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~Siendo un prostituto desde hace dos años, creía que nada podría sorprenderme pero os tengo que confesar que no entendí la actitud de Kim ni de sus correos. Todo empezó a partir de una fiesta a la que acudí como acompañante. Esa noche me había contratado Molly, una morena bastante simpática que pasada de copas, me pidió que la follara en el jardín de la casa. Como eso no representaba ninguna novedad, satisfice sus deseos echándole un buen polvo tras unos arbustos. Encantada con el morbo de la situación mi clienta quiso que la llevara a su casa y que allí repitiéramos faena, pero debido a la borrachera que llevaba en cuanto la desnudé, esa mujer se echó a roncar. Como ya había cobrado, la tapé y tranquilamente me fui a mi apartamento a dormir la mona. Fue una noche anodina como otra cualquiera y no la recordaría siquiera si al cabo de unos días, no hubiera recibido un correo de una amiga suya.
Para que os hagáis una idea de lo que estoy hablando, os transcribo lo que ponía:
Alonso:
No me conoces, soy Kim, una amiga de Molly. Le he pedido tu correo porque, gracias a ti, no duermo. Por tu culpa, cada vez que me acuesto, tengo que masturbarme pensando en lo que vi. Por mucho que intento sacarte de mi mente, no puedo.
Te preguntarás el porqué. ¡Es bien sencillo!:
El viernes yo también fui a esa fiesta. Lucian me invitó porque fui con él a la universidad. Acudí con mi esposo y te juro que me lo estaba pasando bien pero, al cabo de un rato, ese ambiente tan cargado me cansó y por eso estaba sentada en el jardín, cuando saliste con esa zorra.
Al principio me turbó ver que mi amiga te besaba con una pasión desconocida en ella. Estuve a punto de levantarme y salir corriendo, pero cuando ya había decidido hacerlo, vi que te quitaba la camisa e intrigada, me quedé a ver qué pasaba. De esa forma fui testigo, de cómo te desnudaba mientras te reías de ella. Tu risa pero sobretodo los músculos de tu abdomen me hicieron quedar allí espiando. Sé que no estuvo bien pero, cuando le obligaste a hacerte la mamada, me contagie de vuestra pasión y metiendo la mano por debajo de mi falda, me masturbé.
Te odio y te deseo. Soñé que yo era la hembra que abriendo la boca devoró tu miembro pero sobre todo deseé ser la objeto de tus caricias cuando dándole la vuelta, la follaste en plan perrito. Te juro que no comprendo cómo no oíste mis gritos cuando azotaste el culo de esa rubia. Poseída por la lujuria, sentí en mi carne cada una de esas nalgadas y sin quitar ojo a tu sexo entrando y saliendo del cuerpo de mi amiga, me corrí como nunca lo había hecho en mi vida.
Ahora mismo, mientras te escribo, mi chocho está empapado y solo espero volverte a ver.
Tu más ferviente admiradora.
Kim
Creyendo que esa mujer lo que quería era una cita, contesté a su email informándole de mi disposición a acostarme con ella, así como mis tarifas y olvidando el tema, me fui a comer con un amigo. Después de una comilona y muchas copas, llegué a mi casa agotado y por eso no revisé mi correo hasta el día después. Con una resaca de mil demonios, observé que la mujer del día anterior me había respondido y creyendo que era un tema de trabajo lo abrí:
¡Cerdo!
¿Cómo crees que voy a rebajarme a pagar a un hombre?.
¡Jamás!
Ni siendo el único sobre la faz de la tierra, permitiría que tus manos me rozaran.
¡No sabía que eras UN MALDITO PROSTITUTO! De haberlo sabido ni se me hubiera ocurrido escribirte.
Te crees que por estar bueno y tener un aparato gigantesco, voy a correr a tus brazos y después de pagarte, dejar que liberes tu sucia simiente, en mí.
¡Ni lo sueñes!
Si saber las consecuencias de mis actos, di a contestar en el Hotmail y escribí un somero: -¡Qué te den!- y olvidando el tema me fui a desayunar al local de enfrente. Acababa de pedir un café cuando recordé a esa loca y pensándolo bien, me recriminé por haberla contestado ya que una fanática, podía hacerme la vida imposible e incluso denunciarme a la policía. Por eso decidí no seguirle el juego y no contestarla si me enviaba otro correo.
