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Con un polvo de despedida acabo el fin de semana con Claudia. Tenía que volver a mi ciudad donde me esperaba la hambrienta Susana a la cual había prometido no masturbarme durante estos días para estar bien cargado el lunes cuando la pillara. No solo venía con los huevos más vacíos que el Gran Cañón de Colorado, sino que venía con el labio partido y la espalda llena de arañazos e incluso algún moratón. Bueno, de alguna manera tendría que disimular.
Fingí un golpe domestico para la herida del labio y afortunadamente por el resto no me preguntó. Quizás no se dio cuenta o quizás mientras me la seguiría follando igual de bien la daba todo un poco igual. Había estado años reprimida y ahora estaba recuperando el tiempo perdido conmigo así que mientras la seguirá dando un orgasmo tras otro parecía que se iba a hacer la ciega ante mis andanzas.
¿Qué cómo fue el resto del reencuentro? Pues lo esperado. Dos días sin hacerlo parecía ser una tortura para ella y no había entrado más allá del recibidor de su casa cuando su mano ya estaba en mi paquete y en cuestión de segundos la tenia de rodillas dándome una de sus maravillosas mamadas. Tras eso fui yo el que se agachó y la comí entera hasta que me pidió rápidamente que se la metería. Empezamos a follar en el pasillo de pies e íbamos avanzando paso a paso hasta su dormitorio donde echamos un polvo salvaje.
Todos los lunes solían seguir este guion. No había lugar a mis juegos, a mis perversiones… No, era llegar y hacerlo como desesperados. O como una desesperada, yo simplemente me dejaba llevar. Prácticamente ni hablábamos.
El resto de la semana tenía más libertad. Ya lo conté. Si me apetecía ponerla a cuatro patas sobre la mesa de la cocina, lo hacía. Si me apetecía en el suelo de la sala, lo hacía. En el pasillo, en la ducha… Incluso en la terraza. Era una minúscula terraza de apenas metro y medio de larga y un metro de ancho acristalada que se usaba básicamente para guardar trastos pero me encantaba salir a ella y que agachada me la comería, o agacharme yo y comérselo, según si estábamos en su casa o la mía. Se puede decir que no había un solo sitio en nuestros pisos en el que no lo hubiéramos hecho.
En cuanto al follar en sí, lo mismo, no había una postura que no hubiéramos probado. Unas veces se lo hacía salvajemente, con azotes y tirones de pelo, y otras más despacio, con millones de besos y caricias. Según mi motivación. Unas veces la quitaba toda la ropa y me fascinaba verla andar desnuda por mi casa y otras se lo hacía sin quitarla nada, forzando al máximo sus pantalones cortos hasta encontrar su agujero. Otras veces la pedía que cuando subiera, estaría vestida como si iría de fiesta, en minifalda, escotazo, tacones y maquillada. Debo decir que me encantaba cuando se pintaba los labios de rojo intenso y la veía chupármela con ellos así. Entre nosotros cuando se vestía así lo llamábamos “el look de zorrita”.
Su actitud también había cambiado. Había pasado de, según ella, querer a su marido pero hacerlo conmigo simplemente porque necesitaba sexo a humillarle totalmente con sus comentarios. Humillado estaba desde el primer día pero ahora Susana era capaz de reconocerlo y no se escondía en excusas baratas. Bromas sobre lo cornudo que era las hacía a diario. Su cama de matrimonio ya no era únicamente para mí el sitio favorito, también lo era para ella y así me lo demostraba cuando muchas veces me pedía hacerlo allí. “El cornudo se acaba de ir y aun esta la cama calentita, ¿Por qué no me das tu polla allí?”, “Como me gusta que me folles aquí con la foto de mi marido mirándome, que se joda por no saber follarme como tú” eran comentarios habituales suyos.
En esos momentos yo siempre la recordaba lo mismo: Su culo era virgen y yo iba a estrenárselo. No su marido cornudo, yo. Y eso parecía ponerla más cachonda aun.
Inevitablemente en medio de todo esto llegó lo que tenía que llegar y en lo que yo ni me había parado a pensar: Su marido iba a coger las vacaciones y como buen matrimonio feliz se iban de vacaciones al pueblo donde ya estaban sus hijas con los padres de él.
