Todas las tardes, siempre llego a la casa y me voy directo al baño con el fin darme una buena ducha y de esta manera aliviar un poco el día de trabajo. Cuando entre al baño hoy y me desnude, levante la vista hacia la percha de la cortina de la ducha y vi colgadas, aun húmedas, las pantaletas de mi mujer. Eso me hizo sonreír con cierta maldad, al recordar la noche tan caliente que habíamos vivido ayer, donde para sacarme mas de mis casillas por vez primera, Lily se masturbo delante de mí, como una prostituta, con un consolador de color negro que sin decirme nada lo había ordenado por su computador. Este flash-back hizo que se me pusiera duro el miembro. Desde adolescente fui un muchacho de temperamento muy caliente. Tenia sueños eróticos con mujeres que venían desnudas hacia mí y comenzaban a provocar mis instintos sexuales por lo que acababan haciendo el amor conmigo y cuando me despertaba, amanecía con los calzoncillos embarrados de semen. La experiencia tomaba tanto realismo en mi mente, que cuando me inicie en la masturbación, me acostumbre a hacerlo diariamente. Y esperaba con ansias durante el día, que llegara la hora del baño para sacarme todo el calor que se me acumulaba por dentro. Cuando entraba en el baño, lo primero que hacia era después que me quitaba la ropa, era abrir la ducha, orinaba y me sentaba en la tasa del inodoro. Ahí, mi macho entre las piernas brotaba un poco encogido. Me gustaba primero empezar por acariciarlo y al mismo tiempo me tocaba los testículos. Cuando comenzaba a hacer esto, mi pene se iba poniendo más grande y duro. Luego me descorría el prepucio hacia abajo dejando el glande al descubierto. Este se me ponía rojo oscuro y caliente. Luego, con una mano, agarraba mi pene ya erecto por debajo del glande y con la otra mano abierta, me la pasaba en forma circular sobre la cabeza del pene. Lo hacia despacio ya que me provocaba una cosquilla sabrosa. Con el fluir de la sangre y de mis emociones, el glande se iba ensanchando, mi pene sé ponía a punto. Ahora comenzaba a correr la piel de mi prepucio hacia abajo y luego hacia arriba lentamente, apretándome el tronco del cuerpo del pene. Las venas se me marcaban por la sangre que fluía. En mi mano sentía como el semen me iba rellenando el conducto urinario. Mientras bombeaba, lo hacia con todo cuidado, y los calambres hacia que el pene se moviera como queriendo librarse del mecanismo de gozo que yo estaba experimentado. Para hacer que se descorriera mas fácilmente, lo escupía y la saliva me corría en dirección hacia abajo, de esta manera la operación me resultaba aun mucho más sabrosa. En la medida que iba subiéndome el calor al cuerpo, el liquido seminal iba surgiendo por mi orificio y aquella “babita” con su olor peculiar me iba acrecentando el placer. A veces, para que me ardiera un poco me echaba jabón o grasa de pelo. También me gustaba masturbarme con un preservativo puesto, esto me volvía loco. Mientras la mano seguía su movimiento, la caricia iba cobraba mas intensidad. Mi mano se iba convirtiendo en una vagina húmeda. Mi corazón palpitaba ahora con mas fuerza. En mi mente aparecían desnudas mis amigas de la escuela, les mordía sus senos, les besaba la boca y hasta las desvirgaba. En ese momento me acordaba luego de las que se sentaban mal y yo les veía las pantaletas, de las fotos de mujeres desnudas que veíamos los varones ocultas, de las nalgas que me pasaban por el lado, en fin, me acordaba de todo lo que se llamaba hembra. Y yo se me la metía en mi mente a Juana, a Maira, etc. Y mientras mi mano hacia su parte, mi imaginación volaba, pensando en un buen sexo lleno de pelos negros, en un ano. Me veía lamiendo senos, entrando y sacando mi pene, haciendo un coito y en mi mente prodigiosa escuchaba frases: “Métela mas, sacúdela, aprieta...” Y yo cerraba los ojos y decía bajito: “Espérate, fulana, que te la voy a dar pronto...” Y mi mano cogía presión y era más rápida y por momentos más suave. Me gustaba sufrir ese momento, en que el semen quiere salir y tu no quieres que salga... Los calambres me cogían las piernas y hasta la base de los testículos. Y aquella sensación crecía y crecía... hasta que sé hacia la luz y por el caño de la orina dilatado, un chorro blanco de espermatozoides salía de golpe hasta golpear con el lavamanos... Entonces me sentía aliviado, tranquilo. Apretaba desde la base del pene y veía como el orificio se llenaba del liquido blanco y espeso con olor a almidón crudo del resto que me quedaba aun dentro. Miraba con asombro la cantidad de semen y como este se quedaba pegado sobre la superficie del lavamanos. Luego abría el grifo y me quedaba observando como desaparecía el semen por el drenaje. Luego, orinaba para limpiarme “el caño de la orina”. Luego cogía al tipo entre mis manos y me lo lavaba expresándole: “Mañana nos vemos de nuevo”. Para mí, la hora del baño era la hora del placer, donde me acordaba de todas las chicas y a todas me las templaba con tremendo gusto en mi mente. Así era y así soy aun. Me gusta mucho masturbarme, pero como tengo mujer ahora prefiero que sea ella quien se encargue de todo.
