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Últimamente me tocaba dormir fuera de mi hogar, alguna que otra noche a la semana, por motivos de trabajo. En la empresa de productos químicos habían reducido algunas zonas y tocaba desplazarse cada vez más lejos, por lo que dependiendo de la ruta debía pernoctar en los hoteles pagados por la agencia de mi empresa. Al comienzo hablaba todas las noches con mi esposo, e incluso nos conectábamos por el Skype para vernos. Con el transcurso del tiempo las conversaciones se fueron convirtiendo en pura cortesía. ¿Qué tal el día?, cuidado con la carretera, descansa, te echo mucho de menos y las típicas preguntas desinteresadas.
En los viajes, aprovechaba para hacer algo de turismo, pasear y probar la gastronomía típica, pero una vez repetía lugar todo se convertía en rutina. Me aburría al llegar al hotel. El único aliciente era relajarme en el spa o la piscina del hotel y luego una buena ducha en mi habitación para acto seguido conectarme a internet. Las primeras veces buscaba páginas que consideraba interesantes, acerca de información, viajes, compras con descuentos, como organizar tu agenda y todo eso que nos gusta a las mujeres, hasta que un día, por casualidad, apareció una ventana emergente con cuerpos de chicos muy atractivos y relatos eróticos. Ese día no sé por qué me encontraba especialmente caliente y despertaron sensaciones en mí que creía olvidadas.
Desde esa noche, lo tomé por costumbre, no veía el momento en el que darme una ducha después de la piscina al llegar al hotel y tumbarme sobre la cama a masturbarme leyendo relatos sobre mujeres casadas, como yo, que eran infieles a sus maridos con otros hombres más hábiles en la cama que sus maridos. Deseaba el momento en el que llegar a la soledad de la habitación y poder dar rienda suelta a todas mis fantasías, que por otra parte, de ningún modo pensaba hacer realidad. Como digo se convirtió en rutina cada vez que dormía fuera de casa, hasta que una noche de hotel me conecté al chat de todorelatos.com, y poco a poco empecé a participar en diferentes foros. Se convirtió en la compañía perfecta a mi caliente soledad.
Recuerdo perfectamente el primer día, acababa de salir de la ducha y estaba cubierta como siempre tan sólo con una toalla sobre la colcha de la cama del hotel. Me sorprendió mucho leer las barbaridades que me escribían los nicks que correspondían a los hombres conectados. Cualquier chica que os hayáis conectado sabéis de lo que os hablo. No pude evitar acariciarme imaginando todo lo que me escribían. Entre las historias que me contaban chateando, lo que podía ver por internet y algún que otro suceso que podía vivir en primera persona, lograron que en las largas noches en los hoteles escribiese historias acerca de aventuras extramatrimoniales que posteriormente publicaba en una página. Mi imaginación se disparaba con cualquier tontería.
Comentar que me llamo Sara, y a mis treinta y ocho años trabajo para una multinacional de la Química del sector enológico. Llevo varios años casada con mi esposo de treinta y cinco años. Somos una pareja de lo más normal, para que os hagáis una idea soy morena, mido 1, 70 de altura y uso una talla 95 de sujetador. Mi marido siempre me dice que tengo un culo precioso y le gusta que use braguitas chic. Mi esposo comenzó a perder el pelo hace ya un tiempo y tiene algo de barriga, es un poco más alto que yo. Vamos un tipo de lo más normal. Es el único hombre que he conocido y siempre es muy atento y detallista conmigo. No me puedo quejar pues es todo un caballero. A veces desearía que no fuera tan correcto ni tan delicado cuando hacemos el amor.
Aquella noche en principio sería como todas las demás, me conectaría a un chat erótico, me excitaría con los comentarios e insinuaciones, y acabaría masturbándome en la habitación del hotel pensando en mil historias. En esos momentos estaba conectada a un chat donde se discutía si el tamaño del pene importa o no importa.
Uno de los usuarios que respondía al nick de “RoberXL” hizo el comentario de que si alguna mujer continuaba insistiendo en que el tamaño no le importaba, era sólo porque nunca había probado algo grande. Desdeñaba la opinión de la mayoría de las mujeres conectadas al chat que se manifestaban afirmando que el tamaño del pene no es relevante para que su amante les haga disfrutar. El argumentaba, que eran cosas distintas y no excluyentes, y que no podían opinar al respecto si nunca lo habían probado. Es más, él afirmaba que todas decían lo mismo antes de hacerlo con él, pero luego…
No pude más que escribir:
Sarardiente dice:
“Eres un fantasma”.
