Una tarde de invierno que transcurria a mediados de Septiembre nos encontrabamos yo y mi amiga que trabaja en el Departamento de Recursos Humanos en Los Pueblos comprando. Dirigiendonos hacia su automovil nos empapamos en el trayecto, vestida con faldas entalladas por fin, llegamos al mismo automovil de la amiga de recursos humanos; entramos estabamos super y completamente empapados de los pies así la cabeza, enciende el aire acondicionado quitandose el saco lo unico seco en ella era su camisa y sostén como la pantimendia igual que el panti que trae puesto. Me quitare la falda y la camisa para que se seque; identicamente yo hice lo mismo, aprovechando conversamos tendidamente y por muchas horas. La acaricie por su vientre hasta su entrepiernas izquierda seguido ella me toco mi pezon derecho, contemplandonos en silencio con nuestras miradas y sonriendonos, en ese momento se nos ocurre pasarnos al asiento trasero a acurrucarnos igual calentarnos uno con el otro, al tiempo que continuaba la lluvia; experimentando la suavidad como firmeza de esos muslos divinos de ella. Gimiendo que la acurrucara mucho más, pasando varias horas en ese acto, dejandola que le quitara el sostén, abrazandola, besandole el cuello llegando hasta su oído derecho. De ahí, jugamos al paciente y a la doctora tomandonos la temperatura de nuestros cuerpos con frenesí como ternunra espontanea y amorosa.
Paramos notando que nuestras ropas estan secas, vistiendonos y encendiendo el automovil saliendo de Los Pueblos, ya que dejo de caer la tremenda lluvia que nos dejo atrapados y disfrutando de la compañía y el cariño producto de la empapada que recibimos por gracia del tiempo en esa tarde de invierno a mediados de Septiembre.
Me dijo, quiero ir a otro lugar a distraerme, olvidandome por completo de lo humedo de esta tarde. Se me vino a la mente el cine y llevarla a cenar, se lo ocmunique en seguida, contestandome sonriente maravillosa idea tuviste mi bello amigo. Nos estacionamos en el parking del cine se peina su cabello, se maquilla un poquito y se acomoda su camisa con saco junto a la falda entallada, entramos a comprar los boletos dirigiendonos a la sala; se pone sus anteojos para ver la película, de ahí agarra mi mano derecha colocandolo en su hombro derecho, cruzando sus piernas para no morirse del frio que se sentia la misma sala viendo la película. Salimos de la tanda, caminando hacia su automovil agarrados de las manos como unos novios que se aman y respetan por siempre; con trayecto al área de la Vía Argentina exactamente al Restaurante El Prado, solicite una mesa para dos, pedimos la carta o el menu. Preguntandole que te gustaría cenar contestandome con una sonrisa, bromeandole algo sencillo es que no tengo mucho apetito, ordenamos la cena admirando su juvenil, hermosisimo encanto.
Terminamos de cenar saliendo del mismo restaurante caminando al Parque Andrés Bello que esta ubicado sobre la misma Vía Argentina, para relajar la digestión de la cena y continuar la velada romántica esceneficada en ese instante por los dos juntos abrazados, caminando por la vereda luminada. Se nos ocurre sentarnos en las vancas los dos abrazados pero con mi mano derecha en todo su muslo y comienzo de su glúteo derecho y ella con su cabeza recostadas en mi hombro derecho, pegado a mi cabeza.
Pasamos largas horas, así admirando el cielo clarito, viendo las infinitas estrellas fugases y la luna blanca.
Esa tarde de invierno de mediados de septiembre fue innolvidable, llena de ternura femenina deliciosa por su amor verdadero hacia mí que esta presente siempre en el recuerdo de ambos, demostrandonos la sinceridad del cariño de amigos y compañeros que somos por siempre...

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