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Desde muy pequeños, mi hermana Raquel y yo somos muy unidos. Aunque ahora que ella trabaja. Ya casi nunca nos vemos. Mi hermana siempre fue muy coqueta, jugaba con cuanto chico o adulto se atravesaba en su camino. Metió en problemas a muchos profesores, ahora que está en la universidad, parece que por fin sentó cabeza. Y el que los hombres de todas las edades estén siempre rondándola, es lógico. Mi hermana tiene una cara de niña traviesa, pero un cuerpo esbelto y bien formado. El cabello negro hasta la cintura, y su piel blanca le dan ese toque de adolescente perpetua a sus veintiún años. Incluso mis amigo, se acercaron a mi queriendo estar cerca de ella. Y yo como su hermano dos años menor, termino siendo el recadero de todos.
Me gusta verla salir por las tardes a su trabajo en una tienda departamental, se pone faldas y pantalones ajustados y se marca de maravilla su culito, que además, con la diminuta cintura su blusa ajustada hace que se vea aún más apetecible. Y no es que yo mire con morbo a mi hermana. Pero es una belleza espectacular.
En fin, cada fin de año nos reunimos en casa de mis abuelos paternos, primos tíos y todos los nuevos familiares que añadan a la familia. Su casa es amplia pero debido al crecimiento en los miembros de la familia, parece insuficiente. Así que después de brindar, tuvimos que acomodarnos para dormir. A mí me tocó dormir en una cama matrimonial con mis padres y mi hermana. Y a no ser por los ronquidos de papá, jamás hubiera sucedido lo que les voy a platicar.
Casi todos habíamos bebido algo de alcohol, así que cuando fuimos a dormir, mis padres cayeron rendidos, al igual que Raquel. La espalda de papá chocaba con la mía, pero frente a mi está mi hermana, no podía dormir, no aguantaba los ronquidos de papá. Y pase al menos dos horas sintiendo el aliento de Rachel en mi boca, ver su lunar arriba del labio y sentir su perfume. Ahora entendía porque todos estaban locos por ella. Incluso mis tíos aprovechaban cualquier descuido para tomarla de la cintura y se extendían en los abrazos. Hasta ahora yo solo había tenido una novia y solo fue por un periodo muy breve, sabía que llevaba un año sin besar a ninguna chica porque justamente el año pasado, con un mensaje de texto. Me terminaron.
Eso recordaba y por instinto o estupidez. No lo tengo muy claro aún, pero acerque mis labios hasta que rozaron los de mi hermana. Ella no tuvo ninguna reacción, así que me acerqué más y le di un beso de lengua. Podía escuchar los latidos de mi corazón, mucho más fuerte que los ronquidos de papá. Rachel respondió el beso, su lengua jugaba con la mía, pero al mismo tiempo abría los ojos.
—¡¿Qué haces?!—me dijo y giró hasta darme la espalda. Luego jalo mi brazo y lo paso por encima de ella, hasta que la abrace y sentí como se fue perdiendo en el sueño. El perfume en su cuello estaba me mantenía extasiado, pero lo más importante y peligroso. Sus nalgas estaban contra mi verga. Y mi verga, se ponía cada vez más dura.
Baje mi mano y pude sentir la forma de sus caderas. Con mucho miedo mi mano nerviosa recorría sus nalgas. Me caracterizo por hacer toda clase de idioteces, desde chocar el auto de papá, hasta incendiar mi casa del árbol. Pero nada comparado con lo que estaba a punto de hacer en ese instante. Metí mi mano dentro de la pijama de Raquel y mi mano bajo hasta sentir lo vellos en su pelvis.
De nuevo despertó, tomó mi mano y la llevo hasta sus pechos.
—Duérmete—me dijo susurrando y cerró los ojos. A pesar de la gran erección que tenía apretando su culo, el sueño me venció. Cuando desperté, la mano de Raquel me aprisionaba la verga y la jalaba, suavemente. Por más que quise no pude aguantar y me vine sobre su pantalón de pijama. Al mismo tiempo mis padres despertaron.