Como esa misma tarde, tenía otra faena conseguida por mi jefa, al llegar las ocho, me vestí para ver a otra mujer que engrosaría mi cuenta corriente. Tampoco os puedo contar nada en especial de esta clienta, cena, polvo rápido en el parking del restaurante y antes de las doce de nuevo en casita. Cansado por los excesos acumulados durante la semana, me dormí enseguida mientras miraba un coñazo en la televisión.
Os cuento esto porque a la mañana siguiente, con disgusto observé que esa trastornada había contestado a mi email, estuve a punto de no leerlo pero me quedé helado cuando lo abrí:
¡Maldito hijo de puta!
No te ha bastado con sacarle la pasta a Molly que hoy has tenido que llevar tus instintos a pasear en mitad de un estacionamiento.
Te preguntarás como lo sé, pues es muy sencillo: ¡Te seguí!.
Fui testigo de cómo te tirabas a esa pobre mujer y de como ella aullaba al sentir tu sucia verga retozando por su sexo. No comprendo porque me indigné al observar que ni siquiera le quitaste el vestido antes de separar sus nalgas y follártela.
Me apena creer que todas las mujeres somos iguales que ella y que disfrutaríamos sin medida con tu polla en nuestros coños, disfrutando de cada centímetro de tu extensión al tomarnos. Todavía oigo en mis oídos, los berridos de tu víctima al correrse y no alcanzo a comprender lo necesitada que debía estar, al recordar su sonrisa mientras que te pagaba.
Te lo advierto:
¡Deja en paz a las mujeres decentes de esta ciudad!.
Pálido y desmoralizado, imprimí ese correo y con él bajo el brazo, me fui a ver a Johana. A mi Madame le extraño que le fuera a ver a la boutique donde trabajaba y por eso, metiéndome en la trastienda, me preguntó que ocurría. Después de leerlo y con semblante serio, me dijo:
-Esta tía está como una cabra. Tienes que cuidarte, si quieres llamo a las clientas de este fin de semana y cancelo tus visitas-
-No creo que haga falta. Tendré cuidado y evitaré que nadie me siga- contesté fingiendo una tranquilidad que no tenía.
Mi jefa me advirtió de las consecuencias de una posible denuncia pero como en ese instante, entró una clienta, me despidió con un apretón de manos. Francamente preocupado, me fui a casa a intentar sacar de mi mente a esa puta pero tras una hora frente a un lienzo en blanco, di por imposible pintar algo.
Cabreado, comí en casa. No me apetecía salir del refugio que representaban esas cuatro paredes y solo cuando se acercaba la hora de ir a trabajar, me vestí. Tratando de evitar ser visto, salí por la puerta trasera del edificio y ya fuera, miré a ambos lados de la calle. Intenté descubrir si alguien me seguía pero por mucho que busqué no hallé ningún rastro de mi acosadora. Convencido de que aunque no la viera, esa puta podía estar siguiéndome, me cambié de acera varias veces como tantas veces había visto en las películas, antes de coger el taxi que me llevaría a mi cita.
De esa forma, llegué al hotel donde dormía la clienta que iba a ver. Más tranquilo pero en absoluto relajado, estuve atento a cualquier indicio que me hiciera suponer que estaba siendo espiado por eso me costó concentrarme en la cincuentona que esa noche me había alquilado. Sabiendo que la noche estaba siendo un desastre, le pedí a esa morena que subiéramos a su habitación. Ella se mostró reacia en un principio pero una vez allí, seguro de no ser observado, volví a ser el mismo y cinco horas después, salí del establecimiento dejando a una hembra satisfecha y agotada sobre las sábanas. Al llegar a mi apartamento, volví a entrar por detrás y directamente me fui a la cama.
