, contoneándose cual serpiente. Sus perolas iban de un lado a otro como enormes postres de gelatina, con sus pezones yendo de arriba abajo y de izquierda a derecha y vuelta. Solo de verlos me daban ganas de comérmelos hasta dejarlos doloridos de tanto mordisco que le iba a meter.
-Uuuuuff aaaaaahh….dios joder que pedazo de cuerpo tienes…que buena estás Rita…..aayyyyy que polvo…que caliente que eres diooooooooos…
-Ooooooohh síiiii…vamos dime más guarradas…uuuummmm me gustan las guarrerías, dime más…venga dime más cabróooooooooon…que polla tienes que bien me follaaaaaaaaaas…insúltame más, vengaaaaa ooooooh síiiiiiiiiiii…
-Eres una hija de perra, una zorraaaaa…uuuuuuuufffff me pones haciendo churros putón…cabrona, calientapollas…te voy a empalar hasta sacártela por la boca…no sabes como me pones con esas tetonas…
-Eso es…así, fóllame…vamos cerdo fóllame ya…estoy caliente, estoy cachonda…me tienes a punto cabróooooooooooonn…aaaaaaaahh…
Menuda pedazo de zorra tenía delante de mí. No solo la insultaba si no que ella además pedía más caña, más guerra. Con ella todo era más, mucho más. Viendo que le gustaba el plan salvaje, me olvidé de todo para ponerme en plan bruto y darle una estupenda follada entre pecho y espalda. Rita me tenía caliente como un cohete, aquella tía era mucho más salvaje de lo que yo hubiera podido imaginar. En cuanto aceleré mis embestidas dentro suyo ella me atrajo hacia sus tetas y me apretó la cara entre ellas. Que delicia, menuda gozada. Después la cogí fuerte por los hombros y embestí tan potentemente como podía, clavándosela con estocadas fuertes, secas, incluso furiosas. Mi arpía lujuriosa no paraba de gemir como la perra que era, acompasando sus movimientos conmigo hasta que, ya descontrolados, agotamos los últimos momentos y por fin nos corrimos como un par de locos. Fue un orgasmo soberbio.
Me quedé sobre ella, apoyando mi cabeza entre sus tetas y jadeando. En esa postura podía escuchar su corazón y éste iba a mil por hora. Rita también jadeaba y respiraba con dificultad. Se llevó una mano a la cabeza y me miró, sonriendo con picardía. Durante bastantes minutos estuvimos así, mirándonos sin decir palabra. Nos habíamos dado un gustazo de los buenos, pero a mí eso no me bastaba, necesitaba más, mucho más, y no sé porqué sabía que ella también necesitaba de algo más fuerte. Mientras recuperaba algo de fuerzas me dediqué a sobarle las tetas y a comérselas un buen rato, calentándola para la siguiente sesión, solo que esta vez no me iba a quedar con las ganas de descubrir lo que era sodomizarla a una tía como dios manda, de modo que la volteé poniéndola boca abajo con las piernas fuera de la mesa. Rita, en cuanto adivinó mis intenciones, se agitó violentamente.
-Noooo paraaaaaaaaa…que llevo mucho sin hacerlooooo…por ahí no cabróooooooooon…
-¿¿Cómo que no??. Tienes un culazo y no me voy de aquí sin follártelo como debe ser. No sabes lo caliente que me pones con este pedazo de culo…
Le metí un dedo para ir preparando la zona, lo meneé un poco y luego probé a intentar penetrarla. Tenía razón en que estaba bastante cerrada, pero no pasó mucho sin que entrara tomo mi rabo por su orto. Rita se convulsionó, pero a poco que comencé a darle una soberana enculada se puso a pedirme que no me detuviera. Estaba que lo vivía.
