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Categoría: Confesiones

Regreso a mi ciudad natal

Yo nací hace 23 años en Madrid, la capital de España, pero cuando tenia 13 años me tuve que ir a Londres por culpa del trabajo de mi padre. Y digo por la culpa porque a mí me gustaba y me gusta mucho España, aunque he de reconocer que tampoco lo pasé tan mal en Londres, después de todo allí perdí la virginidad (pero eso es otra historia).



Cuando acabé mis estudios, decidí que quería volver a España y asentarme allí, pero mis padres se tenían que quedar en Londres por el trabajo, así que hablé con mis padres y les convencí de que me dejaran volver. Me compraría una casa y viviría solo y gracias al dinero del trabajo (que aún tenía que buscar).



Cuando llegué a España lo primero que hice fue ir a visitar a Rafa, un amigo con el que no había roto el contacto desde que me fui (era mi mejor amigo). Cuando llegué me recibieron con abrazos. Su familia y mi familia siempre habían sido muy amigas, además de haber sido vecinos. Ellos ahora vivían en la Moraleja, en un chalet grandísimo. Cuando les dije que me tenía que ir al hotel se ofrecieron a dejarme dormir en su casa mientras que buscaba una casa para vivir. A mí no me pareció mal, la familia de Rafa era como mi propia familia así que no había problemas, además me ahorraría el dinero del hotel.



Su madre, Lucia, no era muy mayor, 40 años, se quedó embarazada de Rafa a los 17 años, y el padre al enterarse de la noticia se casó con ella, para abandonarlos al año de la boda. Así que la madre de Rafa lo empezó a criar sola, hasta que conoció a Luis Carlos, un cubano negro y cachas, que se casó con ella y formó una verdadera familia. Con Luis Carlos, la madre de Rafa tuvo dos hijas, Isabel y Sonia, de 19 y 17 años respectivamente, dos bellas mulatas.



Durante la cena nos reímos mucho y hablamos durante bastante rato, hasta que ya no pude más y debido al cansancio del viaje, me acosté en la cama para dormir.



Al día siguiente, cuando me desperté, ya estaba todo el mundo levantado. Desayuné y Rafa y yo nos pusimos a hablar de todo lo que había pasado durante todo el tiempo que había estado fuera mientras tomábamos el sol. De repente llegaron las hermanas de Rafa que se iban a bañar. Llevaban dos bikinis pequeños que no les tapaban casi nada. Rafa y yo nos quedamos mirándolas y Rafa exclamó:



-¡¡Joder qué culo y qué tetas tienen!!, están buenísimas.



-Rafa, que son tus hermanas - le contesté.



-No me jodas Alberto, son mis hermanas, pero no me negarás que están buenísimas.



-No, eso no te lo puedo negar.



La verdad es que a mí siempre me había puesto mucho su hermana Isabel, y ahora con ese bikini tan pequeñito me gustaba más aún.



Isabel y Sonia se tiraron al agua y empezaron a nadar. Al rato nos llamaron a Rafa y a mí. Nosotros nos acercamos a ellas, y cuando estábamos a su lado nos pidieron que nos bañáramos con ellas, a lo que no nos negamos, ya que era lo que nosotros íbamos a hacer en ese momento. Nos tiramos al agua y entonces ellas nos atacaron, empezaron a hacernos cosquillas y para defendernos de ellas, nosotros contraatacamos haciéndoles cosquillas a ellas también. Me tocó defenderme de Isabel (¡qué bien!), la cual tenía más tetas que Sonia, y me aproveché sobándole por todas partes, eso sí, disimuladamente y sin que sus hermanos se enteraran (o eso creía yo).



En ese momento llegaron la madre y el padrastro de Rafa y se metieron en la piscina. Antes de que se metieran, pude observar que Luis Carlos llevaba un bañador corto marcando un gran paquete (lo cual hacía honor al mito de la raza negra) y que Lucia llevaba un bañador que marcaba su excelente figura con un buen par de pechos, más grande incluso que los de sus hijas. Había que reconocer que Lucia, pese a sus 40 años, se conservaba muy bien, con un par de tetas bien tiesas y un culo firme.



Nos pusimos a hablar hasta que se hizo la hora de comer y nos salimos de la piscina. Al terminar de comer nos fuimos cada uno a su habitación y echamos una siesta. Por la tarde ayudé a Rafa a arreglar su moto y cuando acabamos con ella nos fuimos a dar una vuelta para probarla. Cuando regresamos a su casa nos duchamos y cenamos, y después de cenar nos fuimos a la ciudad a un pub, pero como nos aburríamos mucho decidimos volver a su casa y dormir.



Esa noche hacia mucho calor, así que decidí que como había confianza dormiría solo en slips. Mientras dormía empecé a soñar. Estaba en la cama durmiendo y de repente alguien me empieza a hacer una paja y a chuparme la polla, lo cual me da mucho gusto. Cierro los ojos para disfrutar de la mamada. Al poco rato vuelvo a abrir lo ojos y miro a la persona que me lo esta haciendo y me doy cuenta de que es un tío.