Por lo tanto la semana que nos quedaba antes de que se iría teníamos que aprovecharla al máximo. Si los fines de semana ya era un drama estar sin vernos, un mes casi entero iba a suponer casi un apocalipsis. Mirándolo por el lado bueno, Claudia me había invitado a subir a Santander a verla en agosto, con lo cual podía subir unos días ahorrándome explicaciones.
La semana fue intensísima hasta que por fin llego el viernes. Ese mismo día por la tarde en cuanto llegaría su marido se iban así que la noche anterior la mandé un mensaje al móvil informándola en un tono cordial-vacilón que por haber sido tan buena amante la iba a hacer un deseo realidad para que no se olvidara de mi durante las vacaciones.
-Creo que tú deseas lo mismo. Estoy deseando que se cumpla.- Esa fue su contestación.
Los dos lo sabíamos, había llegado el día del estreno. El culo que me había hipnotizado desde que tenía uso de razón por fin iba a ser mío.
Esa mañana me levante empalmado como no podía ser de otra manera. Me di una buena ducha para relajarme y desayune. Bote de lubricante en el bolsillo y todo listo. Saqué el móvil y escribí:
-Yo estoy listo, y tu??? Preparada?? Te atreves a bajar ya??-
-Aun no.- Respondió.
Por un momento me temí lo peor hasta que de repente llego a mi Whatsapp una foto. Allí estaba ella, en su baño, desnuda por completo, de espaldas, con las rodillas flexionadas y la espalda encorvada, enseñándome en primer plano su majestuoso culo. Mi erección fue instantánea.
-Me pongo algo…y estoy lista para bajar.-
Perfecto. Cogí mis llaves y salí de casa. Subí el primer tramo de escaleras hasta el rellano que separa su piso del mío y esperé allí. Un minuto después aproximadamente oí como su puerta se abría y se cerraba. Cinco segundos después se encontró de frente a mí en el rellano. Su cara fue de sorpresa total.
-¿Qué haces aquí?-
Lleve mi dedo a la boca haciendo el gesto de silencio y directamente me la saque. Salió disparada apuntando al cielo, no se me había bajado desde que había recibido la foto, enorme, era imposible bajar aquello.
-Chúpamela- Susurre.
-¿Que dices? ¿Aquí? Vamos para casa que nos van a ver- Respondió susurrando.
Agarré su mano, la lleve a mi polla y comencé a menearla.
-Venga, chúpamela un poco, rápido.- Dubitativa se mordió los labios.- Venga, que si oímos una puerta tu subes para arriba y yo bajo y no nos ve nadie, chúpamela.-
-Estás loco.- Inclinó su cuerpo sin flexionar las rodillas y se la metió en la boca. La chupó durante dos segundos y se volvió a poner recta. Yo la tenía durísima.- Vamos a casa antes de que nos vean.-
-Un poco más por favor.-
Puso una mueca de disconformidad pero pensando que cuanto antes lo hiciera antes nos íbamos, se volvió a inclinar y me la volvió a chupar durante unos segundos. Acaricié su cabeza mientras me la comía.
-Me encantas Susana, que bien me lo haces.- La animé.
-Vámonos ya.- Dijo al levantarse. Yo hice oídos sordos.
-Date la vuelta, quiero follarte aquí.- La agarre de las caderas y la di la vuelta.
Ella se dejó dársela mientras protestaba. Mientras su boca me decía que no, que parara, que estaba loco y que no haría nada porque nos iban a pillar, su cuerpo decía todo lo contrario. Apoyo sus manos en la barandilla e inclino su cuerpo dejando su culo en pompa. De un golpe baje sus pantalones lo justo y directamente se la metí. Entro entera sin ningún problema a la primera y un suspiro se escapó de su boca.
-Si estas empapada, ¿a qué te pone hacerlo aquí? No chilles¿ eh?- Me agarré a su culo y comencé a bombear despacio. Se tapó la boca con la mano para no gritar.
Masajeé su culo y lo abrí al máximo para ver su cerradito agujero. Había llegado su día.