RoberXL dice:
“y tu dberías escribir otro relato… preciosa”
Escribió con alguna falta de ortografía. Aquello me sorprendió mucho, el foro en el que estaba conectada no tenía nada que ver con la página de en la que publicaba. ¿Había sido coincidencia? Quise salir de dudas, así que lo invité a un chat privado. Enseguida me contestó.
Sarardiente dice:
“¿Acaso has leído alguno de mis relatos?
RoberXL dice:
“Los he leído todos. Incluso te hice el ingreso bancario voluntario que solicitas a cambio. Me alegro mucho de poder coincidir contigo”
Sarardiente dice:
¿Cuál es el que más te gusta?”
En realidad quería saber si se los había leído de verdad o me estaba vacilando. No esperaba que me dijese ninguno de mis títulos publicados.
RoberXL dice:
“Me gustaron todos, pero destacaría ese de “Volver a salir con amigas” o algo así”.
Me sorprendió su respuesta, no era uno de los relatos más votados, ni tan siquiera era de los más comentados. Todavía tenía mis dudas de que realmente se lo hubiera leído así que decidí continuar chateando.
Sarardiente dice:
¿Xq?
RoberXL dice:
“Tiene todo lo que se puede esperar de un relato titulado así, se sucede todo de manera muy excitante. Aunque sigo esperando que escribas la continuación, el encuentro en la Feria del Automovil”
Sarardiente dice:
“Por qué no enviaste algún comentario?”
RoberXL dice:
“No sé. Nunca se me hubiera imaginado que escribirte”
Sarardiente dice:
“De la misma forma que el artista necesita de los aplausos, necesito de vuestros comentarios”
RoberXL dice:
“Quieres que haga un comentario?”
Sarardiente dice:
“Si”
RoberXL dice:
“Simplemente, me gustan”
Sarardiente dice:
“Gracias”
RoberXL dice:
“No en serio, no hagas caso de los que dicen que cometes faltas de ortografía, y cosas por el estilo, no es un concurso literario”
Sarardiente dice:
“Supongo que tienes razón”
RoberXL dice:
“Lo importante es que todos los que te lean se corran de una forma u otra gracias a tus relatos”
Sarardiente dice:
“Tú lo haces?”
RoberXL dice:
“Por supuesto, son muy buenos, incluso varias veces leyendo un mismo relato.”
Sarardiente dice:
“Uuumm, gracias. Lo tomaré como un cumplido”
RoberXL dice:
“Seguro que si el Paul Verhoeven ese, o Ford Coppola los llevaran al cine tendrían un taquillazo”
Sarardiente dice:
“Es guay eso que dices, pero tengo que dejarte”
Sarardiente dice:
“Hasta otra”
RoberXL dice:
“ojalá volvamos a coincidir”
Sarardiente dice:
“adios”
RoberXL dice:
“adios”
Había mantenido muchos chats privados con muchos nicks, pero algo me decía que ese sería a la larga algo especial. Antes de cerrar la página hice doble click en su avatar, y tengo que reconocer que se me cortó la respiración. Si tenéis acceso a internet buscad al modelo Ramírez Allender, era clavado. Me imagino que como la foto de mi avatar, la suya también era falsa.
Transcurrieron varios días sin saber nada de Rober, a decir verdad me conecté muy pocas veces debido a la falta de tiempo principalmente, y a que las noches sucesivas las pasé en mi hogar. Un día recibí un mensaje en mi correo electrónico, era de Rober. Seguramente lo consiguió en alguno de mis relatos publicados.
De: RoberXL
Para: Sarardiente dice:
Asunto: Prohibido
“Aunque sé que está prohibido, me gustaría chatear contigo de nuevo. Besos”, y me citó el nombre de la página en la que publico mis relatos.