-Ooooooooooooh…..aaaaaaaaaayyy…uuuff que cosa, menuda pollaaa…vamos no pares…joder me duele pero me gustaaaaa…me encantaaaaaa…eso es, dame por el culo…destrózamelo…vamos dameeeeeeeeeeeee…
-Te voy a dejar el culo tan abierto como un túnel de metro so guarra…dios que furcia eres…como te gusta que te follen a lo bestia…que culooooooo…me vuelvo locooooooooo…
Nunca había imaginado que la primera tía a quien se lo hacía iba a ser a la que tantas noches había ocupado mis fantasías más húmedas. Aquello era estupendo, mejor incluso que mis delirios más perversos. Rita gozaba y se relamía, llegando a pedirme que le metiera un par o la pajeara mientras se la metía hasta el fondo del ano. Deslicé una mano por su vientre y bajé hasta tener su panocha a mi alcance, poniéndome a frotarla con rapidez, haciendo que ella literalmente se fundiera en mis manos. Entre la enculada que le estaba dando y la paja que le estaba haciendo aquella diosa de madurita se lo estaba pasando de miedo, y a mí dándome un show que jamás en mi vida iba a olvidar. La manera en que me miraba y me suplicaba que la destrozase el culo era un placer para la vista. Estaba más salida que una esquina y con unas ganas de sexo que me superaban ampliamente. Aún así me esforzaba todo lo posible por hacerle de todo sabiendo que a ella le gustaba cualquier cosa que yo le hiciera.
-Ooooooooohh…asíiiiiiiii…vamos tío córrete de una veeeeeez…venga, córrete en mi culo…viólame el culoooooooooooooo…
-Te voy a dejar pringada de leche hija de perra…joder que viciosa eres, menuda furcia…y parecía un ángel la cabrona de ella…tú lo que eres es una puta diablesa, una zorra de las que no hay…
-Síiiiiiiii soy una zorra…soy tu zorraaaa…emputéceme, envíciame…dame máaaaaaaas…
Por dios bendito que cerdita era, como estaba de cachonda. Yo estaba que no podía más y ella pedía más leña al fuego. Por suerte no estaba dispuesto a dejar que ella pudiese conmigo y haciendo de tripas corazón me dediqué un poco más a pajearla con tanta velocidad que ella no podía seguirme el ritmo. Entre eso y la enculada que la estando dando, Rita parecía estar en otro planeta. Ella misma se llevó una mano para ponerla en la mía y ayudarme a pajearla, llegando a un ritmo común que nos envaró en la recta final, donde mi verga iba y venía de su orto con una facilidad que me ponía loco de contento. Se lo estaba abriendo a más no poder tal como a mí me gustaba y Rita lo agradecía, solo había ver esa impagable cara de gusto para saberlo, y entre jadeos y espasmos varios, cumplí sus órdenes y me corrí en su culo casi a la vez que ella comenzaba a gozar por la paja que le hice, juntando nuestros orgasmos de milagro. Eso sí fue una auténtica pasada.
Rita no cabía en sí de gozo, lo mismo que yo. Tardamos un poco en recuperarnos, pero en cuanto lo hicimos, ella me llevó al baño para dejarme la polla como los chorros del oro(mientras yo me lavaba las manos), lavándomela y dejándomela impoluta. Cuando la tuve bien limpia de nuevo me lo agradeció a base de besos y lametadas, de caricias en mis huevos y miradas picaronas. Se notaba que debía andar o muy necesitada de un repaso para desoxidarse o que ya hacía que alguien no la calentaba sobremanera. Lo que sí sabía que es ella parecía dispuesta a un último round conmigo, y me llevó a la mesa donde la pandilla siempre nos sentábamos los colegas, cogiendo una de las sillas y poniéndola en el suelo. Me sentó en mi lugar favorito(y, paradojas de la vida, el sitio favorito en la Fire, pues ahí se encontraba mis juegos predilectos), y ella se arrodilló delante de mí, brindándome de primera mano una lección de cómo mamar un rabo.
Virgen misericordiosa. ¿Alguna vez os la mamó una experta en felaciones?, porqué a mí sí, ¡¡y que manera de chupar!!. Si antes parecía que conocía el tema, ahora se descubría que ella no parecía conocer el tema, parecía que ella misma lo había inventado. No tenía ni idea de cómo hacía lo que hacía y no me importaba. Lo único importante es que me lo hacía, y me ponía de nuevo burrote, pese al repaso que ya había tenido antes. Rita parecía no tener prisa por ponerme erecto, se conformaba con escuchar como lo estaba gozando y con mirarme a lo ojos, mientras yo la veía abiertas de piernas y de rodillas chupándome la polla. Sus masajes, de tan lentos y cuidadosos, se me hacían insoportables. Sufría lo indecible en sus manos, tenía la impresión de estar atravesando una jungla con una infinidad de plantas que me rozasen suavemente por todo mi cuerpo. Sus labios me besaron el glande y lo mimaron con la lengua, usando solo la punta para jugar con él. Apreté los dientes para hacer más soportable todo aquello, pero lo cierto es que en ese momento podía hacer saltar en llamas todo el bar.