-Hoy te voy a estrenar el culito Susana.- Susurre a su oído.- Dame la mano y llévame a tu casa para que te lo desvirgue.-
Dicho y hecho. Con mirada de deseo se subió el pantalón y me llevo de la mano. Subiendo me subí el mío como pude aplastando mi polla contra mi abdomen quedando el capullo prácticamente fuera.
Entramos a su casa comiéndonos la boca y metiéndonos mano por donde podíamos. Yo me agarraba a su culo y ella me levantaba la camiseta hasta quitármela y dejarla como siempre tirada en cualquier lado. Metió una mano bajo mi pantalón liberándome de la presión que ejercía sobre mi miembro la goma del pantalón y me dijo mirándome fijamente a los ojos:
-Vamos a mi habitación.-
Desde luego no podía ser en otro sitio. Me llevo a ella tirando de mi polla dura. Lo que hizo me dejo simplemente atónito y sin palabras, con la mano que tenía libre cogió el retrato de su boda que tenía encima del tocador y le dio la vuelta dejándolo contra la pared. Seguidamente se arrodilló y me bajo los pantalones hasta mis tobillos, me quité ambas zapatillas con los pies y quedé totalmente desnudo. Mi polla quedo a escasos centímetros de su cara y cuando ya esperaba que la cogiera y se la metería a la boca, me volvió a sorprender.
Se quitó su anillo de casada y tal y como había hecho yo el primer día, lo colocó cobre mi capullo a modo de corona. Si yo estaba decidido a hacer ese día inolvidable, ella aún más.
-Soy solo tuya.- Dijo dándome un beso en el tronco de la polla.- Puedes hacérmelo como te dé la gana. Mi culo es virgen y quiero que seas el primero el follártelo.- Dio otro beso y esta vez saco la puntita de la lengua para dar un pequeño lametón.- Soy solo tuya.-
No dejó de mirarme a los ojos en todo momento. No se cómo no me corrí en ese momento. Cogí el anillo en mi mano y posé mi capullo en sus labios. Con un leve movimiento de cadera fui introduciendo mi polla en la boca de Susana que no meneaba un musculo de su cara y simplemente dejaba que sus labios se abrieran ante la entrada de mi rabo. No bajaba la mirada, observaba excitada como intentaba ponerme su anillo de casada en el dedo, pero desgraciadamente no entraba y tuve que conformarme con guardarlo en mi puño.
Sujeté su cabeza con una mano en la nuca y comencé con un movimiento de vaivén entrando y saliendo despacio de su caliente boca. Cuando entraba notaba su lengua recorriendo toda la extensión de mi polla. Cuando salía sus labios se apretaban como si tratara de impedir la salida y succionaba con todas sus fuerzas.
-Eres una zorrita excelente. Me encantas.- Dije sin parar de moverme.- Nunca había disfrutado tanto como contigo. Joder, como la chupas.-
Saque la polla por completo y me puse de puntillas dejando mis huevos a la altura de su boca y mi polla recostada sobre su cara.
-Los huevos también preciosa.- Inmediatamente abrió su boca al máximo y los engulló. Dentro, su lengua los recorría sin parar.- Bufffff, ¿Qué voy a hacer sin esta boca todo un mes, cariño?-
Su cara era de plena satisfacción ante mis halagos.
-Espero que me mandes todos los días una foto como la de esta mañana ¿eh?- Con los huevos en la boca afirmó con la cabeza esbozando una sonrisa.- Muy bien. ¿Sabes que eres una puta?-
Afirmó con la cabeza y su sonrisa se agrandó aún más. Saque los huevos para volver a introducir mi rabo en un boca y empujándola de la nuca se la metí tan profundo como pude. Prácticamente entera, noté su nariz rozando mi vientre. Impresionante. Y sin quitar su mirada de la mía en ningún momento. Era una diosa en el arte de las felaciones y si hubiera querido se podía haber dedicado profesionalmente a comer pollas y vivir en una mansión de Miami rodeada de famosetes.