Os tengo que reconocer que al despertar lo primero que hice fue mirar el puto email y al ver que no tenía ninguno de esa perturbada, con una felicidad exagerada, me fui a desayunar a bar de siempre. Una vez allí, saludé a la encargada con un beso en la mejilla y con nuevos ánimos, me senté en el sitio acostumbrado. No llevaba ni cinco minutos en esa mesa, cuando me tuve que cambiar porque dominado por una absurda paranoia, me di cuenta que desde ahí no veía quien entraba o salía del local. Por eso me cambié a un lugar donde pudiera observar todo el local y desde allí, tras escudriñar mi alrededor, desayuné.
Al volver a mi estudio, directamente me puse a pintar y al contrario que el día anterior, las musas se apiadaron de mí y en menos de dos horas, había esbozado un cuadro. Satisfecho por la soltura con la que mis pinceles plasmaron las ideas de mi mente, me serví un café y haciendo tiempo, eché un vistazo al correo.
-¡Mierda!- maldije en voz alta al percatarme que esa puta me había escrito y sabiendo que debía leerlo, lo abrí:
Me alegro que hayas recapacitado y que como un buen chico, te hayas mantenido lejos de tu pecaminoso oficio. Te acabo de ver desayunando y se te notaba radiante.
¡Ves como tengo razón!
Solo manteniendo un comportamiento honesto, serás feliz. Sé que eres un hombre sensual y con necesidades, por eso te aconsejo busques a una sensata mujer que te aleje del pecado. Con ella podrás dar rienda suelta a tu sexualidad y liberar la tensión que de seguro se está acumulando en tu hermoso sexo.
Cuando experimentes la sensación de poseer a una dama que sea realmente tuya y no una viciosa, te darás cuenta que sus gemidos al ser penetrada por ti, sonarán diferentes. Sus berridos al correrse serán una muestra de amor y no de lascivia.
Lo sé por soy mujer y con solo imaginarme tener un marido como tú, sé que me desviviría por complacerte. Te esperaría desnuda y dispuesta cada noche cuando llegaras de la oficina para que al tocarme y comprobar que tenía el coño chorreando por ti, me tomaras brutalmente.
Me daría por completo para que no tuvieses que buscar fuera, lo que ya tendrías en casa. Mis pechos, mi sexo, mi boca e incluso mi culo serían tuyos. Te pediría todas las mañanas que antes de irte a trabajar, me sometieras con tu verga entre mis nalgas y solo después de haber sembrado mi cuerpo, te despediría en la puerta con un beso y la promesa que al retornar a nuestro hogar, encontrarías a tu hembra ansiosa de ti.
Un beso y sigue por esa línea.
KIM
-¡Será hija de puta!- exclamé doblemente alucinado.
Por una parte, esa zorra me confirmaba que seguía espiándome y por otra, dando rienda a su mente calenturienta, describía una idílica relación donde ella era la servicial esposa y yo el marido. Cualquiera que leyera su escrito, comprendería que Kim era una perturbada que soñaba con ser poseída con dureza por mí. Como su locura la hacía más peligrosa, decidí que a partir de ese día debería incrementar mis precauciones y por eso, cuando nuevamente tuve que salir a cumplir con mi deber, me escabullí de la misma forma que la noche anterior pero cambié dos veces de taxi antes de dirigirme al chalet donde había quedado. Confiado de no haber sido seguido y sumado a que ese el servicio fuese en un domicilio particular, hizo que desde un principio fuese el de siempre y tras una noche de pasión, retornara contento a casa. Eran más de las seis cuando entré por la puerta y aunque estaba cansado, no pude dejar de mirar mi ordenador para comprobar si esa zumbada me había escrito. Desgraciadamente, una mensaje en negrita del Hotmail con su nombre me reveló que lo había hecho y sin poder esperar al día siguiente, decidí leerlo:
Querido Alonso:
Esta noche cuando he pasado por tu casa y he visto el resplandor de la televisión en tu ventana. Sabiendo que estabas solo, tuve ganas de subir para agradecerte que sigas firme en tu decisión de abandonar tu asqueroso modo de vida. Se lo duro que te tiene que resultar pasar las noches sin que una mujer se arrodille ante ti y bajando tu bragueta, introduzca tu miembro hasta el fondo de su garganta. Reconozco tu valor y tu fuerza de voluntad, al negar tus sucios instintos y sufrir en silencio, la abstinencia.
