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Categoría: Maduras

QUÉ MUJER

"Un joven encuentra a una enigmática mujer en un puente. De manera casi mágica ella le invita a disfrutar de una tarde de lujuria en un hotel cercano."

 

Era jueves, estaba en casa aburrido, no sé por qué razón hoy no estoy de muy buen humor, así que decido dar un paseo para ver si me aireo un poco.

La gente, como siempre, va por la calle rápidamente, no paseando, casi corriendo, así no se puede vivir, yo sin embargo como no llevo prisa por llegar a ningún sitio voy lentamente, observando a la gente y mirándome a las chavalas, mira allí va un grupillo de jovencitas, aquella de la minifalda tiene unas piernas de infarto y la del top rojo marca unos buenos pechos, ¡uf!, cada día voy más quemado.

De pronto mientras atravieso uno de los puentes de mi ciudad al otro extremo, veo una mujer, sí, una mujer de verdad, unos cuarenta años, rubia, alta, pantalones tejanos ceñidos, zapatos de medio talón y una chaqueta verde sin botones que sólo cierra un cinturón alrededor de una cintura de avispa.

Dios mío cómo se conserva esta mujer, pienso para mí, nos acercamos el uno al otro ella tampoco va deprisa, se nota que no tiene ninguna obligación miro su cuerpo de abajo a arriba, cuando llego a su cara la miro a los ojos y me doy cuenta que se ha percatado del repaso que le he dado, en este momento el viento se alía conmigo y de un golpe abre su chaqueta, el cinturón no puede aguantar la presión y una parte de la prenda se abre y deja al descubierto un pecho sujeto con un vaporoso sostén también de color verde, desvío la mirada de sus ojos y la poso en la fugaz visión, ha sido reflejo, no he podido evitarlo, la vuelvo a mirar a los ojos y veo que va a decirme algo, pienso rápidamente en un insulto o un reproche, sin embargo de sus labios sale un increíble - "Si quieres ver más puedo mostrártelo, veo que te has quedado con poquita cosa."

No puedo dar crédito a mis oídos, paro a su lado y le digo que realmente no me molestaría aceptar su proposición.

Ella me indica que la siga, tres calles más abajo hay un hotel, entramos en recepción y solicita una habitación con baño, esto es increíble, no nos hemos ni presentado, estoy entrando en un hotel con una mujer de bandera que ni siquiera conozco.

Ya en la habitación me pide por favor vaya preparando el baño, sin más dilación enchufo el agua caliente y me propongo a llenar la bañera, oigo cómo llama por teléfono y al cabo de unos momentos entra ella en el baño, de infarto, se ha despojado de los pantalones y la chaqueta y sólo esta en ropa interior, el conjunto de color verde es maravilloso, sus sostenes aguantan unos pechos grandes y todavía erguidos, sus braguitas debido a su casi transparencia dejan adivinar un triángulo cuidado y cuando se vuelve, un maravilloso culo aparece ante mí.

Se acerca a mí y sus manos comienzan a desabrochar mi camisa, acarician mi torso y logran que empiece en mí una erección cada vez más patente, ella se da cuenta y con movimientos lentos libera el botón de mis pantalones y baja la cremallera, su mano se introduce en mi entrepierna, por debajo del calzoncillo y poco a poco masajea mis huevos y mi polla, ya en un estado de hinchazón bestial.

Llaman a la puerta, ¿quién puede ser? Ella se pone un albornoz del hotel y sale a abrir, poco después entra sin mediar palabra, se desviste de nuevo y agarra de nuevo mi herramienta, poco a poco mis manos también se deslizan por su cuerpo, su piel suave responde a mis caricias, noto cómo al pasar la mano su cuerpo se estremece, agarro sus pechos, no caben en mis manos y los masajeo suavemente, los pezones se endurecen y levantan desafiando la ley de la gravedad, aplico mis labios sobre ellos y un leve gemido sale de su garganta, me pide por favor que pare y me meta en la bañera a lo que atiendo solícitamente, me mantiene en pie y de espaldas a ella, noto como también entra en la bañera y se aprieta a mi espalda, sus pechos rozan mi espalda y mientras tanto con sus manos enjabona mi pecho, mi vientre, mi virilidad, estoy en la gloria, es una experta sensaciones placenteras recorren todo mi cuerpo.

Me abandono a sus suaves caricias y consigue llevarme a un punto de placer que antes no había experimentado nunca, poco después llena mis manos de jabón y me invita a que al igual que ha hecho ella conmigo la limpie, nervioso por la circunstancia comienzo un suave masaje en su espalda, que recorro de arriba a abajo, mis manos se desplazan a su pecho que aprovecho para estrujar y masajear con fuerza, me deslizo por su vientre y enjabono su cuidada mata de pelo, la espuma se desliza por su entrepierna y mis manos buscan su orificio, está mojado de sus jugos y el jabón, mis dedos se deslizan con facilidad, casi sin tocar su piel, abro sus labios y llego hasta su clítoris, grande y hinchado, suavemente acaricio el botón y noto cómo espasmos de placer hacen que su cuerpo tiemble un poco, mis dedos no se detienen y circulan por su cuerpo, los espasmos se suceden uno detrás de otro y finalmente llega al orgasmo, un orgasmo largo y profundo, gemidos de placer salen de su garganta, al rato se relaja y finalmente procedemos a finalizar nuestro baño.