Me despierto sobresaltado y miro hacia mi polla y me llevo una gran sorpresa al descubrir que no era un sueño, y que para colmo el que me la estaba chupando era Rafa. Me quedé paralizado y sin poder moverme. Rafa se dio cuenta de que me había despertado, me miró, sonrió y siguió con su trabajo.



Pasaba su lengua alrededor de mi glande y se la metía casi todos mis 21 cm en la boca demostrando que no era la primera vez que se comía una polla. Estuvo así como unos 5 minutos, pero de repente, con un movimiento rápido se levantó, se bajo sus slips y se subió a la cama. Estaba de espaldas a mí, se empezó a agachar y con su mano derecha me agarró la polla, que ya estaba bien dura después de la excelente mamada, y comenzó a meterse mi verga por el culo, centímetro a centímetro, sin calentamiento previo, disfrutando del momento, y cuando ya llevaba tres cuartas partes de carne en su interior, empezó a subir y a bajar lentamente. Yo cada vez estaba más excitado y sin darme cuenta le cogí por las caderas y le ayude a saltar. Él me lo agradeció y comenzó a ir más rápido, hasta que absorbió totalmente mi verga y se paró para sentirla dentro de él. En ese momento le dije:



-Espera, levántate.



Él me miró extrañado, pero más extrañado estaba yo de cómo estaba disfrutando de una relación homosexual. Se levantó y le dije que se pusiera a cuatro patas delante de mí. Lo hizo enseguida y así pude observar ese culo, con el ano bien dilatado. Sin avisarle, aunque seguro estoy que lo estaba esperando, le penetré de golpe, metiéndole toda mi polla, lo cual le hizo soltar un pequeño grito, mezcla de dolor y placer. Ahora era yo el que llevaba el ritmo y empecé a ir cada vez más deprisa, haciéndole soltar grititos. Noté que ya me venía la leche, así que se la saqué y me corrí en su espalda y su culo, pero él se levantó y se metió mi polla en la boca, justo a tiempo para recibir los últimos manguerazos de semen de mi polla.



Cuando acabó de limpiar la polla, se levantó, se puso su slip y se marchó hacia su habitación, no sin darle un beso de buenas noches a mi verga. Yo decidí no decir nada y acostarme también, pero mi cabeza no paró de dar vueltas sobre lo ocurrido hasta que ya estaba amaneciendo, y fue entonces cuando me dormí.



Al día siguiente Rafa me despertó y me preguntó si quería acompañar a él y a Sonia a la ciudad, y yo decidí apuntarme. Durante el camino no cruzamos palabra, y al llegar a la ciudad Sonia se fue sola a ver tiendas mientras que nosotros nos tomábamos un par de cañas en un bar. Finalmente Rafa rompió el silencio:



-Alberto, no quiero que pienses lo que no es.



-¿Qué quieres decir?



-Lo de anoche. Yo no soy gay, lo que pasa es que me gustan por igual un buen par de tetas que una polla o un culo, es decir, soy bisexual.



-No te preocupes por mí, sabes que eso a mí me da igual, no me importaría que fueses gay.



-Siempre deseé comerme tu polla y que me penetraras, y cuando regresaste y vi como había crecido tu polla desde la ultima vez que nos vimos, me decidí. Que conste que no quería despertarte.



-Que te he dicho que no te preocupes. Y que sepas que siempre me tendrás para lo que quieras. Además, tampoco estuvo tan mal lo de anoche.



-¿¿Te gustó?? - sonrió Rafa - Bueno saberlo. Algún día lo repetiremos.



Seguimos hablando durante un rato de varios temas, hasta que llegó Sonia y volvimos a su casa.



Al llegar a la casa, no había nadie, pero en ese momento sonó el teléfono. Eran los padres de Rafa, que necesitaban su ayuda, así que Rafa cogió el coche y se dirigió a donde estaban sus padres, dejándome solo con Sonia.



Nos pusimos a ver la tele, sentados en el sofá. Al rato, sin que yo me lo esperara, Sonia me preguntó:



-¿Has dejado alguna novia en Londres?



La miré extrañado y le contesté:



-No, aunque tuve varias. ¿Y tú?



-Tampoco - me contestó -¿Cuando cortaste con la última?.



-Creo que hace más de un año - sonreí. Me hacía gracia que la misma niña pequeña que dejé cuando me fui a Londres y a la que quería como una hermana me hiciera esas preguntas.



-Contéstame si quieres - volvió a atacar - ¿eres virgen?.



-¿La verdad?, no - le contesté - pero Sonia, contéstame tú ahora que creo que hay confianza, ¿por qué me preguntas eso?.



-Bueno, es que..., no se..., bueno..., tengo dudas.



-¿Dudas sobre qué?



-Es que..., soy todavía virgen, y no he visto en mi vida una polla, no sé cómo son,...., ni qué debo hacer cuando me llegue el momento.



-Espera, eso es algo natural, cuando sea la hora lo sabrás y aprenderás.



-Pero hombre, mejor si sé algo de teoría, ¿no?.



-Da igual, te lo aseguro.



-Oye, estooo...¿me harías un favor? - preguntó.