Te reitero que debes buscar una mujer que sea impecable de puertas a fuera de tu casa pero, que en la intimidad de tu dormitorio, deje que la poseas de todas las maneras que tu fértil imaginación planteé. La candidata debe saber que tú eres su dueño y obedecerte ciegamente. Una hembra consciente que esclavizándose a ti y siendo tu sierva, logrará alcanzar un placer sin límites.
Sabrás que has acertado cuando al llegar cansado, ella te descalce en la entrada y poniéndose a cuatro patas, te pida que la castigues porque ese día sin tu permiso se ha masturbado pensando en ti. Te aviso que entonces, debes quitarte tu cinturón y cogiéndola del pelo, azotar su culo para que respete. Una buena esposa disfrutará cada golpe y ya con trasero rojo, te pedirá que le separes las nalgas y sin más prolegómeno, tu sexo se enseñoree forzando su ojete.
Mientras la consigues para facilitarte el trance, considero mi deber, ya que yo soy la culpable de tu cambio, enviarte algo que te sirva de inspiración pero sobretodo que llene tus noches de soledad.
La voz de tu conciencia.
KIM
Después de leerlo, comprobé que tenía un archivo de video adjunto y aunque me suponía lo que me iba a encontrar, le di a abrir. Tal y como había supuesto era un video casero, donde una mujer se masturbaba diciendo mi nombre. No me extrañó observar que esa guarra estaba desnuda ni que abriendo su chocho de par en par, cogiera su clítoris entre sus dedos y se pusiera a pajear. Lo que fue una sorpresa fue descubrir casi al terminar que su vientre tenía una curvatura evidente.
“¡Está embarazada!” pensé parando la escena y ampliándola.
Aunque había tratado de ocultar su estado durante todo el video justo al terminar se le debió mover la cámara o el móvil con el que se había filmado, mostrando tanto su panza como unos enormes pechos. Revisando a conciencia la imagen, me excitó observar que decorando esas ubres lucía unas negras aureolas. Nunca había visto nada igual, no solo eran gigantescas, lo más impresionante era que, producto de la excitación que consumía a su dueña, las tenía totalmente duras y desafiando a la gravedad, esta no había hecho mella en ellas.
-¡Menudas tetas!- exclamé hablando solo.
Estaba sorprendido y caliente por igual. Sin meditar las consecuencias de mis actos, me pajeé mirando a esa zorra mientras mis dedos tecleaban una respuesta:
Mi Querida Zorra:
Si no he salido durante dos noches, no ha sido porque recele de mi oficio sino porque he estado reservando mi leche para rellenar tu culo con ella. Y si crees que no sé quién eres, tengo que decirte que además de embarazada eres una ingenua.
Te descubrí desde el primer momento y por eso, me exhibí ante ti. No creas que no sabía que nos estabas mirando mientras me tiraba a la zorra de tu amiga o que no escuché tus berridos al correrte. No te dije nada porque quería calentar la puta olla a presión que te has convertido. La segunda noche en el aparcamiento, al localizarte espiando, decidí regalarte un espectáculo y por eso, tomé a esa guarra de pie contra el coche. Cada vez que la penetraba, me imaginaba que eras tú, la cerda que llorando de placer se retorcía entre mis piernas.
Tengo que informarte de que he decidido que ya estás preparada y por eso, esta tarde te espero en mi casa a las seis. Deberás venir con un abrigo que tape tu desnudez. Quiero que al abrir la puerta te lo quites y como la cerda sumisa que eres, te coloques en posición de esclava y así esperes la orden de tu dueño.
Te demostraré quien manda y retorciendo tus pezones, te follaré hasta que me ruegues que te deje correrte. Pero recordando el modo tan poco respetuoso con el que te has dirigido a mí, te lo impediré y tras mojar mi pene en tu sexo, te romperé ese culo gordo de un solo empujón.
Un lametazo carente de cariño en tu pestilente clítoris.
Tu dueño.
