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Categoría: Confesiones

QUE CALOR

"La soledad de la cocina, hizo que la sirvienta cambie su mirada hacia mi persona y suceda lo que sucedió."

 

Hola soy Timoteo tengo el pelo rubio y muchos dicen que crecí más de lo que debía, tengo una linda mirada que cautiva, según cuentan algunas perritas. La historia que voy a contar es algo que no esperaba ni imaginaba, pero que por suerte sucedió.

Una tarde cuando no había nadie en casa, sólo la sirvienta y yo, me propuse ver una película, la cual era de acción con algunas mujeres y hombres bastante bien formados, al ver que la sirvienta que se llama Patricia estaba aburrida sin hacer nada le dije que viniera}a ha ver la película conmigo, ella dijo que no y me invito a comer algo en la cocina, un postre nuevo que ella estaba experimentando.

Corte la película y baje a probar el postre. Cuando llegue no pude creer lo que vi, Patricia limpiando el mesón donde había hecho el postre. Al ver su tan corta falda tuve una erección, y deseoso le pregunte:

"Por el calor que estaba haciendo."

"Ella me respondió: que sentía mucho calor y al decirme esto se desabotono el uniforme, mostrando sus voluminosos pechos, haciéndome entrar en un deseo profundo de poseer su cuerpo.

Luego ella se me acercó brindándome el postre y una visión de su cuerpo. En ese instante, no se si apropósito hizo caer el postre en sus rodillas, muy apenada empezó a limpiarse subiéndose la falda, mostrando sus contorneados muslos.

En una de esas miradas que di me percaté que no llevaba bragas, excitándome de sobremanera, sin embargo yo no podía tratar algo con ella ya que era la sirvienta de la casa, además si mis padres se enteraban podría darme un serio castigo. En fin para evitar mayores complicaciones me dispuse a retirarme pero ella me dijo que la ayudará a limpiarse, en ese momento el castigo de mis padres se fue desvaneciendo de mi mente y procedí ha limpiarle con un paño húmedo, ella al sentir la fría humedad, empezó a cerrar los ojos en extraña complicidad con sus pezones que se empezaron a endurecer.

De repente sin más me agarró la mano y la llevo a su carnosa y húmeda rana. Yo sin saber que hacer actué de manera instintiva y me abalance sobre ella. Ella con una velocidad nunca vista me sacó toda la ropa y colocó de manera dulce pero firme mi miembro en su delicioso y apetitosísimo culo.

Yo no deseaba hacerlo por detrás ya que nunca lo había hecho, así que alejándola un poco se la puse en la boca para que ella con su delicada y puntiaguda lengua me de una deliciosa chupada, la cual me hizo lagrimear de gusto.

De repente ella pedía que se la metiese, yo tratando de realizarlo bien, le abrí las piernas y se la meti suavemente. Mi sorpresa fue mayúscula cuando percate que ella era virgen, sangraba y lloraba, pero me inducía a continuar, yo empecé y lo hacía cada ves más fuerte, hasta terminar dentro de ella.

A partir de ese día lo hacemos todos los días.

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