—¿Pudieron dormir?—preguntó papá mientras se levantaba.
—Poco, pro recuerden que hoy trabajo—dijo Raquel mientras se limpiaba las manos con las sábanas.
—Desayunamos y nos vamos a casa—dijo mamá, luego se fueron juntos a la ducha.
Por la tarde, como ya era mi costumbre. Me senté en la sala para ver salir a Raquel, su pantalón azul marino parecía que estallaría en cualquier momento.
—Adiós travieso—me dijo mientras salía. Yo me masturbe pensando en ella. Imaginaba como sería tener sexo con mi hermana. Sé que está muy mal pero, no podía parar de pensar en ella.
Por la noche, llegó con su novio. Un tipo infumable, que no soltaba su teléfono para nada. Supuse que tendrían sexo, así que me acerque a su puerta. Para mi sorpresa, estaba abierta y podía ver la cabeza de mi hermana subiendo y bajando, mientras le mamaba la verga a su novio. En automático, yo estaba sobándome la verga. Hasta que el sonido de mensaje en mi celular me hizo brincar y correr a mi habitación. Temblando y con el pulso a mil por hora, saque mi teléfono y vi que el mensaje era de mi hermana. Lo abrí y vi una selfie de ella con la boca llena de verga. Me dio miedo y lo cerré como si me quemara. Y me mantuve inmóvil hasta que escuché que salían. Volvió a sonar mi teléfono. Un mensaje que decía "ven a la sala" apareció en mi pantalla. Cuando baje, Raquel me esperaba con una sonrisa burlona.
—¿Entonces, te gusta espiar?
—No... yo solo...
—¡espiabas! Soy tu hermana, ¿sabes que estás muy mal? No puedes pensar en mi de esa manera. Deberías buscar una nueva novia, llevas ya mucho tiempo solo.
—Es solo que...
—¿Dime cómo puedo ayudarte? En serio, me siento mal de verte así.
—Pues dame una mamada... como a tu novio!
—¡¿ESTAS LOCO?!—me dijo y se alejó tapándose la cara con ambas manos.
—Me quieres ayudar, pero me tomas por loco. No estoy mal, solo quiero que me la chupes. A ti te gusta, te visto muchas veces, con muchos. Pero a tu hermano no puedes hacerle un pequeño favor —fingí llorar y me senté a su lado. Raquel me abrazo y me beso la frente.
—Solo estas confundido, seguro fue por la noche de Año Nuevo. No debí jalártela.
—Y ahora qué hago, estoy cansado del porno, incluso he pensado en pagar por sexo.
—¿Y de dónde vas a pagar si ni dinero tienes?—Me abrazo y se puso de rodillas frente a mí, me saco el cinturón y desabrocho mi pantalón.
—Ok, pero será solo una vez—de inmediato baje mi pantalón hasta los tobillos y mi verga dura quedo frente a su cara.
—¡¿qué mierda estamos haciendo?! —comenzó a masturbarme suavemente, y sus labios, esos que el día anterior bese, estaban pegados a mi verga. Tome su cabello con ambas manos, no quería perderme el espectáculo de ver esa cara hermosa con mi verga dentro. Me miro a los ojos y me repitió.
—Solo será esta vez —luego metió mi pene en su boca y comenzó a mamarla. Cerré los ojos un instante, pero recordé su cara y me concentré en verla, de verdad mi hermana es hermosa. Su legua jugaba con la punta de mi pene, y Raquel me miraba fijamente, luego fue hasta el fondo. Toda mi verga entro en su boca, podía sentir su garganta. Una y otra vez se dejaba ir hasta el fondo, su saliva me escurría por mis bolas.
—¡QUE RICO LA MAMAS HERMANITA!
—Shhhh! —Puso su dedo en la boca y no me quedo más que guardar silencio, y disfrutar de esa boquita. Cuando sintió que me venía, saco mi verga y la puso contra su cara. Con su mano me masturbo hasta que los chorros de leche salieron directo a su cara. Su nariz, su frente y su pelo estaban llenos de semen. Limpio el poco que me quedo en la punta con su lengua y luego salió hacia el baño.