Salimos a la habitación sin secarnos, nuestros cuerpos húmedos brillan al sol que entra por las ventanas, la tarde es fantástica y promete mucho más, en la mesa veo el fruto de sus llamadas de teléfono, un bol de fresas con nata y una botella de cava, ella se tiende en la cama y me mira con ojos lujuriosos, no adivino sus intenciones hasta que llevándose una cucharada de nata hacia los pechos me dice, ahora te invito a merendar, llena sus senos y su sexo con la nata y yo me dispongo a comer ese delicioso manjar, mi lengua lame su piel comiendo y sorbiendo, sus pezones se ponen duros como piedras mientras los mordisqueo y chupo, recorro toda su anatomía y ella se retuerce de placer.

Mi boca no para de trabajar, llego hasta su sexo y hundo mi cara en la nata de su entrepierna y noto cómo en su delicado orificio ha colocado una fresa, intento cogerla con mis labios y con mi lengua, no lo consigo, lo que sí consigo es llevar a mi pareja a un estado de paroxismo que hacía tiempo no había visto en ninguna mujer, se retuerce y lanza grititos ahogados que me ponen a mil por hora, alcanzo su clítoris y lo muerdo y chupo, se excita aún más y finalmente lanzando un grito ahogado queda tendida en la cama casi sin sentido, rápidamente recupera el aliento y me manda echarme en la cama, se sienta encima de mí mientras abre la botella de cava, poco a poco vierte el liquido encima de mi pecho y lo chupetea ávidamente.

Se relame en mis pezones y sorbe el pequeño charco que se ha formado en mi ombligo, mi herramienta está en estado de máxima erección y notar el frío cava sobre ella me produce una agradable sensación, lentamente se dedica a recorrer con su lengua toda su longitud, abarcando con sus labios mi glande y dándome pequeños golpecitos con la lengua en su extremo, mi paroxismo llega al límite cuando se introduce todo el pene en la boca haciéndolo llegar hasta su garganta y comienza un lento movimiento de mete y saca que poco a poco va aumentando de ritmo, noto cómo mis testículos están a punto de soltar su carga, ella también se percata del hecho y apartándose un poco se dispone a recibir toda mi leche, esta sale en rápidos chorros que se esparcen por sus labios y su cara, traga el liquido que se introduce en su boca y se relame de gusto con mis fluidos, limpia mi herramienta con la lengua hasta dejarla brillante y quedamos los dos tendidos uno encima del otro, sin respiración.

Ella solícita y dispuesta me invita de nuevo al baño para limpiar nuestros cuerpos, esta vez me coloco detrás suyo y soy yo el que enjabono y recorro todo su cuerpo con mis manos, lentamente mis manos se dirigen hasta su trasero, ella al notar mi mano abre las piernas y me facilita el acceso, introduzco un dedo en su interior, fácilmente gracias al jabón, ella cierra el esfínter lo retiro y entro varias veces, sus piernas cada vez más abiertas facilitan mi trabajo, cuando su ano se ha distendido la aprisiono por las caderas con mis manos y con mi falo restriego su raja, ella mientras tanto se manosea el clítoris y intenta con la otra mano colocar mi verga en su entrada trasera, cuando consigue que mi extremo esté ya en su entrada embisto poco a poco y centímetro a centímetro voy entrando toda mi herramienta en su interior.

Noto cómo mis huevos golpean en sus nalgas y comienzo un bombeo lento mientras mis manos soban sus pechos y ella sigue masajeando su almeja, me pide que no pare que siga toda la tarde dentro de ella bombeando lentamente y gime como una poseída, tengo que hacer esfuerzos sobrehumanos para no correrme dentro de ella y noto cómo mi pene se hincha cada vez más debido a la presión de su esfínter, finalmente debo claudicar y lleno todo su interior con mi leche, ella en el mismo momento alcanza el clímax y lanza un gemido casi animal, los dos rendidos caemos arrodillados en la bañera y en esta postura quedamos unos momentos, poco después nos duchamos y después de vestirnos salimos del hotel, veo envidia en la mirada del recepcionista y en ese momento me apercibo de lo raro que ha sido todo lo que ha pasado, mis pensamientos me tienen un momento despistado y cuando giro la vista me doy cuenta que ella ya no esta a mi lado.

Salgo a la calle y no la puedo ver ya, no conozco su nombre ni nada de ella sin embargo la tarde que me ha hecho pasar ha sido maravillosa, desde aquel día todos los jueves que me es posible salgo a pasear por mi ciudad esperando encontrarla de nuevo.

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