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RAFA, EL TIO QUE NO ERA
La última vez que lo vi al tío Rafa, fue en aquel instituto de enfermos mentales. Tenía cerca de setenta años y hacía un par de ellos le habían diagnosticado demencia senil, que avanzaba rápidamente y como no tenía quien pudiera cuidarlo lo habían internado en aquella institución.
Yo me había marchado lejos muchos años antes. Pero aquella visita me removió lo mas lejanos recuerdos de unos quince años atrás.
En realidad no era un tío. Nadie sabe como fue que cayó a vivir en casa.
La casa donde vivíamos en aquellos tiempos era una casa inmensa. Siempre llena de gente. Todos eran parientes o casi. Durante años creí que aquel hombre que había llegado una mañana con una valijita, de pelo rubio, alto, con cara de inocente joven, pero que ya no lo era tanto, porque tendría unos treinta y pico de años sobre sus espaldas, era un tío hecho y derecho.
La cuestión es que termino en mi habitación. Durmiendo en la cama de al lado. Siempre lo llamamos tío Rafa. Pero no era nuestro tío. En realidad era amigo de la infancia de otro tío, pero bueno, vivió años en casa y en mi dormitorio.
Le gustaba jugar pelota paleta y por eso es que aprendía a jugar aquel juego que venía de tierras vascas. Nos pasábamos horas enteras en el club de barrio, eso nos hizo ser muy compinches y casi siempre andábamos juntos a pesar de la diferencia de edad.
Hablábamos de todo, aunque cuidadosamente o no, el no hizo referencia nunca a sus amoríos. A veces desaparecía por un par de días y yo daba por hecho que andaba en sus días de sexo. Debo decir que muchas veces me sentí solo y tal vez un poco celoso.
Él una de las últimas veces que se había borrado, creo que lo noto. Notó mis celos, algunas señales seguramente le habré dado, ya que día tras día me sentía más atraído por los varones y se notaba bastante mi lado femenino, aunque yo hacía esfuerzos incontables porque no se notara.
__¿Qué es esa carita muchachito?__ preguntó un día
__¡Nada, que carita!__ dije de mal modo moviendo mis mejillas de una manera sentimental y afeminada
__¡Estas molesto!¿porqué?¡Dime, anda cariño!__ dijo y una puñalada en mis sentidos se clavó hondamente. Suspiré profundamente y seguí guardando la ropa que estaba acomodando prolijamente en el placard, moviendo mi culo apetitoso y joven de un lado a otro, quizá llevado por la rabia y para que viera lo que tenía al lado y no lo veía, o al menos yo creía que no veía.
__¡Bueno no sé que te pasa caramelito!__ dijo sensualmente y mi corazón dio un golpe severo y lujurioso. Tuve la impresión de que mi verga se intentó endurecer. Tragué saliva. Alguna vez me había llamado así pero esa vez sonó diferente. Mi oído y mi cuerpo se estaba calentando de forma veloz e incontrolable. Me moví sinceramente tocado por aquellas palabras. Muy nervioso y alzado, seguramente él lo notó.
En la casa la gente iba y venía. Los ruidos de todo el día no se dejaban de hacer sonar, cotidianos y sin importar que pasaba en aquella habitación nuestra que daba al patio central de nuestro hogar.
__¡Debo irme ahora, luego continuaremos con nuestra charla, espero que me digas que tienes!__ dijo dando por terminada aquella charla y salió del cuarto. Yo quedé más caliente que una papa. Tuve que correr al baño y sacudir mi verga y escarbar mi ojete precioso y aún bastante cerradito. Solo había tenido encuentros con chicos como yo, jóvenes y sin experiencia. Aunque muchos de esos jóvenes me buscaban para saciar su sed. Era bueno y me encantaba mamar las bolas de los varones.
La noche de aquel día de principios de verano llegó. Casi no comí nada, tome si mucho líquido. El calor no daba apetito y mi cabeza estaba en otra parte. Deseaba a Rafa cada vez con mas ahincó y voracidad. Esa era la cuestión. Mi madre lo notó pero no insistió con la comida.
__¡Te preparé el viejo ventilador para que lleves al cuarto, si quieres puedes dejar la ventana abierta, la que da la calle!
__¡No creo mamá entran muchos ruidos!__ contesté y me levante de la mesa.
No había visto a Rafa desde que se había marchado después del almuerzo. Di unas vueltas por la vereda del barrio que estaba tranquilo a esa hora y por el día que era, muy de semana. Las estrellas enormes alumbraban el cielo y me prendí un cigarrillo. Por aquella época empecé a fumar. Caminé unas cuadras y no sentía demasiado calor. Mi pantalón corto y mi remera suelta ayudaban, además e había levantado una leve brisa que hacía mas pasable la noche estrellada.
Volví a casa dispuesto a irme a la cama, ya eran como las once de la noche. Entré a la casa, se oían algunos murmullos de gente que andaba por la cocina con los platos.
Entré en la habitación y tío Rafa leía un diario desplegado, grande, apoyado en varios almohadones, con el torso desnudo, y el ventilador con su zumbido particular. estaba fresca la habitación, por las hendijas de las ventana entraba una leve brisa fresca.