La primera noche que dormí fuera de casa llegué impaciente a la habitación del hotel. Recuerdo que esa vez no hice ni uso del spa del hotel y me duche con cierta prisa, impaciente por saber si coincidiría con mi cita. Incluso me arreglé después “mi jardincito”. Como en las otras veces me encontraba tumbada sobre la cama envuelta tan sólo en la toalla del hotel. Estuve un rato participando en diversos foros, pero nada. En cierto modo había perdido la esperanza de coincidir con Rober. Supongo que debía haberle contestado a su mensaje si quería contactar con él. Sin embargo, no quería mostrarme impaciente, ni mostrar mi deseo por coincidir con él, quería que fuese Rober quien tomase la iniciativa. Qué le vamos a hacer. Después de todo tampoco estaba segura de sí debería ocurrir algo.
Daba por finalizada la noche cuando ¡¡Su nick apareció en el chat!!
RoberXL dice:
“Hola”
Sarardiente dice:
“Hola”
RoberXL dice:
“Me alegro de nuevo. No recibiste mi correo?”
Sarardiente dice:
“Si”
Enseguida le mandé un privado para continuar la conversación al margen de otros invitados. Tuve que disculparme por no haber contestado a su email, lo típico de no he tenido tiempo y un montón de excusas más. Le mentí, en el fondo estaba deseando contactar de nuevo con él, el anonimato y cierto misterio en el ambiente la otra vez que chateábamos resultaba realmente excitante. Me preguntó algunas cosas personales y no quise dar muchos detalles en esa segunda conversación. Por mi parte, le pregunte sobre la foto que tenía en su avatar, a lo que él contesto que era de hacía ya unos cuantos años, de una vez en la que por decisión de su manager tuvo que hacerse un book de fotos. Seguro que mentía al igual que yo, todo el mundo lo hace en internet. Le pedí que me mandara alguna otra foto, pero él me retó pidiéndome primero una foto mía. De nuevo se pasó la noche deprisa, fue muy agradable y quedamos en coincidir otro día. Hacía tiempo que no me sentía así, como una chiquilla… Creo que esa noche ni siquiera “me toque”.
Poco a poco fuimos conectando cada vez más a menudo. Lo cierto es que yo esperaba ansiosa cada día volver a coincidir con él en el chat. El simple hecho de tener un ciber-amigo desataba mi imaginación hasta límites insospechados. Muchas de aquellas noches que dormía en hoteles lejos de casa, terminaba masturbándome como una quinceañera imaginando cosas que podían sucederme con mi nuevo amigo.
Entre otras cosas fantaseaba pensando que podía ser alguien conocido, algún antiguo novio, el actual marido de alguna amiga, algún niñato engreído, un compañero de trabajo, un detective privado contratado por mí marido para ponerme a prueba, un artista guapísimo… etc. Mi imaginación se disparaba fantaseando con innumerables sucesos, hasta tal punto que andaba caliente todo el día. Sin darme ni cuenta empecé a vestirme de forma más atrevida y sugerente, no sé, me encontraba poco a poco mejor conmigo misma. Me agradaba sentirme deseada por ese hombre, y ello me hacía provocar situaciones excitantes con mis clientes. Todo me resultaba más sensual y erótico.
Los días que se sucedían en jornadas cotidianas de trabajo. Salidas y desplazamientos fuera de mi ciudad. No dejar de pensar todo el día en otra cosa que no fuera chatear con Rober. De alguna forma me encontraba más receptiva, excitada y mantenía relaciones sexuales algo más a menudo con mi esposo. Incluso llegué a plantearme tener relaciones extramatrimoniales, con uno de mis compañeros de trabajo por el que siempre me había sentido atraída.
Con el transcurso del tiempo chateábamos casi a diario, incluso los días que dormía en mi hogar con mi marido en casa, buscaba cualquier excusa para conectarme a internet, normalmente alegando que tenía trabajo pendiente. Como vivimos en un dúplex me encerraba en nuestra buhardilla mientras mi marido veía “películas para idiotas” en el piso de abajo. En caso de que mi esposo subiera por las escaleras lo oiría y tendría tiempo de cerrar la ventana del chat en mi navegador.
Como es lógico poco a poco en las conversaciones se colaban pequeños datos personales que nos permitían saber algo más acerca del otro. Sobre todo él se mostraba más desinhibido a la hora de facilitarme algún que otro dato. Pude saber que nació en el 78, y que tenía por tanto 35 años. La misma edad que mi marido. Sabía que se ganaba la vida como coach en un gimnasio propio, que había sido jugador de baloncesto, y que el gimnasio debía ser sólo uno de sus negocios, pues debía tener participación en alguna otra sociedad. Por mi parte supo que tenía treinta y un años (mentí sí, que mala soy), que estaba casada, que era comercial químico y tras pensármelo mucho, mucho, decidí enviarle una foto personal. Una súper chula que me hizo mi marido un par de meses atrás en el patio de casa. Se me veía de espaldas caminando junto a los melocotoneros, el pelo suelto, llevaba un cortísimo vestido de verano, unas sandalias de cuña, y aunque en la foto por bien poco no se alcanzaba a distinguir, no llevaba bragas.