Pd. Tengo el email de ese inútil con el que compartes cama, ¿no querrás que reciba una copia de tu video?
Envalentonado por el órdago y los whiskies que llevaba, mandé ese correo mientras veía, una y otra vez, los treinta segundos de masturbación que mi acosadora me había regalado sin saber que los iba a usar en su contra. Con su recuerdo en mi retina, me tumbé en la cama y tras dejar que el placer onanista me venciera, dormí como un tronco mientras se llenaba mi mente de imágenes donde, ejerciendo de estricto amo, castigaba a esa sumisa.
Habiendo descansado después de una semana de estrés y humillación, me levanté a la mañana siguiente pletórico pero con el paso de los minutos, me empezaron a entrar dudas.
“¿Habré metido la pata?, ¿Y si no es ella la protagonista?” pensé perdiendo mi supuesta confianza y por eso, antes de darme la ducha matutina, miré mi correo en busca de una respuesta de esa puta.
Comprendí su absoluta claudicación y que no me había equivocado, con solo leer el título del mensaje “¡Gracias, Amo!”. Sonriendo, lo abrí y empecé a leer:
Mi adorado amo:
He recibido con alegría su mensaje. Le agradezco que me considere apta para ser su sierva y por eso le confirmo que tal y como me ha ordenado, esta tardé estaré en su casa y pondré mi cuerpo a su disposición.
Sé que tiene motivos suficientes para castigarme y con impaciencia espero el correctivo que usted desee aplicar a su puta.
Con mi coño ardiendo por el honor que me ha concedido, se despide:
Su humilde esclava Kim.
Pd. No hace falta que el eunuco de mi marido se entere que la zorra de su mujer tiene un dueño que no es él.
Al terminar tan grata lectura, solté una carcajada y encantado con la vida, me metí en la ducha. Bajo el chorro de agua y mientras me bañaba, planeé el modo con el que vengaría la afrenta. Cuanto más pensaba en ello, mas cachondo me ponía la idea de follarme a una tipa con semejante tripa. Excitado hasta decir basta, tuve que hacer un esfuerzo por no masturbarme. Quería ahorrar fuerzas para esa tarde, de forma que todas mis energías estuvieran intactas a la hora de someter a esa mujer.
Las horas pasaron con una lentitud insoportable y ya estaba al borde de un ataque de nervios cuando escuché el telefonillo.
-Sube- ordene con tono serio y dejando la puerta entreabierta, me senté en una silla del hall.
Kim no tardó en subir en ascensor y tocando previamente, entró en mi apartamento. Al verme allí cerró y mirándome a los ojos, dejó caer su abrigo al suelo quedando completamente desnuda. Siguiendo mis instrucciones, iba a arrodillarse cuando le ordené:
-No, quiero antes comprobar la mercancía-
La mujer obedeció de inmediato y en silencio esperó mi inspección. Desde mi asiento, me quedé observándola con detenimiento. Contra lo que había creído Kim era una mujer guapa a la que el embarazo lejos de marchitar su belleza, le había dado una frescura difícil de encontrar. Alta y delgada, la tripa aún siendo enorme parecía un añadido porque, exceptuando a sus dos enormes tetas, el resto de su cuerpo no se había hinchado por su preñez. Su culo con forma de corazón podía competir con el de cualquier jovencita al mantenerse en forma.
Decidido a humillarla, me levanté y cogiendo sus peños entre mis manos, los sopesé mientras decía:
-Pareces una vaca-
La mujer, consciente de su atractivo, contestó:
-Mi leche es suya-
-No te he dado permiso de hablar- repliqué mientras con las yemas le daba un duro pellizco. Kim reprimió un gemido de dolor y mordiéndose los labios, se mantuvo firme sin quejarse.
