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Renace el harem (Cap. 1)

En el capítulo 12 del relato “Nacimiento del harem” lo último que supimos es que ya Su Majestad había establecido un negocio de renta de perras domésticas, el cual estaba creciendo de forma muy rápida, así que continuemos la historia.



Sin darse cuenta las clientas que rentaban perras de su Alteza se habían convertido en esclavas buscadoras, ya que al haber firmado el contrato de renta de perras domésticas, en el cual existía una cláusula donde ellas se comprometían de manera voluntaria y cada vez que su Alteza lo fuera necesitando a buscar más perras, la cláusula estaba tan bien disfrazado que ellas no se dieron cuenta que aunque eran clientas que a su Alteza pagaban una renta mensual de las perras, a ellas las convirtió en esclavas también, solo que ellas debían cumplir buscando más reclutas.



Recordemos también que ya esas clientas habían entregado a su familia para tenerlas a sus pies, pero como dije, sus familiares ahora pertenecían a su Alteza a quien le pagaban una renta para que su propia familia fuera su servidumbre, de cualquier manera el Ama recibía todo el beneficio.



El sequito de esclavas que su Majestad tenía a sus pies directamente debía mantener brillando el reino mientras que sus ex amigas y vecinas ahora sus esclavas tenían que acatar la orden de entrenamiento de las perras de nuevo ingreso. Habían aprendido a caminar a cuatro patas, a no hablar sin previa autorización y a besar los pies del Ama apenas apareciera, así fueran 50 veces al día.



Muy pronto aprendieron a realizar todos los trabajos que implica mantener limpio el reino, solo que se hacían de diferente manera, ahí para barrer se les ponía una mordaza que tenía un cepillo para funcionar de escoba, al estar sujeta la mordaza, las perras debían barrer estando a cuatro patas y con un par de grilletes o esposas sujetos a los tobillos imposibilitándolas estar de pie, lo cual provocaba estuvieran aspirando polvo todo el tiempo. Sin embargo al Ama le importaba lo más mínimo, mientras ellas se desempeñaran adecuadamente sin importarle su estado de salud, el caso era solo tener a su Majestad bien atendida.



Ya las perras eran prácticamente unas marionetas obedientes y de aquellas chicas groseras y rebeldes, ahora estaban convertidas en todas unas perritas falderas a las que solo bastaba chasquearle los dedos y ellas de miedo se orinaban, situación que a su Majestad le hacía gracia, en cambio a las perras les desagradaba, ya que si se orinaban después ellas debían lamer sus propios orines.



Llegó el momento de hacer la llamada telefónica a sus clientas busca perras para que vinieran por sus familiares ahora en renta. Las clientas se presentaron con su Alteza con nuevas clientas muy interesadas, sin embargo ellas dijeron que ya que ellas estaban dedicándose a llevarle clientas potenciales solo pagarían la pura renta, pero no cubrirían el depósito que tenían y debían adelantarle del primer mes. El Ama sin decir nada y tranquilamente chasqueó los dedos, y en automático las clientas buscadoras se arrodillaron y como si una fuerza invisible se los impidiera, no eran capaces de articular una sola palabra.



Las nuevas perras aunque extrañadas de lo que sus amigas habían hecho, ellas expusieron a su Majestad lo que deseaban, y que era ser dueñas de algunas perras, y así tener personal de limpieza doméstica, el Ama les explicó los beneficios y costos, pero que para hacer negocios con ella debían inclinarse ante ella.



Las nuevas clientas aceptaron las condiciones para realizar la contratación, por lo que se arrodillaron también, se les dijo que podían traer a chicas elegidas por ellas mismas, o que el Ama buscara a esas perras y se las entrenara. Las perras ya que no tenían idea de cómo o donde buscar optaron por la entregaran de perras ya entrenadas. El Ama les dijo que estaba bien, pero que debían dejar un depósito y pagar su educación por adelantado; el Ama solo les aclaró que debía ella resolver un asunto, pero dependiendo de si resolvía o no ese problema, ella misma les haría la llamada telefónica, y así decirles si ya les tenía a sus perras o no. Las clientas estuvieron de acuerdo y se retiraron, pero antes pagaron el servicio.



Una vez que las clientas se retiraron, su Alteza chasqueó los dedos y de nueva cuenta en automático las clientas obedecieron a los chasquidos, solo que esta vez debieron levantar la mirada y dijeron “ordene su excelencia”. El Ama preguntó ¿entendí mal o me dijeron que no piensan pagar completo?, las clientas buscadoras dijeron “así es Majestad, hemos pensado que ya que debemos buscar gente que le rente servidumbre, usted nos descuente el 50% en la renta mensual.



El Ama con esa mirada intimidante que tenía y con voz de mando les aclaró que no les iba a descontar nada y que en el contrato estaba perfectamente bien claro que estaban comprometiéndose a la busca de chicas para entrenar, además les recordó que solo tienen cinco días para cubrir el pago completo o en su defecto ella dispondrá de su familia entregándola a otra casa. Las clientas dijo pero su Alteza, su Majestad interrumpió y dijo “pero nada, claramente el contrato estipulaba que si no pagan en los primeros cinco días, se les recogen las perras para disponer de ellas. Las perras agacharon la cabeza y dijeron “está bien Majestad, usted manda y nosotras acatamos”



Las clientas besaron los pies de su Majestad estando frustradas de no haber logrado el descuento, sin embargo reconocieron que estaba estipulado claramente en el contrato que habían firmado días atrás. El Ama les recordó que solo tenían cinco días para cumplir con el pago. Culminó el plazo de cinco días y el Ama hizo la llamada a las clientas que buscaban servicio doméstico y les dijo que había conseguido a sus chicas y que podían pasar a recogerlas, las clientas dieron las gracias y en 20 minutos llegaron para recoger su mercancía.



El Ama hizo traer a las chicas reclutadas y las nuevas clientas se las llevaron, lo que ellas no supieron fue que esas chicas eran familiares de sus amigas, las clientas firmaron contrato, besaron los pies de su Majestad y se retiraron sin dar la espada.


Datos del Relato
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