Una vez Rita vio que había logrado ponerme a tono, se incorporó y me dijo "esto para que me recuerdes todos los días"(como si pudiera olvidar todo lo que me hizo, la tía). Según terminó de hablar, Rita se sentó en mi regazo, clavándose mi polla y abrazándome una vez estuvo firmemente acomodada sobre mí. Por mi mente pasó la escena de Risky Business en que Lana(Rebecca DeMornay) se folla a Joel(Tom Cruise) sobre el sillón de su casa, y viendo que íbamos a hacer lo mismo, no pude si no estallar de felicidad por dentro(aquella era una de mis escenas de sexo preferidas) y abrazarme a Rita asiéndola de los hombros, meneando levemente las caderas para acompasar los movimientos de ella, que prácticamente era quien hacía todo el trabajo. De vez en cuando cambiaba las manos de los hombros al culo, apretándola bien fuerte de las nalgas a la vez que le metía un buen chupetón o un morreo de los que hacen época. Aguantamos así largo rato, casi sin decir palabra, dejándonos llevar y satisfaciéndonos el uno al otro tanto como nos dejaban las fuerzas. Finalmente tuvimos nuestro último orgasmo de la noche y ella quedó derrengada sobre mí, sin moverse. Todo lo que pude hacer fue abrazarla y besarla buscando su lengua. Buf, que noche.
Poco después escuché una especie ruido a mi espalda, como un "cric cric" constante. No supe que era hasta que, al levantarme de la silla, vi que Rita había hecho con las uñas un par de muescas en el respaldo de la silla, como dejando huella de aquello. "Para que lo mires siempre y te acuerdes de ahora", me dijo, y teniendo en cuenta que yo siempre me siento al revés, poniendo el respaldo de la silla para adelante en vez de reposar la espalda en él, iba a ver esas preciadas muescas cada día. Varios minutos después Rita terminó de ponerlo todo en orden y nos fuimos a casa. Bueno, más correctamente, a su casa, porqué no estaba dispuesto a irme así por las buenas. Íbamos abrazados y besándonos cada pocos metros, casi sin decirnos palabra alguna. Al llegar a su portal ella intentó mandarme a casa, pero no quería, y entre frotes y caricias la convencí para pasar la noche con ella, que era lo que yo más quería en el mundo. No puedo describir lo que fue para mí dormir abrazado a su cuerpo en su cama. No hay palabras…
A la mañana siguiente, según desperté y la vi a mi lado, me sentí más feliz que nunca. Rita despertó poco después y me dijo que no dijera a nadie lo ocurrido, cosa que prometí sin problemas(¿quién me creería?). Me fui de allí con un último besos de sus labios, como si fuese una promesa de que allí siempre sería bien recibido, y después me fui a casa, con un sentimiento de satisfacción que nunca he vuelto a tener. Horas más tardes, cuando me reencontré con los amigos, éstos se pusieron en plan curioso conmigo, preguntándome que habíamos hecho Rita y yo cuando nos quedamos solos, y sin tapujos contesté lo siguiente: "Bebimos un poco, jugamos una partida, y después estuvimos follando sin parar como locos". Rita pasaba cerca y lo oyó, mirándome con gesto sorprendido, pero en cuanto ellos oyeron esa última parte todos se partieron de risa llamándome fanfarrón y mentiroso, y Rita sonrió viendo que tenía razón en cuanto a que nunca me creerían. Rita, al ver la situación, añadió un poco de picardía cuando después de traernos las copas me dio un beso en la mejilla. Entonces me pidieron explicaciones una vez más, pero yo contesté lo mismo una y otra vez. De nuevo me llamaron mentiroso, riéndose de mí, pero yo, en vez de protestar, me limité a mirar las muescas que había en el respaldo de mi silla, y a sonreír con gesto triunfal…
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