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Le llamaban Ramón el grande, no sólo porque era un tío grande y robusto, sino porque en el vestuario los colegas le pusieron ese mote por su polla gorda.
A Ramón le encantaba contarme cosas sobre su vida sexual con su novia. Bueno, y no solo con su novia, porque el tío era un vivelavida. Un guarro en realidad. Y yo no podía evitar que todo eso me diese morbo.
Además conocía la fama de su pollón, que más que largo, era un pedazo de carne muy gordo, que casi siempre estaba duro. Era un tío muy sexual, y desprendía morbo por todos los poros de su cuerpo.
En parte me daba envidia por el éxito que tenía con las chicas. Pero por otro me parecía un guarro y un hijoputa con ellas. Aún así, todas estas conversaciones sobre sexo me encantaban, me ponían a cien, me lo imaginaba todo mientras me lo contaba y luego me recreaba yo solo recordando esas situaciones.
El viernes nos juntamos a beber cervezas en casa de un amigo. Levábamos ya cuatro horas bebiendo y pronto íbamos a salir. Mientras los demás colegas estaban en la cocina, Ramón viene al sofá a mi lado y me suelta:
– Mira a la guarra que me voy a zumbar hoy – Enseñándome una foto en whatsapp de una cara de tía enseñando unas tetas enormes
– Joder tío, que tetorras
– Mira, mira, que me ha mandado más – me dice
Y empieza a deslizar la pantalla hacia arriba buscando más fotos de la tía, y veo por el camino un par de fotos suyas.
– Hahaha, ¿y esta foto?
– Haha macho, esta es la que le he mandado yo, mira mira
Y aparece una foto de su polla toda empalmada. Mis ojos se abrieron como platos.
– Joooder, que pollaco que tienes ¿no? – Le suelto haciéndome el sorprendido
– Hahahaha se rie, eso me decís todos. Mira mira, que le he mando más.
Y me enseña más fotos de su polla toda tiesa y de él en el espejo del maño marcando músculos.
– Tío, así las tienes así de cachondas, con ese material que les mandas.
– Sí sí, pero lo mejor son las fotos con las que me responden ellas, mira mira.
Y me enseña varias fotos con las que yo disimulo mi falta absoluta de interés.
– A ver, a ver, déjame ver qué les dices – le pregunto con la excusa de ver de nuevo alguna de las fotos.
Me deja el móvil y empiezo a leer mientras él se descojona de risa apretando su bulto.
Yo ya tenía la polla toda dura.
– Tío, como le dices esto? Hahaha – le suelto riendo mientras vuelvo sigo pasando hasta la foto de su polla.
– A ver, yo lo que quería era que me mandase la foto esa de las tetas.
– Tío, pero que no me había fijado bien en tu polla – le miento – pedazo de capullo que tienes, las tienes que dejar ensartadas. – se vuelve a morir de risa.
– Lo que no he conseguido es que me mande foto de su culo, macho. Cuando es lo que más me interesa chupar y follar. Quien me diera meter ahí toda la barba y luego ensartarla.
Yo no podía con mi calentón. No dejaba de mirar su paquete y cómo se lo sobaba por encima. ¡Qué guarro era el puto Ramón! Me ponía a mil. Me encantaba seguirle el juego con las tías.
– Vamos a ver si nos manda la foto de su culo – le reté.
– ¿Cómo?
– Pues seguro que ahora, que te ha dicho que está bebiendo con sus amigas, será más fácil.
– ¿Qué dices que le mande una foto guarra ahora?
– Sí tío, que así podemos ver juntos lo que te mande.
– Hahahaha venga, buen idea. ¿Aquí en el sofá? No llegarán los otros y se pensarán que somos maricones… hahahahaha – suelta entre risas mientras me pasa el brazo por encima.
– Vamos a hacerlo rápido.
En esto, le pega un trago largo a la cerveza, la apoya, y se desabrocha la cremallera saltando su cipote a medio llenar.
– Ramón tío, menudo bicho calzas, es más grande en directo. La tienes toda gorda.
– Haha venga, vamos a hacer la foto. – dice sacando su móvil y poniéndolo muy cerca de su cara para pillarla entera. – Pónmela recta, que si no sale en la foto.
– Tío Ramón qué dices, creo que llevas muchas cervezas.
– Que no coño, agárrala rápido para la foto y a ver qué nos manda ella.
Tragué saliva sin saber si atreverme a hacer eso. Aunque me moría de ganas. Pero por otro lado los demás colegas podían aparecer en el salón de un momento a otro y pillarme ahí, con la polla de Ramón en la mano y mi cara babeando.
Me decidí y con dos dedos la rodeé por la base.
– Macho, ¿qué haces? No me la agarres como un médico. Tiene que parecer mi mano. Cógela bien.
– ¿Y por qué no saco yo la foto?
– Porque se notaría que no fui yo, bobo, por el ángulo. – La verdad tenía razón. Con lo grande que era Ramón no me podía acercar más a menos que me subiese encima.
– Agárrala de una vez.
Cambié la posición de mi mano y agarré su tremendo cipote con todas mis ganas y fuerzas. Palpándola. Poniéndola bien erecto. La sangre de la polla se calentó y se puso más dura con el roce. Casi podía rodearla entera con la mano. Era una polla preciosa. Tiré de la piel para abajo para mostrar el capullo, y salió disparado un enorme ancla. Balanceé un poco la polla, para notar bien la sensación y de pronto sale el flash.
– ¿Qué tal ha salido?
– La estoy enviando ya. Solo quiero ver la foto con la que me responde ella.
– Mándale algún mensaje picante… como que tienes ganas de ella.
– Venga, le voy a decir que “yo y esta te estamos echando de menos”.
– Tío dile algo más, dile que queremos ver una foto de ella. – Solté disimulando.
– Claro, claro… a ver: “enséñame algo que no haya visto y que sé que me va a gustar”.
– Hahaha esa es buena Ramón.
– Oye… suéltame ya el rabo, que se me va a cortar la sangre. – dijo riéndose.
– Ostia tío, perdona, se me fue la olla. – Solté mientras retiraba la mano dando el último apretón y lanzándola con fuerza contra su abdomen.
De repente nos interrumpen:
– ¿Qué haceis colegas?
Ramón se medio guardó rápidamente el rabo apoyando una cerveza fría sobre su paquete mientras yo me separaba de un chimpo.
– Pues nada, aquí hablando de chicas como dos guarros. – Dice Ramón todo borracho.
Me tuve que lagar inmediatamente al baño a cascármela.
Fue la experiencia más gay con un hetero que he tenido en la vida.
Sigue viniendo a mi mente la imagen y el tacto de ella tremenda polla de vez en cuando desde entonces, pero nunca la volví a ver en persona.
Eso sí, esa noche fui capaz de mandarme las fotos desde su iPhone al mío, y a día de hoy me sigo haciendo pajas con ellas.
😉
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