Siguiendo mi inspección, palpé su abultada panza advirtiendo que la tenía tremendamente dura. Era una novedad para mí y por eso me entretuve tocándola de arriba abajo mientras los pezones de mi sumisa se empezaban a contraer producto de la excitación. Al llegar a su sexo, descubrí que lo tenía afeitado y usando ese hecho en su contra le dije:
-A partir de hoy te lo dejarás crecer, solo las mujeres libres pueden lucir un coño lampiño-
Sumisamente, la mujer me respondió que así lo haría, sin darse cuenta que me había desobedecido. Fue entonces cuando le solté el primer azote en su trasero. Aunque esperaba un chillido o al menos una lágrima, esa zorra me sorprendió poniendo una sonrisa. Su actitud me hizo saber que me estaba retando y que me había respondido conociendo de antemano que eso conllevaría un castigo.
“Si eso busca, eso tendrá” pensé justo antes de soltarle un par de bofetadas para acto seguido obligarla a arrodillarse ante mí.
Kim debía de haber tenido un amo con anterioridad porque con una pericia aprendida durante años, adoptó la postura de esclava y así, esperó mis órdenes. Arrodillada y apoyada en sus talones, tenía las manos sobre sus muslos mientras permanecía con la espalda recta y los pechos erguidos.
-Separa las rodillas-
Con la barbilla en alto, mostrando arrogancia, Kim abrió sus piernas y sin esperar a que se lo ordenara, con dos dedos separó los pliegues de su sexo, dejándome contemplar su clítoris. Cabreado me di cuenta que estaba perdiendo la batalla, quería que esa puta se sintiera humillada y no lo estaba consiguiendo. Decidido a conseguir su rendición, le ordené que me siguiera a mi estudio. Comportándose como una esclava perfectamente adiestras, la mujer me siguió gateando sin que eso hiciera mella en su ánimo.
Ya en mitad del salón, le ordené que no cambiara de postura y así con sus manos apoyadas en el suelo y a cuatro patas, la dejé sola. Al minuto volví con un enorme consolador con dos cabezas y sin decirle nada, se los di. La embarazada comprendió mis instrucciones y sumisamente se lo incrustó, rellenando su trasero y su sexo.
-A plena potencia- susurré mientras pensaba como podría vencerla.
Mecánicamente, Kim aceleró la vibración del aparato y sin mostrar ninguna emoción, se me quedó observando. Comprendí que esa puta jugaba con ventaja porque yo no era un amo y ella sí una sumisa. Bastante preocupado, me quedé pensando en lo que sabía de esa zorra, cuando al pasar mi mirada por su estómago, me di cuenta que estaba enfocando mal el asunto. Todavía hoy sé que vencí gracias a ese momento de inspiración que me hizo abrir un cajón y sacar un rotulador permanente.
Kim ni se inmutó cuando, colocándome detrás de ella, le pinté “SOY PUTA” en sus nalgas unas palabras y solo cuando después de sacarle un par de fotos con mi móvil se las mostré, convencida de su superioridad en esos menesteres, me preguntó con tono altanero:
-¿Mi amo piensa castigarme mandando las fotos a mi marido?-
-No, putita. El tipo ese me la trae al pairo. Las fotos son para tu hijo cuando crezca, quiero que sepa y lea en tu culo que eres una zorra-
Asustada, se quedó callada y con lágrimas en los ojos, me rogó que no lo hiciera. Ni me digné a contestarla y sacando una serie de instantáneas más, prolongué su sufrimiento. A base de flashes, fui socavando sus defensas y solo paré cuando la mujer ya lloraba abiertamente. Entonces y recreándome en el poder recién adquirido, le susurré mientras le soltaba un duro azote:
-Estoy seguro que al verlas, me pedirá que le deje disfrutar de este culo-
Vencida y con la imagen de su vástago fustigando su trasero, la mujer gimió sin parar de berrear. Con el mando en mi poder, me senté y le ordené que viniera hacia mí. Una vez a mi lado, le ordené que me hiciera una mamada. Sumisamente, Kim se agachó y liberando mi miembro de su encierro, abrió la boca para a continuación írselo introduciendo sin rechistar. Su pasado adiestramiento facilitó las cosas y con una maestría increíble, llevó mi glande hasta el fondo de su garganta.