Mantuve toda mi polla en su garganta durante unos segundos y viendo que no la suponía ningún problema, empujé de su nuca un poco más y la tape la nariz. Ni así cerró los ojos. Tras unos instantes le llego la primera arcada, solté su nariz y tiré de su pelo hacia atrás dejándola respirar. Un chorro de baba cayó por su barbilla y la sonrisa volvió a su boca. Su cara de felicidad me motivó y casi sin que se lo esperara empuje de su cabeza y se la metí otra vez entera hasta la garganta y se la saque. La tembló todo. Repetí la operación un par de veces más. Me estaba costando horrores no follarla la boca lo más fuerte que podía y lanzarle directamente a su estómago mi liquido blanco, pero tenía que aguantar como fuera. Apoye la polla en su cara para coger aire y como una loba comenzó a besarme la polla por todos los lados.
-Quieta, estate quieta.- Pedí.
Solté su melena y me dirigí a la cama. Acomode los cojines y me senté en la cama con la espalda apoyada contra la almohada y un par de cojines. Estiré las piernas relajadamente y coloqué el anillo que todavía guardaba en mi puño sobre mi capullo que miraba al techo.
-Hazme un strip-tease.- Ordené.
-¿Un strip-tease?-
-Sí, haz un strip-tease para mí. Así sin música ni nada. Quiero ver como bailas y te desnudas para mí.- Sabía de sobra que cuando ponía esa voz autoritaria y firme, se excitaba y obedecía sin rechistar.
Se levantó y se subió a la cama. Se puso de pies ante mí. Estaba imponente con su cortito pijama veraniego. Recorrí mil veces con la mirada su tremendo cuerpo, comenzando por las uñas de los pies pintadas de rojo, subiendo por sus tremendas piernas, sus voluptuosas tetas hasta acabar en esa cara de zorra deseosa de rabo. Y de arriba abajo. Una y otra vez.
Se puso a cuatro patas y gateo hasta mí recorriendo sus labios con la lengua. Se arrodilló y se agarró sus pechos por encima de la camiseta. Los estrujó y los juntó enseñándome su escote. Resoplé. Llevo una mano a mi cara y con suavidad me acercó a ella. Restregó sus pechos contra mi cara mientras yo intentaba morder a través de la camiseta. Sus pezones se marcaban como piedras. Mientras mi cara se encontraba entre sus dos enormes tetas que ella apretaba con ambas manos, su entrepierna comenzó a frotarse contra mi erecto rabo. El anillo cayo de mi capullo fruto del roce.
-¡Uy! Perdón.- Paró en ese mismo momento.- Creo que te he tirado algo.-
Recogió el anillo y volvió a colocarlo en su sitio.
Se levantó y se dio la vuelta. Comenzó a menear su culo con ritmo en movimientos circulares. Me agarré a sus tobillos porque a algún lado tenía que agarrarme o me daba algo. Encorvó su espalda y mis manos comenzaron a subir casi sin darme cuenta por sus piernas. Echó las manos hacia atrás, agarró su pantalón por abajo y lo subió hacia arriba metiéndoselo por la raja de su culo como si de un enorme tanga se tratara. Sus nalgas quedaron al aire y mis manos que ya estaban por sus muslos subieron corriendo hacia ellas. Las agarré como si me fuera la vida en ello.
Flexionó sus rodillas acercando sus desnudas nalgas a mi cara. Besé primero la izquierda y luego la derecha. Volvió a tensar sus piernas alejándose de mi cara. Separé mi mano derecha y la di un azote. Sí, me encanta azotar un buen culo.
Dejo caer el pantalón a su estado original y nuevamente se dio la vuelta poniéndose frente a mí. Posó un pie sobre mi polla y me la acarició moviendo los dedos. Cruzó los brazos y tiro de su camiseta hacia arriba. Se la quitó y la lanzó al suelo. Debajo se había puesto un bonito sujetador rojo que debía ser un par de tallas menos de lo que ella necesitaba porque sus tetas estaban a punto de reventar allí debajo.
Otra vez se dio la vuelta. Otra vez inclino la espalda. Otra vez su culo en pompa apuntando hacia mí. Pero esta vez el pantalón fue hacia abajo, no hacia arriba. Lo bajo lentamente haciéndome desesperar y con dulzura se lo saco y lo tiro junto a la camiseta. Un tanga roja a juego con el sujetador cubría sus partes íntimas.
-Que sepas que estoy estrenando ropa interior. ¿Te gusta el conjunto?- Dijo dándose la vuelta y arrodillándose ante mí.
-Me encanta.- Contesté.