-Claro, ¿qué quieres?.



-¿Me enseñarías tu polla?



-Sonia, por favor - dije sorprendido - ¿y si llegan tus padres?



-No te preocupes, por favor - se acercó más a mí y me dio un beso en la mejilla - por favor.



Eso me conmovió y me puso a cien así que acepté.



-Gracias - dijo Sonia.



Me desabroché los botones y el cinturón del pantalón y levanté un poco los slips, lo suficiente para que se viera mi polla.



-La puedes sacar más, es que no la veo bien.



Me bajé un poco más los pantalones y lo slips, y me la saqué toda fuera.



Sonia abrió los ojos y me dijo.



-¿Son todas así de grandes?



-No, hay de diferentes tamaños - dije mientras reía.



-¿Me dejas que te la toque?.



-No sé si deberías... - pero sin decirle nada me la cogió y comenzó a acariciarla. Eso hizo que mi polla fuera creciendo más y más hasta que se puso bien dura.



-Joder, cómo se pone solo de tocarla - dijo sorprendida.



-Eso es por que le gusta - no mentía, estaba muy excitado.



-Pues habrá que seguir dándole gusto.



Y sin saber como, la vi agacharse y meterse mi verga en su boca. Comenzó a masturbarme con la boca y de vez en cuando me miraba con una mirada lasciva, lo cual hizo llegar a la conclusión de que no era la primera vez que lo hacía y que todo había sido una trampa para poder chuparme la polla.



Estaba cada vez mas excitado, y comencé a acariciarle la espalda y el culo. Le saqué la camiseta del pantalón y metí mi mano por debajo para tocarle las tetas. Llevaba puesto el bikini, así que se lo desabroché y empecé a sobárselas, a rodearle con un dedo los pezones.



Le levanté la cabeza y la acosté boca arriba en el sofá. Ahora era mi turno. Le quité, sin su ayuda, la camiseta y el top del bikini y empecé a besarle en la boca. Fui bajando por el cuello hasta sus tetas y las empecé a chupar y acariciar, a darle pequeños mordiscos en los pezones, que estaban duros como piedras y a llenárselos de lengüetazos. Bajé hasta los pantalones y se los desabroché. Le bajé los pantalones y la parte de abajo del bikini a la vez, y ante mi quedó ese precioso espectáculo que era un coñito peludo pero recortadito y bien cuidado. Le pasé la lengua por los muslos sin llegar a su coñito y ella se excitaba más. Me gustaba ver como se ponía nerviosa porque le comiera el coño, pero ella finalmente me gritó:



-CÓMEMELO YA, ¡¡¡JODER!!!.



No me pude resistir y le pasé la lengua por su coñito. Se lo lamí todo, le metí la lengua poco a poco, haciéndole disfrutar, y ella no paraba de soltar líquidos que yo me encargaba de tragar. Mientras le comía el coño, Sonia tuvo que tener unos dos orgasmos, que la tensaron de arriba a abajo, y tras recuperarse del último me pidió:



-Métemela ya...ahhhh...por favor, lo necesittooooo.



Me levanté y le di un beso grandísimo permitiéndole saborear sus jugos.



-Así que virgen ¿no? - le dije - pues habrá que remediarlo - le sonreí.



Coloqué la punta de mi polla en su coño húmedo y empecé a empujar, penetrándole despacio para no hacerle daño y fue entonces cuando me llevé la mayor sorpresa, realmente era virgen. Aquello que me impedía el paso debía ser el himen que yo tendría el placer de atravesar por primera vez.



Le miré a los ojos y seguí penetrando, haciendo fuerza, hasta que rompí el himen y Sonia gritó, pero yo no me detuve y seguí penetrando hasta que Sonia me pidió que parara.



-Paraaaa...ahhaah..., dios, déjalo...me dueleeee....ahhaaahh.



Entonces le volví a mirar a la cara, la besé y di un ultimo empujón para meterle casi toda mi verga, quedando fuera solo 5 cm. Ella no pudo gritar porque estaba besándola, pero tras adaptarse a mi rabo, empezó a gozar y a disfrutar. Yo empecé el movimiento de mete y saca, intentando no hacerle daño, y en el momento que ella le vino el cuarto o quinto orgasmo, empecé a notar que yo también me venia, así que aceleré el movimiento. Ella se abrazó a mí y los dos a la vez nos corrimos. Sonia me besó en la cara y me dijo:



-Me encanta sentirte dentro de mí, sentir tu leche correr dentro de mí. La próxima vez te prometo que entrará toda.



Tras decir esto, me volvió a besar y yo dejé mi polla dentro de ella hasta que volviera a decrecer a su tamaño normal. Cuando se la saqué del ya no virgen coño, ella me la cogió y me la limpió, le dió un beso y me la guardó.



Cuando se levantó para ir hacia su habitación, se giró y me dijo:



-Habrá que ir practicando todos los días, porque dentro de dos semanas es mi cumpleaños y habrá que hacer algo especial.



Me sonrió, me echó un beso y se fue. Pero sólo había empezado mi nueva vida, mi regreso a mi ciudad natal.



Continuará...


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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