Pensando en todo esto, me había sentado en la taza del inodoro, e intente recordar aquellas cosas juveniles que ya no hacia. Pero esta vez decidí utilizar el “Jelly” para que me corriera con mas facilidad el prepucio y porque su olor siempre me recuerda el sexo de mi esposa. Me fui hasta la gaveta donde mi mujer tenia el frasco. Al lado del pomito plástico, mi esposa había colocado el consolador negro. Tome el pomo de “Jelly” y me eche un poco sobre la cabeza del pene. Esto me provoco cierta cosquilla. Me lo unte en todo el pene lo que aumentó aun más mis deseos por masturbarme. Mi vista se fue al consolador. “ No hay dudas de que aparato es igualito al mío”. Lo cogí y lo observe con detenimiento. Era un miembro soberbio, un poco más grueso que el mío, con mas o menos 6 pulgadas de largo. Tenia hasta las venas pronunciadas y al tacto, daba la misma sensación que una cosa normal, solo que de color negro. “Por algo, mi mujer se dio tanto gusto anoche”. Lo encendí y un ligero zumbido me hizo comprobar que estaba vibrando. Pensé en Lily y recordé que lo primero que me había dicho anoche era que me iba a hacer un regalo. Cuando entre a dormir, vi que la habitación estaba en penumbras y que la única iluminación que había era la luminiscencia de una vela roja. La habitación olía a incienso de sándalo. Yo me tire en la cama a esperar que Lily saliera del baño. Cuando la puerta del baño se abrio, pude ver en la penumbra que a mi esposa la cubría una bata transparente de color pink, a través de la cual se podía ver claramente sus pequeñas panties “filo dental”. Se había maquillado y llevaba pintado los labios de color negro al igual que las uñas. Cuando quise acercármele, me dijo: “Tu tienes que permanecer acostado y por ninguna razón te puedes acercar a mí, ni tocarme”. La mire con cierto recelo a los ojos y parecía estar como hechizada. Se acerco a su mesa de noche y saco de la gaveta una cajita alargada envuelta en un papel rosado y su botella de “Jelly”. Luego acerco la silla de mi computadora y la coloco al borde de la cama. Puso la botellita de “Jelly” y la cajita junto a la silla. Dio una vuelta delante de mi dándome la espalda. Se quito las pantys y me las tiro encima. Olían a “Memorable”, un perfume muy sexy con olor a gardenias que hacia poco yo le había regalado. Se acerco a la silla y se sentó al borde de la misma. Levanto sus pies poniendo estos sobre el borde de la cama, prácticamente a unos centímetros de donde estaba mi cara. Debajo de su batín trasparente yo podía ver sus senos redondos, sus muslos blancos y su pequeño triangulo negro desafiándo mis deseos. Cogió la botella de “Jelly” y se echo un poco de este sobre los dedos de la mano y abriendo muy poco sus piernas, introdujo sus dedos en su entrepiernas. Se unto la crema suavemente, humedeciendo desde el ano toda su raja en dirección hacia arriba llegando al inicio del clítoris. Cerro las piernas. Coloco la botella de “Jelly” a un lado y, comenzó a acariciarse los senos por encima de la bata transparente con ambas manos a la vez. Me fije como sus pezones se le iban poniendo rígidos, turgidos, grandes. Cerro los ojos. la vi como comenzaba a apretaba los muslos y los movía. Mientras se acariciaba los pechos con una mano, la vi como se pasaba la otra mano por el cuello en dirección a la cara. Cuando los dedos estuvieron cerca de los labios, los palpo con delicadeza. Entonces abrió lentamente la boca y comenzó a chuparse los dedos. Con la otra mano comenzó a acariciarse la parte baja del vientre y de cuando en vez se introducía uno de sus dedos en el ombligo. Vi como la piel se le erizaba por el placer que se estaba provocando, tenia el pecho ligeramente enrojecido. La mano continuo bajando y comenzó a frotarse en redondo la zona de la pelvis donde comenzaban sus pelos. Ligeros quejidos salieron de su boca. Iba en aumentado su excitación. Comenzó a darse ligeras palmaditas sobre el clítoris y luego con los dedos comenzó a frotárselo con fuerza. Su dedo experimentado iba de arriba hacia abajo alcanzando hasta el hueco del ano. Mientras todo esto ocurría, mi pene se ponía mas y más rígido, y el calor que tenia en mis testículos era insoportable. Me sentía altamente excitado de no poder compartir con ella estos instantes tan íntimos, pero me gustaba mucho la libertad que se había tomado. Sentía como mi liquido seminal brotaba involuntariamente de mi pene rabioso. En la medida que Lily iba precipitaba su masaje, movía mas y más sus caderas, apretaba y abría más los muslos. Su dedo subía, bajaba, entraba, salía del sexo. En medio de su agitada respiración, que por un momento se detuvo, destapo la cajita y saco el consolador. Me