Me gustaba chatear con él, sobre música, viajes, libros, proyectos, incluso me ayudaba a elegir la ropa que me pondría al día siguiente, pero nuestras conversaciones siempre acababan en temas relacionados con el sexo. Era incluso mejor que tener una amiga con la quien hablar tan abiertamente y sin tapujos de esas cosas. En cierto modo nos confesábamos el uno al otro nuestras fantasías más secretas gracias al anonimato. Nunca hubiera imaginado hablar con un hombre como lo hacía con Rober. Las conversaciones eran muy divertidas, se me pasaba el tiempo volando. Nuestros comentarios no siempre mantenían cierto morbo entre ambos. Hablábamos de temas como la ropa interior preferida por el otro, las posturas sexuales, nuestros mitos sexuales, los problemas en el trabajo, amistades, aficiones, fantasías, los lugares que habíamos visitado o nos gustaría visitar, las canciones, los olores, etc.
Recuerdo la noche que marcó un antes y un después en nuestra relación.
RoberXL dice:
“Hola”
Sarardiente dice:
“Hola”
RoberXL dice:
“Hace tiempo que no publicas ningún relato”
Sarardiente dice:
“Es verdad”
RoberXL dice:
“Demasiada monotonía?”
Sarardiente dice:
“No. Es que sólo escribo cuando tengo tiempo de aburrirme. Además, ahora no se me ocurre nada en especial.”
RoberXL dice:
“Escribe sobre cualquier cosa, lo haces muy bien”
Sarardiente dice:
“Gracias?”
RoberXL dice:
¿Por qué comenzaste a escribir esos relatos?”
Sarardiente dice:
“Me gusta mucho leer, más que escribir. Escribir es agotador. A veces pienso que soy demasiado exigente cuando escribo. También tengo un blog “normal”, donde publico historias, ideas, reivindicaciones, alguna poesía… Me gusta pensar en todo los hombres (y mujeres) leyendo e fantaseando sobre mis relatos…”
RoberXL dice:
“Y no me habías dicho nada”.
“Dame la dirección ahora mismo…”
Sarardiente dice:
“No, no, no. Perdona pero tengo que mantener ambos mundos separados para protegerme”.
RoberXL dice:
“Me jode muchísimo perderme esa parte de ti, pero te entiendo”
“Y… Cómo crees que SOMOS?”
Sarardiente dice:
“Imagino que habrá de todo. Delgados, cachas, gordos, altos, bajos, peludos, rubios, morenos. Aunque también habrá casadas, solteras, viudas… uuhhm. Qué morbo!!”
RoberXL dice:
“En serio?”
Sarardiente dice:
“Según las estadísticas de la página son un montón de lecturas, más de 80.000. Imagínate.”
RoberXL dice:
“No tenía ni idea. Pero es que tus relatos son de lo mejor que hay en internet.”
“Te gustaría ver a uno de tus fans?”
Sarardiente dice:
“En que estás pensando???”
RoberXL dice:
“¿Quieres ver, en directo, a un hombre leyendo uno de tus ardientes relatos?”
Sarardiente dice:
“No sé, creo que prefiero sólo imaginármelo. Aunque…”
No daba crédito a lo que me estaba proponiendo. No me podía creer lo que suponía estaba a punto de insinuarme.
Sarardiente dice:
“¿Quién?”
RoberXL dice:
“Yo mismo, con una condición…”
Un silencio se prolongó antes de que uno de los dos volviese a escribir.
RoberXL dice:
“Tienes webcam???”
Sarardiente dice:
“Si”
RoberXL dice:
“Solo quiero ver tus labios pintados de rojo y oírte leer “Volver a salir con amigas” y yo me masturbaré para ti”
Sarardiente dice:
“Es eso lo que te pone??? Unos labios con carmín”
RoberXL dice:
“No, la que me pone eres tú. Pero que sea rojo, rojo puta, no sé si me explico.”