—Me ensuciaste el pelo, voy a tener que bañarme. Otra vez.
Yo seguía atónito y extasiado en la sala, fascinado por la mamada de verga. Pero, pensaba que si fue así de fácil que me la mamara, tenía que conseguir que me dejara coger con ella. Aunque sea una vez.
Los días pasaban y ahora si sentía celos, celos de que la vieran mis amigos, de que el señor de la tienda se la comiera con la mirada. De que su estúpido novio se la cogiera en el asiento trasero de su maldita camioneta. Así que un domingo, espere a que nuestros padres salieran y cuando escuche que Raquel se daba un baño, entre. Me quite la ropa y abrí la cortina.
—¡¿PERO QUE HACES?! ¡ME ESPANTASTE!
—Te quiero coger!
—Ponte tu ropa, ¡¿estás loco?! Eres mi hermano! ¡NO VAMOS A COGER!
—Entonces mámamela!
—Sabía que había sido un error, no debí haberte echo nada —salió de la ducha y se enrolló en una toalla. Pero yo se la arranque.
—Solo una vez —le dije mientras la volteaba contra el muro.
—¡NO! Ya habíamos hablado esto, no podemos... ¡¿QUÉ HACES?!
Le tome las manos por detrás de la espalda y mi verga se chocó con sus nalgas. Me acomode y pude sentir como entraba en ella, sentía su humedad, nunca había penetrado a nadie sin condón. La sensación de sus vellos en mi verga me parecía exquisita.
—¡SÁCALA AHORA MISMO CABRON! ¡NOOO... QUIERO! —intentaba zafarse, pero yo no tenía planeado dejarla ir a ninguna parte.
—Te voy a coger, solo eso... tranquila.
—¡NI SIQUIERA TE PUSISTE CONDÓN! ¡ESTAS… HAAAA… LOCO… HAAAAAA… SUÉLTAME O LE DIRÉ A PAPÁ!
—YAAAA! CASIII! ACABO…
—¡ADENTRO NO! HAAAAA! NO ACABES ADENTRO O ME VAS A EMBARAZAR PENDEJO!
Mi verga chocaba contra sus nalgas y mi hermana había dejado pelear, sus gemidos me daban la aprobación, así que fui contra ella con más fuerza. Y sentía que explotaba.
—¡NO ACABES ADENTRO! —repetía una y otra vez.
—¿en… tu boca?
—¿QUÉ? HAAAA! HAAAA!
—Puedo acabar en tu boca. ¡Ya casi me vengo!
—Si si si —la solté y nuevamente la tenía de rodillas frente a mí, apenas sentí su boca, salieron unos chorros intensos de semen. Aunque trataba de tragarse todo, mi leche le escurría por la orilla de sus labios. Podía sentir como se tragaba mi leche y yo ahora era quien empujaba la verga hasta su garganta.
¡HIJOS YA LLEGAMOS!
—¡MIERDA!
—Vete a tu cuarto y vístete —me dijo mientras ella entraba nuevamente a la ducha. Mis padres estaban en la cocina, por poco y nos atrapan. Pero yo al igual que muchos otros, estaba locamente enamorado de mi hermana Raquel. Y ya esperaba con ansia volver a tenerla solo para mí.
Tu ve que esperar toda la semana para volver a estar a solas con mi hermana, me conformaba con verla salir en ropa ajustada y masturbarme en la regadera pensando en ella. El sábado mis padres tenían una fiesta, me escapé fingiendo estar enfermo y sabía que Raquel llegaría casi a la medianoche.
Me quede dormido frente al televisor, y no me di cuenta cuando llegó mi hermana. Hasta que una canción sonaba en el aparato de audio. La televisión ya estaba apagada, al igual que las luces. Cuando trate de incorporarme, me di cuenta de que Raquel se acercaba a mí, pero solo vestía una tanga. Sus tetas estaban al aire y sonreía. Cuando me abrazo alcance a percibir el olor a cerveza.