-Entonces, ¿Qué hago? ¿Me lo dejo puesto o me lo quito?-
-Mejor te lo quitas y me lo das de recuerdo.-
Bajó un copa de su sujetador y dejo un pezón al aire. Se agarró la teta y me la arrimo a la boca. Contesté besando su pezón. Me interrumpió subiéndose la copa y bajándose la otra. Pasé a besar el otro pezón. Su mano se metió debajo de su tanga y sacó dos dedos brillantes y mojados.
-Mira como esta mi coño.- Dijo metiéndome los dedos en la boca.
-Delicioso.- Lo estaba de verdad. Agarre del sujetador y tire hacia abajo dejándoselo atado a la altura del ombligo y liberando por fin sus dos pechos.- Quítate el tanga.- La ordené mordisqueando sus pezones.
Se levantó y ante mí se lo quitó. Se agachó y metió el tanga alrededor de mi polla.
-Túmbate y ábrete de piernas.- Dije.
Se tumbó boca arriba abierta de piernas y llevo sus manos a su coño que comenzó a acariciar dándose el placer que necesitaba. Me incorpore poniéndome frente a ella.
-Dime, ¿Eres capaz de llamar y hablar con el cornudo mientras te follo?- Dije metiendo el dedo del medio en su coño.
-Trame el móvil.- Sus ojos brillaban.
Me levanté a coger el móvil de su tocador. Se lo lance a la cama y mi boca fue directa a su clítoris. Succione con la boca y lo sacudí con la lengua. Al igual que ella anteriormente, levante mis ojos para buscar los suyos. Me mostro fuego en la mirada y una sonrisa malévola. Ya tenía el teléfono en la oreja y esperando respuesta.
-¡Hola cariño! Veras, que estaba revisando la maleta…-Aumente el ritmo de mi lengua y metí un dedo en su interior, que ardía como un horno, y se calló durante unos instantes aguantando la respiración.- Y a ver… te meto un par de pantalones largos…- Mi dedo la follaba y mi lengua la martirizaba- Por si acaso…-
Abrí su coño al máximo y hundí la lengua hasta dentro. Atrape sus labios vaginales con los labios y tire hacia fuera. Metí la lengua otra vez. Susana escuchaba atentamente del teléfono mientras disfrutaba de mi comida y acariciaba mi cabeza.
-Si, por si viene algún día malo. Voy a meter también…-Metí el dedo del medio junto al anular en cuanto la escuche hablar y empecé a follarla a gran ritmo. Cada vez que hablaba subía el ritmo y ella hablaba a parones.- Alguna cazadora.-
Apretaba los dedos en su interior hacia arriba y los meneaba a gran velocidad. Vi en su cara un orgasmo aproximarse y me deje el brazo masturbándola.
-Lo que no te meto son las botas.- Dijo rápidamente y apartó el teléfono de su oreja apretándolo contra su pecho. Su respiración aumentó, sus piernas comenzaron a temblar y se llevó la mano a la boca para no gritar. Un orgasmo la sacudió de arriba abajo. Pataleó mientras se corría en mis manos y se daba cabezazos contra la almohada para retener sus ganas de gritar.
Se fue relajando y retomó la conversación. Tosió para disimular su todavía agitada respiración.
-¿Has dicho algo? Que había ido a mirar el fuego.- Me bajé de la cama y la hice un gesto con el dedo para que me acompañara.
Me agarró la polla y se agachó llevándosela a la boca.
-Vale, vale.- Dijo sacándosela y volviéndosela a meter. Un par de chupadas más y volvió a sacársela.- Sí, claro.- Chupaba mientras le escuchaba y se la sacaba para hablar con una frialdad terrible.- Vale, ahora lo busco.-
Finalmente se levantó y vocalizo sin emitir ningún sonido “es que me encanta tu polla”. La lleve de la cintura hasta el tocador y la puse de cara al espejo. Me coloque detrás y abrí sus piernas. Me agache un poco hasta colocar mi capullo en la entrada de su coño y fui levantándome introduciéndosela lentamente. Susana disfrutaba mirándose ante el espejo con la boca abierta.
Cuando ya estuvo toda dentro me agarre a sus pechos y la comencé a besar por el cuello acompañado por leves movimientos de mis piernas.