Sarardiente dice:
“Perfectamente. Está bien, conecta la web, te espero”
Nunca antes nos habíamos conectado con la webcam, sería la primera vez. Yo quería continuar en el anonimato, no quería que me viese la cara. Por lo que ensayé en modo “pre-visualizar” como ponerme antes de conectar la webcam en modo conferencia. Si bajaba la tapa del portátil podía acercar los labios desde arriba, de esta forma controlaba que no se me viese la cara, aunque a cambio le mostraba una visión más que generosa de mi escote. Como tan sólo llevaba puesto la toalla envuelta a mi cuerpo, decidí ponerme algo para que no se viese nada, elegí una camiseta de tirantes muy finos negra a juego con unas braguitas monísimas del mismo color. Me encontré muy sexy a mi misma y eso me agradó. Todo aquello me llevó algo de tiempo por lo que mi amigo comenzó a impacientarse.
RoberXL dice:
“Estas ahí?
Sarardiente dice:
“Si, ya voy”
Por mi parte pude ver como se encendía una webcam al otro lado enfocando la parte del asiento de una silla de oficina vacía, con el fondo de unas estanterías muy ordenadas y sobre la que se apoyaba una bici “fixie” de esas que se han puesto de moda.
RoberXL dice:
“Oye, que si eres la única mujer del mundo que no tiene ese color de pintalabios da igual, eh?”
Sin responder a sus provocaciones encendí mi webcam, desde el pequeño cuadrado que aparecía en mi pantalla, visionando lo que se transmitía a través de mi webcam tan sólo se podían ver mis labios pintados de rojo vivo. Comencé a leer…
.-“Había llegado ya el buen tiempo, la primavera estaba avanzada y se notaban los primeros días de calor del verano. Esa noche había quedado con mi mejor amiga, Eva. Hacía un par de meses que ella lo había dejado con su ex pareja. No era ni la primera ni la última vez que cortaba con su novio, y seguramente tampoco sería la definitiva, como decía ella misma…”.
.-“Deja de leer un segundo quiero hacer una foto de tu boca. Tienes unos labios muy bonitos” escuché una voz al otro lado de la pantalla. Me gustó, su voz sonaba fuerte, segura y con carácter, pero todavía no se veía más que la silla.
.-“Gracias, pero habías dicho que te masturbarías para mí. ¿Acaso no es tan grande como presumías?” dije yo tratando de picarlo.
.-“Continua, enseguida me siento” le escuché esta vez algo distorsionado.
.-“Eva era la única amiga del grupo que a sus treinta y dos años todavía no estaba casada ni tenía hijos, y era como si tuviera urgencia por alcanzar esas metas personales. Siempre me tocaba consolarla cada vez que acontecía lo inevitable…”, llevaba un rato leyendo cuando pude observar como en la pantalla se sentaba en la silla un hombre muy moreno que tapaba su miembro bajo una toalla blanca que contrastaba notablemente con su piel. Había chateado muchas veces con Rober y nunca me dijo que era tan moreno. Me sorprendió ese hecho, ¿sería mulato o gitano, o quizá sólo vivía en la costa?
Entonces quitó su mano derecha del teclado guiándola hacia su sexo, y comenzó a sobarse suavemente. Yo seguía leyendo. La verdad es que el bulto bajo la toalla adivinaba una gran sorpresa, además veía su mano oscilar cadenciosa hacia un lado y vuelta atrás, o era quizá sólo mi imaginación la que volaba acuciada por mi propia excitación. En un momento dado se acomodó en la silla y descubrió la toalla mostrando su vientre atlético y su…
¡¡Dios mío!!
Aquello no podía ser verdad, nunca me hubiera imaginado que Rober fuese todo un mulato con semejante… Sí que podía presumir de tamaño. Me quedé tan perpleja que no pude evitar mirar la pantalla del ordenador embobada. Era la primera vez que veía una así de grande y además “en directo”. Al principio me pareció amenazador, intimidante, aunque de algún modo era fascinante ver como una mano grande y fuerte subía y bajaba a lo largo de aquel miembro. También se adivinaba un cuerpo muy bien formado sin ser demasiado musculoso. Sin duda, practicaba deporte.