—Bueno hermanito, lo tuyo es rápido y brusco. Hoy te voy a enseñar a tener un buen sexo.
No pronuncie ni una sola palabra, ella me empujó hasta que quede acostado en el sillón y comenzó a besarme.
—Ahora veras lo que a mí me gusta —dicho eso se fue montando en mí, hasta que quedó sentada en mi cara. No podía respirar, pero no deseaba estar en ningún otro lado del mundo.
—Déjame sentir tu lengua, despacio…
Sus caderas comenzaban a moverse y yo seguía el ritmo con mi boca, sentía como mi lengua se hundía en ella, podía sentir su excitación cada que frotaba su clítoris. Después de un rato, ya estaba más que a gusto comiéndole la panocha a mi hermana. Ella bajo y me beso, que rico sabe. Lo sé. Luego fue hasta mi verga y su lengua recorría desde mis bolas hasta la punta.
—No te vayas a venir… todavía no.
—Quiero seguir chupando—se dio la vuelta e hicimos un 69. Sentía como se aferraba su boca a mi verga y entre más la excitaba, más duro me la mamaba. Hasta que se detuvo para retorcerse con escalofríos, hasta que sentí sus jugos en mi boca. Estaba teniendo un orgasmo.
—¡QUE RICO! QUE RICO! SIII!
Se acomodó sobre mi verga y fue bajando sus caderas hasta pude hundírsela por completo y jadeando, comenzó a darse unos centones. Estaba de espaldas a mí y podía ver sus nalgas. Aún llevaba puesta la tanga, de lado para que mi verga entrara sin obstáculos.
—Siii! Me encanta coger! Que rico es sentirte dentro! ¿Te gusta?
—¡Me encanta! Creo que ya me voy a…
No termine la frase y mi hermana estaba de pie, y ahora se colocaba en cuatro frente a mí.
—¡Ven aquí y dame lo más duro que puedas, pero no acabes dentro!
Me coloqué detrás y fui metiendo moverla hasta que mi pubis chocó con sus nalgas, entonces me dejé llevar y chocaba contra su culo con tanta fuerza que la aventaba hacia adelante.
—Si asiii! No pares! ¡Cógeme! Haaaa! Que rico!
—¿Te gusta?
—Me gusta muchooo! Sigueee!
—Me vas a dejar cogerte… cuando quiera…
—Siiii! Cógeme hermanito! Que rica verga tienes!
—Me vengo! ¡ME VENGOOO!
Cuando sentí que me venía saque la verga y los chorros de semen mojaron sus nalgas, le escurrían por la espalda.
—En la mesa hay un condón, póntelo y méteme la verga por mi cola —cuando volví, tenía la cara hundida en el sillón y el culo bien levantad, aunque me costó un poco de trabajo, mi verga fue entrando poco a poco. Mi hermana apretarlos puños y mordía un cojín. Por alguna razón me excitaba su dolor, jale sus manos hacia mí y logré tirar de ellas para que las embestidas fueran aún más fuertes, Raquel se retorcía, pero no dejaba de gemir.
—Para que me duele —por supuesto no me detuve y fui con más fuerza, hasta que me vine otra vez. Cuando saque mi verga, ella se sentó.
—¿Te dolió? —le dije mientras intentaba abrazarla.
—Es mi primera vez por el culo, duele mucho. Pero me gusto.
Con signos de dolor se fue a su habitación y escuche como abría la regadera, me fui a la cama con una gran satisfacción, y cansado también. Al día siguiente, desperté con Raquel acurrucada contra mí, entro en mi cama por la noche y amanecimos abrazados.
—Creo que voy a dejar a mi novio, ¿te gustaría ser mi novio?
—¡POR SUPUESTO!
Nos besamos dulcemente hasta que escuchamos a nuestros padres.
¡HIJOS, BAJEN A DESAYUNAR!
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