-¿Tienes mucho lio en el trabajo ahora? Ya tengo ganas de que vengas para irnos.- Y al mismo tiempo hizo el gesto de cuernos con la mano y vocalizaba un “fóllame, no pares”.- Ah, por cierto, ha venido Cristian, el chaval de abajo, a traernos unos pasteles y desearnos buen viaje así que luego igual le digo que se suba a comer.-
No lo había dicho hasta ahora, mi nombre es Cristian. Y escuchar eso casi hace que me corra. Me acerque a su oído libre y la susurre:
-Eres la tía más puta que he conocido jamás.- O al menos estaba empate con Claudia.
-Vale, luego hablamos, te dejo trabajar…Un beso.- Y colgó.
-Dios, que puta eres.- Dije por fin alzando la voz.
Se acercó el teléfono a la oreja y con voz de vacilona dijo a la nada:
-Vale, luego hablamos, Que me van a follar el culo a cuatro patas… Un beso.- Se podía ser puta, muy puta, y por último estaba Susana.
-Sí, es hora de probar este culazo.- Saque mi miembro de ella mientras la acariciaba el culo.
Puso las rodillas en el borde de la cama y se echó hacia adelante poniéndose a cuatro patas.
-Bueno, confió en ti que eres el experto, todo tuyo.- Dijo meneando su culo.
Me acerque y separé sus nalgas para centrarme en su agujerito virgen.
-Es precioso.- Le di un beso y comencé a palpar con el dedo. Deje caer un poco de saliva y la estire por su ano en movimientos circulares. Hice ademan de meter el dedo índice pero aquello estaba muy cerradito aun e iba a resultar imposible así.
Busque por el suelo el bote de lubricante que había bajado y lo abrí. Embadurne su ano y mis dedos con él y procedí a dilatarlo. Empecé tocándolo por encima antes de ir introduciendo el dedo índice. Fui metiéndolo poco a poco haciendo movimientos circulares como si metería un tornillo a rosca. Según enteraba palpaba sus paredes anales empujándolas. Conseguí meter medio dedo y los suspiros angustiosos de Susana no se hicieron esperar.
-¿Cómo vas cariño?-
-Bien, bien, sigue.-
Vía libre. Estaba costando menos de lo esperado. Fui a meter el dedo índice de la otra mano pero no había sitio, el dedo que ya tenía dentro estaba a presión y si quería meter dos dedos tendría que ser con los dos desde el principio, así que seguí con uno solo hasta tenerlo por completo dentro. Susana comenzaba a quejarse más y mi dedo sentía una presión tan brutal que no me quería ni imaginar que sería aquello cuando le metiera la polla.
Saque el dedo de la misma manera que lo había metido, sin parar de menear la mano tratando de dilatárselo y me dispuse a meterlo de nuevo pero esta vez acompañado del dedo del medio. El comienzo fue fácil pero cuando se empezaron a adentrar profundo los dos la cosa se puso más difícil. Su esfínter se apretaba y me impedía el paso.
Susana se agarraba al edredón y tiraba de él tratando mitigar el dolor. Cuanto más gritaba más me calentaba yo. Tenía que dilatarla un poco más pero las ganas de follarla de una vez por todas me pudieron y saque los dedos. Cogí el lubricante y la eche un poco más. Seguido unté toda mi polla en lubricante en cantidades industriales. De ella todavía colgaba en la base el tanga que me había puesto al hacerme el Strip-tease.
-Nena, no aguanto más, te voy a follar ya.-
-Buffffff, me vas a partir en dos con la polla.-
-Estate tranquila cielo, que con las ganas que tengo me correré en nada.- Con el calentón que llevaba de toda la mañana era cierto.
Apunte mi capullo hacia su ano y comencé a apretar. Dios, eso era el paraíso. A medida que lo introducía me apretaba más, pensaba que me iba a estallar y más dura y gorda se me ponía. Susana chillaba como una perra.
-Joder, joder, joder¡¡¡¡-
Yo ya no la escuchaba, estaba cumpliendo el sueño de mi vida. Me agarraba a su culo y seguía empujando.