Sarardiente dice:
“Eres mulato”
RoberXL dice:
“Mestizo más bien, nací muy lejos… Mi madre y yo mismo somos de Brasil, mi padre es español.”
Me fijé detenidamente, seguramente había tardado porque su sexo brillaba como si se hubiese esparcido algún tipo de aceite. Además tenía el vello de alrededor muy cortito, como si se lo hubiese afeitado en alguna ocasión, y eso permitía apreciar el miembro en todo su esplendor.
.-“¿Por qué no continuas leyendo?” escuché la voz proveniente del otro lado de la pantalla.
.-“Lo siento” dije, y continúe leyendo el relato. Lo cierto es que no podía apartar la vista de la pantalla, fue algo totalmente desconcertante para mí, para nada hubiera imaginado lo que estábamos haciendo.
Mientras avanzaba la narración del relato el ritmo de su mano se incrementaba. Intente evitarlo, pero al final no pude aguantar las ganas de acariciarme contemplando la escena, aunque lo hacía sutilmente, sin que pudiera advertirse al otro lado de la cámara. Aunque supongo que mi amigo estaría concentrado en lo suyo.
Contemplando cómo a pesar de tener agarrado su miembro con la mano derecha aún sobresalían casi dos tercios, no pude dejar de exclamar. -“Joder”.
.-“¿Te está gustando? Escuché al otro lado de la cámara.
.-“Esto es lo más raro que he hecho en mi vida” dije a través del micrófono.
.-“Entonces es tu primera vez…?” me preguntó él.
.-“Para nada” mentir a un ordenador es muy fácil.
.-“Entonces. No te está gustando?” insistió.
No sabía cómo responder a su pregunta, no quería parecer una guarra. Pero tampoco recatada.
Sarardiente dice:
“Estoy muy caliente, siento dejarte así, necesito masturbarme y prefiero hacerlo a solas.
Lo siento, Rober”. Escribí al tiempo que desconectaba la webcam.
Estaba tan excitada que no pude evitar tumbarme enseguida sobre la cama del hotel y comenzar a masturbarme como una gata en celo. Sin embargo, por primera vez en mi vida mis dedos no saciaban mi deseo. De tanto pensar en la inmensa erección de Rober necesitaba sentirme penetrada a la vez que me acariciaba. Incluso llegué a pellizcarme los pezones hasta el punto de lastimarme, pero necesitaba algo que me llevase al límite que demandaba mi cuerpo. Pude ver mi cepillo del pelo sobre la mesita de noche. Perfecto. Acerqué el grueso mango de plástico con forma redondeada a mis labios vaginales, y comencé a introducírmelo ávidamente tal y como había visto hacer en algún que otro vídeo de internet. No me costó mucho meterlo enterito, estaba realmente empapada. Era la primera vez en mi vida que me introducía algo en mi interior para masturbarme, fue extraño, diferente, pero la al mismo tiempo la novedad y la obscenidad de lo que estaba haciendo me excitaban aún más. Sentir algo tan duro en mi interior, al tiempo que frotaba frenéticamente mi sexo, me produjo un placer indescriptible. Lamentablemente no tuve tiempo para más, con unas últimas e intensas fricciones enseguida alcancé el orgasmo más fabuloso que alcanzaba a recordar. Gemí sin poderlo evitar, chillé tan fuerte que debieron escucharme por todo el hotel. Que brutalidad. Mi respiración se agitaba incluso varios minutos después de haber alcanzado el clímax. Todavía recuerdo la visión al incorporar a gatas mi aturdido cuerpo, el cepillo penetrando entre mis piernas totalmente empapado y sin que nadie lo sujetase.
Pero… ¿qué es lo que había pasado?, ¿cómo había dejado que eso sucediese?, me repetía una y otra vez mentalmente mientras me recuperada. Mis fluidos mancharon la colcha de la cama del hotel. Nunca podría volver por allí, ¡qué vergüenza!
Al día siguiente apenas pude concentrarme en el trabajo. Estaba totalmente ofuscada por mi comportamiento de la noche anterior. No dejaba de recordar su mano envainando con orgullo su enorme polla, las exageradas venas que la recorrían, imaginar chorros de semen salir disparados en plena eyaculación, se sucedían una y otra vez en mi cabeza todo el tiempo, y se me hacía la boca agua.