quede sorprendido, pues no esperaba tal cosa de ella. Estaba desesperada, por la falta de un sexo que la penetrara. Se le había saltado la mente. Le vi que se lo llevo a la boca primero, lo ensalivó y echándose un poco hacia delante, abrió ambas piernas, se aparto con una mano los labios de su húmeda vagina y de un golpe se introdujo aquella cosa gruesa y negra. Al introducirla grito de placer, pues la introdujo con rabia, como con hambre, y tan pronto como lo echo a andar, la vi rabiar de gusto. Lo introducía y lo sacaba, primero lentamente, luego más rápido. La vi gritar, apretarse los senos, darse gusto, gemir, pedir a gritos: “Para, Para, Para...” Pero la maquina, sorda a sus deseos, con su vibración la llevo a un clímax mayor. Cuando por fin, la vi caer exhausta en la cama al finalizar su orgasmo, vi que abrió grandemente su boca como buscando algo más. Yo no pude contenerme y faltando a mi promesa de no tocarla, pues me había estado masturbando a la par que ella, le descargue toda mi esperma sobre su boca y parte de su cara. La vi sonreír, después que se trago despacio aquella cantidad de semen. Luego se paso la mano por la cara y recogió el resto de mi semen que le había caído afuera, llevándoselo a la boca, chupándose la punta de los dedos, entonces cerro los ojos y se quedo a mi lado dormida. Le quite el consolador de las manos, estaba lleno de “Jelly” y de sus líquidos. Me había gustado mucho su regalo.
Al ver el consolador ahora de nuevo, el instinto me hizo que lo oliera. Aun tenia intacto el olor a hembra de mi mujer. Aquello me hizo por un instante pensar en las veces que le había pasado la lengua sobre su clítoris y sus pelos húmedos, mordido sus muslos, y las veces en que le había introducido la lengua en su ano. En mi mente la veía pidiéndome que se la metiera, primero por delante y luego por detrás. Pidiéndome que la chorreara mi semen entre sus tetas.
Pensando en todas estas cosas, me dio por pasarle la lengua al consolador y de esta manera, mi boca empezó a llenarse con el sabor de mi mujer. Y mi mente se fue perdiendo. Y comencé a acariciarme los testículos con una mano, tenia mi pene duro en una de mis manos, listo para comenzar a masturbarme. Con la otra aguantaba el consolador mientras lo seguía chupando. Comencé a chupar desesperadamente aquel aparato. Me recordaba a un clítoris grande que iba creciendo dentro de mi boca. Mi mente se iba esfumando, vi como mi cuerpo se iba transformando poco a poco en el cuerpo de mi esposa, y la vi acostada delante de mi sobre mi cama. Ella comenzó a tomar mi forma. Y yo la de ella. Ahora estaba sentado en la silla de mi computadora, y ella me observaba desde la cama. Mi cuerpo cambio, mis tetillas se convirtieron en dos duros los senos. Estaba fuera de mí, y por un momento, comencé a sentirme mujer, Y mientras más chupaba aquel consolador, mas se me llenaba la garganta de saliva. Mi pene desapareció de entre mis piernas al igual que mis testículos. En su lugar un orificio lleno de baba se iba ensanchando, en mi interior me algo me ardía. Tome el “Jelly” y me lo unte en mi sexo, ahora convertido en una raja ardiente, como la tenia anoche mi mujer. Desesperadamente me acaricie el ombligo, y el bajo vientre, lo que aumento mi excitación. Luego baje mi mano y me acaricie el clítoris y en medio de un calor desesperante, agarre el consolador y lo escupí, llenándolo de saliva y me lo hundí de golpe dentro de mi cuerpo. Sentí primero ardentía y luego placer. Mientras más lo sacaba y lo entraba, mas me desesperaba. Fueron tantas las veces que lo entre y lo saque de mi cuerpo, que la ardentía se torno en placer. Cuando ya no pude mas y estuve a punto de caer desmayado por el orgasmo, vi como de golpe todo mi cuerpo cambio: desaparecieron los senos, me volvieron a crecer los testículos, el clítoris desparecio convirtiéndose en mi pene y cuando volví en mi, pude ver como un chorro de esperma me golpeaba el muslo. Sentí alivio raro y un ligero ardor entre mis nalgas. Ya todo había pasado. Con cuidado me extraje el consolador del ano que aun seguía vibrando. Lo apague y lo lave con jabón debajo del grifo de agua. Luego me asee y me di un baño que me refresco el cerebro. Cuando me seque, al pasarme la toalla por las nalgas, me sentí la dilatación que me había provocado el consolador. Recapacité: “Esto no volverá a pasar jamás”. Considero que fue una experiencia extraña. Mi esposa no ha vuelto ha utilizar el aparato nunca más. Prefiere los penes naturales a los aparatos eléctricos. En estos días, me prometió que va a hacerme otro regalo y yo me estoy preguntando esta vez, que cosa será.
lunes, 12 de enero de 2004
6:34 p.m.