-Ya tienes el capullo dentro, aguanta que eres una campeona.-
-Joder, métemela rápido que me estas partiendo¡¡¡-
Si así lo quería… Empuje más fuerte aun azotándola y sus gritos crecieron exponencialmente. Había metido dos tercios de mi polla y decidí que era hora de comenzar a salir y entrar, es decir, a follarla bien. Saque hasta dejar mi capullo dentro, y volví a entrar. A ella le dolía enormemente pero yo estaba disfrutando como un enano. Repetí la acción un par de veces más y comenzó a sollozar. Alguna lágrima se le escapó de sus ojos.
-¿Necesitas que pare?- Pregunté, aunque no tenía ninguna intención de hacerlo.
-Necesito que termines, córrete ya joder que me estas matando.- Contestó con dolor.
Estaba que no aguantaba. Y la frase era aplicable para ambos, Susana de dolor y yo de placer. La penetré un par de veces más y sentí que me iba a correr.
-Dios, me corro, me corro¡¡- Grité.
-Sácamela ya por favor¡¡¡-
Y acompañado de un nuevo grito se venció hacia adelante sacando de golpe mi polla de su culo. Cayó boca abajo y según salió mi polla de ella, un enorme chorro de semen salió disparado de mi capullo. Un chorretón enorme de semen espeso y calentito. Parte de él la dio en la melena pero la mayoría cayó por toda su espalda. Otro nuevo chorro salió disparado a su espalda. Y otro más. Estaba llena de mi corrida y mi manguera no paraba. Los últimos manguerazos cayeron sobre su culo. Fue la mayor corrida de vida a buen seguro.
Mi polla aún seguía dura mientras goteaban los últimos restos de mi néctar del amor. La restregué contra su culo extendiendo toda la corrida que había echado sobre él.
Me agache y metí mi polla recubierta de semen en coño. Abrí sus nalgas para observar que su cerrado agujerito ahora era un agujero más abierto y con un color rojizo algo irritado. La follada no había sido muy larga pero todo lo que la había rodeado había sido intensísimo y la convertía en algo inolvidable.
-Ha sido impresionante, tienes un culo que es la bomba.- Dije mientras estiraba los brazos por su espalda y extendía mi abundante corrida como si de crema hidratante se tratara.
-Bufff.- Suspiró.- Me arde el culo. Levanta anda.-
Mi miembro ya había vuelto a un estado normal, me incorpore y la ayuda a levantarse. Me lance a besarla.
-Venga vístete corriendo.- Me interrumpió dejando sorprendido.- Vete a ducharte anda, te doy 20€, vete a comprar un pasteles ahora mismo y sube antes de que venga este.-
Ya casi se me había olvidado. Perfecto porque encima el dinero para los pasteles me lo daba ella. O bueno, su marido que era el que traía el dinero a casa.
Recogí toda mi ropa, baje a mi casa a ducharme lo más rápido que pude y fui a una panadería cercana a comprar todos los pasteles que los 20 euros daban de sí. Poco después me presente en su casa con la bandeja de pasteles. Susana también se había duchado, ahora vestía unos vaqueros ajustados y una blusa blanca, lista para salir de viaje. Su melena aún estaba mojada.
Pasamos a la cocina y ya tenía unos macarrones cocidos, era realmente eficiente haciendo las cosas del hogar. Nos sentamos a hablar.
-¿Cómo lo llevas?- Pregunté
-Bueno, me pica un poco. Ya verás toda la tarde sentada en el coche, no lo quiero ni pensar.- Y echamos a reír.- Por cierto, vaya corrida te has echado, tenía toda la espalda pegajosa, ¡hasta en el pelo me has dado!-
Seguimos riendo. Me levante a besarla cariñosamente.
-¿De verdad quieres que me quede a comer? Que vaya nervios.- Pregunté
-Sí, sí, tú te quedas.- Fue tajante.
-Pobre, como te pasas con él.- Dije con una carcajada enorme.
-Que se joda. ¿Sabes porque me paso así? Porque creo que él también me pone los cuernos, el muy cabrón.- Abrí los ojos como platos.- Vamos, pruebas no lo tengo, pero pondría la mano en el fuego a que sí, que esas cosas las mujeres las notamos. Te lo digo yo…-
-¿Pero tienes alguna sospecha o algo?-
-Se lo noto. Esas cosas se huelen.-
Me quede pensativo.