Sus lágrimas bañando mi extensión, me confirmaron su derrota y mientras, completamente entregada, buscaba darme el placer que le había demandado, recordé que no sabía el sexo del bebé y lanzando un órdago a la grande, le solté:
-Estoy deseando ver a tu HIJA en tu misma postura. De seguro que saldrá tan puta como su madre-
Mis palabras la hicieron reaccionar y sacando mi falo de su boca, me insultó mientras intentaba huir. Al estar embarazada, sus movimientos fueron lo suficientemente torpes para que ni siquiera hubiera terminado de incorporarse cuando ya estaba a su lado. Poniéndome tras ella y aprovechando que tenía mi pene erecto, sustituí al consolador que se había quitado y de un solo empujón, se lo metí hasta el fondo de su vagina.
-¡No!, ¡Por favor!- gimió al sentir su conducto violado.
Sin apiadarme de ella, forcé su integridad a base de brutales embestidas mientras mis manos pellizcaban sus pezones con crueldad. Indefensa, la mujer tuvo que soportar que al darse por vencida y dejarse de mover, mis manos azotaran su trasero diciéndole:
-¿No es esto lo que venías buscando?-
Hecha un mar de lágrimas, me reconoció que así era. Su confesión le sirvió de catarsis y paulatinamente, el dolor y la humillación que la turbaban se fueron diluyendo, siendo reemplazadas por una excitación creciente. El primer síntoma de su claudicación fue la humedad de su coño. Completamente anegado por el flujo, su placer se desbordó por sus piernas, dejando un charco bajo sus pies. Pero lo que realmente me reveló que esa mujer estaba a punto de correrse fue el movimiento de sus caderas. Con una ferocidad inaudita, Kim forzó su sexo hacia adelante y hacia atrás, empalándose en mi miembro sin parar de gemir.
-Recuerda que tienes prohibido correrte- le recordé mientras me afianzaba en sus hombros con mis manos y reiniciaba un galope endiablado.
La nueva postura hizo que mi pene chocara contra su útero hinchado, al experimentar esa presión desconocida, la terminó de volver loca y aullando como loba en celo, me rogó que la dejara liberar la tensión de su entrepierna. Ni siquiera la contesté porque abducido por la lujuria, en ese momento, mi miembro explotó en su interior regando con mi semen su conducto. Completamente insatisfecha, se quedó inmóvil consciente que un movimiento más le llevaría al orgasmo. Encantado con su entrega, eyaculé como poseso, tras lo cual, sin decir nada, saqué mi miembro y la dejé sola tirada en el suelo.
Kim me miró desconsolada en espera de nuevas instrucciones pero haciéndome de rogar, me tiré en el sofá y cerrando los ojos, le dije que se masturbara sin correrse mientras yo descansaba. Dócilmente obedeció y cumpliendo mis deseos, torturó su clítoris con sus dedos sin quejarse. Esa paja se convirtió en un cruel martirio que estuvo a punto de hacerla flaquear en varias ocasiones y solo el perfecto adiestramiento que tenía evitó que el deseo la dominase, corriéndose. Lo que no evitó fue que su calentura se fuera convirtiendo en una hoguera y la hoguera en un incendio que estuvo a punto de incinerarla y por eso al cabo de media hora, cuando le ordené que se acercara, esa puta estaba a punto de estallar.
-¿Quieres correrte?- pregunté sabiendo la respuesta de antemano.
Sudando a chorros, me contestó que sí pero que no quería fallarme otra vez. Ya con el control absoluto en mis manos, metí dos dedos en su vulva y empapándolos bien de flujo, le pedí que se diera la vuelta y me mostrara el ojete. Sé que estuvo a punto de sucumbir con ese tratamiento pero haciendo un último esfuerzo, acató mi orden y separando las nalgas, lo puso a mi disposición. Se creyó morir al experimentar la acción de mis falanges jugueteando en su entrada trasera y pegando un gemido, apoyó los brazos en el sofá. Era tal su calentura que nada más acercar mis yemas a su ojete, comprendí que estaba listo pero forzando su lujuria, la estuve pajeando en ambos agujeros durante cinco minutos hasta que la rubia temblando como un flan, me suplicó que la tomara. No pude dejar de complacerla y colocándome a su espalda, cogí mi pene y apuntando a su entrada trasera, la fui ensartando con suavidad. Mi lentitud la hizo sollozar y queriendo forzar su gozo, me ayudó echándose hacia atrás.