__¡Has vuelto bebe!__ dijo el zalamero y mi corazón bombeó mas fuerte. Dio vuelta la pagina mirando mi reacción, pude ver mejor sus fuertes brazos, anchos y largos, sus pezones que me parecieron enormes y duros, que estaban parados y firmes, un hilo de baba debe haber caído por la comisura de mis labios.
__¡Ven aquí, a mi lado!__ dijo y me acerqué obnubilado y alerta y completamente atraído y caliente.
__¡Tu sabes que hay hombres que se atraen entre si, no, bueno, creo que este es el caso y te diré algo!__ bajo la voz__ ¡Para mi está bien, no sé tú, como lo ves pero para mí es perfectamente natural, las personas se atraen y bueno suceden cosas!__ yo me moví nervioso pero a la vez ansioso y cada vez más caliente. Mientras hablaba el fue corriendo estratégicamente la sábana con la que se cubría y apreció ante mi con su esbelta desnudez.
Tragué saliva. Observé lo que me mostraba y mi verga y mis sentidos dieron un salto de energía. Sus bolas preciosas y su caño semi levantado totalmente depilados, sin un solo pelito. Suspiré agitado y él me acarició la cabeza.
__¿Te gusta lo que ves?
__¡Sí claro, tío, me gusta mucho mucho…¿puedo?__ pregunté enloquecido de calentura
__¡Es todo para ti!__ dijo mi tío y con mis dedos llegué a las bolas gordas, redondas y muy llenas de miel, pensé, en ese momento, mi tío Rafa gimió hondamente y se movió como recibiendo corrientes eléctricas. Sus pezones se pararon mucho más y el caño gordo de su pedazo también se movió buscando altura, seguí rozando apenas con mis deditos aquellas bolas que me encantaban, y el gruñó de forma contenida, tal vez pensando en que no lo oyeran. Las sopesé entre mis dedos. Estaban tan duras y firmes. El se aferró a las sábanas retorciéndolas, estrujándolas de placer.
__¡Ohh mi bebe, eres un demonio, no sabía que te gustaban tanto los machos, ohhh, si, sigue, así, ahhh!!!__ en un momento casi que retorcía las pelotas de Rafa y el se excitaba cada vez más, ya que su pedazo de carne se ponía duro como fierro. Rozaba la vara enhiesta y babeante por el ojo, se notaba que estaba muy caliente , y yo volaba de emoción y muy sacado, el tomo mi barbilla y la acercó a su boca y me dio un beso profundo, húmedo, placentero, nos fundimos de calentura. Su lengua jugó con la mía. Me quitó la remera, yo comencé a gemir de manera suave, eso lo enloquecía mucho mas, yo no dejaba de jugar con sus pelotas, rabiosamente, hervía de locura y lujuria. Trabajosamente, porque no quería moverme mucho, me quité el pantalón corto y el calzoncillo, mi verga apareció dura y parada. El la acarició suavemente, la masajeó, y yo no largaba sus bolas.
Me fui moviendo y moviendo hasta llegar a quedar con mi boca a centímetros de los genitales. Por supuesto ataqué sin pensarlo dos veces a aquellos huevos que me sacaban de quicio. Pase mi lengua, me extasié en todo el contorno de aquellos sublimes planetas del placer.
Los recorrí llenándolos de saliva, saliva que chorreaba de forma continua por entre las nalgas de aquel macho. Sin dejar de tocar, apretar y masajear el garrote duro y parado de Rafa que gemía de manera explosiva.
Él se fue girando hasta tragar de un bocado mi pija, saboreando cada centímetro, lamiendo. A la vez fue hurgando mi ojete encendido, mi ojete mojado, humeante, sediento. Que se abría para el gozando y deseando, pero yo a la vez me tragaba sus bolas, las comía y el ardiendo gemía y gruñía como cerdo, se inflamaba a cada segundo, era un volcán entrando en ebullición, removiendo sus piedras teutónicas, generando a cada instante más miel.
__¡Ohhh nene, bebe, eres increíble, que belleza, por favor, ohhh, dame esa boquita, dámela que t6endrás tu premio, ahhhhh!!!__ gemía sin quitar sus manos sobre mi pija desenfrenada que largaba la leche. Salpicaba por todos lados, principalmente sus mejillas y sus dientes blancos y casi perfectos.
Eso lo puso a mil y lentamente de forma desgarradora me fue regalando sus escupitajos tremendos. Yo metí su caño en mi boca y ordeñé succionando con desesperación y gusto, tragando su néctar.
Fueron chorros interminables de miel y leche. Tragué lo más que pude. Mi lengua se encargó de dejar brillante aquella poronga que empezaba a ser mía.
Chupé y volví a comer las bolas, ahora desinfladas, sacando todos los gotones de leche que habían chorreado en ese lugar encantador.