-Una cosa te digo Susana, no voy a malmeter- (Joder que no)- ni comerte la cabeza ni nada, no pienses eso, pero te digo… Si echa un polvo contigo al mes… En algún sitio tiene que descargar, porque es un hombre y con una vez al mes nos morimos.-
-¿Ves? A alguna otra guarra se lo dará, es obvio. Y más cosas que veo yo… Por eso todo lo que quiero ahora es humillarle al máximo.-
-Jaja, eso me parece bien. Hay que ser idiota con lo buena que estas.- Me acerque a ella y nos besamos. Como siempre mis manos fueron a su culo.
-En veinte minutos o así viene…-Bajo su mano a mi paquete.- ¿Crees que te da tiempo a darme una corridita como la de antes?-
-Como la de antes…-Para cuando empecé a hablar ya la tenía de rodillas.- Igual no, pero una…-Mi cremallera ya estaba bajada y mi polla fuera del calzoncillo.- Buena corrida seguro que si.-
Su boca envolvió mi flácida polla y estiró de ella. Comenzó a aumentar de tamaño.
-Me encanta cuando se te pone dura en mi boca mmmm.- Mi polla crecía rápidamente.- Espero que te dé tiempo a correrte, cuando venga ese cabrón tengo que saludarle con un buen beso.-
Automáticamente al oír eso mi polla se puso como un ladrillo y me regaló otra de sus fascinantes mamadas. No dude en sacar el móvil e inmortalizar el momento con un par de fotos. Viendo que sonreía y posaba para las fotos haciendo que besaba mi capullo o lamiendo con la lengua guiñando un ojo, decidí darle al botón rojo de REC y grabarla.
-Espero que luego me pases el video.- Dijo mientras seguía mamando, siempre con una sonrisa en la boca. Yo me mantenía en silencio, nunca sabes dónde pueden acabar esas cosas y para nada quería que se reconociera mi voz.
-Recuerda que tienes que correrte en mi boca, no me la eches en el pelo como antes.- Guiño un ojo. Estar ante la cámara no la intimidaba para nada.
Miré el reloj y vi que apenas quedaban diez minutos, hora de correrme, no quería apurar hasta el último momento y al final quedarme sin vaciar el depósito. Agarré mi polla de la base y comencé a pajearme.
-Abre la boca.- Dije con un hilito de voz.
Obediente abrió la boca y saco la lengua esperando mi corrida.
-Córrete, eso es, dame tu leche.- Me animaba.- Córrete en mi boquita, vamos, ¿no quieres?- Besaba el capullo y abría de nuevo la boca.- Tienes una putita de rodillas, dale tu leche venga. Quiero tragarme toda tu corrida.-
Habló hasta que exploté. Mi corrida fue directa a su boca. A su garganta. A su lengua. No cayó ni una gota fuera, succionó hasta la última gota. Miró a cámara, enseño el semen en la boca, se enjuagó con el como si estaría limpiándose la pasta de dientes con agua y lo tragó todo. Abrió la boca con la lengua fuera y enseño su boca completamente vacía. Orgullosa ante la cámara de haberse tragado una corrida.
Pulse el REC y deje de grabar.
-Muchas gracias.- Dijo levantándose.- Seguro que al cabronazo ese le sabe tan rica como a mi.-
Se relamió los labios. Sujetó mi polla y me la guardó bajo el calzoncillo. Seguido me subió la cremallera.
-¿Me ayudarías a pillar a la otra? Si me ayudas, haré contigo lo que quieras.-
-¿Lo que quiera? Si eso ya lo hacemos.-
-Venga ya, tal y como te conozco…seguro que tienes mil fantasías por hacer…-
-Pues si.- Interrumpí.
-Yo te las haré cumplir. Las que sean. Cualquiera. ¿Trato echo?-
-Trato echo.-
Clonck, Clocnk. Alguien estaba abriendo la puerta de casa. Nuestras caras se iluminaron de felicidad.
-Voy a recibirle, ahora vengo.-
La di un azote en el culo y salió por la puerta de la cocina. La perdí de vista en el pasillo. El eco hizo llegar a mis oídos la bienvenida.
-Hola cariño, muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaakkkkkkk-
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