-Amo, ¡Por favor!- gritó casi vencida por la urgencia por soltar lastre –Déjeme-
-Todavía, ¡No!- contesté, disfrutando del morbo de tenerla al borde de la locura.
Reforzando mi dominio, al sentir mi verga hundida por completo en sus intestinos, me quedé quieto mientras con los dedos le pellizcaba los pezones. Kim chilló como una cerda a la hora del sacrificio y sin pedir mi opinión, se empezó a empalar con rapidez.
-¿Te gusta mi preñada?- le dije incrementando la presión de mis dedos sobre su aureola.
-¡Me encanta!- sollozó tiritando al intentar retener su placer. Por segunda vez, me compadecí de ella y acelerando mis incursiones, le di permiso.
Lo que ocurrió a continuación fue difícil de describir. Kim, al oírme, dejó salir la presión acumulada y berreando con grandes gritos, se corrió mientras su cuerpo convulsionaba contra el sofá.
-¡Fóllame!- ladró sin voz al sentir el ardiente geiser que brotando de su cueva, se derramaba por oleadas sobre sus muslos.
No necesitaba pedírmelo, impresionado por su orgasmo, había incrementado el vaivén de mis caderas y llevándola al límite, mi pene acuchilló su culo al compás de los gritos de la mujer. Convertidos en una máquina de placer mutuo, nuestro cuerpos se sincronizaron en una ancestral danza de apareamiento con la música de la completa sumisión de esa mujer ambientando el salón. Kim uniendo un orgasmo al siguiente, se sintió desfallecer y cayendo sobre el sofá, me rogó que terminara.
Para el aquel entonces, el rencor que sentía por su acoso había desaparecido y contagiado de su éxtasis, sembré su culo con mi simiente. La rubia al percibir mi eyaculación, no pudo evitar su colapso y desplomándose, se desmayó. Al verla transpuesta, me compadecí de ella y cogiéndola entre mis brazos, la llevé a la cama. Después de depositarla sobre el colchón, me tumbé a su lado a descansar.
No sé el tiempo que estuvimos tumbados en silencio, lo que si puedo deciros que al despertar esa mujer, me besó y pegándose a mi cuerpo, intentó y consiguió reactivar mi maltrecho instrumento, Una vez con el tieso entre sus manos, se agachó y antes de metérselo en la boca, me preguntó:
-¿Qué uso les va a dar a las fotos?-
-Ninguno, se quedarán guardadas en un cajón para que jamás intentes chantajearme- contesté sin percatarme que me había tuteado.
La muchacha poniendo cara de santa, sonrió y después de dar un lametazo a mi glande, me preguntó:
-¿Puedo pedirte un favor?-
Sin saber cuál era, le respondí que siempre que no fuera borrarlas, se lo haría. Kim, soltó una carcajada al oírme y con voz alegre, me respondió:
-¡Nunca me atrevería! ¡Me encanta saber que las tienes! Y soñaré con que un día repasándolas, me llames nuevamente a tu lado-
-¿Entonces qué quieres?- dije con la mosca detrás de la oreja.
-Quiero que le mandes una de ellas a mi amiga Molly- respondió luciendo una enorme y pícara sonrisa –Me aposté con esa zorra a que aún embarazada podía acostarme contigo sin pagarte y como veras: ¡Lo he conseguido!-
Tardé en asimilar que sus correos, su supuesto acoso e incluso su sumisión era parte de una apuesta y sabiéndome burlado, asumí mi derrota, diciendo:
-Lo haré dependiendo de la maestría que muestres en la mamada-
La muchacha se rio y mientras se agachaba a cumplir, me soltó:
-¡Pobre Molly! Cuando nazca mi hija, va a tener que gastarse otros tres mil dólares-
-¿Y eso?-
-Me ha prometido regalarme una noche con el prostituto más guapo de Nueva York- contestó justo antes de introducirse mi polla en su garganta.
Solté una carcajada y acomodándome la almohada, disfruté de la felación de esa manipuladora pero encantadora mujer.
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