__¡Ahhh bebe…nunca me habían chupado las bolas como lo has hecho tu…eres un experto mamón!!__ susurró el tío Rafa.
__¿Te ha gustado tío, lo he hecho bien?
__¡Ven aquí bebe dame tu boca, quiero tu lengua!!__ casi subiéndome sobre él, casi montándolo me llegué a su boca, me la partió de un beso profundo, explorando cada hueco de mi boca ansiosa y caliente. Raspó bien los dientes y el paladar, cada rincón. En tanto yo acariciaba sutil la manija que buscaba reavivarse.
__¡Espera cariño…dame unos momentos!¿quieres?__ dijo dulcemente tío Rafa y me tiré a su lado tocando sus gruesas tetillas, el hizo lo mismo conmigo, aunque fue un poco más allá, saboreando cada pezón y haciendo que mi pija se levantara nuevamente.
__¡Ohh que joven eres…ya estás listo otra vez…debes saciar a los amantes que tienes!
__¡No tengo amantes tío!__ dije y mordí sus labios como jugando
__¡Así que seré tu primer amante en serio!
__¿Quieres repetir este encuentro furtivo?__ dije riendo y besando su pecho de macho maduro, aunque todavía joven
__¡Quiero ser tu semental…tu macho, cosita dulce!!
__¡Ohhh tío Rafa no sabes cuánto hace que te deseo!!!__ dije bajando por su vientre plano y buscando besar su lagartija que se inflaba poco a poco, lamí, y el animal cabeceo buscando levantarse, cada vez un poco más rígido y duro.
__¡¡Ahhh bebe eres tan lindo, ven aquí, donde vas, quiero besar tu cola, siéntate sobre mi cara, ven goloso mamón!!!__ me acerqué moviendo mi cola como perrita, abrí las piernas y las nalgas me las abrió el con sus manos y la lengua fue a fondo. La metió lamiendo y perforando, yo gemía cada vez más hirviendo. Mi ojete se abría como flor de la mañana. Metió un dedo y yo saltaba sobre él y luego fueron dos, ya mi ojete pedía a gritos una porción de carne enterrada.
Me corrí despacio hacia atrás y lentamente su verga resbaló por los cachetes del culo y luego entró en la zanja, me la recorrió con su pedazo hecho una roca granítica y llena de fuego. La recorrió, buscando perforar, buscando el ansiado anillo, la guié y la deje en posición y fue cuando empezó a penetrar, dolió, suspiré, gemí y lloriqueé, eso hizo que aquel macho vibrara y empujará un poco más, calzando la vara unos centímetros dentro y abriendo el canal un poco más, seguí lloriqueando y gruñendo y él también gruñía, empujando, la gruesa vara que se inflamaba cada vez más.
__¡Ohh cariño que cola hermosa tienes, hace rato soñaba con meterla aquí…ahhhhh y ahora, eres mío, ohhh, si bebe muévete despacio, así con calma, así, despacio, ahhh ya está toda adentro, ahhh siii, que placer!!!__ yo me hamacaba con todo el pedazo de carne clavado en mi. Apretaba sus pezones y los retorcía de ganas, viendo como se ponían duros al extremo. De vez en cuando arqueaba mi espalda lo mas que podía y alcanzaba las bolas y las masajeaba, las adoraba con todo mi cuerpo, me gustaba sobremanera, masajear las pelotas de los hombres, eso lo fui descubriendo con el paso del tiempo, cada vez me gustaron más y es hasta el día de hoy que es lo primero que le hago a un macho: comerles bien las bolas y generalmente es el primer polvo.
Pero a Rafa también le enloquecía como le acariciaba las pelotas, temblaba de calentura y de lujuria, mientras me penetraba con su morcilla hinchada y cada vez más larga, esa era la sensación que mi me daba aquel pedazo clavado en mi culito hambriento.
__¡Ahhh angelito mío que culito tienes, ahhh, quiero cogerte todos los días, precioso, me vuelves loco!!!
__¡Nos van a oír tío, Shhhh, ahhhhh, dame tu pija, la quiero siempre, eres mi macho y soy tu hembra, quiero tu leche todos los días yo también, ahhhhh!!!__ entre suspiros, suplicas, lloriqueos y gruñidos, mientras saltaba casi sobre los genitales de tío Rafa, aquel hombre fue largando una andanada de escupitajos gruesos y pegajosos de leche en mi culo, que fueron bien recibidos y tragados por mi ojete juguetón y fogoso.
Quedamos pegados unos cuantos minutos. Enlazados, dándonos besos pequeños y profundos, quedamos agotados, en aquella primera vez alocada en una casa llena de gente por todas partes.
El ventilador con su particular ruido fue nuestro aliado durante aquellas noches de verano inolvidables.
Algunos meses después por cuestiones laborales o no sé qué, tío Rafa partió de nuestra casa y ya no volvió nunca y nunca nos volvimos a encontrar hasta está visita que me trajo aquellos calientes recuerdos.
El sé que tuvo otros amantes y yo también los sigo teniendo, pero creo que nunca han alcanzado el morbo que sentía en acostarme con mi "tío", claro que luego también supe que no era ningún familiar. Pero eso le dio un sabor distinto a cada encuentro de sexo que tuvimos.-
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