Por circunstancias (compartí habitación con una compañera en formación) tardé casi una semana en volver a conectarme. Por otra parte, estaba un poco asustada, no había conseguido mantener el control de la situación como siempre lo hacía con mi marido. Y lo que es peor, no veía el momento en que volver a conectarme y coincidir de nuevo con Rober.
Para aquel entonces había regresado a mi hogar, como otras noches mi marido yacía en el piso de abajo tirado en el sofá viendo el televisor y yo me subí a la buhardilla a “completar los albaranes con el pedido semanal”. ¿Estaría Rober On-line? Ojalá que sí. Estaba especialmente nerviosa y ansiosa, no sé por qué intuía que algo excitante sucedería de nuevo esa noche, al menos eso esperaba. Al encender el ordenador vi que tenía en mi e-mail un mensaje suyo:
-“Me gusta tanto chatear contigo que siempre olvido, enviarte la otra foto como acordamos. Un abrazo.”
Vuelvo a decir que era clavadito a Ramírez Allender, el modelo brasileño, así que no os podéis hacer una idea de lo bien que se siente una mujer siendo cortejada por semejante pedazo de hombre.
Sarardiente dice:
“Hola”
RoberXL dice:
“Hola”
RoberXL dice:
“Estas bien?”
Sarardiente dice:
“Sí”
RoberXL dice:
“Estaba preocupado”
Sarardiente dice:
“No me he podido conectar. Tenía compañía”
RoberXL dice:
“Sorprendida?”
Sarardiente dice:
“Si, un poco”
RoberXL dice:
“Ves, el tamaño no importa, pero sí impresiona. Di la verdad?”
Sarardiente dice:
“Sí”
RoberXL dice:
“Espero que hagamos muchas más cosas por primera vez juntos”
Sarardiente dice:
“Es posible. Pero no te hagas demasiadas ilusiones.”
RoberXL dice:
“Cómo de acompañada has estado…”
Sarardiente dice:
“Ummm. Estás celoso”
RoberXL dice:
“Bruja. Sé que estás deseando verla de nuevo” Escribió en la pantalla adivinando mis pensamientos.
Sarardiente dice:
“Sería estupendo”
El mero hecho de imaginármelo de nuevo me ponía de lo más cachonda.
RoberXL dice:
“Con una condición, como la otra vez”
Sarardiente dice:
“En que estás pensando”
RoberXL dice:
“Algo que nos excite”
Sarardiente dice:
“Bien, dime que es lo que quieres”
RoberXL dice:
“Enseñame otra parte de tu cuerpo que no sean los labios”
Sarardiente dice:
“los pies?”
Pregunté tratando de averiguar por donde se saldría sabiendo que se esperaría otra respuesta.
RoberXL dice:
“¿Llevas pintadas las uñas?”
Sarardiente dice:
“No”
RoberXL dice:
“Entonces no me sirven, otra vez píntatelas. Además… no es justo”
Sarardiente dice:
“A que te refieres?”
RoberXL dice:
“Tú has visto lo más íntimo de mi cuerpo. Ahora te toca a ti”
Sarardiente dice:
“No sé en qué estás pensando, pero la respuesta es no.”
RoberXL dice:
“¿Quieres verla de nuevo o no?”
Sarardiente dice:
“Sí, me gustó mucho”
RoberXL dice:
“Te tocaste”
Sarardiente dice:
“Si”
RoberXL dice:
“¿Te estás tocando ahora?
Sarardiente dice:
“Si, un poco”
RoberXL dice:
“Me gustaría verte acariciándote”
Sarardiente dice:
“ni lo sueñes”
RoberXL dice:
“déjame verte al menos los pechos”
Sarardiente dice:
“Nooo”
Transcurrió cierto tiempo hasta que pude ver de nuevo un mensaje escrito en la pantalla. Sabía que se me estaba escapando la oportunidad de ver de nuevo semejante miembro, tendría que poner algo de mi parte.
RoberXL dice:
“Seguro que en la playa haces top less”
Había desviado radicalmente el tema tratando de convencerme.
Sarardiente dice:
“Si”
Yo estaba algo cachonda de imaginar que podía volver a contemplar ese pedazo de miembro masturbándose para mí, o mejor aún, por mí.
RoberXL dice:
“¿Entonces? Un montón de gente ha visto ya tus pechos”
Sarardiente dice:
“No es lo mismo”
RoberXL dice:
“Yo creo que más de u
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