Corrían ya los primeros veinte días del mes de diciembre, y hacía 35 días que yo estaba trabajando en la sucursal de la fábrica en la costa sur de Guatemala, pués queria que todo estuviera abastecido hasta finales de enero, pues pensaba darme un mes de vacaciones, después de no haber descansado dos años consecutivos. Se empezó con los preparativos de la fiesta de fín de año para los trabajadores, y como siempre don Romeo, se encargaba de conseguirme dos novillas para destazarlas, y precisamente el hijo de don Romeo en un pequeño camion las llevó ese día e iba acompañado de su hermana Rosalba, de quién les relaté en categoría "Infidelidad" la oportunidad que tuvimos sexo. De eso ya habían pasado tres años, ella estaba un poco más delgada, y se veía con un cuerpo de chuparse los dedos, siempre cons sus pechos inmensas y duros, su cintura delgada y sus caderas hermosas, que excitaba verla caminar por la forma como las movía, sus nalgas hermosas paradas, y sus piernas exquisitas, se acercó a saludarme con su sonrisa agradable, y siemore esa alegría que manifestaba en sus gestos. Llegó con su hijito que ya iba para los tres años, negrito, negrito, pero muy simpatico y listo el chamaco. Me comentó que tanto su vecino como su marido, el negrito, desde que se fueron en el barco mercante no habían aparecido para nada, y que lo único que supo de él, fué por una carta que le envió de Korea del sur, y que posiblemente estaría en Guatemala, unos cuatro o cinco meses después, para conocer a su hijo. Seguimos platicando y bromeando, y fué cuando me dijo que ya después de tres años se le estaba olvidando de como coger, a lo que yo le respondí de que me gustaba como mujer, y que no olvidaba la oportunidad que tuve de estar con una mujer tan hermosa y tan caliente, y que si ella lo decidía podiamos estar juntos el día siguiente. Acordamos un lugar de reunión y a las siete y media de la mañana ya íbamos de camino a la casita de playa. Desnudos los dos en la piscina empezamos a acariciarnos, sus pechos durísimos y enormes, fueron devorados por mis labios y lengua, su enorme panocha, gordita y grande, ahora depilada, estaba super mojada, después de tanto tiempo deseaba una verga enorme y gruesa, su clítoris inmenso casi saltaba de su lugar en cada lamida, se corrió como desesperada, gemía, sollozaba, gritaba, de placer. Luego tomó entre sus manos mi verga dura, tenía una en el nacimiernto del tallo, y la otra siguiendo el dedo meñique y aún le sobraba parte del tronco y la cabeza, que era lo que se engulló para darme una mamada estupenda, y como yo también tenía más de un mes de no coger, no tardé mucho en llenarle la boca de semen, que con gran placer se tragó. Nadamos un rato, después tomamos una cerveza y ya en la habitación, abrí sus piernas y empeze a empalarla lentamente, hasta el tope, ella apretaba mi verga con sus paredes vaginales, y nuestras lenguas se unían haciendo un gusano de carne, nos chupabamos los labios como deseperados, sentía lo rico de entrar y salir en su cuca mojada, las cosquillas deliciosas en cada entrada y salida, iban con un compás despacio pero delicioso, ella quería gozar de cada centimetro que entraba y salía, y así gozaba yo de la sensación de salir y toparle mi verga al fondo, empezo a arquearse y se vino en un orgasmo, luego se vino en otro y casi simultaneamente, sentí un tercero, se quedó quieta, con las piernas dobladas, su rodillas apuntaban al techo, pero bién abierta, lentamente salía y entraba, ella con los ojos cerrados y de su boca sus gemidos de placer, la inundé de semen no se cuantas veces, cuando nos fuimos eran casi las cinco de la tarde, ella con sus piernas aguadas se le dificultaba hasta mantenerse en pié, a mi me dolía el pene por dentro, los huevos se me escondieron, descargue mi fuerza como nunca, no se cuantas veces lo hicimos pero fué grandioso.